[Autonarrada] ¡Hoy es el día de Sumpa! [Parte 2 -T2] - Versión para impresión +- One Piece Gaiden - Foro Rol One Piece (https://onepiecegaiden.com) +-- Foro: El mundo (https://onepiecegaiden.com/forumdisplay.php?fid=10) +--- Foro: East Blue (https://onepiecegaiden.com/forumdisplay.php?fid=16) +---- Foro: Isla Kilombo (https://onepiecegaiden.com/forumdisplay.php?fid=52) +----- Foro: Pueblo de Rostock (https://onepiecegaiden.com/forumdisplay.php?fid=98) +----- Tema: [Autonarrada] ¡Hoy es el día de Sumpa! [Parte 2 -T2] (/showthread.php?tid=2173) Páginas:
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¡Hoy es el día de Sumpa! [Parte 2 -T2] - Ragnheidr Grosdttir - 24-11-2024 Día 17 Verano del año 724
La niña se retorció en los brazos del criminal, sus pequeños pies golpeando en el aire mientras él la sujetaba con fuerza. A pesar del cuchillo que le amenazaba la garganta, un destello de valentía brilló en sus ojos llorosos. Entre sus dedos aún apretaba un pequeño juguete de madera, una figura tallada a mano que parecía un caballito de mar. Con movimientos sutiles, empezó a dejar caer astillas y pedazos de su juguete, apenas visibles entre el caos de la multitud. Era una niña muy inteligente. El hombre no notó la maniobra. Avanzaba con determinación, utilizando la densa procesión de Sumpa para perderse entre los colores vibrantes y el estruendo de los tambores. La marea de cuerpos dificultaba cualquier persecución, y el callejón pronto quedó vacío, salvo por la madre, que lloraba en el suelo, y Asradi, que permanecía inmóvil, evaluando frenéticamente la situación. La madre, aún de rodillas, alzó la mirada hacia Asradi, sus ojos hinchados y enrojecidos pero llenos de una furia desesperada. De vuelta en el callejón, la madre de la niña seguía abrazando los restos del juguete que su hija había dejado caer. Aunque temblaba visiblemente, su rostro estaba marcado por una mezcla de desesperación y determinación. — ¡No puedo quedarme aquí sin hacer nada! Llévame contigo, haré lo que sea necesario para recuperar a mi hija. — Exclamó con un tono firme, mientras se dirigía a Asradi. El silencio entre ambas era tenso, cargado de emociones. La madre estaba lista para arriesgarlo todo, sin importar el peligro que acechaba. En otro lugar ... La tienda a la que el hombre había llevado a la niña parecía un negocio de segunda mano, pero estaba claro que servía de fachada para actividades más turbias. Tras el mostrador, una trampilla conducía a un sótano donde el secuestrador se reunió con otros cinco hombres. La niña, con los ojos llorosos, fue colocada en una silla desvencijada en el centro de la habitación. — ¿Y bien? ¿Para qué todo este alboroto? —Preguntó un hombre corpulento con cicatrices en el rostro, evidentemente el líder del grupo, mientras limpiaba una pistola con movimientos pausados. — Tengo algo grande, jefe. Una sirena, —Respondió el secuestrador, dejando que una sonrisa confiada cruzara su rostro— Es peligrosa, pero con una red y algo de ayuda, podríamos atraparla. Vale más de lo que cualquiera de nosotros verá en su vida. — El líder levantó una ceja, mostrando un interés calculador. — ¿Y la mocosa? — Un seguro. Si aparece, no se atreverá a moverse mientras tengamos a la cría. Además, siempre podemos usarla como moneda de cambio, —dijo el hombre con una frialdad que hizo que la niña temblara aún más. Los otros hombres comenzaron a armarse, revisando pistolas, cuchillos y viejos mosquetes. Se colocaron en posiciones estratégicas alrededor del sótano, listos para un enfrentamiento. Mientras tanto, el silencio exterior comenzaba a llenarse de murmullos de procesiones que se alejaban, dejando la zona en una penumbra incómoda. La trampilla de la tienda estaba asegurada desde dentro, y cualquier intento de entrar requeriría tanto ingenio como cuidado, un ataque frontal sería poco menos que suicida. El rastro de los trozos del juguete había llevado a la entrada de la tienda. Frente a ella, la madre de la niña miraba a Asradi con una mezcla de súplica y resolución, esperando a que tomara la iniciativa. Las luces del sótano parpadeaban tenuemente mientras