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[Aventura] Las cuevas de la locura - Versión para impresión

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Las cuevas de la locura - Derian Markov - 30-10-2024

Día 50 de verano, año 724.
Laberinto de cuevas bajo la Red Line, algún punto cerca del Refugio de Goat.

Si el Refugio de Goat ha logrado ser un secreto a ojos del Gobierno y el mundo en general es porque es verdaderamente difícil de localizar. No basta con saber que existe. Para entrar, primero hay que localizar la entrada oculta entre los traicioneros acantilados de la Red Line. En el caso de que lograse encontrarse alguno de los accesos, a continuación hay que navegar por un traicionero laberinto de cuevas inundadas, algunas de las cuales han sido la perdición de muchos barcos al finalizar en una zona demasiado poco profunda para el calado de la nave, al llegar a un túnel inesperadamente estrecho que no permite dar media vuelta o al encontrarse con una corriente acuática que envió transporte y ocupantes contra la pared de la cueva. En esta red de túneles no hay luz o agua potable y la única comida son los viscosos peces ciegos de la cueva, si uno puede pescarlos. Los túneles se extienden a lo largo de kilómetros y sin un guía, lo más probable es que no se encuentre la salida, menos aún el astutamente oculto enclave revolucionario.

En estas condiciones, por lo general el Refugio de Goat es un lugar seguro, al menos normalmente. Sí, hay algunos problemas, como una persistente epidemia de una enfermedad respiratoria, o una plaga de ratas mutadas, pero al menos no hay que preocuparse por amenazas del exterior. Y, sin embargo, en los últimos días se escuchan rumores en el asentamiento sobre luces en los túneles y botes con extraños encapuchados navegando a lo largo del laberinto. Hay algo de inquietud, tanto entre los no combatientes como en el cuartel. ¿Y si el secreto ha sido revelado? El Refugio es un lugar seguro porque está escondido. Sí, sería difícil de asaltar por su extraña condición, pero no hay tanta gente como para repeler un asalto real; al fin y al cabo, si hubiera un auténtico ejército, la cantidad de movimiento que eso requeriría haría el secreto de su localización peligrar.

Y de todas las personas que podrían escoger para investigar estos rumores, ¿a quién escogen? Por supuesto, la opción ideal sería un gran héroe revolucionario: alguien serio, carismático, comprometido, de ideales inquebrantables, juicio sereno, astuto, fuerte y capaz de inspirar lealtad en sus hombres. Pero como desgracia esa clase de gente está ocupada en sitios más importantes, tendrán que conformarse con el tipo raro de la máscara de corazón. Al menos suele dársete bien la gente cuando no se enfadan por cosas que dices. No entiendes por qué se enfadan, tú no dices nada que no sea verdad.

A lo que íbamos, el comandante del Refugio, Bolt, te ha convocado en los muelles. Bolt es un hombre de mediana edad tirando a mayor, en torno a la cincuentena, de pelo canoso con algunos escasos mechones que aún son pelirrojos. Está en silla de ruedas y tiene cicatrices de guerra en la cara, así como un imponente mostacho gris. Por lo que sabes, en su día fue un gran guerrero, pero por culpa de una herida perdió la movilidad en ambas piernas. Junto a él está su ayudante, un hombre alto y rubio con gafas moradas y chaqueta de cuero marrón. Junto a ti han sido convocados dos soldados más, una mujer bajita de pelo azul y un mink murciélago con un pico y casco de minero.

- Gracias por acudir, soldados. Supongo que todos habéis escuchado ya lo que se habla en el asentamiento. Mucho me temo que no hemos podido confirmar aún si son solo habladurías, pero conviene revisarlo. Vuestra tarea, como la de las otras patrullas, es salir por los túneles a patrullar en busca de cualquier cosa fuera de lo normal. Alenda será vuestra guía - hace un gesto con la cabeza hacia la mujer - Gopi se encargará de posibles derrumbes - el mink murciélago alza la cabeza, con orgullo - Y Lemon, dado que es el más experimentado en combate, será vuestro protector y líder de la expedición. No deberíais encontrar nada, pero en el caso de que haya algo, sed cautelosos. Prefiero que nos alertéis en caso de que el peligro sea demasiado grande. Vosotros os encargaréis del sector perimetral C - hace un gesto con la mano hacia un bote - Tendréis a vuestra disposición faroles, brújula, un mapa del sector y provisiones para un par de días por si acaso, aunque la idea es que hagáis una patrulla estándar. No debería llevar más de ocho horas. ¿Alguna duda?

