Día 14 de Invierno del Año 724

 

Había pasado un día desde que pude darle una buena lección a las ratas borrachas que quisieron ensuciar mi nombre robando un bote y diciendo que fui yo quién lo hizo. Afortunadamente estos ya no volverían a molestarme nunca más y me aseguré bien de ello. Ahora quedaba buscar algo más que hacer para matar las horas ya sea golpeando a alguien o bebiendo. Caminando por la plaza principal pude escuchar rumores sobre un tipo algo peculiar, un tal Rafa, quién aparentemente solía ser un temido pirata por estas aguas hace varios años.
 
Este parecía ser mi día de suerte, pues ya sabía a quién molestar simplemente porque quería y podía, lo que no quitaba el peligro de hacerlo, al fin y al cabo estaba yendo contra un ex pirata. Decidí pasar por un par de bares primero antes de ir a por Rafa, así podría averiguar algo más de este sujeto antes de lanzarme a la boca del lobo así como así. Entre birra y charlas pude averiguar que ese tipo se había retirado de la piratería para vivir una vida tranquila en la ciudad.

 

Pero no se trataba de una vida cualquiera, este tenía un grupo de unos seis criminales trabajando para el en el negocio de contrabando y protección de bienes. Este tipo si que sabía como ganarse la vida allá a dónde vaya, lo que cautivó mi interés por este tal Rafa. También había escuchado que prefería luchar con sus puños a usar una espada o pistola, lo que terminó de motivarme oara darle caza de una vez por todas. Según había oído este se escondía en alguna parte del muelle, pues este sería mi objetivo.

 

Una vez allí vi como los pescadores llegaban de sus largas jornadas de pesca, aunque la mayoría me miraba de forma rara. Fue cuando vi a la hija del cantinero del bar Pie de Gigante, por lo que caminé hacia ella para preguntarle. Aparentemente esta tenía un enamorado que era pescador lo que se me hizo bonito pero no era de mi incumbencia. Luego de hablar por un rato su enamorado me susurró lo que quería saber sobre el ex pirata Rafa y sus hombres. Este tipo tenía su base de operaciones al otro lado del muelle, donde guardaban y protegían su mercancía.

 

Pero antes de irme el chico mencionó otro par de cosas, así como que los miembros de este grupo tenían tatuado dos cimitarras chocando. Lo último que este dijo fue que estos tipos eran peligrosos pero que no se comparaban al peligro que representaba su jefe, Rafa. Me retiré de aquél lugar a carcajadas, pues solo así dejaría de preocupar a la señorita y a su enamorado. Cada cosa nueva que descubría de aquél tipo me daba aún mas ganas de enfrentarlo, pues sería mi primera vez viendo a un pirata en acción.

 

Antes de poder entrar a dónde se suponía que era su escondite fui parado por un sujeto, este me gritaba que me largue del lugar. Estuve a punto de hacerle caso pero fue cuando me di cuenta de que este tenía el tatuaje que el joven novio me describió. Agarré aquél tipejo por la garganta y lo levanté con un solo brazo, mientras que con el otro cargué un puñetazo con el cual lo mandaría al agua. Era posible que este muriera por estar inconsciente pero esa no era algo que me preocupe. Una vez dentro de aquél callejón vi como habian dos tipos haciendo guardia en cada lado de una puerta.

 

Estos sacaron sus espadas y se lanzaron a por mi sin saber que ese sería el mayor error de sus vidas. Tras poner mis dedos en forma de garras de dragón ataqué con un jab abierto con el cual destruí las hojas de sus espadas. Con otros dos ataques puse en el piso a aquellos dos tipos, pues estos no eran lo suficientemente capaces como para pararme. Al abrir aquella puerta pude ver como quedaban otros tres tipos dentro de aquella pequeña casa moviendo cajas de un lado al otro. Aunque estos sabían trabajar algo mejor en equipo tampoco duraron demasiado tiempo, cayendo tal y como lo hicieron sus compañeros.

 

Al sentarme en un sillón que tenían por ahí y esperar finalmente escuché los pasos de alguien que se acercaba desde el pasillo. Pues se trataba de Rafa, un tipo moreno que medía dos metros con veinte centímetros, casi tanto como yo, aunque si que pesaba lo mismo. Este parecía estar mosqueado por lo que le había hecho a su negocio y se enojó aún más tras enterarse que lo había hecho solo por diversión, lo que desató una gran lucha entre músculos. Aquél tal Rafa era algo más fuerte de lo que me imaginé, tanto así que tuve que utilizar casi todo mi arsenal de técnicas para ganarle. Luego de una breve charla el ex pirata aún se mostraba incrédulo ante mis respuestas de que no era un pirata y de que no le conocía de nada.

 

Haciendo de mis puños unas garras de dragón ataqué la garganta del ex pirata, matándolo en el lugar y gritando que sería el próximo conquistador de los mares.