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[Aventura] [T5] Spin the Wheel - Versión para impresión

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[T5] Spin the Wheel - Arthur Soriz - 30-01-2025

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11 de Invierno
Año 724

El barco que te había traído se vio obligado a detenerse a un par de millas de la costa de Skjoldheim. El hielo, grueso y resplandeciente bajo la tenue luz de la luna invernal se extendía como una placa impenetrable sobre las aguas del North Blue. El capitán, un hombre curtido por los años de navegar en mares helados se acercó a ti con una expresión de disculpa. A tus colegas les habían dicho lo mismo, pero solamente restabas tú a sabiendas de que al ser una sirena tendrías la chance tal vez de ir nadando hasta las orillas a diferencia de otros que tendrían que apechugar y ser llevados en bote.

No puedo acercarme más, señorita. El hielo es demasiado denso y podría dañar la estructura... si intento forzar el barco podríamos quedarnos atrapados, o peor.

Skjoldheim siempre había sido implacable en invierno, y este año no era la excepción. No te tomaría mucho tiempo llegar a la costa y por ende al puerto de uno de los pueblos pesqueros. El aire olía a hogar... a ozono, a pino, a nostalgia pura. El camino hacia el pueblo pesquero más cercano no era largo pero el hielo lo hacía traicionero y hasta resbaladizo. A medida que te acercabas comenzaste a distinguir las siluetas familiares de los edificios, algunos más desgastados por el tiempo pero aún en pie como los recordabas. Las casas de madera con sus techos inclinados para evitar la acumulación de nieve se alineaban a lo largo de la costa. Chimeneas humeantes señalaban que a pesar del frío la vida seguía su curso.

El puerto sin embargo estaba desolado. Los barcos pesqueros normalmente anclados y listos para zarpar yacían atrapados en el hielo, sus cascos cubiertos con una capa blanca de nieve. Continuando tu camino, el pueblo aunque más silencioso de lo que recordabas aún respiraba vida. Ahora mismo no había nadie afuera por obvias razones. Pero no muy a lo lejos, casi como llamándote a entrar veías el corazón del pueblo. El Mjødhall. El edificio aunque no imponente, emanaba una presencia respetable. Sus paredes de madera oscura talladas con runas antiguas contaban historias de fiestas, tratos y reuniones que habían definido la vida del pueblo durante generaciones. Las ventanas iluminadas por el fuego que ardía en el interior dejaba en claro que incluso en tan despiadado clima había gente que quería ser feliz.

Te detenías frente a las puertas de enfrente. Aquí habías pasado noches enteras escuchando las historias de los marineros, riendo con amigos y soñando con un mundo más allá del fiordo. Aquí habías aprendido incluso a beber hidromiel aunque no estuvieras a buena edad, a bailar bajo las luces de las antorchas y a entender que aunque el mundo fuera vasto, Skjoldheim siempre sería tu hogar.



RE: [T5] Spin the Wheel - Asradi - 31-01-2025

Personaje

Virtudes y Defectos

Inventario


El sentimiento de nostalgia, de incertidumbre y de cosquilleantes nervios se apoderaba cada vez más de ella a medida que el barco se aproximaba a Skjoldheim. Luego de separarse y decidir irse por su cuenta, Asradi había tomado rumbo en otro navío que la acercaría todavía más a la costa que ella estaba buscando. La que conocía de toda la vida. A donde, desde pequeña, solía escaparse para disfrutar de las fiestas que se montaban en el Mjødhall. Recordaba eses momentos con una ligera sonrisa. Allí había aprendido las costumbres de los de la superficie, al menos de ese lugar. Allí había sido acogida de buen grado cada vez que su clan iba a comerciar con los nórdicos del poblado. Allí había aprendido también a beber, aún a pesar de, quizás, no tener edad legal para ello. ¿Pero qué importaba? Era Skjoldheim, esas celebraciones estaban permitidas para todas las dedades. Los niños eran fuertes e independientes. Tenían que serlo si querían sobrevivir en ese clima y esas localizaciones tan duras.

Cuando el capitán del barco le comunicó, faltando un par de millas para llegar, que no podrían ir más allá, la pelinegra asintió de manera suave. Lo comprendía. El hielo era grueso ya en esa época del año y podría no solo dañar el barco, sino encallar y hundirse en esas aguas heladas.

No se preocupe, puedo llegar sola desde aquí. — Algunos botes ya estaban siendo preparados para aproximar, de manera más segura, a la gente a la orilla. Una sonrisa suave se dibujó en los labios de la habitante de los mares. — Le agradezco el que me haya traído.

Tras eso y un par de palabras más, Asradi se dispuso a abandonar el barco. La orilla no estaba demasiado lejos. No para ella y, a decir verdad, echaba de menos nadar en las aguas gélidas del North Blue. Las del East, aunque agradables y menos peligrosas para lo que estaba habituada, eran demasiado cálidas para su gusto.

