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[Aventura] [Autonarrada - T1] La frutería esconde un secreto... - Versión para impresión

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[Autonarrada - T1] La frutería esconde un secreto... - Terence Blackmore - 27-07-2024

Desde mi torre de marfil en Tequila Wolf, siempre había observado a Gray Terminal con una mezcla de fascinación y desprecio. Era un nido de ratas, un lugar donde la ley del más fuerte reinaba sin oposición. Pero también era un crisol de ideas, un lugar donde la innovación y la perversidad se entrelazaban de manera inextricable.
Cuando llegué a Gray Terminal por primera vez, me convertí en una sombra. Me movía por las calles oscuras y los callejones sin nombre, observando a la gente, estudiando sus costumbres. Me hice pasar por un simple comerciante, un hombre sin importancia. Pero, en realidad, estaba construyendo mi imperio, ladrillo a ladrillo, pasando por encima de los que trataban de empañar el futuro que trataba de hilar.

Me hice con un laboratorio, oculto en las profundidades de un viejo barco chatarra bajo la tapadera de una frutería, en el cual podía camuflarme como uno más y también dedicar mis ratos muertos a mi amada lectura. Allí, rodeado de frascos y alambiques, me dedicaba a mi verdadera pasión: la alquimia, o como lo consideran en la actualidad, medicina. Fue allí donde descubrí el Néctar, una sustancia que me otorgaría un gran control del flujo de dinero y que provenía de una selecta mezcla de esquejes de varias especies de melocotón. No era una sustancia que provocara ningún tipo de efecto realmente aplicable a la medicina, pero era endiabladamente adictiva y nacía de la fermentación de ciertos hongos junto a esta especie de melocotón casi rojizo que había obtenido.

Abusando de los medios de logística de la familia Blackmore, importaba a este enclave perdido de la mano de todos los dioses, mi propia colección de variables botánicas y que apenas tenían coste arancelario por ser un bien de primera necesidad, para eventualmente procesarlo y dispensarlo en aquel desastroso y pérfido lugar. Evidentemente, no lo hice por cuenta propia, sino que rápidamente ascendí a los primeros compradores a traficantes y los convertí en una mano de obra muy valiosa, aunque no muy precavida.

El robo del Néctar fue un golpe duro. Sí, sucedió y naturalmente me sentí traicionado cuando el material del último cargamento desapareció de mis instalaciones. No me importaba en tanto a las frutas, pues no soportarían el mal sustrato que se encontraba en este contaminado lugar, pero el instrumental era más delicado y caro. Aunque fuera por simple  Juré que recuperaría lo que era mío, y que haría pagar a quienes me habían robado.

Comencé a investigar y seguí las pistas que habían obviado, como un extraño aceite similar al de las máquinas operarias de la zona. Rastreando a esta grasa oscura y melosa, y preguntando a las personas correctas, acabé dilucidando que pertenecía a un grupo de cyborgs. Descubrí que estaban al servicio de una organización mucho más grande, una organización que controlaba gran parte del mercado negro de Gray Terminal.
Con pericia y decisión, me infiltré en esta organización, ganándome la confianza de sus líderes como un médico que no hacía preguntas y trataba a los heridos, mientras mantenía un perfil vago. Les ofrecí mis servicios, mis conocimientos. Y poco a poco, fui ascendiendo en la jerarquía lo suficiente como para enterarme de dónde se movía el cotarro… Mientras tanto, seguía buscando el rastro del Néctar. Sabía que estaba cerca, que alguien lo deseaba replicar.

Finalmente, después de meses de búsqueda, di con él. El Néctar estaba en manos de un antiguo rival mío, rufián con el que mi familia había tenido algunos roces hacía años por la cuestión logística y territorial habitual en estos casos. Mera política del submundo que no me esforzaba en comprender del todo, pues estas bestias solo conocían el miedo y el poder directo. Era un hombre terco, quizá hasta tenía un poco de astuto y de destreza, que había tratado de dominar por medio de las drogas aquel lugar. Evidentemente, esta era la razón que buscaba detrás del suceso y que ameritaba un problema para su persona.

La confrontación fue inevitable. Pero no nos enfrentamos en una batalla épica, sino que todo fue mucho más furtivo y oscuro. Sobornando a las personas que tenían descontento con este, ya fuera con promesas de sangre o con dinero, y susurrando en los oídos lo que muchos otros querían oír, llegué a una reunión concertada con este tipo como parte de mi trabajo habitual como médico. No reparó hasta que fue demasiado tarde en cómo había reunido a varios de sus enemigos y golpeaban con todo lo que tenían, lo que pronto se tornó un cadáver magullado e inerte en el suelo, irreconocible.

Ahora nadie tenía la fórmula del Néctar en su poder, y el instrumental se había perdido en la revuelta resultante de estos azuzados hombres que, cansados del déspota, lo habían golpeado hasta la extenuación, quemado sus dominios y atacado a su personal. Pronto toda su congregación criminal cayó como piezas de dominó apiladas en la mesa de juego de un barco en una tormenta.

Lo más perturbador de esto, es que no me motivaba ningún fin hegemónico sino simplemente la demostración de que podía hacer eso y mucho más, poder teorizar con mis conocimientos y ejemplificar, como si fuera un revés alentador, como mi padre había confiado en los hijos equivocados, pues a pesar de su éxito, nadie había logrado prosperar en una isla inicialmente hostil como era Dawn.

Realmente no tenía que demostrar nada, simplemente lo realicé fruto del ocio y de la curiosidad científica que me caracterizaba. Grey Terminal no era más que una caja de hormigas en manos de un joven que solo quería ver que pasaba y si era capaz de provocar un cambio en su status quo lo suficientemente amplio como para poder divertirse. Muchos quizá me tacharan de monstruo, pero para los oprimidos, sin duda fui un héroe, aunque mis motivos fueran meramente estudiosos.

Ese fue el principio de ganar relevancia para mi padre, algo que me retribuiría en el futuro para pasar el estúpido rito de madurez de la familia, pero que, al mismo tiempo, me pondría un ojo encima muy por encima de lo que era deseable.
Sería divertido a partir de ahora jugar a este ajedrez en diferido por ver qué rey sostiene el cetro de mando.