[Aventura] [A-Presente] Pelillos a la mar [Tier 3] - Versión para impresión +- One Piece Gaiden - Foro Rol One Piece (https://onepiecegaiden.com) +-- Foro: El mundo (https://onepiecegaiden.com/forumdisplay.php?fid=10) +--- Foro: East Blue (https://onepiecegaiden.com/forumdisplay.php?fid=16) +---- Foro: Loguetown (https://onepiecegaiden.com/forumdisplay.php?fid=48) +----- Foro: Casino Missile (https://onepiecegaiden.com/forumdisplay.php?fid=150) +----- Tema: [Aventura] [A-Presente] Pelillos a la mar [Tier 3] (/showthread.php?tid=929) |
RE: [A-Presente] Pelillos a la mar [Tier 3] - Derian Markov - 14-10-2024 Decides confiar en tus sentidos y seguir el aroma a pólvora quemada, que ciertamente es potencialmente peligroso y merece la pena investigarlo. El olor te lleva a través del pasillo hasta una puerta en la que pone "solo personal del casino". Sin embargo, no estás con tiempo para preocuparte por las normas del casino, estás bajo órdenes de un vicealmirante de la Marina. Abres la puerta y te encuentras con una sala estrecha con algunas cajas de botellas y unas escaleras que bajan. La sala, de cemento desnudo, sucia y mal iluminada, contrasta con el ambiente lujoso del resto del casino. Ya era evidente por el cartel, pero en ningún momento estuvo pensado que ninguno de los clientes viesen su interior. La fealdad detrás de las paredes de mármol y los tapices de seda.
El olor viene de lo profundo de las escaleras. De allí también te llega un sonido a voces. Desciendes, silencioso como un gato y te mueves aprovechando las sombras. Las escaleras pasan por delante de una puerta que de momento ignoras, pues no percibes que el olor salga de ella, sino de más abajo aún. Tu kenbunshoku te alerta de la presencia de cuatro personas. Cuatro voces, tres de ellas poco notables y una algo más significante, más cercana a ti en poder pero igualmente más débil. Finalmente, llegas a un sótano. Lo primero que llama tu atención es la pared de enfrente. La mitad de ella está quemada y, en el centro de la marca, están los restos destrozados de una caja de fusibles. De ahí te llega el olor a quemado. Las cuatro personas que ves son dos hombres con aspecto de ser de mantenimiento o alguna clase de manitas (llevan mono de trabajo y cajas de herramientas) y dos miembros de la seguridad del casino. Uno de los miembros de la seguridad, un hombre de pelo plateado está examinando algo en el suelo mientras el segundo, una mujer rubia de pelo corto, espera junto a los otro dos. Percibes que la voz más fuerte proviene de la mujer. - Algún tipo de explosivo a control remoto basado en trinitrotolueno. La persona que ha hecho esto debe ser un idiota con dinero - dice el hombre de pelo plateado, incorporándose. La mujer frunce el ceño. Parece molesta por algo y no del todo convencida - ¿Puedes explicarte en términos que el resto entendamos? ¿Y qué te lleva a pensar eso? - Ah, sí. Disculpe, jefa. Es un tipo de explosivo más estable que la dinamita, no es dado a explotar accidentalmente. Hace falta mezclarlo con una base alcalina y exponerlo a calor para que reaccione, ambas cosas a la vez. No es la clase de material que encuentras en manos de cualquier matón del tres al cuarto, requiere de tipos con conocimientos serios de química y un buen laboratorio. Para que el trinitro... - al ver la mirada de su superiora, tose y se corrige - En resumen, que esto ha tenido que pagarlo alguien con un mínimo de pasta. No hace falta que sea un ricachón, pero un tipo de la calle difícilmente va a tener el dinero o los contactos. - ¿Hay algo más que me puedas decir de este desastre? ¿Por qué crees que es un idiota? - Porque... si alguien se ha molestado en comprar un explosivo a control remoto para deshabilitar las luces antes de intentar asesinar al jefe, ¿por qué no se ha informado sobre cómo funciona la red eléctrica del casino? Hubiese sabido que en caso de fallo saltaría el generador auxiliar y el sistema secundario. Además, ha usado una daga. ¿Por qué una daga? ¿Por qué no contratar a un tirador profesional? ¿Por qué no instalar el explosivo bajo el escenario? Creo que es un intento demasiado chapucero. No creo que sea la competencia o algún rival. Esto debe ser obra de pocos individuos, si es que es más de uno. - Supongo que es todo lo