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[Autonarrada] [ T1 ] El Misterio del Barco Fantasma - Versión para impresión

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[ T1 ] El Misterio del Barco Fantasma - Arthur Soriz - 29-11-2024

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día 9 de verano
año 724

La brisa salitre del mar siempre tiene un modo peculiar de calmar los ánimos... pero esa noche en Rostock el aire parecía cargado de algo más; incertidumbre. Las calles del puerto estaban más vacías de lo habitual y los pocos aldeanos que merodeaban, evitaban el tema del "barco fantasma"... como si mencionarlo pudiera atraer una maldición. Desde mi posición en la base G-23 de Isla Kilombo, observaba las aguas oscuras con un mal presentimiento.

Había escuchado los rumores durante días... un barco apenas visible bajo la luz de la luna parecía navegar silenciosamente cerca de la costa siempre apareciendo a casi la misma hora al caer la noche. Sin tripulación aparente... sin señales de vida. Algunos decían que era el regreso de antiguos piratas, otros juraban que era el alma de un capitán maldito buscando venganza por aquellos que no le dieron lo que se había convencido a si mismo le pertenecía y merecía.

Como Marine, sabía que la verdad rara vez era tan fantástica, pero no podía ignorar la creciente inquietud entre los aldeanos.

Yo no soy alguien que crea en cuentos de fantasmas honestamente... en mis sesenta y tres años de vida nunca había visto nada como espíritus o barcos fantasma... mucho menos piratas que quisieran venganza por un tesoro frustrado o algo por el estilo. Pero como Marine mi deber es garantizar que estas historias no se conviertan en pánico.

Así que al caer la tarde, reuní a un pequeño grupo de reclutas recién llegados a la base. Eran jóvenes, entusiastas y un poco asustados por el rumor... pero este sería un buen entrenamiento para aumentar su coraje. Si había algo detrás de esos rumores, lo descubriríamos más pronto que tarde; o eso esperaba.

Y así llegó la primera noche... el frío de la brisa nocturna se colaba entre los dobleces de mis prendas. Desde el risco donde nos habíamos instalado podíamos escuchar el suave romper de las olas contra las rocas más abajo, un sonido que normalmente habría resultado relajante si no fuera por el motivo de nuestra vigilia. La luna... alta en el cielo, bañaba el mar con un resplandor plateado que parecía amplificar las sombras y movimientos del agua, dándole una apariencia un tanto más misteriosa y tétrica a la noche. A mi lado los reclutas estaban inquietos. Los tres eran bastante jóvenes, tanto así que probablemente si sumaban sus edades aún y con todo no llegaban a alcanzar la mía.

Les había pedido que vinieran con lo mínimo: solo su rifle reglamentario, mantas para cubrirse si hacía frío y por sobre todas las cosas mucho más importante, su valentía.

Aunque, por la manera en que miraban al horizonte, estaba claro que esta última brillaba por su ausencia.

¿Cuánto más, señor? — murmuró uno de ellos, un chico llamado Harris. Era alto, desgarbado, y su voz temblaba un poco... aunque intentaba disimularlo.
Paciencia, Recluta Harris. — respondí, sin apartar la mirada del mar. — Si ese barco aparece cada noche, no debería tardar mucho más en hacer acto de presencia.

El viento sopló más fuerte, llevando consigo el aroma a sal y algas. A nuestra derecha el faro de Rostock giraba lentamente lanzando haces de luz que cruzaban las olas. Pero incluso esa luz parecía evitar la zona donde, según los rumores, aparecía el barco fantasma. Por un momento todo estuvo en calma... tan solo el sonido del mar y el ocasional crujido de las ramas de los arbustos detrás nuestro. Empezaba a pensar que los viejos de Rostock habían exagerado, que tal vez solo habían confundido algún barco pesquero con una aparición.

Y entonces lo vimos.

¡Ahí está! — exclamó otro de los reclutas, señalando al horizonte.

