![]() |
[Autonarrada] Lujuria versus Justicia - Versión para impresión +- One Piece Gaiden - Foro Rol One Piece (https://onepiecegaiden.com) +-- Foro: El mundo (https://onepiecegaiden.com/forumdisplay.php?fid=10) +--- Foro: North Blue (https://onepiecegaiden.com/forumdisplay.php?fid=15) +---- Foro: Isla Tortuga (https://onepiecegaiden.com/forumdisplay.php?fid=250) +---- Tema: [Autonarrada] Lujuria versus Justicia (/showthread.php?tid=3403) |
Lujuria versus Justicia - Alma - 01-02-2025 Día 25 del año 713. Invierno.
El club Eros nunca dormía. En el corazón de la ciudad, donde las sombras se alargaban y el lujo y el vicio se entremezclaban en una danza casi hipnótica, la presencia de Alma reinaba de manera indiscutible. Al menos, entre las más altas esferas de la zona –que no llegaban al nivel de dragones celestiales, por supuesto. Esta influencia no era sólo visible en la decadente opulencia del lugar, sino en el miedo silencioso que infundía en aquellos que osaban desafiarla de forma directa. No era una simple dueña, sino una gobernadora, una emperatriz, una mujer que conocía los deseos más oscuros de los hombres y sabía cómo convertirlos en su mayor debilidad. Por eso, cuando un marine, enviado por el Gobierno Mundial, irrumpió en su territorio con la arrogancia de quien cree tener el poder absoluto, Alma no se inmutó. Siquiera pensó en que Eros podría peligrar, porque, ¿quién era aquel hombre? Sabía que, como tantos otros antes, acabaría atrapado en la telaraña que ella había tejido con paciencia y precisión –y que hilaba desde hacía ya más de cinco años. – Las cartas nunca mienten. – Ella se encontraba en su habitación, bajo la luz de tres velas aromáticas, leyendo lo que las cartas le transmitían. En aquel momento, dos cartas salieron de aquel mazo. – La emperatriz… al derecho. – Sonreía. Era símbolo de poderío femenino, justamente lo que ella representaba. – Y el carro… invertido. Estaba claro. – El carro invertido indicaba fracaso, derrota. Justamente lo que le sucedería a aquel hombre que, inconscientemente, irrumpió en los terrenos de una diosa. – Derrotado por una mujer, ¿acaso no es eso lo que todos los que vienen a este lugar buscan? – Sonreía. A la vez, una vela se apagaba con el soplido del viento que entraba por su ventana.
Como muchos otros antes, desde el instante en que pisó Eros, el marine creyó estar en control. Se movía con la seguridad de un depredador, de alguien que abusaría de su poder sin dudar un solo segundo, convencido de que su insignia y su autoridad le otorgarían inmunidad ante cualquier tipo de situación, por peligrosa o estrambótica que fuera. Pero Eros no era un simple burdel, y Alma no era una mujer común. La atmósfera del lugar parecía envolverlo, intoxicándolo poco a poco con las luces tenues, la aromática del lugar, los perfumes embriagadores y las siluetas de las mujeres que se deslizaban entre las sombras como espectros danzando. Desde el fondo del hall, después de la lectura astral correspondiente, Alma lo observaba con el mismo interés con el que un cazador examina a su presa. En su mano derecha, su tan característica pipa. El humo taparía parcialmente su rostro, ocultándola casi por completo.
Lejos de hacerlo de manera prudente, el marine no se presentó en el lugar con sutileza. Exigió hablar con la dueña, alegando que su presencia allí no era un placer, sino un deber. Había rumores de actividades ilícitas, de influencias que escapaban al control del Gobierno Mundial. Un lugar como Eros, que parecía intocable, debía ser expuesto y destruido –al menos bajo su modo de ver. Pero lo que el marine no comprendía era que había entrado en el juego de Alma, y en su tablero, ella siempre era la última en mover la pieza. En hacer jaque mate. Alma, con la paciencia de quien ha visto caer imperios –metafóricamente hablando–, permitió que el hombre se adentrara cada vez más en su trampa. Le concedió acceso a los rincones más oscuros de Eros, le mostró el lujo y la decadencia, la fragilidad de los hombres que allí buscaban alivio a su miseria. Incluso los marines que buscaban un momento de desahogo después del oficio, de creer haber salvado miles de vidas civiles, cuando en realidad lo único que hacían era dar una imagen de falsa seguridad. A su modo de ver, en eso consistía la marina. Todo lo hizo con la gracia de quien no teme ser observada, de quien sabe que su poder no reside en la fuerza bruta, sino en la persuasión, la manipulación.