los criminales discutían en voz baja, ajenos a la posibilidad de que fueran seguidos. En el aire flotaba la tensión, como si la calma antes de la tormenta estuviera a punto de romperse. RE: ¡Hoy es el día de Sumpa! [Parte 2 -T2] - Asradi - 25-11-2024 Esa mujer no lo entendía. No quería decirle que, en su estado, iba a ser más un estorbo para ella y para la niña que una ayuda. Y que se podía poner en peligro. No es que Asradi fuese el súmun de la experticia, ni mucho menos, pero al menos podría defenderse. La mirada de la sirena se cruzó, duramente y durante varios segundos que parecieron eternos, con los ojos desesperados de aquella madre. Era verdad, iba a ser más un estorbo, quizás. Pero... También la entendía tanto si se ponía en su lugar. Ella haría cualquier cosa, también, por quienes quería, hasta el punto de arriesgar su vi da si hacía falta. Finalmente, Asradi suspiró y asintió de manera lenta. — Está bien, pero ten mucho cuidado. Haz lo que yo te diga. — Esperaba, al menos, esa colaboración. Así pues, no tardaron en emprender la búsqueda. Por fortuna, la cría era más espabilada de lo que creía, y no tardaron en ver un rastro de astillas que la progenitora no tardó en reconocer como del juguete que llevaba la niña. Con eso en mente, y todavía con la esperanza de encontrarla sana y salva, dentro de lo que cabía, comenzaron a seguir dicho rastro. Tardaron más de lo que hubiesen deseado debido a la gente que todavía estaba celebrando las festividades, pero al final llegaron al frente de lo que parecía ser alguna especie de tienda medio destartalada. En realidad, parecía un negocio normal y corriente que había pasado mejores días. Pero si los rastros de astillas las habían llevado hasta ahí, era por algo. — Espera... — Asradi se asomó apenas desde una esquina para ver si había gente o peligro alrededor. Al no atisbar moros en la costa, suspiró, con una mezcla de alivio y nerviosismo al mismo tiempo, pues era una situación tensa y bastante delicada. Al fin y al cabo, la vida de una niña estaba en juego. No podía entrar a lo bruto, tenían que ser más listos que ellos. Sin más, se giró hacia la otra mujer y le entregó un cuchillo. Era el que Asradi solía usar para recolectar hierbas. No era muy grande o llamativo, pero al menos estaba afilado. — Úsalo para defenderte si es necesario. — Le advirtió. Con toda la cautela posible y siempre comprobando que no estaban siendo vigiladas, se adentraron en el interior de la tienda. El lugar estaba completamente vacío y en penumbra, algo que le hizo envarar la espalda. ¿Dónde estaban? Lo primero que hizo Asradi fue buscar alguna especie de ventaja. Quizás hubiese barriles de agua o algo parecido con lo que podría aprovecharse de eso si se daba alguna pelea. Al revisar detrás del mostrador fue, entonces, cuando vió la trampilla. Guardó el mayor silencio que pudo. Entrar de frente era un suicidio. Así que le hizo un gesto a la otra mujer para que buscasen. Con suerte había alguna otra entrada más disimulada. RE: ¡Hoy es el día de Sumpa! [Parte 2 -T2] - Ragnheidr Grosdttir - 26-11-2024 La entrada a la tienda era angosta, y la madera del marco crujió bajo el peso del silencio. Una campanilla junto a la puerta osciló ligeramente, sin llegar a sonar del todo, mientras tú y la madre de la niña os adentráis con cautela. Un aroma pesado y penetrante les golpea al instante. Marihuana, sin lugar a dudas, mezclada con otros olores químicos que Asradi no puede identificar de inmediato, pero que te revolvieron el estómago. Era un lugar cargado, no solo de sustancias, sino de peligro inminente. El interior estaba desordenado y parecía una especie de tienda de conveniencia abandonada. Los estantes a los lados estaban cubiertos de polvo, pero los artículos en ellos, desde latas abolladas hasta paquetes de alimentos instantáneos, indicaban que alguien los utilizaba con regularidad. Avanzáis lentamente, pisando el suelo de madera que crujía en algunos puntos. Una luz tenue, proveniente de un par de velas colocadas de manera improvisada sobre una mesa, iluminaba el centro del espacio. Tú, con la madre pisándole los talones, te