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T2 - Finalmente, libre. - Umibozu - 05-02-2025 14 de invierno del año 724 a las 19:44,
Monte Asgeir, isla Skjoldheim. North Blue
El viento helado de Skjoldheim soplaba con fuerza, arrastrando consigo copos de nieve que se posaban sobre las ramas de las coníferas como si fueran algas flotando en la superficie del mar. Yo, Umibozu, avanzaba lentamente por la ladera nevada, sintiendo cómo el frío se deslizaba sobre mi piel escamosa, dura y resistente como el casco de un barco hundido. Mis veinticuatro metros de altura me permitían ver por encima de los árboles, pero la espesura del bosque dificultaba mi avance. No era un lugar que frecuentara, pero Timsy, mi hermano menor, había insistido en explorar esta zona.
— ¡Por las escamas de Neptuno, Umibozu! ¡Es un desafío! — había dicho con esa sonrisa pícara que tanto lo caracterizaba — Además, ¿qué podría salir mal? Ahora, sin embargo, algo en el aire me decía que aquel desafío había tomado un rumbo peligroso. Mis ojos amarillos, fluorescentes en la penumbra, escudriñaban el paisaje nevado. La antena bioluminiscente de mi frente brillaba con un tono amarillo intenso, iluminando ligeramente el camino. No era mi hábitat natural, pero el mar no estaba lejos, y su presencia me daba cierta tranquilidad. De repente, escuché un grito agudo que cortó el silencio como un cuchillo afilado. Reconocí esa voz al instante. — ¡Suéltame, escoria de charco! ¡Por las ancas de mi tía, os arrepentiréis de esto! Era Timsy, y no sonaba precisamente feliz. Mis sentidos se agudizaron, y me apresuré hacia el origen del sonido, moviéndome con la rudeza de una ola que rompe en la costa. Cada paso mío hacía temblar el suelo, y las ramas de los árboles crujían bajo mi peso de veinticuatro toneladas. Al llegar a un claro entre los árboles, vi la escena: Timsy, con su metro y medio de altura y sus escamas verdes y azules brillando bajo la luz tenue, estaba atrapado en una red gruesa, colgando de una rama como si fuera un pez capturado en una trampa. Alrededor de él, tres figuras humanas se burlaban con risas guturales. Uno de ellos, un tipo con un abrigo de piel y un sombrero que gritaba "mafioso", sostenía un cuchillo que brillaba bajo la luz tenue del sol invernal. Los otros dos eran enormes, como ballenas varadas, con miradas torpes pero peligrosas. — Liberad a mi hermano, si no queréis conocer la furia de las profundidades-lurk — dije con calma, emergiendo de entre los árboles como una sombra surgida de las profundidades. Mi voz resonó con la serenidad de las aguas tranquilas, pero llevaba en su tono la advertencia de un mar embravecido. El mafioso se giró hacia mí, sorprendido pero no intimidado. Sus ojos se abrieron como platos al verme, pero rápidamente recuperó la compostura. — ¿Y qué demonios eres tú? — preguntó, tratando de ocultar el temblor en su voz. — ¡Umibozu! ¡Estos crustáceos con patas me han capturado! ¡Nenúfares nepalíes, qué vergüenza! — Timsy seguía luchando contra la red, pero sus palabras eran tan afiladas como siempre. El mafioso sonrió, mostrando unos dientes amarillentos. — Ah, ¿este es tu hermano? Pues escucha, amigo. Tu pequeño pececito aquí nos debe una buena cantidad de dinero. Y hasta que no pague, no lo soltamos. — No llevamos dinero-lurk — dije, inclinando ligeramente la cabeza. Mis ojos amarillos brillaron con intensidad, y mi antena bioluminiscente parpadeó lentamente. — Pues entonces tendrás que encontrar una manera de pagar, o tu hermanito aquí se quedará colgado como un trofeo — dijo el mafioso, acercando el cuchillo a la red. Timsy lo miró con desdén. — ¡Ja! ¡Como si pudieras asustarme, caracol sin concha! ¡Umibozu te va a hacer puré de medusa! — Timsy siempre tenía una manera de empeorar las cosas con su boca, pero esta vez no me molestó. Sabía que su orgullo era su escudo, incluso cuando estaba atrapado. El