Sin dudarlo demasiado, se lanzó al mar, tras asegurarse de que llevaba todo encima. No iba a ocupar un puesto en un bote que, seguramente, le haría falta a otra persona, cuando ella podía manejarse bien entre esas corrientes. En cuanto se sumergió, dió un par de vueltas, como inspeccionando el terreno bajo el hielo. Los ojos azules, afilados ahora, se posaron en su alrededor. Podía escuchar, a lo lejos, el canto de las ballenas, lo que la hizo sonreír más ampliamente. Algunos peces de frías aguas nadaron alrededor de ella, casi como si le diesen la bienvenida. Y tras varios minutos de buen nado, terminó llegando a la orilla, emergiendo entre las zonas que el hielo no había cubierto por completo. Cuando lo hizo, a pesar de estar empapada (algo que no le importó en lo absoluto), lo primero que hizo fue fijarse en el enorme edificio central. El corazón de ese poblado. El corazón le dió un vuelco de expectación, de nervios. El aire olía a hogar, el ambiente frío le hacía erizar, de expectación, las escamas de su cola.

También se fijó en los barcos pesqueros. Anclados en el puerto, silenciosos y balanceándose suavemente debido a la marea. Con el tiempo que hacía y las gruesas capas de hielo sobre el mar, no saldrían a pescar. Tras atravesar el puerto, no tardó en distinguir las humeantes chimeneas, señal de que la gente se encontraría haciendo su día a día en el pueblo. ¿Se acordarían de ella? ¿Ella vería caras conocidas después de tanto tiempo?

Tras atravesar algunas calles que recordaca de memoria, llegó al corazón del pueblo.

Al Mjødhall.

Los ojos se le iluminaron de inmediato cuando se quedó frente al imponente edificio. Y los recuerdos le sobrevinieron. Ahí había estado noches celebrando y riendo, escuchando las historias, bebiendo hidromiel hasta el amanecer. Alguna vez se había dormido ahí mismo, con el regaño posterior que recibiría al regresar a la sede del clan, en el Jormungandr Fjord.

¿Estaría todo igual por dentro? ¿Habría cambiado algo? ¿Estarían todos bien?

El corazón le latía a mil por hora mientras su mirada recorría, con atención y cariño, cada talla hecha en la puerta, cada adorno y cada resquicio. Con una mano acarició la madera hasta que se terminó decidiendo. Las hojas de gruesa madera comenzaron a abrirse, con su característico chirrido.

Asradi soltó el aire contenido mientras su mirada terminó posándose en el interior. Ella bajo el umbral de la puerta.


RE: [T5] Spin the Wheel - Arthur Soriz - 31-01-2025


Cuando cruzaste el umbral que daba al interior del mjødhall, fue como haber pasado a un retrato de tu pasado. El aroma te trajo tantos recuerdos que fue una vorágine de sensaciones. El dulce aroma de la hidromiel, las delicias culinarias que viajaban de mesa en mesa siendo devoradas por la gente como si fuesen los platillos más deliciosos del puto universo. Las risas, la charla, el sonido constante de líquido siendo vertido dentro de jarras de madera talladas a mano. En tu pecho se arremolinaba una mezcla de angustia y felicidad, sentimientos encontrados por el hecho de haber vuelto, de que a pesar del tiempo que haya pasado, hay cosas que nunca cambian.

La gente danzaba por un lado, cantaban por otro, tocaban música a todo volumen tocando tambores y haciendo coro. Era tal y como lo recordabas. Algunos rostros podrías reconocer más avejentados, otros... lamentablemente faltaban, tal vez por el hecho de que el tiempo no les dio tregua, o simplemente se encontraban en sus hogares incapaces de salir por el invierno cruel que azotaba la region.

Algunos detuvieron sus cosas al sentir el frío repentino pasar por la hendija que abriste para poder pasar. Por suerte, y seguramente a sabiendas de lo que molestaba estar caliente y recibir un cachetazo gélido de alguien entrando, pronto solo te dedicaron una sonrisa afable al verte pasar. Algunos incluso te daban la bienvenida, pero sus expresiones no eran de gente que reconociera realmente quién eras. ¿Cómo podrían? A saber cuánto tiempo pasó, pero habías crecido, y con ello, tus facciones habían cambiado. Pero, era curioso sin dudas ver a una sirena en esas partes de Skjoldheim, en especial con el frío que hacía.

Rápidamente el tabernero te llamó la atención, alzando una mano e indicándote que te acercaras. Sirvió una jarra de hidromiel tibia, espumante, ligeramente carbonatada gracias a la leve fermentación que usualmente llevaba este brebaje. Con una amplia sonrisa, el viejo te sonrió de oreja a oreja. Su cabellera larga con algunas trenzas, su barba tupida, su cuerpo algo rechoncho pero de brazos fornidos, abrigado de pies a cabeza con ropajes de pieles. Y unos ojos que expresaban felicidad incluso ante todas las adversidades que la madre naturaleza les tiraba encima.

Muchacha, ¿qué hace una sirena fuera del agua? ¡Con el frío que hace! Toma toma, que seguro vienes de lejos así que algo caliente no viene mal, ¿quieres algo de comer, tienes hambre? ... ¿Qué te trae a nuestro humilde mjødhall?