A primera vista parecía una sombra más en el agua... pero pronto se hizo evidente que era algo más. Una embarcación oscura avanzaba lentamente... casi indistinguible del mar que la rodeaba. No tenía velas desplegadas ni ruido de tripulación; sin embargo, se movía con una fluidez antinatural.

Silencio... — ordené en un raudo susurro, levantando la mano para calmar a los muchachos. — No hagan ruido.
Observamos en silencio mientras el barco seguía su curso. Una tenue luz parpadeaba en su cubierta, moviéndose de un lado a otro como si alguien la sostuviera. Sin embargo, a esa distancia era imposible distinguir alguna figura.
¿L-lo ve, s-s-señor? ¡E-es un barco f-f-...f-fantasma de verdad! — susurró Harris, su rostro pálido bajo la luz de la luna y tembloroso como una hoja al viento.
Tonterías, recluta... — respondí en voz baja, aunque debo admitir que incluso yo sentí un escalofrío al verlo. No era normal... eso estaba claro. Pero los barcos no navegan solos, y no creía en fantasmas. Había una explicación para todo y mi trabajo era encontrarla.

El barco no se acercaba demasiado a la costa, manteniéndose a una distancia prudente. Después de unos minutos comenzó a desvanecerse en la niebla nocturna, como si nunca hubiera estado allí. Volteé mi mirar hacia los reclutas, emitiendo un ligero suspiro de decepción al no haber podido ver mucho más que una luz que se mecía y poco más.

Mañana saldremos a investigarlo más de cerca... — les dije. — Esto no es un fantasma, y lo vamos a demostrar.

Ellos asintieron aunque ninguno parecía del todo convencido. Uno de ellos, un chico de baja estatura llamado Grayson, se armó de valor para preguntar algo que me sacó una ligera carcajada a sabiendas de que era obvio estaban completamente aterrorizados, más yo siempre le buscaba la explicación lógica a lo que sucedía.

¿Y si sí lo es, señor? ¿Qué hacemos si es un barco maldito?

Sonreí levemente, tratando de aliviar la tensión.
Entonces será la primera vez que atrapamos un fantasma para la Marina, Recluta Grayson. ¡Será un honor histórico!

El grupo soltó una risa nerviosa... pero el ambiente seguía cargado. A medida que comenzábamos a recoger nuestras cosas para regresar a la base, no podía dejar de pensar en la forma en que ese barco se movía... demasiado tranquilo, demasiado preciso. Parecía tener incluso un recorrido constante, memorizado.

De camino de regreso a la base G-23, cada uno de nosotros estaba sumido en nuestros propios pensamientos. Los rumores del pueblo ya no parecían tan ridículos pero seguía convencido de que había una explicación lógica detrás de todo esto. Tal vez piratas escondiéndose, tal vez contrabandistas, o incluso un barco abandonado a la deriva.

Sin embargo, mientras subíamos la colina que conducía al cuartel, lancé una última mirada hacia el mar. El horizonte estaba vacío, pero el recuerdo del barco seguía grabado en mi mente. Porque fantasma o no... sabía que lo que sea que estuviera detrás de esto no traía nada bueno para Rostock.

[ · · · ]

día 10 de verano
año 724

Por la mañana visité el puerto para hacer preguntas entre los pescadores. Algunos aseguraban que el barco estaba maldito. Otros que era un signo de que los piratas regresaban. Sin embargo un anciano con cara de haber vivido más tormentas de las que podría contar me dio una pista útil: semanas atrás, una tormenta había arrastrado restos de un barco desconocido hacia la costa norte... pero nadie había encontrado sobrevivientes. De vuelta en el cuartel reuní al grupo de reclutas. Les expliqué lo que había aprendido en el puerto y lo que eso podía significar.

La mención de un posible naufragio pareció calmar a un par de los reclutas, la idea de enfrentarse a fantasmas era mucho más aterradora que explorar un barco vacío.

