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[Presente] El reencuentro. - Dharkel - 13-10-2024 - Purururu. Purururu. Purururu. Purururu. Gacha. - Entiendo. En los viejos almacenes abandonados del sur. Finalmente había llegado el momento del reencuentro con su tripulación y, el ritual de entrenamiento al que acostumbraban a someterse cuando pasaban un tiempo aislados estaba cerca empezar. Dharkel se acercó a la hoguera del improvisado campamento donde había tenido que pasar las últimas noches, manteniendo un perfil bajo debido a los últimos acontecimientos en los que sin remordimiento alguno se había visto envuelto, pero sin llegar a sus niveles previos de vagabundo. El campamento se encontraba casi en el centro de un cruce de caminos, relativamente alejado de las edificaciones que por momentos se iban cayendo. Varios antiguos almacenes de diferentes tamaños le rodeaban, de donde pudo sacar todo el material necesario para construirlo. Lo había levantado en aquella ubicación por motivos de seguridad. Debido al estado de las construcciones adyacentes no quería correr la misma suerte que uno de los cadáveres que se encontró bajo una enorme viga de madera en los días pasados. Sacos, barriles, cajas, carretas abandonadas, ruedas rotas, telarañas y alguna mancha de sangre seca eran todas las decoraciones de aquel escenario. Se sentó en unos astillados palets que encontró en los alrededores y que acomodó a modo de banqueta. Tras rebuscar entre sus cada vez más vacíos bolsillos encontró una cajetilla de tabaco a punto de acabarse. Sacó uno de los cigarrillos y dejó la caja sobre el asiento, a un lado. Lo pasó por su nariz, disfrutando del aroma y lo posó sobre sus labios, acercándose un poco al leve fuego que estaba frente a él para encenderlo. - Se acabó lo bueno – dijo levemente apesadumbrado. Dio una fuerte calada, exhalando una densa nube de humo que podría incluso rivalizar con la propia fogata. Que su tripulación estuviese en la isla significaba que no tardarían en abandonarla, teniendo que volver a las desagradables, aterradoras y profundas aguas oceánicas. Las ideas de asentarse, formar un negocio legítimo, o no, volvieron a rondar su mente. La suave y veraniega brisa matinal se intensificó durante unos segundos, derribando la maltrecha tienda de campaña que en los días previos le había servido de refugio. Alguna teja terminó cediendo al mal estado y el viento, cayendo con violencia al suelo, en la distancia. El sonido del aire al pasar por los agujeros de las ruinas, los tejados descompuestos y los callejones sin más vida que el da las alimañas más inmundas le daban al campamento un tono siniestro y lúgubre. Sin duda era un lugar ideal para él, quien en ocasiones como aquella le gustaba imaginarse la vida antes de que el lugar fuese completamente abandonado: Jornaleros cargando carretas de trigo, mozos de almacén colocando cajas estratégicamente bajo las órdenes de los capataces, carromatos cargados de licor saliendo en dirección a las tabernas y el puerto. Una historia que no volvería a repetirse a menos que hiciesen algo. No él a nivel individual o su tripulación, pues eran pocos y aún les falta reunir el poder suficiente para poder enfrentarse a las grandes autoridades, sino el pueblo del East Blue en su conjunto. Removió el guiso de patatas de la cazuela con indiferencia, con la mirada perdida en sus propios pensamientos. Se sirvió un poco en un bol y comenzó a desayunar mientras disfrutaba de los rayos del sol antes de que la danza comenzase. Probablemente serían sus últimos momentos de tranquilidad en mucho tiempo. RE: [Presente] El reencuentro. - Silver D. Syxel - 24-10-2024 La brisa salada del puerto acariciaba la ciudad de Loguetown cuando el capitán descendió del Hope, su nuevo barco, sintiendo el sólido suelo bajo sus pies tras varios días de navegación. No