aoproximas al mostrador. Sobre la superficie, había una amalgama de platos y cubiertos sucios. Algunos todavía contenían restos de comida que, a juzgar por su estado, llevaban ahí días. Moscas zumbaban alrededor de una piña particularmente podrida, cuya cáscara comenzaba a mostrar manchas negras y verdes. El hedor dulzón y acre que emanaba del fruto era casi tan fuerte como el de la marihuana que impregnaba el aire. La escena era grotesca, pero lo que más te podía inquietar era el rastro fresco de actividad. Los platos a medio terminar, junto con el desorden de utensilios, indicaban que alguien había estado ahí hacía poco, probablemente justo antes de que vosotras llegarais. —Qué asco... —Susurró la madre detrás de ti, llevándose una mano a la nariz para intentar bloquear el olor. Había algo más, algo que requería tu enfoque. Si tus ojos se fijan en el mostrador, al inclinarte, notas una trampilla de madera oculta parcialmente por un saco vacío. Retirando el saco con cuidado y revelando la puerta del sótano. La situación se complicaba. Si el olor y los indicios eran correctos, este no era un escondite cualquiera, sino un lugar que probablemente albergaba a más personas que el hombre que había secuestrado a la niña. El riesgo de una entrada directa era demasiado alto, pero no tenían muchas opciones. Antes de dar el siguiente paso, ambas necesitarían un plan más claro para enfrentar lo que parecía un verdadero nido de peligros. RE: ¡Hoy es el día de Sumpa! [Parte 2 -T2] - Asradi - 26-11-2024 El hedor a cerrado, a humedad y a otras cosas le golpeó la nariz en cuanto se adentraron en el lugar. Asradi arrugó la misma y se llevó la mano a la zona para minimizar un poco la amalgama de malos olores. El hedor a marihuana, mezclado con otras cosas peores, y podridas, podrían marear y asquear hasta al más estoico. El ceño de la sirena se frunció por igual mientras curioseaba, sin tocar nada. No era, precisamente, el olor lo que le preocupaba en sí, sino el descubrir que había utensilios usados recientemente. Y no solo por una o dos personas. Había más gente allí. Más que aquellos a los que habían estado persiguiendo. Asradi intercambió una mirada cautelosa con la otra mujer. Estaban vulnerables en un sitio como ese. Más todavía si era un lugar cerrado como un sótano, para cuando descubrió la escotilla. Y con más gente de la cual no conocía nada ni tampoco tenían, ahora, un número exacto. Se acercó a la madre de la niña. — Escúchame... — Susurró en voz baja, solo para que ella la escuchase. Si entraban las dos de sopetón y se les iba la cosa de las manos, podían ser atrapadas también. O peor todavía. Podían matar a la niña sin más. Y, aunque le había entregado su cuchillo a ella, no sabía si los de ahí abajo estarían armados. Y con qué tipo de armas. — No podemos entrar las dos. Si lo hacemos, estamos vendidas. Y tu hija estará en mayor peligro. — Asradi tomó aire. Estaba nerviosa, aunque intentaba demostrar lo contrario. Incluso tragó saliva y su tono de voz cambió ligeramente. — A quien quieren realmente, ahora, es a mi. Valgo mucho dinero en el mercado... Le quemaba en la garganta tener que expresarse así, decir eso. Pero lo peor de todo, es que era verdad. — Para ellos, valgo más viva que muerta. — Esbozó una sonrisa, había un tinte desangelado en ese gesto, pero había seguridad en la mirada azul de la sirena. — Tienes que ir a dar aviso a la Marina... — Para ella no era lo más idóneo si descubrían la marca en su espalda. Eso la condenaría a un destino todavía peor. Pero había una niña inocente que no tenía la culpa de nada en todo ese asunto. — Diles lo que ha pasado, que hay un grupo que tienen secuestrada a tu hija. Si yo fallo, al menos tendrás ese apoyo por parte de ellos. Y, de salir las cosas más o menos bien, ella también tendría un temporal apoyo. RE: ¡Hoy es el día de Sumpa! [Parte 2 -T2] - Ragnheidr Grosdttir - 26-11-2024 El aire viciado del lugar parecía volverse aún más pesado cuando Asradi terminó de hablar, sus palabras resonando en la penumbra como una sentencia ineludible. La madre de la niña tragó saliva, sus ojos buscando desesperadamente