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¡Bienvenido a mi Pozo! - William Hardgore - 15-11-2024 Otoño del Año 722
Ya eran cuatro años dentro de las filas del Gobierno Mundial, no pasaba un día sin un duro entrenamiento o clase de adoctrinamiento. Faltaba poco para unirme oficialmente al Cipher Pol como un recluta, pero parecía que mi padre tenía pensado dejarme un regalo por mi esfuerzo todos esos años. Se trataba de una carta, la cual se encontraba sellada por un sello de cera roja con el símbolo de la familia Hardgore, la forma de una mano bien detallada, como si hubieran plasmado una mano con pintura en la pared.
Removí el sello y empecé a leer aquella carta mientras me encontraba en mi tiempo libre de entrenar y estudiar en las instalaciones del gobierno. La carta decía lo siguiente:
"William, no he podido encontrar la paz conmigo mismo desde el día en el que tuve que decidir entre tu y tu hermano para servir bajo el gobierno. Afortunadamente no es nada que yo no he pasado a tu edad y se lo bien que harás allí, como regalo por tu esfuerzo y por todos los cumpleaños que no estuviste rodeado por aquellos que te aman, te dejaré unas coordenadas, síguelas y pregunta por un tal Brokey. Cuando lo encuentres dile tu nombre y este sabrá que hacer, por tu parte, necesito que colabores con él y aprendas las artes del mundo en el que este tipo se desenvuelve."
– Con amor, Papá
La carta parecía ser una muestra de buena voluntad y de arrepentimiento, aunque conociendo bien al viejo este está mas orgulloso que arrepentido. "¿Un tal Brokey y su mundillo?" Estuve pensando en ello por un buen rato, pues si de verdad mi viejo quería compensarme por todos estos años de ausencia entonces debía de hacerlo a lo grande. Me tomó un minuto aprender aquellas coordenadas de memoria, pues ninguna de aquellas cartas debía de parar en manos que no sean las mías.
A pesar de tener solo 16 años y ser entrenado por agentes del gobierno siempre pretendí ser menos de lo que realmente era. Gracias a mis habilidades de espionaje pude evadir los puntos de control del Gobierno y salir de aquél cuartel en búsqueda del lugar dónde Papá me indicó. Estuve caminando alrededor de dos horas por todo aquél campo de pasto y siembras. Pese a que algunos granjeros fueron a comprobar quién era estos no encontraron nada, pensando que se estaban volviendo locos con su pobre y torpe soledad.
Al estar cerca de las coordenadas que padre indicó no ví nada realmente, pues no había ni un solo edificio a plena vista. Al acercarme un poco más pude notar como una parte del pasto no estaba, en su lugar había un circulo de tierra, como si lo hubieran cabado y vuelto a poner toda aquella tierra. El círculo de tierra tenía un área de unos 5 o 6 metros en el cual había una "puerta" de un metro en el centro de este circulo. Luego de removerlo vi que había unas escaleras qué aparentemente llegaban a los más profundo de aquél "pozo".
Luego de unos quince segundos de bajada finalmente toqué suelo, dándome cuenta de dónde estaba parado. Con la escalera detrás mía, solo había un gran agujero por delante, de unos dos metros de alto y uno y medio de ancho. Estuve pegando una buena caminata de unos minutos cuando el escuchar una voz me puso en alerta. — ¿Quién anda ahí? Si te mueves estás muerto — no podía ver nada a más de un metro de mi, así que menos sabría que tan lejos o cerca estaba aquél sujeto de mí o que tipo de arma cargaba consigo como para amenazarme de aquella manera.
— Mi nombre es William, William Hardgore — no quería revelar mucha más información solo en caso de que no fuese aquél tal Brokey del que Papá me habló. Luego de unos silenciosos 5 segundos este volvió a hablarme, pero esta vez con un tono de voz mucho más energético. — ¡¡Joven Hardgore!! ¡Pero que rápido has sido en llegar a mi lugar jajajaja! — Pues parecía que era mi día de suerte, pues no moriría. Aquél tipo encendió una antorcha, por lo que pude ver su rostro y cuerpo entero.
Se trataba de un tipo alto, casi tan alto como aquél agujero, también parecía llevar una pistola consigo pues al parecer no bromeaba con poder matarme en aquél lugar. — ¡Ven, pasa, mi hogar es tu hogar joven Hardgore! — Aquél tipo parecía tener a mi familia en alta estima. — Dime, mi padre me dijo que recibiría un supuesto "regalo", sabes algo de esto? — le dije a Brokey, pues ya se me estaba agotando la paciencia sobre toda aquella situación.
— ¡Oh pues claro que sí jajajaja! Una de las razones por las que el señor Hardgore me habló jejeje. Ven, ya estamos llegando. — apresuramos el paso, por lo que no tardamos demasiado en llegar a su "lugar". Llegamos a salir del túnel, aquél tipo encendió las antorchas del lugar, lo que alumbró toda esquina. Se trataba de una pequeña "base" subterránea, con cajas y todo tipo de mercancías por todos lados. Afortunadamente este lugar parecía tener dos sofás en el medio, mirándose el uno al otro y cada cual parecía poder soportar hasta 5 personas cada uno.
— ¡Siéntate, iré a buscar el "regalo" jejeje! — crucé mis piernas y dejé mi cabeza descansar en aquél sofá, pues se suponía que estaría durmiendo en mi dormitorio en el cuartel del gobierno, en su lugar estaba metido en la base subterránea de un contrabandista. Brokey regresaba de su ardua búsqueda, pues este traía algo en sus manos, se trataba de una fruta rara, una que nunca había visto. — Esta fruta es uno de los artículos más extraños y caros del mercado negro, el señor Hardgore me encomendó dártelo e instruirte en lo que es el mercado negro y el inframundo jajaja —
Su tono de voz era mucho mas serio esta vez, lo que me dejó claro de la importancia de aquella situación. Aquél fue otro día que marcaría mi vida para siempre, pues con un nuevo poder y el conocimiento del mercado negro me estaría formando tal y como mi padre querría, cosa que me irritaba, pues normalmente era yo quien suele manipular a los demás. Los poderes de aquella fruta eran algo que mantendría en secreto hasta unos pocos años después.
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