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RE: Las cuevas de la locura - Lemon Stone - 03-11-2024

Personaje


Subió el volumen de la den-den-radio al máximo. El sonido distorsionado de la guitarra en conjunto con el pesado rugido de la batería invadía cada rincón de la habitación. Tomó con gesto agresivo la escoba y simuló que tocaba con vehemencia el rapidísimo solo de la guitarra. Se lanzó al suelo, sus rodillas deslizándose por el piso áspero y chocó con las estanterías. Unos cuantos libros le cayeron encima, pero eso no lo detuvo. Se levantó de golpe y comenzó a aplaudir como si fuera el showman de un concierto de rock.
 
-¡Y eso es todo por hoy, querido público de Goat! ¡SIUUUUUU! -rugió tras terminar la canción.
 
Alguien tocó la puerta.
 
-¿Será el presidente de mi club de fans? -se preguntó en voz baja, la mano en su mentón y una pierna cruzando la otra, posando escandalosamente-. Normal, he aprendido del mejor. Firmaré esos autógrafos por ti, Perrito -finalizó, refiriéndose a Lobo Jackson.
 
Pero no era el presidente del club de fans ni un fanático.
 
Amurrado y afectado por la desilusión, Lemon preparó el equipaje que le haría falta: un botiquín de emergencia, dos botellas de agua, cinco paquetes de puros, un mechero y una foto de la Reina de Oykot. Iba a todos lados con una foto de aquella perversa mujer para recordarle que, por muy peligrosa que pudiera ser una situación, siempre había algo peor.
 
Abandonó la habitación y se dirigió hacia el muelle donde se reuniría con el comandante Bolt. Se acomodó la máscara para que no se le cayera en mitad de la caminata y ajustó las correas de la mochila porque le apretaba un montón. En su espalda, además del bolso, iba con una farola negra y gigantesca, un tanto machucada por la cantidad de golpes que daba con esa cosa, un remo completamente hecho de madera y un martillo de lo más bonito.
 
Una vez llegó al muelle, divisó sin ninguna dificultad al comandante Bolt. ¿Cómo? Pues era el hombre que olía a abuelo. O puede que se estuviera imaginando el olor, pero es que cualquier persona que va en silla de ruedas huele raro, como los abuelos. Eso sí, usaba un mostacho de puta madre. Si el saliera barba en la cara, usaría uno de esos, pero los Stone son personas lampiñas y hermosas.
 
También había más gente: una mujer bajita y de pelo azul, que por alguna razón le recordaba a uno de esos chicles que tanto le gustaban, y un murciélago-minero. Ya sabía quién se convertiría en su nuevo mejor amigo, después de Castor, por supuesto.
 
Tenía una misión, y parecía ser una de las importantes. Esta vez no se había comunicado con el Departamento de Misiones Encubiertas, sino que el mismísimo discapacitado comandante Bolt le estaba pidiendo que patrullara los túneles del Refugio de Goat. Eso solo podía significar una cosa: la Armada lo estaba considerando como una pieza fundamental para conseguir la Revolución Mundial. Por fin, después de tanto tiempo de luchar contra la burocracia interna, estaba recibiendo el reconocimiento que merecía.
 
Chicles parecía conocer el lugar, así que sería la guía de la expedición. Murci-chan se encargaría de los derrumbes y… Espera, ¿derrumbes? A Lemon nadie le había dicho nada sobre derrumbes. Podía golpear cosas, era muy bueno rompiendo cráneos y demoliendo edificios, pero ¿cómo se demuele una montaña sin que se le caiga encima? Preocupaciones para el Lemon del futuro.
 
Recibió las provisiones y las miró con decepción. ¿Tan poco? ¿Es que el Ejército Revolucionario no valoraba a su activo más valioso? ¡Era Lemon Stone! ¡Rompedor de cadenas, liberador de oprimidos y secuestrador de Reinas! ¡Era un maldito Agente del Ejército Revolucionario! No, de ninguna forma se metería a esas cuevas con tan poca comida. ¡Y ni loco se comería a Murci-chan! Luego desataría una pandemia a nivel mundial… Así que, con toda la diplomacia que había aprendido en el curso de diplomáticos, dio un paso al frente y expuso su alegato.
 
-No tardaremos ocho horas, eso es lo que siempre dicen. ¿Es que nadie aquí ve películas? Comandante, seremos emboscados por las fuerzas opresoras o se nos caerá la montaña encima. No estoy seguro, pero algo sucederá. Lo puedo oler como quien huele sus calzones después de usarlos una semana. ¡Necesitaremos más comida! -advirtió, pero previó que la lógica (o más bien su lógica) no serviría, hizo ojitos-. ¿Por favor?
 