era la primera vez que Silver pisaba esa legendaria ciudad, pero en esta ocasión había algo distinto en el aire. Tal vez era el hecho de estar finalmente libre de las ataduras que lo mantenían estancado hasta entonces. O tal vez la razón era más sencilla: sabía que su reencuentro con Dharkel significaba que su ritual de entrenamiento estaba a la vuelta de la esquina. Y después de tanto tiempo, el cuerpo le pedía acción. Sin dudarlo, el pirata cerró los ojos por un momento, respirando profundamente. El Kenbunshoku Haki recorrió sus sentidos de manera automática, una herramienta que había aprendido a utilizar con fluidez y que le daba esa ventaja táctica. La sensación de las presencias cercanas fluyó como un río de información a su mente, pero había una en particular que reconoció sin mayor dificultad. Fuerte, calmada, pero con ese deje melancólico que siempre acompañaba a su fiel explorador. "Ahí estás", pensó, sonriendo mientras tomaba rumbo hacia el sur, hacia los almacenes abandonados. El camino hacia el campamento fue casi solitario. El bullicio de la ciudad desapareció a medida que avanzaba por las calles desiertas y gastadas de una zona de Loguetown olvidada por el tiempo. Las estructuras maltratadas, las sombras alargadas de los almacenes en ruinas y el sonido del viento susurrando a través de los huecos en los tejados creaban una atmósfera que, lejos de molestarle, le resultaba casi poética. Después de todo, la belleza de lo destrozado y lo dejado atrás siempre tenía un encanto especial para alguien que, como él, había sobrevivido a las ruinas de su propio pasado. La figura de Dharkel apareció finalmente a lo lejos, su silueta sentada en un improvisado asiento de madera, con el humo de un cigarrillo enroscándose en el aire. Parecía perdido en sus pensamientos, con su usual semblante taciturno dominando la escena, como si todo a su alrededor hubiera desaparecido y solo quedasen él y sus recuerdos. —Vaya, parece que no has estado de vacaciones después de todo, ¿eh? —la voz de Silver resonó con esa mezcla de desafío y camaradería, acompañada de una leve sonrisa. Mientras se acercaba, el pirata afianzaba con cada paso la conexión que mantenía con su tripulación. Aunque las cosas habían cambiado y el camino por recorrer aún era largo, ese ritual, esa pequeña prueba entre ellos, mantenía vivas las brasas de su relación y de su propia determinación. Al detenerse frente a Dharkel, Silver se cruzó de brazos, mostrando su habitual tono relajado adornado con una pizca de diversión. —Ya sabes lo que toca, compañero. No pienso dejar que te oxides mientras estemos a bordo del mismo barco. —Hizo un ademán leve hacia la katana que colgaba del cinto de Dharkel, como una señal implícita de lo que se avecinaba. El ambiente se cargó de esa energía familiar entre los dos, donde las palabras sobraban y los gestos lo decían todo. El humo de la fogata y del cigarrillo de Dharkel danzaba en el aire, mientras ambos sabían que la calma previa al inevitable choque de aceros estaba llegando a su fin. Con un movimiento casi instintivo, Silver se llevó la mano a la empuñadura de su propia espada, pero no desenvainó de inmediato. No aún. Solo lo suficiente como para que el sonido del acero resonara levemente en el aire. —¿Listo para demostrar lo que has aprendido? —preguntó, sin apartar la mirada de su viejo amigo, mientras el viento sacudía los restos de la tienda de campaña a su lado. La primera chispa del combate estaba a punto de encenderse. KENB401
KENBUNSHOKU
Haki básico
Tier 4
No Aprendida
7
2
Permite al usuario percibir con precisión la presencia de otros seres vivos en un área, siendo capaz de apreciar las emociones muy fuertes que exterioricen como un sufrimiento fuerte o un gran instinto asesino, etc. Si lo activa puede anticiparse a un ataque obteniendo para ello un bono de +5 [Reflejos].