Bien, reclutas. Esto es lo que haremos... — dije, desplegando un mapa de la costa de Rostock sobre la mesa del comedor común. — Esta noche, tomaremos un bote y nos acercaremos al barco. Pero esta vez, vamos preparados. Grayson, asegúrate de que las linternas estén listas y bien cargadas. Harris, tú te encargarás de las cuerdas y los ganchos de abordaje. Ruth, tú verifica las armas. No esperamos combate, pero quiero que tengamos todo en orden. — expliqué con total detalle dejando en claro las tareas de cada uno para que no hubiera espacio a dudas o confusiones, debía tomar el liderazgo de esta misión por si las dudas tuviéramos que tomar armas.

¿Y si está realmente vacío, señor? — preguntó Harris.
Si está vacío, buscaremos pistas. Un barco no navega solo, y esa luz no se mueve por arte de magia.

El resto del día lo dedicamos a prepararnos. Mientras los reclutas cargaban las provisiones en el pequeño bote que usaríamos para la operación nocturna, me tomé un momento para inspeccionar el equipo. Todo debía estar en perfecto estado incluso si no teníamos intención de usarlo. En lo que ellos terminaban los preparativos, decidí dar un paseo por los acantilados al norte del pueblo. Quería ver si encontraba algún indicio de los restos que mencionó el viejo que me dio ese vital trozo de información.

Al llegar vi marcas en las rocas que parecían recientes: astillas de madera, algunas casi petrificadas por la sal. Eso confirmaba que algo había naufragado en esa zona.

Encontré también lo que parecía un pequeño barril semihundido, con un símbolo que me parecía bastante familiar, un par de cuchillas cruzadas delante de lo que parecía ser un rayo. ¿De dónde me sonaba tal diseño? Lo tenía en la punta de mi lengua pero no era capaz de ponerlo en palabras con exactitud. Ligeramente frustrado, tomé la decisión de volver al puerto con los reclutas, a esperar el momento adecuado cuando llegara la noche para zarpar.

La brisa marina era más fría de lo que esperaba cuando zarpamos esa noche. Las aguas cerca de Rostock estaban calmadas afortunadamente... pero eso solo hacía que la presencia del barco fantasma se sintiera aún más desconcertante. El cielo estaba despejado, con estrellas brillando sobre nosotros y una luna que bañaba el océano con su tenue luz plateada. Era casi poético de no ser por la inquietud que pesaba en el aire.

En el bote veníamos mi equipo y yo: Grayson, Harris y Ruth. Cada uno tenía un rol claro, pero todos compartíamos la misma mezcla de entusiasmo y tensión. Ruth, con su mirada aguda y cabellos rojos como la mismísima sangre, sostenía una linterna que balanceaba levemente con el movimiento del bote. Harris remaba en silencio con los músculos tensos. Grayson... más relajado de lo que debería estar, tenía un arpón apoyado en el regazo, "por si acaso". Cuanto más nos acercábamos, la tensión subía entre los reclutas, y mi mirada estoica seguía estando allí... no era una fachada, debía mantener la calma si quería que ellos también la tuvieran; un lider cobarde solamente creará cobardía en los que buscan su guía.

El barco apareció tal como la noche anterior... una sombra oscura contra el horizonte con una luz parpadeante en la cubierta. Desde esta distancia, podía distinguir mejor los detalles. El casco estaba desgastado, con grietas visibles y pedazos de madera astillada. Parecía un barco viejo, abandonado, pero algo lo mantenía a flote y en movimiento. No tenía velas desplegadas, y aun así se balanceaba en las aguas como si fuera guiado por una corriente invisible.

Ahí está... — susurró Ruth, enfocando su linterna hacia la embarcación. La luz reveló el nombre tallado en el costado del barco incluso en su vieja madera se podía leer... "Tormenta de Medianoche".

Entrecerré mis ojos, una clara expresión de pensamiento profundo. Había oído ese nombre antes, o eso quería creer. Era un barco registrado en los informes de la Marina... perteneciente a los Cuchillas de la Tormenta. Una banda de piratas conocida por sus saqueos en las islas cercanas. Esto no era un simple caso de rumores locales y fantasmas... no, este barco podía contener secretos valiosos.

