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[A-T2] Tras la Tormenta - Alistair - 06-01-2025 Cielo tan oscuro que podía opacar cualquier sol que intentase interponer su presencia, estruendos tormentosos por todas partes, destellos de luz y luego... Una caída en picada. Incluso con toda su experiencia sobrevolando las mas turbias alturas, era la primera vez que podía apreciar la extensiva capacidad para la brutalidad que podía demostrar la naturaleza cuando cierto número de factores se reunía en un mismo sitio. Truenos por doquier capaces de arrancar extremidades de los animales mas resilientes y de derribarlos como si fuesen un barco de papel en medio de un tsunami. Pobres criaturas... Incluso si estaban conscientes de los riesgos por los que podía pasar, la parte más sensible del emplumado no podía evitar preguntarse por el destino de aquellos majestuosos seres, al menos esperando de todo corazón de que pudieran haber salido tan ilesos como pudieran de una situación así. Quemaduras sí, posiblemente una extremidad perdida, pero que no perdiesen la vida por un capricho del clima. Fuera como fuera, incluso si su empática naturaleza deseaba hacerlo con todas sus fuerzas, no tenía tiempo de preocuparse por quienes ya no estaban en su órbita inmediata. No debía olvidar que no solo él también había sido un involucrado en el choque consecuente que todas las circunstancias anteriores habían ocasionado, sino de que era quien ocupaba el cargo de médico entre el Sindicato. Su primer deber era encargarse de que los tripulantes se encontrasen en un buen estado médico, y si no era el caso, hacer todo lo posible para corregirlo al punto deseado. Lo primero fue revisar todas las heridas de los miembros tripulantes, él mismo incluido tan pronto su cabeza acabó de dar sacudidas y retumbadas tras el choque. Había dolor, si, pero no era nada que la tripulación o él no hubiesen experimentado en su pasado como miembros de la Armada Revolucionaria. Libertadores o no, en su núcleo eran soldados que habían visto conflictos a menor y mayor escala, y que no se dejarían tumbar por una o dos contusiones, o incluso huesos rotos. Aprieta el puño bueno, haz una mueca que haga burla a los daños, y sigue adelante como si la vida dependiese de ello. Porque la mitad del tiempo, la vida sí que dependería de ello. The Peace, el submarino del grupo, había tenido la suerte de aterrizar en agua (que no había sido para nada amable, y a esa velocidad en un ángulo insuficientemente horizontal, era mínima la diferencia de estrellarse contra concreto, pero al menos esa mínima diferencia les permitiría vivir como algo diferente de una mancha en el suelo. Tan pronto el submarino pudo arribar a tierra firme, el mochuelo sería de los primeros en tomar la delantera y salir por la escotilla cuando fuese seguro. Era una situación excepcional, por lo cual se tomó la libertad de actuar de manera libre, no sin antes dejar por escrito lo que haría: Explorar un poco la nueva, gélida isla en la que habían acabado. ¿Era una característica propia del lugar al que habían llegado, o eran las aguas del North Blue tan frías por igual? Un detalle de importancia a mantener como una nota mental, pero que por ahora se mantenía con indiferencia. A su expedición tomó tan solo lo estrictamente necesario, limitando el peso de su equipo para poder viajar ligero y cubrir mucha mas distancia en menos tiempo; mantendría esta primera excursión al mínimo, explorando solo los alrededores inmediatos, y así reservaría tanto sus energías como su capacidad de vuelo para la segunda en la cual podría recorrer el lugar desde un punto ventajoso. Ahora mismo, su exploración se vería favorecida si se realizaba en tierra. Lo importante era recolectar información útil de lo que estuviese a su mano, ver qué podían usar para su beneficio sin profanar la fauna y flora local, y establecer un perímetro que pudiesen asegurar fácilmente en caso de que pudiese haber entidades hostiles por el lugar, además de servir como un campamento principal con acceso rápido a The Peace si llegase a peores. Quería ser optimista, y siempre se lo repetía a sí mismo, pero sabía que tener una preparación de más era mejor que cargar con un brazo de menos. Con tan solo sus tres armas, un cuaderno que usualmente usaba para anotaciones científicas y su Den Den Mushi en su bolsillo, inició la pequeña caminata. Se centró en recorrer la zona boscosa más cercana que delimitaba con la playa que habían acabado, siempre atento a su olfato en caso de que una presencia extraña llegase a su naríz antes que la mencionada presencia llegara al cuello del emplumado. En la pequeña zona que recorría, el sector parecía mantenerse seguro dentro de los estándares esperados. Bosques simples, fauna con la cual podía trazar tan solo mínimas similitudes con otras especies, y suelos que parecían tener problemas con demostrar fertilidades; era lo que podía esperarse de un clima tan frío. Que, en otro tema... Hacía un frío de narices que le permitía ver su propio aliento cada vez que exhalaba, y que si llegase a enfermar, estaba bastante seguro que cualquier mucosidad se le congelaría al primer segundo que salieran de sus fosas nasales. El ambiente con el que más hostilmente se llevaba, menuda suerte... Suspiró profundo, intentando ver la vista más amable de la situación e invocando sin demora la llama Lunarian sobre su espalda, intentando que ésta le proporcionara al menos un ápice de calor para ignorar la suave pero persistente ventisca en el lugar. No pudo haber sido más de una hora lo que tardó dando vueltas por el sitio, marcando en el diario que había traído la ruta que había recorrido y algunas anotaciones menores en la zona circundante. ¡Incluso había dado con una fuente de agua de camino! A medio congelar, pero producir fuego no sería problema entre su grupo, y el resto sería unir su cabeza con la de Rocket para crear un artilugio capaz de derretir y purificar el agua en una sentada. Cosa de un sábado casual, un problema de fácil solución cuando se contaba con la ayuda de alguien más. Aún le preocupaba el bienestar de la tripulación, y aunque era cierto que se había asegurado de dejarlos estables y con tan solo las molestias que se esperarían de tal sacudida (y posiblemente una que otra violenta resaca), no podía permitirse separarse del grupo por demasiado tiempo, tanto por el bien propio como el de ellos. Estiró las alas, las agitó sin despegar repetidas veces para que los músculos que las componían entrasen en calor, y cuando estaba seguro de que no se congelaría en el aire, pegó un salto fuerte que luego controló con los apéndices voladores, dándose dirección y finalmente velocidad sostenida para entrar en vuelo. Para una primera expedición, estaba bien así. Solo quedaba compartir lo descubierto con los demás, y dar una segunda revisión para acabar de calar su preocupación. RE: [A-T2] Tras la Tormenta - Moderador X Drake - 06-01-2025 ¡RECOMPENSAS POR AUTONARRADA T2 ENTREGADAS!
Usuario Equis
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