El marine intentaría resistirse, por supuesto. Era un hombre de principios, o al menos así se veía a sí mismo. Pero Eros no era un simple local, sino un santuario que albergaba secretos y revelaba placeres, incluso los más ocultos, y un espacio en donde los hombres se encontraban a sí mismos y, a la vez, aunque suene contradictorio, se perdían para siempre. Las velas no pretendían sólo aromatizar el ambiente, sino desinhibir, relajar, tranquilizar. Generar un ambiente espontáneo, sin reservas, en donde las personas se sintiesen completamente libres. – Luka, ¿por qué no le ofrecemos un vaso a este señor tan apuesto mientras espera? – Murmuró Alma, desde el mismo sitio donde lo había observado por primera vez. Y, sin darse cuenta, comenzó a ceder. Estaba relajado y, primero, vinieron los gestos: una sonrisa, un vaso de agua, una conversación demasiado personal. Diálogos que trascendían el típico, “Qué bien que hoy no llueve, ¿verdad?”, sino que se adentraban en el bienestar familiar y social. En cuántos hijos tienes, cómo se llama tu mujer o si has construido tú tu propia casa. Cuestiones que, lejos de parecer banales, escondían un gran poder. La capacidad de poder esbozar un mapa personal con todas las interacciones de aquel hombre, de nombre “Jack”. Poco después vendrían actos más comprometedores, un coqueteo espontáneo, una sonrisa al acercarle la copa y un guiño de agradecimiento. Las sombras de Eros serían testigos de su caída y alma, con la paciencia de una diosa que conocía el destino de la humanidad a la que gobernaba, aguardó el momento exacto para iniciar su trampa particular. Aunque, llegados a este punto, no era tan difícil.
Cuando finalmente sucedió, el resultado fue casi poético. Su evidente debilidad, patente desde el primer paso que dio en aquel lugar, quedó grabada en las paredes de Eros, en sus registros y en los susurros que a menudo viajaban por el pequeño poblado en el que se encontraban. A estas alturas, ya era demasiado tarde para ponerle fin. Las fuerzas que el marine había puesto en marcha para cercar la actividad del club fueron las mismas que lo oprimieron con la implacabilidad de una guerrera. Su reputación fue devorada por el escándalo. Su familia, su carrera, su identidad. Tan sólo dos días bastaron para destruir el imperio que él creía haber construido, aunque lo único que había conseguido en su pequeña vida había sido un trabajo a tiempo completo, casarse con una mujer con menos recursos que él y tener tres hijos a los que a duras penas podía mantener. – Hay personas que desconocen el poco valor que tienen, ¿verdad, Luka? – Expulsó el humo de la pipa y suspiró. – Pero para eso estamos nosotras. Para ayudarles encontrar el camino. – Volvió a fumar. No tenía compasión o gozo, tan sólo satisfacción de ver cómo otro hombre había subestimado su poder. Su grandeza.
No pasaron ni dos días hasta que el rastro de aquel hombre se perdió en la oscuridad del pueblo. No huyó con la dignidad del soldado que había proclamado ser la primera vez que entró en Eros, sino con la desesperación de un hombre derrotado. Extraviado, lejos de Eros, lejos de la mujer que había destruido todo lo que le rodeaba. Y Alma, con la serenidad que posee una reina en su trono, o un dragón celestial observando la muchedumbre, alzó una copa en su honor. – Los astros brillan hoy más que nunca. RE: Lujuria versus Justicia - Moderador KataCristo - 04-02-2025 Recompensa Entregada.
|