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[T2] Espadas robadas. Parte 5. - Dharkel - 19-12-2024 Loguetown
Día 15 de Verano del año 724
Dharkel se encontraba explorando unas antiguas ruinas que según la leyendo local ocultaba en sus profundidades una de las legendarias e impasibles al tiempo piedras poneglyph, las cuales según los escritos escondían secretos que podrían hacer tambalear el mundo. Pero por desgracia nadie había sido capaz de leerlas. O al menos nadie había revelados sus secretos públicamente hasta ahora. Continuó avanzando con cautela de no activar ninguna trampa, pero una placa de presión bien escondida hizo que el suelo cediese, dibujando un vacío bajo sus pies. El espadachín se estremeció, despertándose de su profundo sueño cuando un señor encorvado de avanzada edad consiguió, inexplicablemente, tirarle de su improvisado catre mientras le apuntaba con una espada que sin ninguna duda había sido testigo de grandes batallas. - ¡Dejadme en paz! ¡No tengo nada más de valor! ¡Me lo habéis quitado todo! Dharkel, aún confundido tan solo pudo levantar una mano para defenderse mientras trataba de mantener los ojos abiertos antes el radiante sol que se colaba por las ventanas y se proyectaba entre los vidrios roto que inundaban la habitación. - ¡Espera! – trató de decir sin que la baba se le escapase de entre sus adormecidos labios. Toqueteó el polvoriento suelo con cuidado de no clavarse nada con una mano mientras que la otra permanecía entre tapado los rayos del sol y defendiéndose de una posible embestida del anciano. Cuando finalmente encontró lo que buscaba se recostó sobre el mostrador, quedando sentado en el suelo. Extrajo un cigarrillo de la caja y lo lanzó hacia sus labios con una destreza sobrenatural. Con la otra mano abandonó la posición defensiva y la usó para prender el cigarro con la ayuda de un fósforo. - Ahora sí – dijo tras dar una larga calada y con los pulmones aún llenos de humo. Era el cigarro más importante del día, el que le permitía mitigar la ansiedad mañanera a la par que los químicos le despertaban. El anciano dio un paso hacia delante, manteniendo la espada lista para ensartar al extraño ante cualquier tipo de movimiento mínimamente sospechoso. - ¡Largo de aquí escoria si no quieres que te use de aperitivo! - ¿Ves esa caja de ahí? – Ladeó la cabeza hacia un lado -. Es el cargamento para la Marina que me pediste recuperar, ¿o ya te has olvidado de nuestro trato? – Meditó un par de segundos mientras terminaba de despertarse -. ¡Espera! – Se levantó de un salto -. No estarás fingiendo que no te acuerdas para no cumplir tu parte del trato, ¿verdad? Mucha gente ha muerto por estas armas. El hombre se acercó, entrecerrando los ojos. - ¡Ah, sí! El muchacho que quería aprender los secretos de la forja en una tarde – dijo irónicamente y dejando caer su brazo, aún sujetando la espada, la cual chocó con violencia contra el suelo -. Primero déjame revisar que no eres tú el que estás tratando de engañarme. Hizo un ademán con la mano para que Dharkel se apartase de su camino y poder así abrir la caja para comprobar su contenido. El explorador se movió hacia un lado mientras daba otra calada al cigarro, dejándole paso al maestro artesano. Varios minutos más tarde, el anciano se incorporó. - Muy bien, te intentaré enseñar algún truco. Nada muy elaborado, esto es un arte que no se puede aprender en un solo día – reprendió al artesano reconvertido en aprendiz cuando estaba a punto de protestar -. Vamos a necesitar dos cosas. La primera es que me des uno de esos cigarros que tienes ahí. Y la segunda es que me demuestres lo que sabes hacer. Dharkel le miró sorprendido. - Está bien, sírvete tú mismo. - ¿Tienes algún hierro que estés dispuesto a sacrificar en aras del aprendizaje y una maestría superior? – Sus cejas se tornaron inquisitivas. El espadachín miró la única arma que portaba: una katana de baja calidad. La desenvainó y se la ofreció al maestro. - Es lo único que tengo, pero estoy convencido de que podremos hacer algo con ella. […]
- No, no, no. Lo estás haciendo mal, todo mal. ¿Dónde te han enseñado a forjar semejante basura? La frustración del maestro y las constantes críticas poco constructivas acentuadas por el intenso calor de las brasas y el fuego hubiesen ocasionado que muchos cejasen en su empeño por aprender, por continuar mejorando. Pero no aquel espadachín que había sacrificado su propia hoja para intentar conseguir algo de una calidad superior. Sin contar las vidas que se habían perdido por el camino para cumplir su parte del trato. Se limpió el sudor de la frente con el antebrazo y continuó martilleando el hierro candente, tratando de conseguir nuevamente la forma de una katana, o algo parecido, pues su maestro se negaba a usar moldes que facilitasen el trabajo. ¿Sería aquello uno de los secretos que trataba de enseñarle? ¿Aprender primero a forjar rudimentariamente mejoraría luego su comprensión a la hora de aplicar moldes u otras técnicas más cómodas y rápidas? A cada hora que pasaba sin obtener resultados positivos ni mejoras se iba cuestionando si no se trataría de un simple estafador que se había aprovechado de su falta de experiencia y conocimientos. Eso explicaría el decadente estado de su pequeña tienda. ¿Estaría tan loco o desesperado como para tratar de jugársela a un homicida serial? RE: [T2] Espadas robadas. Parte 5. - Moderador Doflamingo - 20-12-2024 ¡RECOMPENSAS POR AUTONARRADA T2 ENTREGADAS!
Usuario Dharkel
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