Te preguntaba. Tú lo recuerdas, con algunas arrugas menos pero lo recuerdas bien. Ese hombre era Torfi Cnutsson, el mismo dueño de aquella taberna desde que tenías uso de la memoria. Y seguía siendo el mismo amistoso hombre que recordabas antaño. Su mirada, aún así, parecía aún no reconocerte. Tal vez por años y años de sobrevivir en estos complicados tiempos, más algunos te miraban de reojo, tal vez... hallando en ti algo reconocible, poco a poco comenzando a darse cuenta, o curiosos de saber por qué había una sirena allí.

Era casi como si hubiera pasado tiempo desde la última vez que vieron a una.



RE: [T5] Spin the Wheel - Asradi - 02-02-2025

Una rápida y ligera brisa helada se adentró en la calidez del interior en cuanto Asradi abrió la puerta. Apenas una rendija para pasar únicamente ella. Pero fue suficiente para que algunos copos de nieve invadiesen el interior de manera tenue pero significativa. Fue consciente de que algunos ojos se posaron sobre ella en cuanto hizo acto de presencia. La sirena hizo lo mismo, pero había caras que no reconocía. Y era normal, había pasado demasiado tiempo. Y aunque el clima de Skjoldheim no invitaba, precisamente, a veranear en la isla, siempre había habido viajeros que se detenían cuando las tormentas eran demasiado fuertes. Pero el sentir y reconocer el interior, las formas, el calor del hogar y, sobre todo, ese aroma a comida y a bebida casera. Las brasas y las llamas crepitando en el medio del enorme salón, iluminando y caldeando el ambiente. En silencio, Asradi volvió a cerrar las puertas del salón y, junto a ello, las miradas que estaban puestas en ella se desviaron y volvieron a sus asuntos. Al menos de manera directa.

La pelinegra se arrebujó un poco en el jubón de pieles y plumas que abrigaba su cuerpo, aunque dejaba a la vista, abiertamente, su cola de tiburón. Su condición de sirena. Había estado ahí tantas veces, cuando era más joven (antes de ser capturada por el Dragón Celestial), que nunca había temido tener que mostrarse tal cual era. Por eso, sin contar con el Jörmungandr Fjord, ese lugar era como su segundo hogar al cual podía escaparse, de vez en cuando, sin temer nada. Donde sabía que la acogerían con los brazos abiertos y...

Muchacha, ¿qué hace una sirena fuera del agua? ¡Con el frío que hace!

… Y una buena y rezumante jarra de hidromiel.

Los ojos celestes de Asradi se posaron, inicialmente, en dicha jarra en cuanto se había acercado tras el llamado del tabernero. De hecho, reconocía esa voz y el corazón le había dado un vuelco. Una esplendorosa sonrisa, quizás algo tímida al principio, se reveló en los labios de la habitante del mar, mientras rodeaba la bebida caliente y especiada con ambas manos, disfrutando de lo agradable que se sentía caldear los dedos con aquello.

No solo los dedos, sino también el alma.

Muchos recuerdos le vinieron a la mente en ese momento mientras la música sonaba, animada, por todo el salón. Las conversaciones eran en un tono alto, como siempre. La mayoría eran hombres brutos y rudos del mar. Pero que tenían un corazón que no les cabía en el pecho. Para cuando la pelinegra alzó la mirada, sintió esa congoja en el pecho. Ese nudo en la garganta, aunque sonrió.

Incluso se le escapó una suave risa.

Habían pasado varios años, pero a pesar de tener la tupida barba y el cabello salpicado de algunas canas... Era él. Sobre todo, esa sonrisa amable y risueña que tanto le caracterizaba. Se mordisqueó el labio inferior.

¿Estes brutos te han dado tantos quebraderos de cabeza que ya no te acuerdas de mi? — Bromeó, en un tono de alegría contenida y nostalgia por todo. — Te has hecho mayor, Torfi. — Asradi le guiñó un ojo, con esa coquetería innata y cierta picardía. Cuando todavía era libre y no había pasado por las penurias de la esclavitud, moviendo la cola tiburonil con soltura, casi como si fuese una niña que balanceaba las piernas en un taburete demasiado alto.


RE: [T5] Spin the Wheel - Arthur Soriz - 03-02-2025

Torfi te quedó mirando confundido en un principio. Sus ojos ajustándose, incluso llegando a sacar un par de gafas de uno de los bolsillos internos de su chaqueta abrigada para colocárselos y así poder verte un poco mejor. Y aún así incluso llegó a entrecerrar un poco la mirada. Tus cabellos oscuros, tu sonrisa coqueta y el tono juguetón que usabas a la hora de expresar tus palabras.

Su primera reacción fue entreabrir la boca porque no lo podía creer, luego se frotó los ojos por debajo de sus gafas con el dedo pulgar e índice pensando que tan solo estaba viendo mal. Pero no, allí estabas tú... Pronto las lágrimas comenzaron a acumularse de una manera desmedida, y con desesperación apoyó una mano sobre la barra y saltó casi que tropezándose y cayendo de bruces al suelo pero no. Se abalanzó sobre ti, rodeando tu cuerpo con un brazo y poniendo la mano libre en tu nuca acurrucándote en su pecho.

