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[Aventura] [T2] Una enfermedad incurable - Versión para impresión

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RE: [T2] Una enfermedad incurable - Silver - 05-10-2024

El callejón junto a la vieja taberna estaba sumido en una penumbra perpetua, donde la luz del día apenas lograba filtrarse entre los muros decrépitos y las pilas de escombros. El olor a basura y alcohol rancio impregnaba el aire, mientras el silencio era roto solo por el goteo distante de algún desagüe. Marvolath avanzó con paso firme, apoyado en su bastón, manteniendo la calma aunque sus sentidos estaban alerta.

El médico no había tardado mucho en llegar al lugar, guiado por la sangre que manchaba el suelo. Al entrar en el callejón, su voz resonó clara en el espacio cerrado. El eco de sus palabras se apagó rápidamente, y por unos momentos, el silencio regresó al callejón. Pero Marvolath sabía que no estaba solo. A medida que sus ojos se acostumbraban a la oscuridad, notó un movimiento en las sombras. Unos pasos pesados resonaron en el fondo del callejón, y pronto, tres figuras emergieron, bloqueándole el camino.

Eran hombres corpulentos, con ropas desgastadas y manchadas por el trabajo duro. Sus rostros mostraban sonrisas torcidas, como si la sola presencia del pequeño mediano les hubiera divertido. Uno de ellos, con una cicatriz en la mejilla y un vendaje en la mano, fue el primero en hablar.

—Vaya, vaya... ¿así que eres el médico que anda metiendo las narices donde no debe? —dijo el hombre, dando un paso al frente—. Te hemos visto correr hacia aquí. ¿Qué pasa, crees que puedes con nosotros?

Otro de los matones, un tipo más bajo pero robusto, le dio una palmada en el hombro al de la cicatriz.

—Ya te lo dije, lo mandaron para jodernos el negocio —comentó en voz alta, con una sonrisa socarrona—. Y ahora que está aquí, mejor nos aseguramos de que no moleste más.

El tercer hombre, más joven, se mantenía en silencio, pero no tardó en sacar un cuchillo algo oxidado de su cinturón, mostrándolo con desprecio hacia Marvolath.

—Nos llevamos las hierbas para asegurarnos de que nadie más mejore por aquí —dijo el de la cicatriz, mientras avanzaba lentamente—. Y tú... bueno, también te vamos a tener que "cuidar". No queremos que andes curando a nadie más. Nadie los necesita sanos, ¿verdad?

Los tres hombres empezaron a rodear a Marvolath, avanzando con paso seguro, confiados en que el médico no representaba una amenaza. Pero la mirada de Marvolath seguía fija, imperturbable, sujeta al bastón que ahora parecía más un ancla que un mero apoyo. El silencio del callejón se quebró con el sonido de botas arrastrándose por la piedra, y el aire se tensó en cuestión de segundos.

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RE: [T2] Una enfermedad incurable - Marvolath - 10-10-2024

El médico estudió en silencio a los tres asaltantes, sin mudar la expresión. El hecho de que no serían una amenaza real golpeaba más fuerte de lo que aquellos tres desgraciados podrían hacerlo incluso juntos, pero todavía quedaba por determinar cuál de ellos era más probable que hablase. El de la cicatriz, a su izquierda, parecía demasiado simple como para saber qué estaba pasando. El del cuchillo, en el medio, había dicho bastante, pero era precipitado y seguramente no le confiarían información relevante. El menos alto, en cambio, había medido sus palabras, una cualidad poco habitual que bien podría haberle ganado la confianza de sus superiores.

Con un impulso saltó hacia la pared de la izquierda, aprovechando el apoyo en ésta para lanzarse hacia el de la cicatriz. Barrió con el bastión, bateando al sorprendido matón hasta su compañero del cuchillo al que derribó en su vuelo hacia la pared.

A Volar
BAS302
BASTIóN
Ofensiva Activa
Tier 3
No Aprendida
39
Costo de Energía
2
Enfriamiento
Manteniendo su posición, para concentrar toda la fuerza de sus piernas en la rotación de su cuerpo, el usuario balanceara su arma con todas sus fuerzas buscando conectar contra un objetivo para mandarlo a volar provocando [Empuje] de 12 metros y causando [Derribo], pudiendo elegir según como golpee si lo manda hacia atrás con todo el impulso o lo eleva en el aire dejándolo expuesto en el mismo y en caída libre.
Golpe Básico + [FUEx2,5] de [Daño contundente]

Aprovechando la confusión del ataque alcanzó al que esperaba pudiera contarle lo que quería saber. Calculó un golpe a la pierna, aunque la diferencia de altura era menor de la habitual. Una fractura de cadera también servirá.