Le dieran más comida o no, era el momento de actuar como un verdadero líder: debía organizar a la patrulla. ¿El problema? Es que no tenía a diez mil hombres rudos y diez mil hombres débiles para que los diez mil hombres rudos se vieran más rudos. Tampoco los podría formar rudo, rudo, débil, rudo, débil, débil, rudo… No, se tendría que limitar a ir por delante para parecer más rudo que Chicles y Murci-chan.
 
-Bien, camaradas. Soy el Agente Lemon Stone, hijo de William Stone y Cristal Becker, y orgulloso seguidor de la Causa -se presentó con el pecho inflado-. Chicles, como nos guiarás por los túneles, ocupa la posición más segura. Irás al medio. Murci-chan, como no quiero distracciones visuales, tú irás de los últimos. Protegerás a Chicles. Y yo iré por delante, siempre le pongo el pecho a las balas. La misión no termina hasta que los tres hayamos regresado a salvo al refugio -sentenció.  

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RE: Las cuevas de la locura - Derian Markov - 06-11-2024

El comandante suspira al escuchar tu petición, mientras que su ayudante se lleva discretamente la mano a la cara. Igual no tan discretamente. Tus compañeros parecen confusos por tus palabras, pero Gopi (Murci-chan para los amigos) no tarda en añadir - Algo de razón no le falta, un poco más de comida por si acaso nos vendría bien. Los túneles son peligrosos, comandante.

- Está bien, está bien. Que sea comida para cinco días, por si las cosas se torcieran. Pero no creo que podáis llevar más sin sobrecargar el bote.

- Señor comandante - pregunta Chicles, o Alenda, como le llama gente menos fabulosa que tú - Sea sincero. Nos lo manda porque quiere sacarlo del cuartel - el comandante Bolt suelta un gruñido de sorpresa y tose para disimular, secándose el sudor de la frente. Si no fueses una persona tan magistral, dirías que Chicles ha dado en el clavo, pero es imposible. Alguien con un motacho como ese debería saber que eres indispensable para la Causa - ¡Claro que no! Soldado Alenda, debe saber que en mis muchos años de experiencia, he tenido la oportunidad de conocer a mucha gente peculiar. Y le puedo decir que es una regla no escrita de este mundo que cuanto más raro, extravagante y un peinado más llamativo tiene alguien... bueno, o en este caso, máscara, más posibilidades tiene de ser alguien increíble y sorprendentemente poderoso. He visto con mis propios ojos cómo esta regla no escrita se confirmaba una y otra vez, y...

- De acuerdo, señor comandante, no se preocupe. Disculpe que haya cuestionado su juicio - la voz de Chicles suena cansada - ¿Cuáles son sus órdenes, agente?

Das tu magnífico discurso. Hablas con elocuencia, valor y poderío. Cualquiera debería darse cuenta de que de tu boca sale la voz de la mismísima Causa. Has estudiado el Manual y comprendes mejor que nadie las verdades que guarda. Sin embargo, no parece que la pobre Chicle lo haya entendido bien, porque dice - No, en serio comandante, ¿qué problema tiene con este señor para querer sacarlo?

El comandante vuelve a sobresaltarse. No alcanzas a escuchar bien las palabras que susurra. Suena a algo así como que tiene miedo de algo y necesita tu fuerza. Evidentemente el comandante entiende que esta es una misión crucial, teme por el resultado y te ha escogido a ti como el responsable de salvar a los revolucionarios de esta amenaza (Nota del narrador: en realidad, el comandante ha dicho "me da miedo. Canta en voz muy alta y me despierta de la siesta."). En cualquier caso, subís al bote y empezáis a dirigiros por los túneles. Por cierto, si Murci-chan va detrás le toca el timón y si Chicle va revisando los mapas y orientándoos... creo que te toca la noble tarea de remar. Por suerte no tendrás que mojar tu remo justiciero, hay remos normales a bordo.

Comenzáis a recorrer las cuevas. Durante horas, no veis nada más que lo poco que ilumina la luz de vuestro faroles y no escucháis nada aparte del murmullo del agua, el ruido de los remos y tus ocasionales e inspirantes comentarios. Los túneles parecen casi iguales todos. Algunos son más anchos, algunos más altos, algunos tienen túneles más pequeños e incluso zonas no inundadas. Pero todos son básicamente enormes conductos rocosos. Probablemente te llame la atención su forma. Son extrañamente... regulares. No del todo, claro, pero te recuerdan más a túneles excavados que a galerías naturales.