Área: [VOLx12] metros. +5 [REF]
RE: [Presente] El reencuentro. - Dharkel - 26-10-2024 Dejó a un lado el bol vacío cuando terminó de comer, junto a la cajetilla de tabaco. En un movimiento casi inconsciente la arrastró hacia sí y cuando tocó su pierna se ayudó de la misma para abrirla y extraer un cigarrillo. Lo posó en sus labios con la indiferencia de la rutina y lo encendió sacando con la otra mano una rama seca que todavía no había sido completamente consumida y, que se encontraba una hoguera que se iba extinguiendo poco a poco. Tras dar una profunda y satisfactoria calada liberó el humo de sus pulmones, devolviendo la rama a su lugar para terminar de ser consumida por las llamas. Las ideas de asentarse fueron tornando levemente hacia sus recientes compañeros de aventuras. No solo habían conseguido una aparente libertad para sí mismos, si no que además luchaban, poniendo sus propias vidas en peligro, por la del resto de personas. ¿Sería aquel el objetivo que realmente necesitaba el espadachín? ¿La idea de luchar por una entidad superior, por una idea en lugar de por sí mismo? ¿Era aquel un motivo suficiente para morir después de haberse arrastrado como un gusano por el fango durante años con el único objetivo de ver un nuevo amanecer? ¿Podría compensar todo el daño que había hecho en el pasado para conseguir la siguiente dosis? ¿Cuánto tardaría en corromperse aquella organización de ideales revolucionarios? ¿Acabarían convirtiéndose en sus propios enemigos? Todas esas preguntas y más rondaban por su mente, obsesivas e incesantes. Una voz familiar interrumpió sus pensamientos. Se giró despacio y esbozó una sonrisa al verificar que se trabaja de su capitán, quien finalmente había llegado a su escenario de aparente soledad. Con paso firme se posó frente a su camarada, quien le ofreció con un sutil gesto probar aquel guiso de patatas. Si algo había podido apreciar esos días era que no volvería a menospreciar la comida de Balagus. Aunque también había comido cosas peores. - La verdad que no he aprendido mucho. Llevo semanas recolectando información. Tan solo he tenido que lidiar con un par de matones de poca monta – dijo mientras se levantaba con cierta indiferencia. Estiró el cuello y los hombros. – Seguro que vosotros os lo habéis pasado mejor. – Guiñó con complicidad. – Aunque… sí tengo un juegue nuevo. Todavía me falta práctica, pero tiene bastante potencial. – Sonrió antes de darse cuenta de un pequeño detalle. Si aparente felicidad cambió por asombro. - ¿Has cambiado de espada? No intentes engañarme. Tendrás que dejarme estudiarla, parece de buena calidad – demandó. Silver y Balagus llevaban días, semanas incluso que parecieron meses, lejos de Loguetown, con sus propios objetivos. Conociéndolos y, habiéndolos dejado sin una guía relativamente sensata que desincentivase propuestas de planes temerarios, probablemente hubiesen tenido innumerables combates con los que fortalecerse. Apagó el fuego echando tierra sobre la hoguera y tras rebuscar unos segundos en la tienda caída sacó el sheng biao. Afianzó tanto la katana como la cuerda con dardo, preparándose para el inminente duelo de entramiento. Dharkel sabía que no tenía ninguna oportunidad de ganar, pero le serviría para seguir practicando con tan exótica arma que había conseguido en los días anteriores y para probar de primera mano las capacidades de la nueva arma de su capitán. RE: [Presente] El reencuentro. - Silver D. Syxel - 31-10-2024 Loguetown