Cuando estuvimos lo suficientemente cerca, lancé un gancho de abordaje hacia el costado del barco que nos ayudaría a subir. Lo único que irrumpió el sonido de la noche y el mar fue el metal al chocar contra la madera del barco. Subir la cuerda no fue fácil... la humedad y el viento hacían que cada movimiento requiriera esfuerzo. Grayson fue el primero en seguirme, seguido de Ruth y Harris.

Al llegar a la cubierta... el aire cambió. No era solo frío, había una extraña sensación de abandono como si las paredes y la madera mismas observaran nuestra intrusión. La cubierta estaba cubierta de escombros... cuerdas rotas, cajas vacías y algunos barriles volcados cuyo contenido se había podrido o desvanecido semanas atrás. Pero lo que más me llamó la atención fue el absoluto silencio. No había ningún sonido de vida... ni ratas, ni gaviotas, ni siquiera el crujir habitual de un barco que se mece gentilmente sobre el agua. Era como si el lugar estuviera congelado en el tiempo.

Esto está mal... — murmuró Harris mientras revisaba una pila de cajas vacías. — Un barco así debería estar lleno de huellas. Aquí no hay nada, ni marcas en la cubierta...
No te relajes, puede llegar a haber alguien escondido aún en este barco. — respondí, mientras hacía un gesto para que avanzáramos hacia las escaleras que llevaban al interior del barco.

Descendimos con cautela... el aire en el interior era pesado, con un olor a humedad y madera podrida que nos invadía las fosas nasales nada más cruzar el umbral. Los reclutas arrugaron sus narices casi al instante, haciendo que soltara un ligero resoplido a modo de risa. La bodega estaba desordenada pero no vacía. Encontramos baúles abiertos, muchos llenos de ropa vieja, armas oxidadas y herramientas náuticas que parecían no haberse usado en meses.

Fue Grayson quien se dio cuenta algo extraño en un rincón de la bodega... un escritorio o lo que quedaba de este con un montón de papeles esparcidos sobre este. Me acerqué con cuidado y le indiqué a Ruth que se acercara con su linterna para examinarlos. Eran registros de navegación y correspondencia con diversas fechas escritas trazando de varios meses atrás, todas marcadas con un sello que reconocí al instante... un símbolo con dos espadas cruzadas sobre un rayo.

Esos archivos son los Cuchillas de la Tormenta. — dijo Ruth, inclinándose para observar. Y allí me di cuenta casi de inmediato, como una revelación... el momento del esperado "¡Eureka!" que todos queríamos tener.

Sí... — confirmé, mientras recogía con cuidado los papeles. — Esto no es cualquier barco. Parece que aquí planearon varias de sus rutas y saqueos.

Uno de los documentos era particularmente interesante... un mapa que señalaba varias islas cercanas, con marcas específicas alrededor de puertos y asentamientos. No había duda de que contenía información crucial para las operaciones de esta tripulación pirata. Además... había una lista de nombres y apodos, probablemente de los miembros de la tripulación. Algunos estaban tachados, lo que sugería bajas en sus filas incluso antes de que la gran tormenta se llevara este barco a cuestas.

Antes de abandonar el barco decidimos revisar el camarote del capitán. Era el único lugar que aún no habíamos inspeccionado... y su puerta, aunque dañada, seguía parcialmente cerrada. Empujé con cuidado hasta abrirla por completo y lo primero que noté fue la luz. En un rincón del camarote colgado de una viga baja a medio quebrar estaba un farol que oscilaba con el movimiento del barco. La llama parpadeaba suavemente, proyectando sombras sinuosas en las paredes de madera cubiertas con lo que parecía ser el comienzo de moho.

Ruth lo examinó con certero interés.
¿Es esta la famosa luz que ven cada noche? — preguntó ella. No cabía duda, no vimos ninguna otra luz al subir al barco. Asentí mientras me acercaba... el farol estaba sostenido por un gancho que se movía con las olas. No había fantasmas ni piratas ocultos dentro de un barco abandonado. Era un simple farol, probablemente encendido por lo último que quedó de la tripulación antes de abandonar el barco y dejado ahí, olvidado, como una vela que se niega a extinguirse.