alguna alternativa en el rostro de la sirena. Pero no había otra opción real. Lo sabía. Y eso hacía que aceptar fuera aún más difícil. Con las manos temblorosas, sostuvo el cuchillo que Asradi le había dado como si de una tabla de salvación se tratara. — Prométeme que la traerás de vuelta… —susurró, su voz rota por el miedo y la impotencia. La madre de la niña, a regañadientes, dio un paso atrás y miró una última vez hacia la trampilla oculta en el suelo, como si intentara memorizar ese lugar maldito antes de dirigirse hacia la puerta. Puedes observar cómo desaparecía del local, su silueta desvaneciéndose entre las sombras de la noche y las luces vacilantes de la festividad que rugía afuera. El silencio en la tienda era casi opresivo, roto solo por el zumbido persistente de una mosca que orbitaba alrededor de la piña podrida sobre el mostrador. Intentas contener la respiración, pero tu instinto te decía que algo iba mal. El crujido de un mueble bajo tus pies confirma las sospechas: había movimiento en el sótano. Te tensa escuchar murmullos provenientes de la trampilla, palabras apagadas pero inconfundiblemente humanas. Si te agachas lo suficiente para pegar la oreja al borde de la madera, capturando fragmentos de una conversación. — ¿Escuchaste eso arriba? —dijo una voz masculina, rasposa y grave. — Seguro que es un gato, o esos mocosos de la calle otra vez —respondió otra voz, más joven pero igual de despreocupada. Hubo una pausa, seguida por el arrastre de una silla y el golpeteo de botas contra el suelo. La trampilla se abrió con un rechinar metálico, y la luz de una linterna iluminó la tienda. Dos figuras emergieron (Tienes tiempo de actuar antes de esto si lo deseas) El primero era un hombre alto y delgado, con el cabello grasiento pegado a su frente y una cicatriz prominente que le cruzaba la mejilla izquierda. Portaba un machete en la cintura, y sus ojos recorrieron el lugar con desconfianza. — Mejor no tomemos riesgos —dijo el hombre de la cicatriz mientras se ajustaba un cinturón lleno de pequeñas bolsas de cuero. — ¿Por un ruido? No seas paranoico, Jork. — El segundo hombre, más bajo y de complexión robusta, soltó una risa gutural. Llevaba un bate de madera con clavos incrustados, que golpeaba contra su mano como si disfrutara del sonido hueco que producía. — Calla, Sig. — La cicatriz de Jork se frunció cuando su expresión se volvió seria. — ¿Recuerdas lo que dijo el jefe? Una sirena como esa es más valiosa que cualquier tesoro que hayamos saqueado antes. Y yo no voy a ser el imbécil que deje que se escape. ¿Te imaginas la cantidad de berries que podemos sacar? Diez, veinte millones, mínimo. Y eso, siendo conservador. Sig dejó escapar un silbido entre dientes, visiblemente emocionado. — Una sirena, amigo. Siempre pensé que esas cosas eran cuentos para idiotas, pero verla de cerca... esas escamas, esos dientes. Ya puedo oler la fortuna. Ambos rieron por lo bajo mientras avanzaban hacia el centro de la tienda, sin percatarse de tu figura (si es que te has movido) La sirena escucharía cada palabra, tus músculos tensos como cuerdas al borde de romperse. No eran solo sus palabras, era la forma en que se relamían al hablar de su "valor", como si no fueras más que un trofeo o un objeto en una subasta clandestina. Esa misma sensación de asco que habías sentido tantas veces antes regresaba con fuerza, pero esta vez con un filo adicional: la promesa de no permitir que ellos o sus socios siguieran adelante con sus planes. — ¿Y la mocosa? —preguntó Sig de repente, su tono más curioso que preocupado. Jork negó con la cabeza. RE: ¡Hoy es el día de Sumpa! [Parte 2 -T2] - Asradi - 27-11-2024 Asintió silenciosamente a la mujer. Haría todo lo que estuviese en su mano, solo esperaba no haber llegado tarde en cuanto a la niña. Cuando la otra fémina se fue, Asradi suspiró hondo, armándose de valor. No le gustaba nada meterse en eses asuntos, pero no podía evitarlo cuando había inocentes por medio, sobre todo niños, que no tenían culpa alguna de las idioteces de los adultos. Volvió a inspeccionar el lugar con la mirada, sobre todo la zona donde había