Lleváis cinco horas de patrulla y nada parece haber ocurrido aún, cuando de repente las orejas de Murci-chan se levantan y ponen tensas - Oigo algo. Hay alguien en los túneles cercanos. Diría que escucho... ¿un fuego? Es a unos cincuenta metros, en el túnel de la izquierda - no ves ese túnel de la izquierda que Murci-chan dice, pero supones que como buen murciélago minero verá bien en la oscuridad, o algo así. Espera, ¿no había una frase que viene a decir "ciego como un murciélago"?



RE: Las cuevas de la locura - Lemon Stone - 07-11-2024

Sonrió, su sonrisa oculta tras la máscara, cuando Murci-chan apoyó la idea de pedir más alimento. Sabía que era de los glotones. Y posiblemente le gustaban las prostitutas, es decir, ¿a qué clase de minero no le gustan las cariñosas? En fin, de momento no importaba. Ya tenía su primera victoria moral del día y estaba seguro de que conseguiría muchas otras más.
 
Por otro lado, poco le gustó el comentario de Chicles. Era una maldita envidiosa porque cantaba mal y no era ni la mitad de fabulosa que Lemon. ¿Podía cantar, tocar la guitarra y montar un espectáculo digno de las leyendas del rock? Imposible. Lemon tampoco, pero él pensaba que sí. Sin embargo, era un buen líder, había aprendido de los mejores y sabía que la gente joven cometía muchos errores, así que dejó pasar los inapropiados comentarios de su subordinada.
 
Subió al bote y, debido al peso de sus tremendos y atractivos músculos, este se zarandeó de un lado a otro, pero finalmente se estabilizó. Miró los remos normales y luego miró el suyo. Volvió a mirar los remos normales y otra vez el suyo.
 
-No los necesitamos -determinó, lanzándolos al agua-. Tengo el mío.
 
Puede que el bote se dirigiera más hacia la izquierda que hacia la derecha y viceversa por remar con un solo remo, pero es que eso le daba igual. Lo importante era avanzar y vaya que estaban avanzando. Los túneles eran sitios lúgubres, húmedos y para nada ostentosos. Cualquiera podía perderse y jamás encontrar la salida, pero por suerte tenía a Chicles y a sus mapas. Había decidido protegerla sin importar si perdía uno o dos pezones en el intento.
 
Como había afirmado Lamborghini (el abuelo de la silla de ruedas) el camino era aburrido, silencioso y completamente normal. Ningún derrumbe. Ninguna emboscada. Ningún fantasma. Esperaba no encontrarse con ningún payaso porque, de lo contrario, remaría de vuelta con todas sus fuerzas y se escondería bajo las sábanas tres días y tres noches.
 
-¿Sabían que mi familia tiene una finca en cada isla del Paraíso? Las tiene grandes, pequeñas, no tan grandes, no tan pequeñas, incluso las tiene enanas. No tengo ningún problema con los enanos ni con la gente rara -Miró a Murci-chan-, de hecho, hasta diría que me agradan. Soporto poco a la gente fea porque, ya saben, los Stone somos hermosos de nacimiento. ¿Quieren que me quite la máscara? Pues no lo haré. No quiero que te enamores de mí -Miró a Chicles.
 
Iba a seguir contando las grandes virtudes familiares cuando Murci-chan lo interrumpió. Al principio le molestó, pues ¿quién se creía para interrumpir al fabuloso Agente Lemon Stone? Pero como era rarito lo perdonó. Los raros funcionan diferentes, sus cabezas funcionan diferentes. Mencionó que escuchaba fuego. ¿El fuego se escucha? ¿Cómo hace? ¿ZzZZzZZz o pspspsps?
 
-¿Fuego? ¿Dices que escuchas fuego? -Los ojos de Lemon se iluminaron, no porque fuera un pirómano sin remedio… Bueno, sí, era un pirómano sin remedio, pero también porque significaba aventura-. ¡Hay gente cocinando! ¡Bieeeen! ¡Comida!
 
Una idea paranoica pasó por su cabeza. Puede que nadie estuviera cocinando, puede que fuera… ¡El enemigo!
 
-No, no, no. Espera un momento, ¿y si es gente mala? ¡¿Y si son las Fuerzas Opresoras que se han metido en nuestra base?! Supongo que pronto lo averiguaremos… ¡Vamos despacio, camaradas, y directo al peligro! ¡Jajajaja!
 
Lemon utilizó el poder de la Voz para que la Causa le dijera si había gente cerca o no, sus emociones y qué tan fuertes eran. 

