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Descubriendo la Maldición - Horus - 06-01-2025 5 de Invierno, Atardecer
Costa de Tortuga
Aún se encontraba la joven Anaka refugiada entre los acantilados y la maleza que acompañaban la playa de aquella esquelética isla. A su lado descansaba el inmenso cuerpo del pulpo globo, recuperándose de sus heridas durante la tormenta, con algunas vendas improvisadas que le aplicó la sirena. Vigilando la zona, bien atento estaba el fiel cánido Anubis, quien permanecía tranquilo cerca de los dos, pero con sus orejas erguidas y atentas a cualquier sonido que pudiera aproximarse a la zona, ya fuera una persona o un animal, aunque también se deleitaba con el canto de la sirena que trataba de calmar al pulpo gigante. Pero mira cómo beben los reyes marinos en el mar, pero mira cómo beben por ver a Nika nacer. Beben y beben y vuelven a beber los reyes marinos en el mar por ver a Nika nacer. Lily se está peinando entre cortina y cortina. Sus cabellos son de agua y el peine de kairoseki fino. Pero mira cómo beben los reyes marinos en el mar, pero mira cómo beben por ver a Nika nacer. Beben y beben y vuelven a beber los reyes marinos en el mar por ver a Nika nacer. Lily lava pañales y los tiende en el desierto. Los pajarillos cantando y el lirio floreciendo. Su canto era armonioso, un rasgo muy frecuente en las sirenas. Pero que fuera común no lo hacía menos cautivador, puesto que no era muy habitual poder disfrutar de la compañía de una sirena en la vida de un marinero. Por eso yo estaba agradecido por su presencia. Aunque tenía que decirle que aflojara un poco el tono para no llamar la atención de algún pirata de la isla, su encanto cantado y la reciente noticia de que creía haber consumido una akuma no mi me habían despistado un poco de las precauciones que debíamos tomar. Pero mira cómo beben los reyes marinos en el mar, pero mira cómo beben por ver a Nika nacer. Beben y beben y vuelven a beber los reyes marinos en el mar por ver a Nika nacer. Lily se está lavando con un poco de jabón. Se le han pintado las manos, manos de mi corazón. Pero mira cómo beben los reyes marinos en el mar, pero mira cómo beben por ver a Nika nacer. Beben y beben y vuelven a beber los reyes marinos en el mar por ver a Nika nacer. Pero mira cómo beben los reyes marinos en el mar, pero mira cómo beben por ver a Nika nacer. Beben y beben y vuelven a... — Oye, Anaka, he vuelto — le diría, interrumpiéndola, aunque me dolía. — ¿Qué tal, pudiste encontrar una ciudad? — me preguntaría. — Sí, pero será mejor no acercarnos despreocupadamente; al parecer, estamos en una isla sin ley, gobernada por piratas, isla Tortuga, para ser precisos — le diría con toda tranquilidad. — ¡¿Qué estamos donde?! — exclamaría preocupada. Ignorando unos momentos a la sirena, descolgaría la mochila recientemente comprada y empezaría a sacar de su interior algunas cosas que había adquirido recientemente en la ciudad pirata. Eran, básicamente, dos chaquetas largas y cálidas, dos den mushi sencillos, un mapa del North Blue, un Log Pose y otra bolsa de objetos, colocándolos frente a la sirena. — Si es una isla pirata, es algo malo, pero bueno, he podido comprar igualmente; solo tenemos que ir con cuidado — le diría con calma y serenidad. — Pero... tenemos que mirar de salir de aquí cuanto antes — me diría con preocupación. — Sí, pero para eso necesitamos aprovisionarnos bien y conseguir un transporte. Pero no estamos tan mal; he escuchado que hay una comunidad aislada que vive al margen de los piratas. Es a quienes quiero encontrar, los Tribulantes, ese es nuestro objetivo — le diría a la mujer. Isis se posó al lado de Anubis tras patrullar la zona e ir siguiéndome desde la ciudad en las alturas. Con todo desplegado, le pasaría a Anaka varias de las cosas que había comprado para ella, con el fin de que también estuviera bien preparada y equipada para lo que pudiera pasar: un den den mushi, un abrigo y el material de navegación. — Bien, esto es para ti, así podrás abrigarte y empezar a estudiar un poco las aguas de este mar — le diría con una sonrisa. — ¡Awww, gracias! Un Log Pose, al fin; tenía muchas ganas de ver uno — dijo felizmente, tomando la brújula. — Todo es poco para la mejor navegante del mar — diría alegremente — Bueno, nos tocará planificar bien qué hacer, aunque luego necesitaré que me ayudes con algo — terminaría. Pasamos las siguientes horas planificando también nuestros próximos movimientos en la isla, como organizarnos y planear la búsqueda de los Tribulantes. Aunque la noche se avecinaba, tocaría dormir en turnos para montar guardia por si algo iba a pasar. Cuando el sol volviera a levantarse, nos tocaría buscar algún sitio en el que asentarnos. |