encontrado la trampilla. L acercarse y pegar un poco la oreja, pudo escuchar voces al otro lado. Había, por lo menos, dos o tres personas. La sirena apretó los dientes y se puso en guardia mientras les escuchaba. Les habían oído, aunque parecía que pensaban que se trataba de un gato. Mejor para ella. Solo en cuanto oyó el sonido de una silla o un mueble arrastrarse y unos pasos pesados aproximándose, fue que Asrado se movió con presteza y se ocultó tras un montón de cajas polvorientas. El hedor era nauseabundo, pero tenía que aguantar. Los ojos acechantes de ella fueron siguiendo cada lugar conla mirada, mientras permanecía agazapada tras los útiles de madera. Vió salir, poco después, a un par de tipos que no tenían muy buena pinta. La indignación era palpable en la expresión de la habitante del mar y tuvo que contenerse mucho para no soltar un “Valemos más de 70 millones, pestruzo”, pero mejor se calló la boca. Aún encima que les ponían precio, por muy asqueante que fuese, las devaluaban. Mira, es que mejor prefería ni tan siquiera pensarlo o se les iba a ir directamente de cabeza. Lo haría si no hubiese una vida infantil en juego. Así que tenía que pensar fríamente. Miró en dirección hacia donde los tipos estaban. Podía intentar someterlos o darles pelea. Pero no sabía a ciencia cierta si quedaba alguien más en el interior de aquel sótano. Si escuchaba sonido de batalla... Seguramente se pusiese a la defensiva. O mucho peor, volviese a cerrar la trampilla y la niña estaría todavía más en peligro con alguien nervioso. Tenía que aprovechar ese momento para otra cosa. Lentamente fue deslizándose, intentando hacer el menor ruido posible y en dirección contraria a donde los tipos se movían. Para cuando llegó a la trampilla, justo detrás del mostrador, Asradi vió con alivio que estaba abierta todavía. Miró hacia el exterior un par de segundos y, sin más, se coló en el interior del sótano, como un fantasma. Una vez hizo esto, se apresuró en cerrar dicha trampilla y atrancarla de inmediato para que nadie pudiese entrar. Al menos, le daría tiempo para solventar lo que hubiese en el interior del sótano. Vió a la niña, por supuesto. Pero no bajó la guardia en ningún momento. Lo que sí hizo, por si acaso, fue recubrirse de Haki de Armadura, al menos de cintura para arriba solo por si acaso. No estaba segura de si, aparte de la niña, habría alguien más ahí abajo. RE: ¡Hoy es el día de Sumpa! [Parte 2 -T2] - Ragnheidr Grosdttir - 27-11-2024 Al bajar al sótano encuentras a la niña, pero cuando te fijas mejor, no es ella, es otra niña. Esta sentada en una sillita, con una manta encima. Es una especie de comedor donde casualmente ahora mismo no hay nadie, solo ella y tú, si vas. Si llegas hasta la niña, podrás ver que se abren tres pasillos, hay tres puertas en cada uno de ellos y encima de cada una, nombres diversos. El olor es nauseabundo, lo sientes entrar por tu nariz y casi te dan ganas de vomitar. Los hombres que estaban ahí abajo se han dispersado, al parecer. Puedes ver varias fotografías de mujeres, niños, familias en las paredes ... Tienen como un árbol de ideas, probablemente de vecinos de la zona. Planes ejecutados sobre la mesa, papeles, pruebas. Desde luego, si algún agente del gobierno cae ahí, se encontraría todo un pastelito. Las drogas en el suelo, donde por ejemplo la niña que has visto podría pisarlas en cualquier momento ... ¿Qué hace ahí esa pobre alma? — ¿Tú eres mi mamá? — Dice la niña arrugando la cara, limpiándose las lagañas. Le falta un zapatito y tiene la ropa muy desgastada, sería muy humano temerse lo peor. Es posible que recuerdes que la niña que buscas hizo un comentario parecido al verte aparecer. Es curioso como el concepto de madre y el de seguridad, siempre van de la mano. — Tengo sueño, mami ... — Se deja caer en ese sofá cochambroso. La situación no es buena. ¿Es que aquello estaba lleno de niños y niñas? ¿Solo había una? ¿Y la que buscabas? Para más problemas, sientes que de uno de los cuartos se escuchan gritos, lloros y demás. ¿Hay niños en cada una de las habitaciones? ¿Puedes rescatarlos a todos? ¿Qué hacen con