lógico que podría ser. A veces hasta dices cosas con sentido - dice la mujer rubia. Tras eso, ordena a los obreros que inicien las reparaciones y se disponen a marchar. ¿Qué harás? En este momento estás junto a las escaleras. Si no te escondes, los de seguridad te verán cuando suban. No te será difícil evitarlos en caso de que quieras, pero tendrás que moverte rápido. Y una vez lidies con la seguridad... ¿cuál es tu siguiente paso? RE: [A-Presente] Pelillos a la mar [Tier 3] - Ray - 15-10-2024 El joven marine de cabellos plateados siguió el rastro con velocidad pero no por ello dejando de hacerlo en el más absoluto de los sigilos. En su camino una de las puertas estaba señalizada de forma que anunciaba que solo el personal del casino podía pasar, pero eso poco le importó. Era un agente de la ley investigando un intento de asesinato, por lo que minucias como esas no iban a impedirle seguir adelante. Poco después, tras bajar un tramo de escaleras, llegó a una sala de aspecto muy alejado del glamour del establecimiento. Parecía un almacén, y en su interior cuatro presencias llamaron su atención. Al acercarse pudo ver que se trataba de dos empleados de mantenimiento del casino y otros dos, un hombre y una mujer, pertenecientes a seguridad. La mujer era la que emanaba un aura más intensa, y la que parecía la jefa de aquel grupo. Estaban discutiendo acerca de lo que parecía una explosión cercana a una caja de fusibles. Eso parecía lo que había provocado el corte de luz. Según lo que decían los empleados del local los materiales utilizados eran de buena calidad, explosivos de buena gama, pero por lo visto los asesinos no habían tenido en cuenta un detalle muy importante: el casino contaba con un generador eléctrico de emergencia, que había empezado a funcionar apenas unos segundos después de que las luces se apagarán, volviéndolas a poner en funcionamiento. La información que acababa de descubrir era útil, pues ahora sabía que buscaba a más de un individuo y que, además de lanzar una daga sabían utilizar explosivos, pero desde luego allí no estaba ninguno de los culpables. Así que tomó de nuevo su forma humana para llamar menos la atención y deshizo el camino andado, tan sigiloso como cuando había llegado hasta allí. Su siguiente paso estaba claro: debía seguir el rastro que había captado en el mechero, aquella esencia que había sentido al cogerlo y que había podido seguir hasta la puerta tras el rellano de la fuente en el centro, aquella tras la que dos de las presencias que había sentido escaparse del palco desde el que se había lanzado la daga se habían fundido entre la multitud. Así que siguió ese camino, manteniendo en todo momento su Haki activo por si volvía a captar alguna de las presencias que había percibido en un primer lugar huyendo del palco, y atento a cada detalle a su alrededor para identificar al dueño del mechero. Tal vez, por ejemplo, portase algún otro objeto como el que había encontrado en el palco al lado del mismo, o pudiera identificar algún patrón de comportamiento extraño o algo que no cuadrase. Sabía que era difícil, ya que la presencia de múltiples civiles sin nada que ver con el intento de asesinato entre los que los perpetradores se estaban camuflando dificultaba las cosas, pero no era imposible. E iba a descubrir lo que había ocurrido. RE: [A-Presente] Pelillos a la mar [Tier 3] - Derian Markov - 20-10-2024 Evitas a la mujer y a su subordinado adelantándote silenciosamente. Por un breve momento, sientes la presión al escuchar los pasos de los dos guardias debajo tuyo. Sin embargo, logras llegar a lo alto de las escaleras sin que te escuchen. Al llegar de nuevo al rellano y dejar atrás a la seguridad, te diriges a la puerta donde captabas el rastro del mechero. Puedes escuchar el sonido de un numeroso grupo de personas charlando animadamente al otro lado.
