[Autonarrada] ¡No profanarás frente a mí! - Versión para impresión +- One Piece Gaiden - Foro Rol One Piece (https://onepiecegaiden.com) +-- Foro: El mundo (https://onepiecegaiden.com/forumdisplay.php?fid=10) +--- Foro: East Blue (https://onepiecegaiden.com/forumdisplay.php?fid=16) +---- Foro: Reino de Oykot (https://onepiecegaiden.com/forumdisplay.php?fid=51) +---- Tema: [Autonarrada] ¡No profanarás frente a mí! (/showthread.php?tid=1528) |
¡No profanarás frente a mí! - Lemon Stone - 26-10-2024 Miró la fogata que había hecho la noche anterior. Era perfecta, cada clasto calzaba a la perfección como piezas de un enrevesado puzzle. Las cenizas negras y grises se reunían en el centro del agujero encerrado por paredes de piedra. Solo unos pocos troncos sobrevivieron a las llamas, pero tarde o temprano caerían. Lemon no se dejaba ninguno. Esparció las cenizas con un fierro largo y delgado que usaba para remover cosas calientes o sucias. Suspiró, decepcionado. Hacía falta algo más poderoso, un fuego que pudiera derretir algo más que un palo. Se le ocurría una sola cosa: cavar más profundo, meter mucho carbón. Así que cavó hondo y agrandó la fogata, que comenzaba a parecer un pozo. Desarmó la silla en la que estaba sentado y lanzó los palos al interior. Entonces, hizo la magia. Lanzó un chorro de mantequilla de la nariz para facilitar la combustión y finalizó con un trozo de papel recién encendido. Surgió el fuego. Una sonrisa traviesa se dibujó detrás de la máscara, orgullosa de lo que había comenzado. Tiró fragmentos de carbón, los reunió estratégicamente y los roció con mantequilla, esta vez sacada de otro orificio de su cuerpo. El fuego cobró más vida, las llamas amenazando con escapar de su jaula de piedra. Lemon sabía que no lo harían, era imposible que escaparan. Motivó el fuego un cuarto de hora, pero era igual que siempre: grande pero débil. Así no podría quemar otras cosas, no podría fundir nada. Miró el fuego, lo miró y lo siguió mirando. Nada. ¿Cómo iba a hacer que las llamas pudieran derretir cualquier cosa? Ni idea, así que supuso que quemando cosas encontraría la respuesta. Tiró de todo, cualquier objeto no vivo que pudiera quemar lo arrojó al pozo del infierno. Pensó en arrojar al gato del vecino, pero no era un monstruo, solo intentaba hacer evolucionar el poder de sus fogatas. Pronto se quedó sin cosas para lanzar, buscó por todos sitios, pero no encontró en ningún rincón. Solo había unas piedras blancas tiradas en el patio. Había muchas de ellas. Lemon cogió un puñado y las observó. Parecían cuadrados blancos montados unos sobre los otros, consolidados como una pared dura, con bordes rectos y puntas pronunciadas. Eran bonitas, y lo bonito ardía. Lanzó un enorme puñado de piedras al pozo. No sabía qué esperar, pero nunca lo había intentado. Si el fuego está muy caliente, incluso podría derretir una roca, ¿no? Ya no tenía donde sentarse, así que solo se cruzó de brazos y miró el pozo-fogata. ¿Cuánto tardaría? Nunca había visto que una piedra se derritiese, por algo las usaba para proteger el interior de una fogata. Unos gritos lejanos y pesados lo interrumpieron, girándose hacia el ruido con expresión molesta. Aguzó el oído para oír mejor y se llevó una sorpresa, una desagradable. -¡Karina es una mentirosa, ella jamás cambiará nada en este país! -dijo una voz. -¡Esa maldita perra no nos amenazará! ¡Tampoco esos terroristas del Ejército Revolucionario! -rugió otra. Caminó hacia las voces, sus pies pesados uno tras otro. Arrastraba el trozo de fierro, causando chispas cuando chocaba con alguna piedra en el suelo. Los reconoció al instante, dos hombres delgados y paliduchos que empuñaban unas espadas largas y delicadas. El peso de arma simboliza el tamaño de los huevos que hay que tener para usar un cacharro de algo. Hay que tener huevos para golpear a otra persona, y unos bien grandes para tomar las consecuencias de hacerlo por algo, por la Causa. -¿Me repites lo que te escuché decir? -¿Quién eres tú? ¿Acaso un defensor de los rebeldes? -preguntó uno de ellos, iba con un chaleco rosado y unos vaqueros. -No importa quien sea yo, lo que importa es lo que dijiste. ¿Estás en contra de lo que hemos hecho en este lugar? -insistió, colocándose frente a los revoltosos. Era considerablemente más alto que esos dos. -¡Por supuesto que lo estamos! ¡El pueblo ha sido destruido y una tirana ha usurpado el trono! -rugió el compañero, casi preparado para irse a los golpes-. Tú debes ser uno de esos… ¿De verdad crees que has hecho un bien aquí? -No lo sé, me da igual -respondió Lemon, enfadado-. Yo solo lucho contra los gobiernos y libero a pueblos. Lo que la gente haga con su libertad no es mi asunto, pero si se convierten en opresores… Ahí estaré con mi mazo para darles una paliza, igual que haré con ustedes si no cierran la maldita boca. -Por fin muestras tu lado dictatorial, ¿eh? Pero no nos vas a callar, puedes golpearnos y humillarnos. Somos muchos, alguien alzará la voz. -No digas que no te lo advertí -sentenció Lemon. No iba a tolerar que unos tontos ensuciasen el nombre de la Causa, así que les rompería la boca para que no pudieran hablar. Levantó el fierro y azotó el rostro del hombre del chaleco rosado, sacándole un par de dientes en el proceso. Cayó al piso, su rostro ensangrentado y las lágrimas escurriendo por sus mejillas. Su compañero intentó defenderlo, pero sufrió el mismo destino. Lemon agarró el débil puño del revoltoso y le dio un fierrazo en las costillas, para entonces lanzarlo como si no pesara más que un muñeco. Se giró y notó que el tipo había caído en el fuego. Caminó con pasos relajados y despreocupados, los de alguien que tiene un completo control de la situación. El hombre intentó levantarse, pero Lemon lo empujó con el fierro y lo botó al pozo infernal. -¡Quema, maldita sea! ¡Duele, duele! ¡Por favor, sácame de aquí! -suplicó el hombre. -Hmmm… Me pregunto si sentirás las llamas de la Revolución ahora -le dijo el enmascarado, impidiendo que el tipo se liberase del pozo. -¡Las siento! ¡Sí que las siento! ¡Ayúdame, por favor! Y así eran los tontos, aquellos hombres vacíos que solo un poco de dolor los rompe. Tiró a la basura sus ideales solo porque el fuego le quemaba, no soportó. -Largo de aquí, malditos cobardes -sentenció Lemon. Dejó que los revoltosos se fueran y entonces se dio cuenta de algo: las piedras comenzaban a estar rojas, muy rojas RE: ¡No profanarás frente a mí! - Moderador Yamato - 28-10-2024 UN PASO MÁS PARA LA REVOLUCIÓN: ¡RECOMPENSAS POR AUTONARRADA T2 ENTREGADAS!
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