Esto es lo que todos en Rostock han estado viendo en la noche,—concluí. — Una luz atrapada en un rincón, reflejándose en el agua.
La ironía me arrancó una sonrisa. Tanto misterio... tantos rumores sobre fantasmas y la respuesta era una linterna que alguien olvidó apagar.


Con los documentos cuidadosamente guardados en una bolsa de cuero sabíamos que habíamos cumplido nuestra misión. El barco seguía siendo un enigma inquietante al no saber qué le había pasado exactamente a su tripulación... ¿seguirían vivos, habían muerto todos? ¿Acaso la banda pirata ya no existía más? Independiente de cual fuera la respuesta a todas esas incógnitas, su propósito había quedado claro... un refugio abandonado por los piratas que una vez lo comandaron.

Miré a mi equipo, agotado pero satisfecho.

Es hora de dejar este lugar. — dije soltando un fugaz suspiro.

Ellos se veían un poco decepcionados, como si en el fondo... quisieran que hubiera fantasmas de verdad y no tan solo un barco abandonado a la deriva llevando por las corrientes constantes de Isla Kilombo a su alrededor. Antes de descender a nuestro bote... tuve un último pensamiento. El Tormenta de Medianoche con su intimidante presencia y los rumores que había alimentado en Rostock, seguiría siendo un símbolo de miedo para los lugareños si permanecía en estas aguas. No podía permitirlo, al menos por los niños que tan crédulos crearían pesadillas por si mismos en las noches. Sería un ciclo sin fin.

Me acerqué al timón... se veía tan desgastado pero aún funcional para mi buena fortuna, y lo giré hacia el horizonte, fijando un rumbo que alejaría al barco de la costa. Las velas rotas se movieron ligeramente y el viento pareció captar mi intención. Poco a poco, el Tormenta de Medianoche empezó a deslizarse hacia el océano abierto, impulsado por las nuevas corrientes.

¿Lo estamos dejando ir? — preguntó Harris, mientras me observaba desde la cubierta.

Asustó a demasiada gente, ¿no te parece? — pregunté. — Que encuentre su lugar lejos de aquí... en altamar, donde ya no pueda causar problemas.

Con cuidado, bajamos al bote que nos esperaba y remamos de regreso a Rostock. Desde la distancia vi cómo el barco se deslizaba lentamente hacia el horizonte, su figura oscura cada vez más pequeña contra el brillo del agua iluminada por la luna.

No sabía cuánto tiempo permanecería flotando antes de sucumbir al desgaste del tiempo y el océano, pero una cosa era segura... el Tormenta de Medianoche desaparecería, llevándose consigo su legado de misterio por más corto que haya sido.

Cuando llegamos a Rostock el pueblo estaba tranquilo, una sensación de alivio me invadió. Habíamos hecho más que recuperar documentos valiosos. Habíamos desentrañado un misterio que había pesado sobre la comunidad. Al llegar a la base... los reclutas, agotados por estar en pie varias noches hasta la madrugada, se excusaron para seguramente ducharse y tirarse a dormir cuanto antes... recuperar las horas de sueño perdidas era importante así que no rechisté; los dejé ir.

Tras ver que los reclutas se retiraron a descansar, fui yo quien entregó los documentos personalmente. Nuestros superiores los revisaron como era debido y no tardaron en confirmar su importancia... esos registros contenían información clave que podría ser decisiva para desmantelar futuras operaciones piratas en la región.

El pueblo de Rostock pronto recuperó su rutina. Aunque algunos lugareños siguieron aferrados a la idea de fantasmas y misterios, sabía que nuestra investigación había tenido un propósito real. No todos los días un Marine logra destacarse sin desenvainar su espada o disparar su rifle... pero esa noche, mientras escuchaba el suave romper de las olas contra la costa en lo que comenzaba a dejarme caer sobre los gentiles brazos de Morfeo, comprendí que habíamos hecho algo aún más significativo: restaurar la paz y la seguridad de Rostock por más que haya sido algo tan pequeño a escala mundial; para mi, era igual de importante.