No dijo ni una sola palabra por lo que se sintió como una dulce eternidad. Tan blandito y cálido como lo recordabas. Su abrazo a pesar de ser firme y dejarte mover poco y nada, se sentía como el abrazo más cariñoso que tanto te había hecho falta en mucho tiempo. Con un suave sollozo, dejó que las lágrimas fluyeran sin control alguno, apretando los labios entre si.

Asradi... niña, ¿dónde has estado todo este tiempo? —preguntó Torfi. La reacción de todos los presentes fue de incredulidad. Sus ojos se abrieron de par en par e incluso la música paró. Casi que al unísono todos emitieron un fuerte "¡¿EEEEEEEEH?!" de sorpresa.

Llevaban tanto tiempo sin verte que obviamente les habría sido difícil reconocerte y, si lo empezaron a hacer les costaba un poco aceptarlo. Toda la sala explotó en llantos de alegría, gritos de felicidad como quien está viendo su deporte favorito y marca el equipo del que uno es fan; solamente que con mucho más cariño contigo. Ninguno te dejaría ir, todos tan alegres que parecía como si la vida les hubiera vuelto al cuerpo incluso más de lo que ya querían aparentar estando allí.

Te hemos echado tanto de menos... por favor, dime que estás bien y que no desaparecerás de nuevo. —decía Torfi. Pobrecito, con el corazón acongojado y haciendo puchero intentando contener las lágrimas. Cada vez que exhalaba era una lucha constante por no echarse a llorar de nuevo a moco tendido y darte otro ataque de abrazos y mimos cariñosos. Un hombre que siempre era tan afable, y con una apariencia tan de oso gigante... llorando por la sirena a la que nunca más habían podido ver, era un sueño hecho realidad el tenerte con ellos una vez más.

Los demás ocasionalmente acariciaban tu espalda, o te daban un revoloteo juguetón de cabello al pasarte una mano por la cabeza... a pesar de que fueras ya toda una mujer, para ellos seguías siendo la misma niña curiosa de la que se habían quedado encantados cada vez que venías de visita. Obviamente ahora no se iban a quedar sin hacer nada... como quien encuentra una buena excusa para estar de fiesta, sacaron comidas de todo tipo, bebidas, y la música empezó a sonar de nuevo.

Torfi te invitó a sentarte, él haciéndolo frente a ti dejándote cierto espacio. Los demás también estaban atentos a ti.

Dime entonces... por favor, pongámonos al día.



RE: [T5] Spin the Wheel - Asradi - 03-02-2025

¡Qué rico está esto! — Exclamó con una sonrisa enorme, mientras daba un primer sorbito a la fermentada hidromiel calentita. Era tal cual lo recordaba, lo que también le encendía el corazón y millares de bellos recuerdos invadían ahora su mente.

Dejó que Torfi fuera asimilándolo. Escuchó el sonidito propio de alguien que parecía estar murmurando algo por lo bajo mientras el hombre se ponía las gafas que solía utilizar cuando no enfocaba demasiado bien. Asradi escondió no solo la sonrisa, sino también la melancolía y la mezcla de tristeza y alegría que todo aquello le causaba, refugiéndose tras la enorme taza que le habían servido. Solo dejó la susodicha a un lado cuando Torfi prácticamente saltó encima de ella, en un llanto y un abrazo de oso que no tardó en ser acogido por la sirena.

Tor... Torfi, estás apretan... Bueno, da igual. — Se le escapó una risita y se dejó apachurrar de aquella forma mientras el pobre hombre lloraba a moco tendido.

No podía culparle. Asradi había desaparecido sin dejar rastro en su día. Solo los del clan sabían parcialmente lo que había ocurrido y probablemente no todos. Pero allí, en Skjoldheim, en ese Mjødhall, no había podido avisar. Simplemente... Se había ido de un día para otro. Se había esfumado durante años. Hasta el día de hoy.

Los brazos de Asradi no alcanzaban a rodear el torso o el cuerpo del fornido hombre, pero le devolvió el abrazo. Una risita más nerviosa se le escapó de entre los labios cuando el resto del salón también terminó de reaccionar y reconocerla, al menos los que la hubiesen conocido en su día. Ella había visto demasiadas caras nuevas. No tardó en sentir como, en medio de la emoción de aquel momento, sus ojos comenzaron a picar y su garganta a estrangularse ligeramente por el nudo que se había formado.

Os he extrañado tanto... — Terminó por murmurar, en un tono quebrado y no pudiendo evitar que algunas lágrimas se terminasen derramando a través de sus mejillas. — Lo siento, de verdad que lo siento... — La congoja en ella era más que palpable. Y, ahora, podía desahogarse de todo aquello, con gente de su plena confianza. Con los que había dejado atrás.

Los fuertes brazos del hombre la hacían sentirse querida y protegida en ese momento. Había tenido tanto miedo y tanta congoja de volver a casa, tan grandes como sus deseos de regresar, que se había olvidado que su ausencia no habia sido culpa suya como tal. Sino de aquel Dragón Celestial.

La sirena tuvo que tomar aire y enjugarse un poco las lágrimas. Los gestos de apoyo y de bienvenida, con sutiles caricias en el pelo o en la espalda, de los demás, la hicieron respirar y sonreír de nuevo de manera suave. Solo cuando Torfi le soltó y ambos se sentaron uno frente al otro, fue que se permitió mostrarse un poco más vulnerable. Más relajada.