Cuando cruzas la puerta, te recibe un suave olor floral, perfumado y a comida. Te encuentras en otra sala del casino de aspecto bastante más exclusivo: las paredes están cubiertas de coronas de flores, hay mesas llenas de canapés y a tu derecha, una barra de bar con camareros vestidos de uniforme. En lugar de ruidosas máquinas tragaperras, hay mesas de blackjack, póker e incluso juegos menos habituales en casinos que no dan dinero a la banca, como dominó o ajedrez. El suelo y las paredes están decorados con patrones geométricos rojos y el techo tiene grandes lámparas de araña. Hay un total de ocho mesas, de las que ahora mismo hay cinco en uso. Ves en torno a una veintena de clientes y cinco camareros de sala. En cuanto a accesos y salidas, ves una salida de emergencia frente a ti, una puerta hacia los servicios a la izquierda de la salida, una puerta detrás de la barra con un cartel que pone "solo personal del casino" y otra puerta en la pared a tu izquierda sin ninguna clase señal, similar a la que has usado para entrar. La clientela de esta sala va muy bien vestida y tu presencia despierta mucho interés por tanto que desentona. Escuchas murmullos comentando cosas sobre ti. Un cliente se pregunta si tu presencia tiene que ver sobre lo que ha ocurrido hace un momento. Otros creen que te has perdido. Un par (un hombre y una mujer) comentan de manera poco disimulada, entre risitas, lo apuesto que eres. Tu haki percibe presencias fuera de esta sala, una en los servicios, dos tras la puerta del personal y, algo más lejos, algunas por encima y por debajo de este piso. Sin embargo, no eres capaz de decir si alguna se corresponde con las presencias que buscabas. La percibiste muy brevemente y había tantas voces que no eres capaz de recordar muy bien la impresión que te transmitían. Tal vez si tuvieses la oportunidad de examinar la presencia de alguien en detalle podrías reconocer si pertenece o no a las que sentiste. RE: [A-Presente] Pelillos a la mar [Tier 3] - Ray - 20-10-2024 La sala en la que había múltiples presencias entremezcladas era aún más peculiar de lo que Ray había esperado. Una estancia elegante, con las paredes cubiertas por completo de flores. Cinco camareros, vestidos con elegantes uniformes, atendían a los clientes que se encontraban disfrutando de pequeños aperitivos, bebidas y juegos de cartas o de mesa. Tanto el aspecto de la sala como el de la veintena de clientes que en ella se encontraban dejaba a las claras que se trataba de una zona no abierta a todos los públicos, algo más exclusivo para personas seleccionadas, probablemente aristócratas y millonarios en su totalidad. Este detalle reducía notablemente las opciones en cuanto al origen de quienes habían perpetrado el intento de asesinato, pues tenían que pertenecer a la alta sociedad para tener acceso a zonas como aquella. Y lógicamente, entre tanta gente vestida de la forma más elegante posible, su atuendo llamó la atención. Pese a no llevar ya su casaca de marine puesta sino atada a la cintura ocultando los símbolos de la Marina desde que pasó por la zona de cambio de monedas, algunas de aquellas personas le reconocieron como tal. No era descabellado, puesto que su rostro se había vuelto conocido en las últimas semanas en Loguetown y sus alrededores debido a sus acciones en defensa de la justicia, pero no dejaba de ser un incordio. En primer lugar escudriñó durante unos momentos el suelo de la estancia, las mesas y las distintas salidas de la misma en busca de cualquier pista que llamara su atención. Despúes pasó a los allí presentes, analizando sus atuendos y complementos, así como sus rostros. Ninguna de las presencias llamó inicialmente su atención en cuanto a que le recordase a las que sintió abandonar el palco, pues las había percibido durante muy poco tiempo como para identificarlas tan rápidamente entre tantas otras. No obstante hubo algunos de los presentes que atrajeron su atención debido a su comportamiento. En primer lugar, un tipo que le preguntó si había llegado hasta allí investigando lo ocurrido. Eso encendió sus alarmas al instante, pues en primer lugar ese hombre no tenía por qué saber lo que había sucedido en una sala completamente distinta del casino, situada en otra planta diferente y a la que no se tenía visiblidad desde allí. No se habían hecho anuncios por megafonía, luego esa información no tenía por qué ser de su conocimiento. Así que se centró durante varios segundos en su presencia mientras decidió hacerse el tonto y dejar que fuera él el que siguiera hablando por si metía la pata: - ¿Eh? No, yo estaba buscando el servicio y me he perdido, lo siento. - Comentó el joven marine mientras ponía expresión