Rompehuesos
CON201
CONTUNDENTE
Ofensiva Activa
Tier 2
No Aprendida
29
Costo de Energía
1
Enfriamiento
Al trazar un impacto horizontal en el que se vuelca todo el peso del arma y del propio usuario, este tratará de dar un impacto crítico y certero que logre causar un [Derribo] sobre la victima.
Golpe Básico + [FUEx2,3] de [Daño contundente]

Lo complicado de tratar con maleantes así no era reducirlos, sino tener cuidado de no sobrepasarse. Quedó en guardia, expectante por si se hubiese excedido con la cautela y fuese necesario aplicar un correctivo. Cuando solo quedaron quejidos lastimeros se sentó sobre su informante, inmovilizándolo, y comenzó a explorar la zona del golpe en busca de lesiones importantes.

- ¿Por qué no puede haber una cura? ¿Cuál es el origen de esta enfermedad? ¿Quién está detrás de todo esto? - preguntó con una inquietante neutralidad mientras presionaba, flexionaba y estiraba la pierna - Tienes una fractura. Aquí. - presionó con fuerza - Con los cuidados oportunos sanará bien. Sin ellos... espero que sepas mendigar. Incluso la escoria como tú, que mantiene a los inocentes enfermos, merece ser atendida. Pero todo a su tiempo.

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RE: [T2] Una enfermedad incurable - Silver - 11-10-2024

El sonido sordo de los cuerpos de los matones cayendo al suelo resonó en el callejón. El primero de ellos, el de la cicatriz, había salido volando varios metros, chocando contra el segundo hombre y ambos yacían aturdidos sobre el suelo empedrado, incapaces de levantarse por el momento. El tercero, el más bajo de los tres, estaba atrapado bajo la presión del bastón de Marvolath, quien había logrado un golpe preciso en la parte alta de su pierna. Un quejido ahogado escapó de los labios del hombre mientras su rostro se torcía de dolor.

Marvolath, imperturbable, se acomodó sobre él, explorando la zona lesionada con manos expertas, presionando la pierna fracturada sin titubeos.

—¿Por qué no puede haber una cura? —su voz era neutral, casi clínica—. ¿Cuál es el origen de esta enfermedad? ¿Quién está detrás de todo esto?

El matón intentó revolverse bajo el peso del pequeño médico, pero el dolor lo mantenía controlado. Jadeó antes de hablar, con la voz entrecortada.

—¡No lo sé! Solo... solo hacemos lo que nos dicen. Un tipo de la zona Oeste... —dijo con dificultad—. Nos paga para que... mantengamos a los médicos lejos. No quiere que nadie mejore en este lado de la isla.

Marvolath aplicó un poco más de presión en la pierna, provocando otro gemido de dolor en el hombre.

—¡Es la verdad! ¡No sé más! —gritó el matón—. No... no sé su nombre. Tiene una tienda en la parte rica de la ciudad... nos paga por hacer que las cosas sigan así. ¡Te juro que es todo lo que sé!

El callejón quedó en silencio, roto solo por los quejidos de dolor de los dos matones que aún intentaban recuperarse de la embestida de Marvolath. El tercero, atrapado bajo su peso, respiraba con dificultad mientras el médico examinaba su pierna fracturada. Marvolath retiró la presión, pero no se movió de su sitio, observando al hombre con una frialdad que contrastaba con la urgencia de la situación.

—Tienes una fractura —dijo, con su voz neutra, sin emoción—. Aquí.

El matón soltó un gruñido, mientras Marvolath apretaba de nuevo la zona afectada, asegurándose de que comprendiera la gravedad de su situación.

—Con los cuidados oportunos sanará bien. Sin ellos... espero que sepas mendigar. —La amenaza quedó suspendida en el aire, más como una realidad inevitable que como una advertencia.

El matón tragó saliva, y su rostro se vio contraído por el dolor. Los otros dos hombres seguían en el suelo, incapaces de levantarse. Uno de ellos intentó arrastrarse, pero se detuvo, temiendo llamar la atención de Marvolath. El callejón se llenó de un silencio tenso, donde solo los murmullos de los heridos rompían la calma.

