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[A-T2] Ruleta y Probeta - Alistair - 13-01-2025 Frutos, raíces, hierbas, plantas medicinales de todo tipo, y otras tantísimas cosas las cuales no conseguía categorizar del todo, al menos de momento. Una generosa cantidad de objetos se extendían a lo largo de una improvisada mesa la cual ocupaba para sus propios experimentos varios, fuesen de naturaleza médica, biológica o mecánica; un pequeño espacio en el que se podía permitir improvisar con una absoluta libertad en base a cualesquiera que fuera la idea que recorriera su cabeza en ese momento. El emplumado era un ser que desbordaba ideas pequeñas y grandes por igual, con poco órden, caóticas al punto de que en ocasiones requería filtrarlas de manera verbal para recordar a su cerebro el trabajo que debía hacer. Pero, ¿Qué mente creativa exitosamente nutrida no requería un poco de asistencia de vez en cuando? Un pequeño costo a pagar por siempre tener cómo mover las manos para descubrir algo nuevo, al menos a ojos de Alistair. La colección que ahora se encontraba a su disposición no había sido fácil de obtener en lo mas mínimo, aumentando la dificultad de este hecho por el contexto que lo rodeaba a él y al Sindicato desde que habían arribado al sitio. Sí, habían improvisado un lugar en el que no pasarían por primeras necesidades siempre que no se durmieran en los laureles, pero esto no los removía siquiera un centímetro de su posición como foráneos a la isla en la que habían arribado, Skjoldheim. Extraños en una tierra tan preciosa como implacable. No dudaría en comérselos vivos si se descuidaban. Para su disgusto y mala suerte, todo lo que se encontraba en la mesa tan solo eran las adquisiciones vegetales -y sospechaba animales también, pero requería de comprobarlo mejor- que se encontraban en las inmediatas cercanías del campamento que habían conseguido montar. Lo que sea que se encontrara en su caminar y pudiera cargar consigo, además de no representar un peligro inmediato para la tripulación o para el emplumado, lo guardaba dentro de su mochila como si se tratase de un objeto más a su inventario, dispuesto a tomar un enfoque metodológico bien estructurado sobre lo que sea que recolectara. Algunas de ellas no requerían de una tirada de moneda al aire, pendiente de la bendición o maldición de la Dama Fortuna, para verificar si sus efectos se mostraban beneficiosos. Una buena mayoría contaba con las suficientes similitudes con otras muestras traídas de islas diferentes como para hacer una breve comparación por medio de instrumentos científicos, como lo podía ser un invaluable microscopio o pruebas de PH para confirmar que los efectos aplicados en el cuerpo por la administración de las muestras tendría el mismo efecto de sus homónimas. Al menos a un grado mayor o menor, según de cuál hablásemos. Pero la ciencia no era perfecta, o su método aún requería pequeños pulimientos para poder tener una eficiencia completa. De la mayoría que si podía ser escaneada, categorizada y procesada por métodos ya existentes, una significante minoría conseguiría evadir sus capacidades de análisis y mostrarse como ingredientes completamente desconocidos a cualquier libro que el lunarian hubiese tocado en su vida, conservando las propiedades de un absoluto enigma a resolver con respecto a lo que pasaría si la molía y colocaba sobre la piel de alguien, o si la licuaba junto a otro líquido y la administraba de forma oral. Eso lo dejaba con una única opción, tan arriesgada como podía sonar: A falta de una librería a la cual acudir, un botánico local y que no forzaría a otro ser vivo a probar el contenido de una probeta de laboratorio que funcionaba como una efectiva ruleta rusa... Debía ponerse a sí mismo en la mesa de los experimentos y, ejerciendo extremo cuidado, probar tantos menjurjes como su cuerpo fuese físicamente capaz de tolerar hasta que cediera, o al menos hasta que empezara a dar indicios de estar alcanzando su límite. Siempre que se mantuviese metódico, lograría detenerse antes de enfermar gravemente por hacer el tonto. Trituró, mezcló, unió, diluyó... Toda clase de sonidos futuristas serían emitidos desde su espacio de trabajo personal para quien estuviese a rango de oído, hasta que finalmente conseguiría sacar tres compuestos finales que reunían los excedentes de manera tan uniforme como le era posible. Un polvo que de alguna forma había acabado con todo un espectro de colores sobre las partículas varias que lo componían, un líquido que parecía humear levemente solo con estar expuesto al aire y una crema de tono rosáceo que en un inicio sospechó como un antiséptico, pero que al final del día no favorecía a la desinfección de ningún tipo. Sus manos se colocaron sobre la mesa y el peso de su cuerpo se dejaba caer ligeramente sobre éstas, observando con detenimiento las tres sustancias que se dispondría a probar, francamente... Algo atemorizado por lo que pudiera pasar, pero