de estar ligeramente avergonzado y se rascaba la nuca con la mano izquierda. - - ¿Qué es lo que ha ocurrido? No sabía que había pasado nada. Por otro lado no pudo evitar escuchar la conversación de una pareja a pocos metros de él. Ambos comentaban de forma muy poco disimulada lo atractivo que les parecía el peliblanco. Ray era consciente de que según los cánones habituales de belleza predominantes en la sociedad él estaba considerado como alguien especialmente apuesto, y también que las personas de las altas esferas de la sociedad solían demostrar una morbosidad que otros no se atreverían a hacer evidente envalentonados por su posición de poder. Así que asumió el halago con naturalidad y les sonrió. Eso sí, sometiendo también desde ese instante sus presencias al escrutinio de su Haki. Esas tres personas eran en esos momentos sus principales sospechosos, aunque era consciente de que había otros individuos en las estancias contiguas que bien podían ser los criminales. En particular las dos personas que sentía tras la puerta de personal eran de su interés, puesto que le había parecido notar que eran dos los sujetos que habían llegado hasta allí corriendo desde el palco, así que intentó focalizar su Haki en esos cinco individuos. Tal vez alguien hubiera pasado corriendo o andando apresuradamente por allí y ellos le hubieran visto. De una u otra forma, averiguaría lo sucedido. RE: [A-Presente] Pelillos a la mar [Tier 3] - Derian Markov - 21-10-2024 No parece que ninguna de estas personas sea quien buscas... al menos no en las que te has centrado. Ni los del cuarto de personal, ni el hombre con quien hablas, ni la pareja. Tras centrarte específicamente en sus auras crees que es seguro descartar que sean alguna de las tres voces que sentiste con tu kenbunshoku haki. Sin embargo, tu búsqueda no se queda sin resultados. El hombre al que has hablado, un señor de entorno a los cincuenta, regordete, de pelo oscuro con una calva incipiente y vestido con un traje púrpura sorprendentemente elegante para la elección de color, te responde algo de lo más revelador - Ah, ¿el incidente de hace un momento? Uno de los administradores del casino entró apresuradamente acompañado de una señorita, una camarera. Una absoluta falta de modales, le digo. Entró dando un golpe a la puerta y cruzó la sala a toda velocidad, incluso casi derriba una de las mesas de canapés. Cruzó esa puerta de allá - te dirá, si le preguntas por la dirección. La puerta que señala es la de la izquierda, la que es igual a por la que has entrado. Si le preguntas por la camarera, te contestará - ¿La señorita? Mantuvo un poco más de decencia, aunque era evidente que estaba inquieta. Es esa de ahí, puede preguntarle usted mismo, señor.
En el momento en que señala a la camarera, ves que se trata de una mujer joven, de no más de veinte años, con el pelo castaño claro recogido en una coleta. Por su mirada fija en vosotros, te das cuenta de que os estaba prestando atención y alejándose discretamente. Así como ve al hombre señalarla, rompe cualquier intento de ser discreta y empieza a esprintar hacia la puerta de seguridad. Podrías intentar cazarla, de hecho aunque te lleva algo de ventaja y eso te dificultará un poco alcanzarla, te das cuenta de que no es tan rápida como tú. Sin embargo, en ese momento percibes algo con tu haki. Un aura, hasta ahora discreta, emite una fuerte intención asesina y percibes dos voces apagarse, desconoces si muertas o inconscientes. La sensación viene de debajo vuestra, del siguiente piso. Y un detalle más importante: reconoces el aura como una de las tres que sentiste. Debes tomar una decisión rápido. Si vas a por la camarera, tal vez pierdas a tu otro objetivo de nuevo. No puedes mantener tu concentración en todo a la vez y hay demasiadas voces en el casino. Además, es seguro deducir que en su huida ha empezado a tomar medidas drásticas y a eliminar a quienes se han metido en su camino. Sin embargo, si dejar irse a la camarera para perseguir a esta otra presencia, tal vez lo pierdas todo. El tiempo corre y sabes gracias a tu haki que la presencia del piso inferior está en movimiento. Ninguno de tus dos objetivos pretende perder ni un segundo en su huida. RE: [A-Presente] Pelillos a la mar [Tier 3] - Ray - 21-10-2024 