Frente a él, el matón herido seguía jadeando, sabiendo que su destino dependía de las decisiones de aquel médico extraño que no había mostrado compasión desde el inicio del combate. La situación estaba en sus manos: podía tratarlo, dejarlo a su suerte, o simplemente marcharse con las medicinas que había venido a recuperar. Las hierbas, que habían sido robadas y que ahora volvían a sus manos, parecían pesar menos que la verdad a medio revelar.

El frío viento sopló por el callejón, y las sombras de la taberna cercana parecían alargar la escena mientras el matón herido lo miraba con ojos temerosos, esperando su destino. Había obtenido algo de información, pero, ¿era suficiente?

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RE: [T2] Una enfermedad incurable - Marvolath - 13-10-2024

La información era escasa pero valiosa para quien no sabía nada. Juzgando que no sacaría más de los bandidos, que fuera por ignorancia, miedo, o tenacidad no parecían aportar más que lamentos, comenzó a tratar la fractura.  Fue un arreglo sencillo, inmovilizando la pierna con una larga astilla de madera de las cajas que se habían roto durante el encuentro y atándola con la propia camisa del herido. Un tratamiento a la altura del pago al fin y al cabo, a juzgar por el escaso valor de lo que encontró en sus bolsillos. Un rápido vistazo a los otros dos le bastó para confirmar que estaban más asustados que heridos, y se permitió partir a la carrera, de vuelta al hospital.

Encontró a Rael aún atendiendo al padre del chico, que presentaba mejor aspecto ahora que tenía las heridas limpias y vendadas. Sin más tiempo que perder, dispusieron lo necesario para preparar el remedio. Rael atendía con máxima atención, tratando de interiorizar cada detalle, pues sabía que como mucho tendrían una dosis para hoy pero él sería el responsable de preparar las siguientes. Marvolath realizaba cada paso tan lento como era seguro, explicando en profundidad los procesos y la razón detrás de cada uno de ellos. Era una explicación densa que embotaría la mente de la mayoría, pero que Rael no sólo parecía seguir sino que preguntaba con sagacidad y aportaba comentarios acertados.

Una vez terminado, se encargaron primero del hijo del valiente padre que había arriesgado la vida consiguiendo las medicinas, separándose después para tratar con diligencia al resto de pacientes. Pasada algo más de una hora habían terminado, y el continuo gemido y episodios de tos que componían el ambiente del hospital había dado paso a respiraciones más relajadas, y un aroma a infusión de hierbas disimulaba, si uno le ponía ganas, al hedor del sudor y enfermedad.

Los tres se sentaron en un rincón apartado, sudorosos por el esfuerzo y el calor del edificio, a descansar tras el duro trabajo. La escasa luz de las lámparas de aceite proporcionaban un refugio fuera de las miradas de la mayoría, y Marvolath se inclinó, formando un pequeño corro con los otros dos hombres en el que poder hablar sin que oídos casuales pudieran escucharles.

- No robaron las hierbas por casualidad. Los bandidos confesaron que alguien del otro lado del río está pagando para que la situación no cambie si no es a peor. - hizo un silencio, dejando que la gravedad de la situación calase - Ya entraremos en detalle de lo que contaron, pues con lo que contaron no es suficiente para identificar a nadie con certeza, y será sólo un hilo del que tirar para encontrar al culpable.

Se detuvo al escuchar unos pasos que se acercaban. Los tres quedaron en silencio, expectantes. Un paciente cruzó pesadamente el pasillo cercano, sin prestarles más atención. Suspiraron, dejando salir parte de la tensión que había comenzado a acumularse.

- Lo importante ahora mismo es que las noticias de que este hospital ha conseguido tratar a los enfermos no tardarán en circular. Llegarán más enfermos buscando ayuda, pero también quien busque detener lo que estamos haciendo. Y no parecen de los que tengan reparos en los medios. - una nueva pausa, en la que desvió la mirada - Puedo encargarme de algunos matones, pero hay más peligros de los que puedo enfrentar, y no me quedaré mucho. Debemos ser más rápidos que las noticias, encontrar al responsable y detener el problema de raíz.

Un largo silencio siguió a sus palabras. Había poca información, pero mucho que digerir y en lo que pensar. Se venían tiempos difíciles para el hospital y toda la población del lado Este de Oykot, y tres pequeñas personas cargaban con una responsabilidad mucho mayor que ellos mismos.

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