ellos? Tranquila, es normal que no entiendas nada y te preguntes muchas cosas, pero igual de normal es que entiendas que la vida son decisiones y que hoy, allí, en ese sótano, debías tomar una decisión, y sí, pintaba que no había opción buena. RE: ¡Hoy es el día de Sumpa! [Parte 2 -T2] - Asradi - 28-11-2024 Lo que Asradi se encontró allí la dejó, literalmente, sin palabras. El aroma no solo era nauseabundo, eso no era lo peor de todo. Su mirada se posó en la única niña que había en ese lugar. No era la que buscaba, pero eso no importaba. ¿Había otra? ¿Allí sola? Aquello terminó por impresionarla, una niña en un ambiente como ese. La sirena vió las drogas por el suelo, cristales y otra porquería similar. Fotos de mujeres, de familias, mapas de la zona, de las casas. Todo en las mesas y algunos pegados en las mugrientas paredes. — Por Njord... — No pudo evitar que tal susurro, acongojado, saliese de entre sus labios. Unos que cubrió un par de segundos con una de sus manos, por lo impresionada que estaba. Sentía el corazón latiéndole a mil por hora. ¿Qué era todo aquello? Tenía toda la pinta de alguna especie de red de secuestro infantil. O algo peor, no estaba segura. Pero no podían quedarse ahí. Por inercia, cuando escuchó la vocecita de la niña, se acercó a ella. Estaba tan, tan delgada y tan mugrienta que se le encogió el corazón de forma dolorosa. — No, no soy tu mami, pero vamos a buscarla, ¿si? — La pequeña se dejó caer en el cochambroso sofá, pero Asradi se aproximó para acariciarle la mejilla con ternura y cargarla en brazos, de manera protectora contr su cuerpo. — Dime, ¿hay más niños aquí? Hace poco trajeron a otra niña, ¿la has visto? Intentaba no solo que la pequeñuela se mantuviese despierta, sino que le diese algo de información con lo que trabajar. Pero tras su pregunta, la respuesta que obtuvo fue casi inmediata, y no de la niña en sí. Pronto escuchó lloros y lamentos provenientes de las puertas que había en cada uno de los tres pasillos. No podía ser verdad. — . . . — Los ojos de la sirena refulgían con una mezcla de preocupacion y furia contenida. ¿¡Cómo podían ser tan desgraciados!? ¿A cuantos niños inocentes tenían ahí metidos? — No te preocupes, intentaré sacaros de aquí. Y, así, con la pequeña en sus brazos, Asradi se movió hacia uno de los pasillos, el de la derecha, y acercándose a una de las puertas. Vió el nombre sobre dicha puerta, en un cartelito igualmente mugriento hecho de madera. ¿Cuánto tiempo llevaban los pobres ahí metidos? — Hola, soy una amiga. — Habló a través de la puerta. Estaba cerrada, pero no tenía tiempo a buscar una llave. Usando sus propias habilidades, reventó el cerrojo de un escupitajo. No era lo más elegante ni femenino del mundo pero, ¿que importaba? Lo primero era lo primero: Eses niños. — Vamos a sacaros de aquí, ¿vale? Pero necesito que me ayudéis. — Miró a la pequeñuela que tenía en brazos y a la otra criatura que se hallase tras aquella puerta. — Hay que abrir las puertas y vigilar que no venga la gente mala. Ojalá la Marina llegase pronto. RE: ¡Hoy es el día de Sumpa! [Parte 2 -T2] - Ragnheidr Grosdttir - 28-11-2024 El sótano estaba sumido en un silencio tenso, interrumpido solo por el leve murmullo de los niños y el eco distante de los llantos que resonaban desde algún punto más allá. La atmósfera era opresiva, con el hedor nauseabundo impregnando cada rincón y haciendo que el aire pareciera más pesado. Las puertas del pasillo derecho, ahora abiertas, revelaban la magnitud del horror, niños desamparados, cada uno más delgado y frágil que el anterior, evidenciaban el sufrimiento al que habían sido sometidos. En una de las esquinas, los pequeños rescatados se mantenían juntos, sus ojos grandes y asustados siguiendo cada movimiento. Había un intento de esperanza en sus miradas, pero el miedo seguía presente, anclado en sus expresiones como una sombra imposible de disipar. El murmullo ahogado tras las puertas restantes se hacía más insistente, como un recordatorio constante de que todavía quedaban otros atrapados en aquel infierno. Más adelante, el corredor se bifurcaba. Tres pasillos, cada uno con