Para su desgracia ninguna de las personas de quienes sospechó en un principio, una vez analizadas a fondo sus presencias, coincidía con alguno de los tres individuos que habían abandonado con prisa el palco contiguo apenas unos minutos antes. Pero no todo eran malas noticias, pues su estrategia de hacerse el tonto funcionó a las mil maravillas. El hombre que le había preguntado por los motivos de su presencia en aquella estancia le reveló que uno de los administradores del casino acababa de cruzar la sala de forma atropellada, como si huyese de algo, abandonándola por la puerta opuesta. Y lo había hecho acompañado por una camarera que se había quedado allí y a quien no tuvo reparo alguno en señalar. La joven, que aparentaba tener menos edad que él mismo, llevaba el cabello castaño y recogido en una coleta. A juzgar por su expresión cuando su interlocutor la señaló y por el hecho de que tenía la mirada fija en ellos, era prudente asumir que llevaba vigilando al marine desde que este había puesto un pie en aquella habitación. Y antes de que este pudiese decir nada, en cuanto se vio expuesta, abandonó todo posible disimulo y echó a correr tan rápido como fue capaz hacia la puerta de seguridad. Al mismo tiempo, una planta más abajo de donde se encontraban, el peliblanco pudo percibir cómo una presencia que hasta entonces había estado camuflada entre las demás emitía un poderoso impulso homicida y, en ese mismo instante, dos de las auras a su alrededor se apagaban. Esto indicaba sin lugar a dudas que se acababan de producir dos asesinatos más, y para más inri pudo identificar fácilmente al asesino como una de las presencias que habían abandonado el palco hacía solo unos minutos. La tercera pata del taburete compuesto por el administrador del casino, la camarera y él mismo. Así pues debía tomar una decisión, y tenía que hacerlo en apenas un suspiro. En su cabeza la información corría rauda, procesando datos relevantes tan rápido como era capaz de hacerlo. Por un lado tenía ante sí a una de las conspiradoras, ya descubierta y tratando de escapar de él antes de que pudiera atraparla. Y por otro lado no podía ignorar que uno de sus compinches acababa de terminar con la vida de dos personas más una planta más abajo. Era una decisión imposible, pues no podía atrapar a ambos ni tenía a quién pedir ayuda en ese momento, por lo que tenía que elegir y actuar. Y lo hizo, priorizando en su mente una cosa: atrapar al menos a uno de los perpetradores. De ese modo podría averiguar mediante un interrogatorio quiénes eran sus aliados y cuál era su auténtico objetivo. Teniendo eso en mente la elección parecía clara, pues tenía muchísimas más posibilidades de éxito intentando atrapar a alguien que estaba ante él y tenía a su alcance que teniendo que bajar una planta y buscar a una persona cuyo aspecto no conocía. Con esto en mente se detuvo un momento a tomar impulso para lanzarse instantes después en un brusco y poderoso salto hacia delante, buscando recorrer en un momento la distancia que le separaba de su presa y lanzando un feroz puñetazo dirigido hacia la cara lateral y posterior de su rodilla derecha. Su intención era derribarla y, a ser posible, incapacitarla para que no pudiese tratar de escapar de nuevo. Y si conseguía su objetivo, la inmovilizaría contra el suelo y le diría: - Estás detenida por el intento de asesinato de Patrick Sorvolo, así como por el asesinato de otras dos personas en la planta inferior. Aunque tal vez si me explicas lo que está pasando y me das los nombres de tus dos compañeros y de quién os ha encargado hacer esto consigas una sentencia mucho más corta. Su voz sería dura y firme, dejando a las claras que no tenía escapatoria y que ella ya había perdido, así como que estaba en su mano decidir cómo de escandalosa iba a ser esa derrota. RE: [A-Presente] Pelillos a la mar [Tier 3] - Derian Markov - 21-10-2024 Tal vez sea una criminal y haya participar en una conspiración, pero está claro que esta chica no es una mujer entrenada. Cuando te lanzas a por ella y atacas, no tiene oportunidad alguna de defenderse. Tu puño golpea duramente detrás de la rodilla de la prófuga, con un fuerte sonido de huesos rotos. Ella se estampa contra la puerta de seguridad que estaba a punto de abrir y cae al suelo, con la pierna doblada en un ángulo poco natural. No crees que pueda levantarse, mucho menos caminar. Tal vez dentro de unos meses, tras mucha terapia y con cojera. O sin terapia y usando un bastón el resto de su vida. Pero esto es lo que tiene este trabajo, ¿no? Al final del día, eres un militar, no un policía. Estás entrenado para derrotar a gente armada y peligrosa, no para tratar con civiles.