continuaría a pesar de todo. La ciencia no era un campo para cobardes; los mayores resultados derivaban de los experimentos más arriesgados, y esto no podía ser la excepción de ninguna manera. Tomó la primera de éstas: Un polvo que reunía unas cuantas hierbas, logrando una combinación que rivalizaba con el espectro de colores de un arcoiris; no porque hubiese demasiados ingredientes en su composición, sino porque cada una de las hojas de la planta usada eran... Coloridas, cuanto menos. La revisó en tres ocasiones diferentes, empezando el análisis de cero a su totalidad como si esperase encontrar algo nuevo cada vez que lo intentaba. Y es que su mayor temor en este específico escenario era que hubiese una toxina completamente nueva esperando entre las partículas que componían el compuesto, acechante. Dentro de sus conocimientos previos como médico, había leído de terribles sustancias capaces de provocar una parálisis muscular generalizada capaz de acabar con criaturas varias veces el tamaño del lunarian, y aunque quisiese llegar hasta el final de ese agujero de conejo, sacrificar la vida en vano no estaba dentro de sus prioridades. Aun así... Las situaciones más extrañas demandaban las más fuertes de las voluntades. ¿O no iba así el dicho? Como fuera, sujetó con fuerza el papel sobre el que se encontraba el polvo y, con una pequeña paleta, empezó a administrar dosis cuidadosamente crecientes del polvo sobre su piel, esparciéndolo de manera uniforme en espera de una reacción. Esperó, y esperó... Nada, ni escozor, ni un cosquilleo por mínimo que fuera... De hecho, ¿no parecía que de repente estaba mas brillante? Parecía que había sucedido en un despiste, pues para cuando parpadeó, parecía que su piel había absorbido de manera impecable el polvo y, como resultado, toda la piel en la zona había quedado antinaturalmente brillante. No como para servir como una linterna, pero definitivamente emitía un brillo extraño de difícil percepción por tener la extremidad expuesta a plena luz del día. Un efecto que además, anotó entre sus notas, duró una notable cantidad de tiempo. ¿Qué narices acababa de crear? En concepto sonaba ridículo, pero... Nunca se sabía cuándo una ridiculez así podía marcar la diferencia. Al menos eso quería pensar. El segundo era el líquido. Poco espeso, de una tonalidad anaranjada y mostrando una efervescencia peculiar la cual, una vez las burbujas conseguían ascender lo suficiente como para estallar sobre el límite exterior del líquido, liberaban un gas que hacía verla como si humease. Si el compuesto anterior era inapetecible a la vista, este sencillamente se sentía como si estuviese metiéndose ácido a la boca. Nuevamente, se armó de valor y siguió adelante. Tomó el frasco de vidrio en el que estaba contenido, tomó una respiración profunda y dio un trago extremadamente corto, precavido de sus efectos. Tragó, saboreó y... Huh. Dió un segundo trago para confirmar, y un tercero mucho mas extenso que vació poco más de la mitad del contenido. ¡Sabía idéntico a jugo de naranja con gas! Una mezcla extraña sin dudarlo, pero era la similitud más cercana que se le ocurría. De hecho, puede que fuese su cerebro aliviado de que no fuese una sustancia nociva, pero le había resultado tremendamente apetitoso si conseguía ver mas allá de su apariencia. No sabía si sentirse feliz ante el descubrimiento, o profundamente indignado de que tenía tan buena mano para crear idioteces de ese calibre. Al último pero no menos importante: La crema rosácea la cual aún no tenía la mas mínima idea de lo que hacía, pero para ser justo, no era un caso diferente de las otras dos. Y éstas no habían salido tan mal, así que ¿Qué era lo peor que podía suceder? Como con la primera fabricación, utilizó una paleta para administrar una pequeña cantidad sobre la piel del brazo opuesto, aún sin utilizar para experimentar, y dejó que la sustancia tuviese efecto sobre su piel. Nada. Ni escozor, ni ningún otro tipo de sensación que fuese diferente a lo usual. Tampoco observaba su brazo con diferencia en la zona aplicada, o percibía... Alto, ¿eso era olor a fruta? Acercó su nariz hasta su brazo para intentar aislar la fuente, asegurándose de que no fuese su cabeza jugándole una mala pasada. Y... efectivamente, la crema le había dejado una fragancia frutal que cada vez cobraba más intensidad al punto en que se volvió nauseabunda. Peor todavía: Incluso con un chorro directo de su dial de agua en la zona aplicada, parecía que no conseguía sacárselo de encima con métodos tan blandos, probablemente requiriendo una sustancia mas... agresiva para el trabajo. Un humectante en polvo, un jugo efervescente de naranja y un perfume frutal en forma de crema. Con las expectativas que se había hecho... Francamente, no sabía si reír o llorar. RE: [A-T2] Ruleta y Probeta - Moderador Doflamingo - 15-01-2025 ¡RECOMPENSAS POR AUTONARRADA T2 ENTREGADAS!
Usuario Alistair
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