tres puertas, aguardaban como si fueran caminos hacia lo desconocido. El golpeo desde una de las puertas al final del pasillo derecho seguía resonando, su eco acompañando la sensación de urgencia que llenaba el lugar. Encima de las puertas, los nombres escritos en tablillas mugrientas parecían testigos mudos de los horrores que se escondían tras ellas. Y entonces, el ruido de pasos. Pesados, lentos, pero cada vez más cercanos. Los hombres que se habían dispersado estaban regresando. Sus voces resonaban desde la escalera, hablando con tono desenfadado, como si no hubiera nada de anormal en lo que ocurría en aquel sótano. La conversación se hacía más clara con cada palabra. En tu caso, logras destrozar la cerradura y entras dentro. Uno de los niños, de cabello moreno y heridas bastante graves en la pierna derecha, cierra la puerta despacio. Te estaba protegiendo, porque sabía que tú eras la única esperanza. — Marlyn está en la habitación B, la que está delante.— Dice el niño con soltura. — Y Marya y Jon en la C. — Contesta la niñita que portas en brazos. Como si de un faro de esperanza se tratara, todos te rodean, estirando de tus ropas, sollozando. Balbucean nombres, nombres de más niños ... Son cerca de veinte si llegas a contar, demasiados. — Sí ... Emm .. Snif .... Snif ... — Uno de los chiquillos está moqueando, está más lejos que los demás, pero es más mayor también, rondaba los diez años. — No saldremos de ... Snif ... De ... De aquí ... — Se le caía el pantalón, pues estaba en clara desnutrición. RE: ¡Hoy es el día de Sumpa! [Parte 2 -T2] - Asradi - 29-11-2024 Con cada niño que veía, más se le encogía el corazón. Y más rabia estaba naciendo dentro de ella, pero tenía que controlarse, por aquellas criaturas. Todavía con la más pequeña en brazos y acurrucada contra sí. No había visto, todavía, a la niña que realmente había venido a buscar, pero tampoco podía dejar a estes a su suerte. Si por ella fuese, se los llevaría a todos ahora mismo. ¿¡Dónde diablos estaba la maldita Marina!? ¡Panda de inútiles que dejaban que estas cosas sucediesen! Asradi apretó los dientes, antes de inspirar aire para calmarse. Fue entonces que escucharon pasos. Y voces. Y no precisamente las de los niños. Uno de los pequeños que estaban en esa habitación, cerró muy suavemente la puerta y la sirena entendió el porqué. Intercambió una mirada con él y ella, con la niña, fue a acurrucarse un momento a una esquina, con tal de que no la viesen. — En la B y en la C... — Murmuró pensativa. Al menos tenía ubicaciones de otro par de niños. Pero todavía quedaban dos pasillos más. Y no podría hacer gran cosa si eses desgraciados andaban rondando. Tenía que proteger a los niños, pero no podría hacerlo si eses tipos seguían enteros. Asintió al niño moreno. También se había percatado de las heridas que tenía en la pierna. Le pidió que no hiciese ruido y dejó a la más pequeña en el suelo. Era un riesgo, pero si había alguna posibilidad de escape, el pequeño tenía que ser capaz de correr o, al menos, de caminar. — Ven, te curaré un poco esa pierna. — Le indicó para que se acercase. Rebuscó un par de cosas en su mochila y procedió a hacerle unas curas de urgencia, con los utensilios que tenía encima. Al menos desinfectar todo lo posible y cubrir las heridas con un tipo de hierbas que tenía y que le ayudarían a que cicatrizasen pronto y le aliviasen el dolor. Sujetó las mismas con un trozo de tela limpio y le sonrió. — Intentad no haced ruido, voy a intentar averiguar cuantos son. — Musitó. La sirena frunció ligeramente el ceño y luego suspiró. Sus ojos azules cambiaron, directamente, a una coloración más grisácea, señal de que había activado su Haki de Observación. No lo tenía muy entrenado, pero esperaba que fuese útil en una situación como aquella. Su intención era la de intentar averiguar, primero, cuántos hombres habían entrado, para ver si había posibilidad alguna de enfrentarse a ellos. Y, posteriormente, intentar rastrear al resto de niños en los pasillos aledaños. Una vez hecho esto, parpadeó para que su mirada volviese a la normalidad, mientras sopesaba sus posibilidades. |