Te prometo que no desapareceré de nuevo. No sin avisarte, al menos. — No podía hacerles de nuevo lo mismo, aunque aquella vez hubiese sido totalmente involuntario.

De nuevo alcanzó la jarra de hidromiel mientras la música y la fiesta retornaron, volviendo a llenar de alegría el interior de aquel salón. Asradi suspiró de forma suave. Dudosa.

Han pasado muchas cosas, Torfi... — Musitó, desviando ligeramente la mirada. — Y no todas son agradables. — Pero tenía derecho a saberlo.

Finalmente, tras unos momentos de duda, tomó aire y asintió, comenzando a relatarles todo lo acontecido aquel día, el porqué había desaparecido, el porqué había estado ausente durante tanto tiempo. Y el porqué había vuelto.

No les mostró abiertamente la marca que escondía en sus espaldas, grabada a fuego.

Pero sabía que no hacía falta para que lo entendiesen.


RE: [T5] Spin the Wheel - Arthur Soriz - 04-02-2025

Comprendía que no haya sido por tu elección el que hayas desaparecido por tanto tiempo. Sabía que tenía que haber pasado algo horrible para que no dejaras ni una nota de despedida. Pero ... las cosas aquí tampoco habían sido fáciles. Torfi puso una de sus grandes y pesadas manos sobre la tuya, acariciando tus nudillos con la yema de sus ásperos pero gentiles dedos. La mirada que te dedicaba no era solo una de entendimiento, sino también de tristeza y un poco de duda... duda de si contarte todo lo que había pasado aquí.

Pero no era justo ocultarte las cosas, tanto tiempo ausente te merecías aunque fuera saber lo que había estado sucediendo en Skjoldheim en vez de enterarte de la forma más cruel.

Intentó mantener la compostura y buscaba las palabras correctas en su cabeza... se veía lo incómodo que estaba, pero tendría que apechugar ya que nadie más en todo el hall se sentía preparado o con las agallas suficientes para darte la información que tendrían que explayarte. Apretó un poco los labios, con su mano libre acomodándose las gafas y suspirando de manera profunda antes de al fin comenzar a hablar.

Aquí... las cosas tampoco han sido fáciles, poco tiempo después que desapareciste... las sirenas, tu gente, dejó de venir —empezó explicando con sumo cuidado. Necesitaba a toda costa mantener el tacto—. En un principio pensábamos que estaban buscándote, cosa que entenderíamos... pero cuando intentamos contactarnos con ellas ni una sola respondió... La primera y última vez que enviamos a alguien a averiguar si necesitaban ayuda, nunca volvió...

Comentando apretando un poco la mandíbula, intentando mantener la calma pero sentías perfectamente en los dedos de la mano con la que acariciaba la tuya un ligero temblequeo. Nervios. Y como para no tenerlos, estaba explicándote básicamente lo que había sucedido en tu ausencia y no pensaba que era capaz de hallar las palabras adecuadas como para que no te cayeran horriblemente mal. Pero no había forma bonita de darte aquel comunicado, así que inhaló profundo, y habló de nuevo.

Lo último que supimos de tu gente, fue una carta que envió tu madre... diciéndonos que la matriarca... ya no estaba 'entre nosotros', y que la nueva matriarca pidió cortar inmediatamente comunicaciones con la superficie.

Hizo una pausa, desviando la mirada hacia algunas de las personas que estaban allí. No te miraban con desdén, de hecho... lo hacían con pena. No era lástima, era genuina tristeza por todo lo que había ocurrido y seguramente seguiría ocurriendo.

Ya sabes cómo son las cosas aquí en Skjoldheim... los inviernos son crueles, poca o ninguna persona con dos dedos de frente vendría hasta aquí, y sin embargo... cada vez más embarcaciones han intentado venir, y todos esos barcos que vemos a lo lejos han llegado vacíos —contaba sentándose un poco más derecho. Lo que estaba a punto de soltar obviamente sabía que sería una pastilla dura de tragar. Algo que, muy probablemente, te resultaba completamente increíble—. Cada vez que vimos unos de esos barcos... escuchamos el canto de las sirenas, el mismo... que escuchábamos cuando te llamaban a ti de vuelta a casa. No... no estamos diciendo que ellas fueran las culpables pero... ha estado sucediendo cada vez con más constancia, hasta el punto en que mismo nosotros tenemos miedo de salir a pescar... y no volver.

Te contaba Torfi. Por lo que te decía, era como si todo el mundo pensara que algo horrible había pasado con tu gente y ahora las llevaba a actuar de forma hostil con todo aquel que fuese de la superficie. Si supieran lo que te había pasado probablemente lo conectarían con ese suceso... en especial luego de tu ausencia por culpa del Dragon Celestial. Hasta lo entenderían de cierto modo porque la gente de aquí se nota que sienten podrían haber hecho más por ti, esconderte... lo que fuera necesario y mentir para que no te fueras, pero fueron incapaces de meterse... porque nunca se enteraron de lo que sucedía.

No sé lo que pasó, niña... pero tenemos el miedo de que sea lo que haya pasado contigo para que te ausentaras tanto tiempo, ahora nosotros estamos pagando por ello...



