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[Autonarrada] [T1] Una fiera difícil de domar. p1 - Versión para impresión

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[T1] Una fiera difícil de domar. p1 - Diana Kari - 11-11-2024

16 de verano del 716 por la mañana.

El día había iniciado soleado, después de una larga noche con llovizna el olor a tierra mojada me invitaba a pegarme una escapada a las afueras de la isla para buscar una presa de tamaño considerable con la cual probar la nueva lanza que había forjado mi madre. Me bastaba con algún animal salvaje que buscara defenderse, pero lo mejor sería encontrarse con uno o más bandidos para cobrar una ligera recompensa en el cuartel de la marina por llevarles la cabeza de un criminal. Dejé una pequeña nota escrita sobre la mesa para que mis padres no sufrieran un infarto en cuanto se dieran cuenta que no me encontraba alistándome para ayudarles en el trabajo.

La vida en la isla era demasiado tranquila durante las primeras horas de sol, la mayoría de la gente aún seguía en sus hogares preparándose para las labores del día mientras que los trabajadores del campo ya estaban en sus posiciones de trabajo pues el día laboral comenzaba y terminaba mucho antes que el resto de la gente. Saludaba a uno que otro conocido, un par de trabajadores cuyas herramientas habían sido arregladas por mi madre y cuya vestimenta desgastada tenía más de un parche que mi padre se había encargado de poner con tal de que no tuvieran que comprar una prenda nueva.

Era mi primera vez usando una lanza tan grande, de momento solo me había limitado a pequeñas jabalinas que servían más que nada para ser lanzadas a distancia media. De momento mi arma preferida era sin duda las espadas pues eran demasiado versátiles y una podría hacer casi cualquier movimiento si se tenía cuidado. En cambio con una lanza de este tamaño tendría que tener demasiado cuidado si mi presa lograba recortar las distancias ya que no era un arma fácil de maniobrar y mi experiencia con ella era casi nula.

Mis padres sabían que mis escapadas para cazar duraban casi todo el día ya que mi coto eran las zonas más alejadas a la civilización pues parte de la emoción de la caza era el saber que si me encontraba en un aprieto no habría nadie que viniera a ayudarme. Aunque se quedaban tranquilos con respecto a los peligros ya que una de las condiciones de que no me enlistaran a la fuerza en la marina por mi rebeldía era que debía regresar sin heridas o moretones; razón por la cual solo me dedicaba a cazar presas pequeñas o a emboscar bandidos que iban solos y no parecían muy fuertes. Pero ¿qué tanto podía mejorar uno si no se ponía retos? Si me lo preguntaran a mí diría que no mucho, nunca había escuchado la historia del hombre que se volvió mucho más fuerte quedándose en su casa sentado sin enfrentarse a nadie. Quería cazar las bestias más grandes y feroces, ya era suficiente de perseguir conejos o borrachos solitarios; era momento de enfrentarme a los verdaderos retos y tomar un riesgo que definiría el rumbo de mi vida. Buscaría la presa más grande que hubiera en la zona, si lograba cazarla de forma magistral sin recibir un rasguño podría seguir con total libertad en mi coto día a día buscando ser el depredador tope o el fracaso perseguiría mi vida y me vería forzada a enlistarme a la marina como represalia por mi comportamiento. Sabía que el riesgo era muy grande pero sin importar lo que pasara saldría avante de una forma u otra pues los marinos de vez en cuando tenían que ir persiguiendo a los piratas por ahí, claro, después de cansarse de lamer las botas de sus superiores y limpiar las letrinas, pero al menos no se morían de hambre.

Me adentré en los bosques, buscando rastros a diestra y siniestra de cualquier animal de tamaño considerable. La mayoría eran ciervos, conejos e incluso roedores más pequeños. Pasé varias horas avanzando cuidadosamente pues si en la zona había un gran depredador debía asegurarme de que yo fuera la primera en darme cuenta de su presencia sin embargo mi búsqueda parecía no tener éxito y si decidía continuar entonces tendría que enfrentarme con una dificultad con la que nunca antes me había enfrentado; cazar en la oscuridad.

Todas las cartas estaban en mi contra; un arma que no sabía usar, una presa mucho  más peligrosa de lo que estaba acostumbrada y el entorno solamente iluminado gracias a la luz de la luna. Todas las condiciones se estaban dando para que, en caso de que siguiera hacia adelante, esta se volviera mi última cacería. Exhalé un poco de aire, dándome un segundo extra para tomar la decisión. Di un par de golpes con el asta de la lanza en el suelo como alertando a la tierra misma que la decisión estaba tomada. Resumí mi avance y en tan solo un par de minutos me encontré con marcas de un zarpazo en un árbol, acompañado de unas huellas que parecían pertenecer a un gran felino. No pude evitar sonreír ante el nuevo reto que se me presentaba, una verdadera prueba qué tanto podría llegar a dar como cazadora.