Día 24, Verano del año 724 El viento pareció detenerse por un instante mientras el capitán se mantenía inmóvil, observando a su camarada con una atención casi depredadora. Cada detalle de su postura, cada matiz de su expresión le hablaban más que cualquier palabra. Desde hacía años, esos enfrentamientos amistosos se habían convertido en un ritual entre ambos, una oportunidad para afilar no solo sus habilidades, sino también los lazos que los unían como compañeros. Aunque esta vez, notaba algo distinto: una chispa de entusiasmo que normalmente no brillaba en Dharkel, quizás debido a esa nueva idea que había mencionado. "Interesante...", pensó Syxel, dejando que una leve sonrisa, mezcla de complicidad y desafío, se dibujara en su rostro. Con un gesto pausado pero deliberado, afianzó la empuñadura de su sable. Su segundo filo permaneció dormido, pues para comenzar buscaba poner a prueba sus reflejos y su precisión. Aquel enfrentamiento amistoso era un recordatorio de la fuerza que los mantenía firmes en su camino. —No creas que te dejaré escapar tan fácilmente —murmuró el pirata, con una voz suave como un susurro que se perdió en el silencio de los almacenes abandonados. Acto seguido se lanzó hacia adelante, en un instante, cortando la distancia entre ellos. La velocidad de su movimiento era el resultado de años de disciplina y entrenamiento, de la perfección de un estilo que combinaba fuerza y destreza. A su alrededor, el aire pareció vibrar, como si el mismo viento se apartara para hacerle paso. En medio de su avance, el capitán mantenía la mirada fija en Dharkel, cada músculo de su cuerpo en tensión, cada paso cargado de la intención de medir la reacción de su compañero, sin perder de vista el límite amistoso de la prueba. Con un giro fluido de su torso, ejecutó una finta rápida. La hoja de su sable comenzó un movimiento diagonal de izquierda a derecha, pero en el último momento, en una fracción de segundo, cambió de dirección hacia un tajo horizontal más bajo, dirigido a la altura de la cintura de Dharkel. El ataque no iba con toda su fuerza, sino cargado de la precisión de alguien que conoce los matices de la batalla y sabe que una demostración de habilidad no siempre requiere violencia extrema. Más que el impacto, lo que Syxel buscaba era observar la rapidez y fluidez con la que su amigo reaccionaría. El haki del capitán se mantuvo activo. Era como un sexto sentido que le permitía captar cambios en las intenciones y emociones de Dharkel, los destellos de tensión que inevitablemente se acumulaban antes de un contraataque. La conexión que el haki le ofrecía era una extensión de sus propios instintos, permitiéndole entender el flujo del combate sin necesidad de miradas ni palabras. Silver confiaba en anticipar los movimientos de Dharkel con la precisión de quien no solo había luchado a su lado, sino también compartido incontables momentos de peligro. Tras completar el primer tajo, el pirata retrocedió con un movimiento casi danzante, deslizándose hacia atrás con ligereza y manteniendo su guardia baja. Cada fibra de su ser parecía proyectar una confianza relajada, como si el desafío apenas hubiese comenzado y ya se sintiera seguro del control que tenía sobre la situación. Sin embargo, su mirada, fija en Dharkel, revelaba el verdadero propósito detrás de su postura distendida: una provocación, un reto directo. Syxel esperaba que su compañero mostrara sus cartas, que respondiera con la intensidad que sabía que guardaba bajo esa calma exterior. —Veamos cual es esa nueva jugada que escondes bajo la manga —bromeó, con su voz cargada de una mezcla de burla y camaradería. La sonrisa en su rostro delataba el respeto que sentía por su viejo amigo, un respeto que solo crecía con cada choque de espadas, con cada intercambio de fuerza y habilidad. En el calor del combate, buscaba recordarle que el viaje no estaba hecho para aquellos que bajaban la guardia. Las grandes aventuras, las verdaderas conquistas, no eran más que reflejos de sus propias luchas internas. Pero dejaría que fuese el acero quién hablase por él. KENB601
KENBUNSHOKU
Haki intermedio
Tier 6
No Aprendida
9
2
Permite al usuario percibir con precisión la presencia de otros seres vivos en un área, siendo capaz de apreciar las emociones que exterioricen y de forma superficial las hostilidades que realmente tienen. Así como estimar de forma general quién es alguien más fuerte o más débil que él. Si lo activa puede anticiparse a un ataque obteniendo para ello un bono de +10 [Reflejos].
Área: [VOLx15] metros | +10 [REF]
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