RE: [T5] Spin the Wheel - Asradi - 04-02-2025

Sentía que había algo que Torfi le estaba ocultando o quizás solo eran los nervios de verla bien y a salvo después de tanto tiempo. Eso podía entenderlo. Podía notar y entender el cómo el hombre apretaba sus dedos en torno a los de ella, acariciándole los nudillos, mientras también escuchaba lo que Asradi le estaba contando. Notaba la congoja contraria, creyendo inicialmente que era por el duro relato y el motivo de la desaparición de la sirena. En aquel momento, Asradi era una de las más jóvenes del clan. Era duro tener que contarles todo aquello, porque era un recordatorio, algo que su cabeza volvía a revivir una y otra vez. Pero se merecían saberlo. Tanto ellos como su clan, al cual no había tenido oportunidad, todavía, de ir a buscar. Y lo estaba deseando tremendamente.

Pero... Todo pensamiento anhelante fue hecho trizas cuando Torfi, tratando de ser aún así lo más delicado posible, comenzó a explicarle lo que había acontecido en su ausencia.

¿Cómo que... dejaron de venir? — Entendía, obviamente, que estuviesen buscándole durante una temporada. Pero... ¿Dejar de ir a Skjoldheim? Era uno de sus puntos de intercambio y mercado. Uno de los pocos lugares de la superficie donde las sirenas, al menos las norteñas, podían sentirse seguras y tratadas como personas de manera digna. Donde eran bien recibidas.

La mirada que Asradi le dedicó a Torfi fue una de inicial confusión. ¿Tanto las había afectado? Pero no había sido culpa de la gente del poblado. ¿Y cómo era eso de que el que habia sido enviado a dialogar o a ofrecer ayuda nunca había vuelto? Eso era todavía más extraño.

. . . — ¿Qué había dicho? ¿Que la matriarca qué?

La expresión de Asradi fue una de total desasosiego inicial, buscando la mirada de Torfi frenéticamente con sus ojos celestes, como intentando dilucidar que aquello no era una mala broma.

¿Mi abuela ha...? — Asradi tragó saliva, notando el nudo que se estaba formando en la garganta en una frase que no se atrevió a continuar.

No era fácil asimilarlo, por mucho que su clan, que ella misma, entendiesen el concepto de la muerte y lo venerasen. Que supiesen guiar, posteriormente, al espíritu del difunto hacia aguas tranquilas para un descanso acompañado del resto de lso ancestros del clan. Pero seguia siendo su abuela. Ya había perdido a su padre (o eso era lo que le habían dicho en su día), pero Asradi siempre había tenido una profunda conexión con la madre de su madre.

Había sido ella quien había sido la primera en notar su don. La pelinegra tragó saliva y, por inercia, apretó un poco más su mano contra la de Torfi, buscando ese mismo cobijo en el hombre. Ahora se enteraba que había una nueva matriarca. Pero no era su madre. Eso hizo que Asradi frunciese ligeramente el ceño. Por linaje, debería ser ella. A no ser que hubiese pasado algo, claro, o ella misma hubiese rechazado tal honor.

Pero... Si hubiese sido así, ¿por qué lo haría?

La joven sirena tragó saliva, intentando asimilar todo aquello. Y no solo eso, sino también el hecho de que estaban desapareciendo barcos. Gente como tal. ¿Cada vez que se escuchaba el cantar de las sirenas? No quería juzgar tan pronto, no quería comenzar a sacar conclusiones apresuradas.

Pero ella sabía, como sirena que era, el poder que tenían en la voz para atraer a los marineros y que sus barcos encallasen en las rocas. O hundir a los pobres desgraciados bajo las frías aguas del North Blue.

Entiendo vuestro miedo, Torfi. — Murmuró al fin, con un hilo de voz. Todo el ánimo que había mostrado, momentos atrás, parecía haberse apagado tras escuchar tan funestas noticias. Ya no solo era la pérdida de su abuela, sino la extraña y tirante situación que había desde que se había nombrado a otra matriarca.

¿Quién sería? Eso tendría que averiguarlo.

No mandéis barcos, yo intentaré ayudaros con la pesca todo lo posible. Atraeré a los bancos de peces hacia la orilla si es necesario para que podáis pescar. — Tenía la capacidad de hacerlo. — ¿Siguen cantando? ¿Cada cuánto las escucháis? — Preguntó. Estaba dispuesta a llegar al fondo de aquel asunto. — Quizás con mi desaparición se hayan vuelto más cautelosas pero no tiene sentido... Mi clan y este pueblo siempre se han llevado bien y han colaborado. ¿Por qué de repente?

El ceño de la pelinegra se frunció levemente. En su expresión había una mezcla y amalgama de dolor y confusión al mismo tiempo. ¿Qué era lo que estaba pasando?

Asradi negó con la cabeza.

Tengo que averiguar qué está pasando. — Sentenció.


RE: [T5] Spin the Wheel - Arthur Soriz - 05-02-2025

Las escuchamos cantar al menos una vez al mes... a veces más —respondía Torfi—. Con los rumores que han estado divulgándose acerca del barco fantasma, el Hjalmar... más curiosos han estado viniendo a las costas de Skjoldheim, y pues... ahí se quedan, tan solo su barco quedando como vestigio de su pasar por la isla...