Resumen

Mates



RE: Las cuevas de la locura - Derian Markov - 16-11-2024

A tu compañera, Chicle, parece que algo le está molestando. A lo mejor es que su asiento es incómodo, o simplemente es una aguafiestas, porque está todo el rato con mala cara y dando las indicaciones con voz irritada. No podría ser por otro motivo, ¿verdad? Tú estás siendo amable, agradable y simpático. Murci-chan en cambio es un compañero de primera, riéndose amigablemente de tus comentarios. Debes ser un cómico de primera, porque por algún motivo logras hacerle reír hasta cuando no lo pretendías. En cualquier caso, mientras remas lentamente hacia el lugar, escuchas con atención la Voz de la Causa. Y la Voz tiene cosas que decirte.

Notas... miedo. Mucho miedo. Y dolor. En esa dirección hay alguien que está aterrado y sufriendo. Es una única persona. Espera, hay algo más. La Voz de la Causa te indica que hay algo extraño lejos de ti. Algo grande, que está más abajo que tu bote y hacia el frente. Parece estar alejándose... ya no lo notas. Fuese lo que fuese, se ha ido. A medida os acercáis a la dirección que ha señalado Murci-chan, empiezas a ver un resplandor. Al acercarse al túnel de la izquierda, ves que en la pared hay un saliente. O más bien la entrada a un túnel pequeño camuflado por unas telas del mismo color que la piedra. El túnel está por encima del nivel del agua, así que no está inundado. ¿Cómo puedes verlo si está camuflado? Porque las telas han sido rasgadas y destrozadas. Del interior del túnel llega la luz y escucháis fuego, como bien había dicho tu orejudo compañero.

Detenéis el bote y bajáis a la piedra. En ese momento, Alenda (Chicle) da un respingo de sorpresa y señala al suelo - Sangre. Y no es poca - cuesta un poco diferenciarlo por la oscuridad, pero al acercar los faroles veis que efectivamente el suelo está ensangrentado. Y parece reciente, aunque dado que no eres médico no sabrías decir cuánto. Está coagulada, así que no acaba de caer ya mismo. Las telas rasgadas también tienen manchas de sangre. Junto al charco, hay un arpón roto. Tus compañeros no parecen tener mucha prisa por entrar en el túnel, así que tendrás que actuar como un heroico líder y forzar a alguien a pasar primero. O podrías simplemente entrar tú.

Una vez entres en el túnel, la escena que os aguarda es simplemente horrenda. La luz provenía de una fogata que ilumina un campamento en torno al cuál están los restos destrozados de seis hombres y mujeres. Sangre y armas rotas decoran la escena de la masacre. Los cuerpos están... más o menos enteros, pero en muy mal estado, como si hubiesen sido asesinados con extrema violencia y ensañamiento. Es decir, quien (o lo que) los ha matado, no les llegó con quitarles la vida, sino que se aseguró de hacerles mucho daño. El farol de Alenda tiembla en su mano, mientras que Gopi no puede resistirlo y se vuelve corriendo al saliente, donde le escuchas vomitar en el agua.

Pero sabes que hay alguien vivo, así te lo ha dicho la Voz de la Causa. En una esquina puedes ver a un hombre agazapado sobre sí mismo, sujetando un machete ensangrentado. Tiene heridas horribles, no muy distintas a las de los otros. Está muy, muy débil y apenas parece consciente de sí mismo. Alenda se acerca y, tras vacilar un poco, acerca la mano y le toma el pulso - Necesita atención médica. No le queda mucho tiempo de vida.

Como si las palabras y el contacto lo hubiesen devuelto al mundo real, el moribundo se estremece y dice - ¡No! ¡Marchaos! Están... están dentro de todos. Intentamos evitarlo, pero salían de nosotros. Yo... - una convulsión interrumpe al hombre. Su voz es débil, su tono errático y sus ojos ahora están abiertos de par en par. Clava sus pupilas plenamente dilatadas en las tuyas y dice - No hay escapatoria... - entonces exhala y tras un último temblor, su cuerpo se queda inmóvil. Alenda niega con la cabeza y se aleja un par de pasos. Empieza a orar en silencio.

Aparte de los cadáveres, en el campamento hay varios cofres y mochilas, sacos de dormir y una olla pequeña de hierro cerrada al lado del fuego. La cueva se estrecha hacia el final hasta convertirse en un pasadizo oscuro tan pequeño que tendrías que entrar a cuatro patas. Hay algo... extraño en esta cueva. Las paredes parecen diferentes a los túneles principales. Como si no tuviesen el mismo origen.