- Para, por favor... - su rostro está pálido y contorsionado en una mueca de dolor - hablaré. A vuestro alrededor se forma un corro de curiosos. La gente murmura y observa el espectáculo. Unos pocos te aplauden, no sabes muy bien por qué. Igual han sobreentendido que es una criminal. Por lo general, alguien huyendo de un marine no suele ser señal de ser trigo limpio. En cualquier caso, tienes testigos en tu interrogatorio. La camarera no ofrece mucha resistencia, la combinación de tu dura voz y el uso de la fuerza han quebrado su voluntad. Con voz débil, empieza a decir - Ha sido todo Jerry. Jerry McNeil. Nos convenció de que le ayudásemos en un plan para convertirse en el jefe. Yo... no sabía que iba a matar a nadie. Pensaba que iba a ser otra cosa. Hay murmullos escandalizados entre los curiosos. Algunos de los ricachones que os observan parecen estar pasándoselo en grande, otros, en cambio, están genuinamente sorprendidos y escandalizados. Uno de ellos, indignado, empieza a quejarse de la seguridad del casino y ordena que le traigan sus cosas para marcharse. En el caso de que observes su aura por si acaso, no, no se corresponde con ninguna de las tres presencias. Ella prosigue - McNeil es uno de los hombres del jefe. Nos prometió a mí y a Henry una recompensa si le ayudábamos. Henry tenía que encargarse de que la iluminación en el salón principal fallase... o algo así. Yo tenía que conseguirle las llaves del palco y asegurarme de que nadie entrase - tiene un escalofrío y una mueca de dolor - eso es todo, se lo juro. Por favor, necesito un médico... Mientras tanto, notas la voz del asesino alejarse en el piso inferior. De momento tienes su posición, pero es cuestión de tiempo que la pierdas entre el resto de personas o salga del casino y se aleje de tu radio de detección. Y si la mujer que acompañaba a Bâtard no se equivoca en su predicción, tal vez ni siquiera llegue a salir antes de que llegues a él. RE: [A-Presente] Pelillos a la mar [Tier 3] - Ray - 22-10-2024 La joven no tuvo nada que hacer ante la velocidad y potencia exhibidas por el peliblanco, cuyo movimiento impactó en el lateral de su rodilla produciendo un escalofriante sonido que no podía significar otra cosa aparte de una articulación completamente destrozada. La camarera cayó al suelo tras golpearse con la puerta por la que pretendía escapar apenas unos instantes antes entre gritos de dolor. Al joven marine no le resultó difícil quebrar su voluntad igual que había hecho con su rodilla, pues entre el dolor y la amenazante apariencia que el militar transmitía la delincuente desembuchó todo lo que sabía en apenas unos momentos. Suplicándole que parase, comenzó a hablar sobre un tal Jerry McNeil, quien con promesas sobre una cuantiosa recompensa, había convencido a aquella desdichada mujer y a un tipo llamado Henry para que le ayudasen a llevar a cabo un plan en el que se haría con el control del casino. Según las palabras de la chica Jerry nunca había mencionado nada de asesinatos, tan solo les había pedido que sabotearan las luces del salón principal y le consiguieran las llaves del palco, asegurándole privacidad absoluta durante el tiempo que estuviera allí. Y a decir verdad Ray la creía. Había que ser muy inocente para no haber leído entre líneas lo que verdaderamente buscaba McNeil cuando les propuso que le ayudaran, pero el comportamiento de aquella joven le hacía pensar que no le engañaba. Los clientes y el resto de camareros miraban atentamente la escena. Unos pocos habían aplaudido al ver al marine atrapar a la fugitiva, otros le miraban con aprobación, y algunos tenían expresiones escandalizadas en sus rostros. Todas aquellas eran reacciones entendibles, como lo hubieran sido muchas otras, pero a decir verdad el peliblanco no se sentía demasiado bien con lo que había hecho. Sí, era lo necesario para averiguar qué