Aquella contestación tenía cierta connotación de preocupación pero también de escepticismo. Él por su lado nunca había visto nada acerca de ese barco fantasma que surcaba las costas de los fiordos en los días de tormenta, pero conocía su historia y él te la había recitado varias veces... pero ahora dichos rumores de que había gente que lo habían visto podría alimentar la curiosidad ajena y por ende la excusa perfecta para que hubiera muchos más avistamientos de barcos por aquí.

Aún así, se mostraban agradecidos ante tu preocupación ya que sabían a fin de cuentas que tú no tenías culpa de absolutamente nada de lo que estaba pasando últimamente. ¿El único problema? Tampoco ellos podrían ofrecer una solución a este misterio. Si de verdad tu abuela había fallecido, y habían elegido una nueva matriarca que tomara una decisión tan extrema es que algo realmente malo había pasado... tal vez incluso peor de lo que ya de por si había sucedido contigo. Torfi se levantó y sentó a tu lado, acariciando tu espalda cariñosamente para entonces seguir hablando.

Serías la única que podría averiguar realmente qué fue lo que pasó... —hizo una pausa corta, mirándose entre la mayoría de los que se encontraban en el hall para luego volver a hablar—. Quizás con los de la superficie es el problema, mientras que contigo te darán la bienvenida gustosos...

Fue lo que comentó, porque tampoco es que pudiera ser adivino. La única vez que intentaron contactarse con tu gente, la persona en cuestión que enviaron nunca volvió... dejando a su familia atrás con sus dos hijos ahora sin padre. No iban a arriesgarse a que sucediera algo así nuevamente a pesar de todo el cariño que le tenían a tu familia y a las sirenas en general. Incluso cuando eras tú la que más hacía acto de presencia en la superficie, nunca hubo razones para desconfiar o temerles... y que ahora lo hubiera significaba que las cosas habían pasado de mal a peor en cuestión de este tiempo de ausencia.

Si de verdad piensas ir, por favor... mi niña, cuídate mucho, ¿sí? —imploró, acariciando una de tus manos apoyando el lado derecho de su cabeza contra el lado izquierdo de la tuya en una especie de caricia—. No sé si mi gordito corazón aguantaría perderte dos veces.

De nuevo le brotaban lágrimas de los ojos, pero intentó mantenerse serio, o al menos lo suficiente como para no ser un mar de lágrimas imposible de entender entre los mocos y sollozos incontrolables. Fue entonces que Torfi se levantó de la banca que compartía contigo, dirigiéndose hacia la parte trasera del hall. Se tomó unos minutos en los que estaba buscando algo, y cuando salió, llevaba consigo lo que parecía un gran cuerno de algún animal cuyo marfil estaba hermosamente tallado con runas y dibujos de historias varias que mil veces ya habías escuchado en tu infancia.

Sabías el significado de ese cuerno, uno que Torfi te dijo debía sonar única y exclusivamente cuando su gente debiera ir a la guerra para ayudar a sus seres queridos. Se sentó a tu lado de nuevo, acomodando el objeto frente a ti. La madera crujió ligeramente bajo su peso, y sin embargo él parecía moverlo con facilidad.

Sé que hablo por los demás también cuando digo que quiero que lleves esto contigo, sabes su importancia... pero si necesitas ayuda, sal a la superficie... y sopla el cuerno con todas tus fuerzas hasta que te quedes sin aire en los pulmones... Nosotros responderemos a su llamado, sin importar en dónde te encuentres... —decía con una expresión decidida en su rostro. No quería continuar con miedo, mucho menos en las tierras donde creció. Si había algo que pudieran hacer, fuera para asistir a tu gente, o simplemente para poder vivir en paz sin preocuparse de que al salir a pescar podría llegar a ser que nunca más volvieran a sus hogares... ellos harían ese sacrificio. Si no era por ellos mismos, lo harían por ti y el enorme cariño que te tenían.

Pero pronto... hubo algo en el aire que les heló la sangre, y que a ti te puso la piel de gallina casi de inmediato. Primero fue tenue, colándose tímidamente entre las voces y música del hall. Pero su sonido se iba haciendo cada vez más y más obvio, hasta que el silencio sepulcral se plantó en el salón, siendo reemplazado en cambio por una voz... etérea, sobrenatural, y que para peor... tú no conocías. Una voz que carecía de sentido alguno se escuchara hasta aquí, relativamente lejos de la costa. Pero no tenías que ser una genio para darte cuenta de lo que se trataba.

Era el canto de una sirena...