mafioso se rió, pero su risa se cortó cuando di un paso adelante. El suelo tembló bajo mis pies, y las ramas de los árboles cercanos se sacudieron. — Os daré una última oportunidad. Soltad a mi hermano, y os permitiré marcharos con vuestras vidas-lurk — dije, extendiendo mis garras palmeadas hacia ellos. Mis membranas branquiales se expandieron ligeramente, mostrando su color azul intenso, tratando de intimidar a los humanos. Los dos secuaces intercambiaron miradas nerviosas, pero el mafioso no se inmutó. —No creo que entiendas la situación, amigo. Somos tres, y tú estás solo. El mafioso lanzó una orden, y los dos secuaces se abalanzaron sobre mí como olas rompiendo contra un acantilado. Pero yo no era un acantilado estático; era una corriente imparable. Recibí el primer golpe con la resistencia de un volcán submarino, y con un movimiento rápido, agarré al segundo secuaz por el brazo y lo lancé contra un árbol. El impacto resonó como un trueno, y el hombre cayó inconsciente. El mafioso maldijo y se lanzó hacia mí con el cuchillo, pero yo lo detuve con facilidad, golpeándolo con mi muñeca con una fuerza que lo hizo gritar. El cuchillo cayó al suelo, y lo miré directamente a los ojos. — Os advertí, y ahora conoceréis el abismo-lurk — dije, y antes de que pudiera reaccionar, lo levanté del suelo como si fuera un pez pequeño y lo arrojé hacia su otro secuaz, que intentaba levantarse. Ambos cayeron al suelo en un montón de extremidades retorcidas. — ¡Escamas! ¡Eso ha sido increíble, Umibozu! — Timsy gritó desde la red, observando la escena con una mezcla de asombro y diversión — ¡Ahora sácame de aquí antes de que me congele como un cubito de hielo! Corté la red con un movimiento rápido de mis garras, y Timsy cayó al suelo con un suave aterrizaje. Se sacudió como un pez recién salido del agua y me miró con una sonrisa traviesa. — Sabía que vendrías. Aunque tardaste un poco, ¿no? — No te quejes, pues no siempre estaré aquí para salvarte-lurk —respondí, mirando hacia los mafiosos, que empezaban a recuperarse— Tenemos un problema que resolver-lurk. El mafioso se levantó, tambaleándose, pero aún con una chispa de arrogancia en sus ojos. — Esto no ha terminado — dijo, aunque su voz temblaba — Volveremos, y la próxima vez no seremos tan amables. — No habrá una próxima vez, pues el mar reclama lo suyo-lurk — dije, y en ese momento, algo en mi interior cambió. La serenidad del océano dio paso a la furia de las profundidades. Mis ojos brillaron con un azul intenso, y mi boca se abrió más de lo que cualquier humano podría imaginar. Los mafiosos gritaron cuando me abalancé sobre ellos, pero sus voces se ahogaron rápidamente. Cuando todo terminó, el claro estaba en silencio de nuevo. Timsy me miró con una expresión que no podía descifrar. — Bueno... eso fue algo — dijo finalmente — Aunque no sé si comerlos era necesario. Podrías haberte conformado con asustarlos un poco. —No dejaban otra opción, pues eran como calamares en el mar-lurk —respondí, limpiándome la boca con el dorso de la mano. Timsy se rió, y su risa resonó en el aire frío como el sonido de las olas rompiendo en la costa. — Bueno, supongo que tienes razón. Aunque espero que no hayas desarrollado un gusto por la comida humana. Sería un problema si empezaras a perseguir barcos pesqueros. — No te preocupes, pues prefiero la tranquilidad del fondo marino-lurk — dije, comenzando a caminar de regreso hacia la costa. — ¡Bah! Siempre estás ahí cuando te necesito —dijo Timsy, nadando a mi lado con esa sonrisa pícara que nunca desaparecía — Además, ¿qué sería de ti sin mí para mantenerte entretenido? No respondí, pero una pequeña sonrisa se dibujó en mis labios. Timsy era un pillo, pero era mi hermano, y juntos, éramos tan indomables como el mar mismo. RE: T2 - Finalmente, libre. - Moderador Kaku - 10-02-2025 Recompensas entregadas
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