estaba sucediendo allí, y la joven se lo había buscado al colaborar con un asesino, pero en el fondo ella no era más que otra víctima del verdadero criminal. Este, seguramente ajeno a lo que acababa de ocurrir en aquella sala, intentaba escapar del casino, o al menos eso parecía por los movimientos que hacía en la planta inferior. No podía dejar que eso sucediera. Ni eso, ni que algún empleado del establecimiento consiguiera silenciarle para siempre antes de que tuviera que afrontar el peso de la ley. Así que, poseído por un incontenible afán de hacer justicia y los propios remordimientos que sentía por haber utilizado una fuerza algo excesiva sobre la camarera, el peliblanco se lanzó a toda velocidad a por McNeil. Salió de aquella lujosa estancia tan rápido como fue capaz y atravesó la sala de la fuente de camino a las escaleras que llevaban al piso inferior, que bajó de un salto. Sus pasos eran tremendamente veloces pero aún así sigilosos, como si se tratara de una sombra. Su Haki se enfocaba por completo en la presencia del asesino, a quien ansiaba vorazmente encontrar. Esperaba llegar a tiempo, antes de que escapara o de que el personal del casino se tomase la justicia por su mano. No podía defraudar la confianza que el Vicealmirante Morelli había depositado en él. RE: [A-Presente] Pelillos a la mar [Tier 3] - Derian Markov - 22-10-2024 Te apresuras tanto como puedes, dando grandes zancadas y bajando los escalones de cuatro en cuatro. Sientes la presencia de quien supones que es McNeil vívidamente, tal es tu nivel de concentración y determinación. Sin embargo, una cosa es percibirle y otra encontrar su posición exacta en un edificio cuya distribución de pasillos y estancias te es ajena. En cuanto llegas a la plan inferior, empiezas a recorrer lujosos corredores tapizados y a abrir puertas que, para tu creciente apremio y frustración, te llevan a estancias sin salida. Los pasillos parecen alejarte cada vez más de tu objetivo y tienes la horrenda sensación de que el tiempo corre en tu contra y el edificio conspira contra tu éxito.
Aquí y allá, sorprendes a algún cliente o trabajador del hotel cuando abres alguna puerta violenta e inesperadamente. Sin embargo, no hay tiempo para explicaciones. Tal vez te excuses rápidamente, tal vez no digas nada y salgas cerrando la puerta, pero el caso es que te marchas tan rápidamente como viniste. Mientras tanto, sigues percibiendo a la voz moverse por los pasillos del casino. Y, entonces, notas intenciones asesinas. La voz se ha encontrado con más presencias que tienen intención de eliminarle. Te apresuras para intentar llegar a él antes de que puedan matarlo o hacerlo desaparecer, pero no encuentras dónde diablos está. Cada esquina que giras parece llevarte a un pasillo sin salida o a una estancia sin puertas o accesos hacia la zona que quieres acceder. Sin embargo, la suerte de momento te acompaña. Notas varias de esas presencias apagarse y a tu objetivo huir en otra dirección. Corres hacia donde crees que podrás interceptarlo, con el corazón desbocado y la certeza de que el tiempo que te queda es muy limitado. Recorres pasillos que ya has cruzado, atajas por estancias corriendo entre tragaperras y mesas de juego y finalmente llegas a un cruce de camino donde notas la presencia extremadamente cerca. Una puerta se abre con un golpe y un hombre trajeado ensangrentado, con varias heridas feas en el brazo derecho y el torso y un puñal en su mano izquierda entra, jadeando. Tiene una expresión desquiciada y desesperada, pelo largo color pajizo y ojos verdes. Aunque destrozado, el color rojo de su traje y la insignia de un misil lo reconoce como parte del personal del hotel. Es la persona que buscas, tu haki lo delata. Se queda paralizado al verte. Ese breve instante de duda basta para que dos miembros de la seguridad del casino lo embistan y derriben. - Nos has dado muchos problemas, McNeil. El jefe quiere verte - dice uno de ellos, colocado encima suya y retorciendo sus brazos en una llave. Mientras tanto, el segundo saca una pistola y le apunta. Tardan un momento en reparar en ti, concentrados como estánen su labor. Cuando te ven, el de la pistola se apresura a decir - Buenas tardes, señor. No se preocupe, esto son asuntos del casino. Nos ocuparemos de