Canción de las Sirenas



RE: [T5] Spin the Wheel - Asradi - 06-02-2025

Todavía le costaba entender, bastante, lo que estaba pasando. Podía comprender, de todas maneras, que con el alzamiento de una nueva matriarca, fuesen más cautelosos con la gente de la superficie, todavía más desde su desaparición, si es que eso también habia tenido que ver. ¿Pero hasta el punto de mandar emisarios y que éstes no regresasen? Una punzada de culpabilidad se clavó en el pecho de la sirena sabiendo que aquel hombre había dejado una familia atrás, y que éstes no volverían a ver a su padre y marido. Asradi se mordisqueó ligerament eel labio inferior en varias ocasiones, mientras escuchaba a Torfi con atención y algo de arrepentimiento a partes iguales. Cuando el grandullón se levantó y se sentó a su lado, fue ella también quien buscó las manos ajenas, ese contacto cálido. Torfi se había comportado casi como un padre con ella. Sobre todo después de que el suyo propio hubiese muerto (o eso era lo que siempre le habían dicho) después de una fuerte tormenta. Por lo que la pelinegra tenía un cariño totalmente genuino hacia el humano de poblaba barba.

No lo sé, hace tiempo que me he ido ya. — Aunque no hubiese sido por su voluntad. — Y todavía no sé quien es la matriarca. — ¿Sería alguien conocido o, simplemente, alguien de otro lugar? Lo último era lo que más raro sería.

Pero tampoco era algo imposible, y no era la primera vez que sucedía en algún clan cercano dependiendo de las circunstancias. Cuando Torfi comenzó a lagrimear de nuevo, instándole a que tuviese cuidado, Asradi sonríó de manera suave y apoyó su cabeza todavía más contra la del hombre, en un gesto de confianza, cariño y cercanía también.

No llores, Torfi. Te prometo que estaré bien. — Estrujó y enredó sus dedos en torno a las fuertes y grandes manos contrarias. Entendía que estuviese acongojado. De estar en su lugar, ella estaría en el mismo estado, no iba a mentir al respecto. — Además, he sobrevivido hasta ahora. Y sabes que tengo mucho carácter, aunque no lo parezca.

Asradi le guiñó un ojo con confianza y un deje travieso. Esa misma coquetería innata con la que encandilaba a la gente cuando quería conseguir algo cuando tan solo era una niña. Una risueña y que disfrutaba compartiendo cosas con la gente de la superficie, con quienes había entablado una profunda amistad y entendimiento. Por eso quería, también, que los siglos de disputas entre humanos y gyojin se detuviesen todo lo posible. El estar enfrentados no era ganancia para ninguno, y solo se terminaba sufriendo por ambas partes.

Ese resentimiento debía acabar tarde o temprano.

Tras unos segundos, Torfi se puso en pie, y ella le siguió con la mirada.

Pero Torfi... — Los ojos celestes de Asradi se abrieron de par en par en cuanto reconoció aquel hermoso cuerno tallado. Lo había visto en más de una ocasión, conocía su historia porque el mismo Torfi y los demás marineros del lugar le habían explicado y se la habían contado.

Una de las manos de Asradi se adelantó para acariciar la estructura, notando las runas y demás adornos que el cuerno tenía. Era no solo un honor, sino que también un deje de congoja le nació en el pecho. Asradi apretó ligeramente los labios pero terminó por asentir.

Me lo llevaré solo porque me lo pides y si eso te deja también tranquilo. — Lo hacía sobre todo por él, por ello. — Pero espero no tener que utilizarlo, a decir verdad.

Porque eso solo significaría un enfrentamiento inevitable entre los habitantes del mar y los marineros de la superficie, de ese poblado. Y, peor aún, no solo un cisma más grande entre ambas especies, sino también más dolor.

Y ya había habido suficiente dolor. Con cuidado, Asradi sujetó las correas que iban unidas al precioso cuerno ornamentado, y se lo colocó a la espalda. Pesaba lo suficiente y aquella era la manera más cómoda de llevarlo consigo.

Pero antes de que pudiese añadir algo más, un agradecimiento o cualquier otra cosa, de fondo comenzó escucharse. Al principio no era perceptible debido a la música del hall y los murmullos y las conversaciones del resto de hombres. Pero cuando todo esto se fue acallando... Se pudo oír.

Todo se quedó en un sepulcral y tenso silencio. A esa distancia no eran distinguibles las palabras, pero sí la voz, el tono empleado.

Una sirena. — Musitó Asradi, bajando del taburete y poniéndose en guardia.

Su mandíbula se tensó y acto seguido se dirigió a todos aquellos que se encontraban dentro del salón.

¡Tapáos los oídos! Con las manos, con lo que sea. — Advirtió, alzando ligeramente la voz para ser escuchada. Asradi salió abruptamente hacia el umbral de la edificación, escuchando, sintiendo. Abrió ambas puertas dejando que la tormenta y algo de nieve se colase en el interior. — Y si no podéis evitarlo... ¡No la escuchéis a ella! ¡Escuchadme a mi!

No estaba intentando entender el canto, no le hacía falta. Lo que le interesaba era saber desde qué dirección provenía. Frunció el ceño y entonces fue ella misma la que alzó su voz en un canto profundo. Un llamado de atención y una muestra de protección hacia no solo los hombres del salón, sino también hacia la gente del puerto o del pueblo.

La voz de Asradi resonó alta y autoritaria. No iba a permitir que nadie más terminase ahogado o siendo atraído de aquella manera, si es que ese era el motivo y la intención.

Y, al mismo tiempo, serviría también para ubicar su posición. Para hacer saber, nuevamente, a los suyos que ella estaba ahí.

Y que, de momento, no tenía pensado irse.