esto sin provocarle problemas. RE: [A-Presente] Pelillos a la mar [Tier 3] - Ray - 23-10-2024 Envuelto en el frenesí que le había invadido al conocer lo ocurrido, el joven marine recorrió la planta baja del casino en pos de la presencia que estaba seguro era la de McNeil. A su paso iba abriendo puertas con la esperanza de encontrarle tras una de ellas, no consiguiendo más que hallar una estancia tras otra sin salida alguna. En más de una de ellas se encontró frente a frente por un instante con clientes o empleados del casino, algunos de ellos en situaciones ligeramente comprometidas, pero no tuvo tiempo prácticamente ni de asimilar lo que veía, tan enfrascado estaba en la tarea que tenía entre ceja y ceja. No había tiempo para explicaciones ni para entretenerse a pedir disculpas, pues no podía perder un segundo si quería tener éxito en su cometido. El lujoso pasillo que hacía de eje central se había convertido en su pista de carreras, en un ejercicio a contrarreloj en el que el peliblanco debía registrar hasta el último recoveco de aquel edificio a fin de dar con el conspirador antes de que lo hicieran los hombres de Sorvolo o de que este huyese. Y en todo momento, siempre frente a él, la presencia a la que perseguía continuaba en movimiento. Llegado un punto su aura se encontró de bruces con varias más, y Ray pudo volver a percibir aquel feroz instinto asesino que había sentido en él apenas unos minutos antes. Aunque no solo procedía de McNeil, sino también de los individuos que se había cruzado. Pronto varias de esas voces se apagaron, y si objetivo reanudó su huida en una dirección diferente a la que llevaba hasta entonces. El marine atravesó varias estancias en las que los clientes jugaban despreocupadamente con máquinas tragaperras antes de llegar a un cruce. Y en ese instante, justo cuando la existencia de múltiples opciones para continuar su camino le desconcertó ligeramente, se dio cuenta de un detalle de extrema importancia. Podía sentir la presencia de McNeil tremendamente cerca de su posición. Fue entonces cuando una puerta se abrió de golpe, dejando ver al otro lado a un hombre vestido de traje con un símbolo de un misil que lo identificaba como empleado del casino. Tenía los cabellos de un color claro, tendente a pajizo, y unos ojos verdes que expresaban claramente desesperación. Llevaba un puñal en su mano izquierda, y estaba herido. Su presencia coincidía con la que había estado siguiendo, por lo que el joven marine se dispuso a abalanzarse sobre él. El tipo se quedó paralizado al verle, pero antes de que el peliblanco pudiera hacer nada dos miembros del equipo de seguridad del casino le embistieron, lanzándole al suelo. Uno de ellos le apuntó con una pistola mientras le indicaba que debía acompañarles a ver a su jefe, llamándole por su nombre y confirmando lo que Ray suponía. Aquel tipo era ni más ni menos que McNeil. Si algo tenía claro era que no podía dejar que esos sicarios se lo llevaran, ya que si lo hacían lo más seguro era que McNeil no volviese a ver la luz del sol, y nadie volviera nunca a saber nada de él. Así que miró a los dos miembros del equipo de seguridad y al hombre que había organizado todo aquel incidente directamente a los ojos, buscando meterles el miedo en el cuerpo, y habló con voz clara y firme: - Jerry McNeil, por orden directa del Vicealmirante Bâtard Morelli estás detenido por el intento de asesinato de Patrick Sorvolo y el asesinato de varios de los trabajadores del casino. En cuanto a vosotros, decid a vuestro jefe que la Justicia se encargará de que este criminal reciba su merecido según dicta la ley. A partir de este momento queda bajo custodia de la Marina. Tenía su Haki listo por si cualquiera de los tres hombres intentaba alguna tontería, de forma que fuese capaz de preverla. Esperaba que su capacidad para influir en las personas, sumada al miedo que lógicamente inspiraba el hecho de oponerse abiertamente a la Marina, más aún estando implicado en el asunto un famoso Vicealmirante, fuera suficiente para impedir que los dos sicarios trataran de cometer alguna locura. En cuanto a McNeil, seguro que prefería ser llevado al calabozo que quedar en manos de Sorvolo y sus secuaces, con quienes le esperaba seguramente una muerte lenta y dolorosa. |