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[Aventura] [T1 Autonarrada] Otro escape más - Versión para impresión

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[T1 Autonarrada] Otro escape más - Ubben Sangrenegra - 04-09-2024

Personaje


Madrugada del 14 del Verano, año 724

Siempre era lo mismo, una rutina que el bribón de ojos dorados y cabellos blancos había perfeccionado con el tiempo. Llegar a una isla desconocida, trazar las rutas de escape en los callejones como si se tratase de un juego macabro, arrancar los carteles de Wanted con su rostro y asegurarse de pasar desapercibido, al menos hasta que alguien le reconociera y diera la alarma a la marina. Esta isla no era la excepción. Después de presentarse con Chettony, un capo mafioso de Rostock, recibió la oferta de servir como escolta junto con un grupo de operativos de los bajos fondos. El plan parecía sencillo, pero, como siempre, el caos no tardó en desatarse.

Todo se salió de control cuando, en medio del movimiento, la marina intentó una redada contra el mafioso. El pánico se esparció como un incendio en el grupo de Chettony, y fue entonces cuando el peliblanco recibió una oferta inesperada... una buena suma de dinero a cambio de convertirse en carnada, distrayendo a los marinos mientras el capo escapaba. La decisión fue rápida, casi instintiva, pues de todas formas tendría que escapar de la marina. Sin dudarlo, aceptó el trato, aunque sabía que se estaba metiendo en una situación peliaguda.

La persecución comenzó, y el peliblanco quedó rezagado mientras los hombres de Chettony se dispersaban con una velocidad sorprendente. Los marinos, astutos como siempre, no se dejaron engañar fácilmente y dividieron sus fuerzas. Un grupo cambió de dirección para interceptar a Chettony, mientras el otro continuaba persiguiendo a Ubben, quien se había convertido en su principal objetivo. El bribón de cabellos blancos corría por la avenida principal de Rostock, con un pequeño pelotón de siete hombres pisándole los talones. Por fortuna para él, estos no eran más que reclutas y un soldado raso, lo que, aunque no aliviaba completamente la situación, sí la hacía menos desesperada.

Con la agilidad que le caracterizaba, Ubben reconoció una de sus marcas, la ola que indicaba una ruta de escape hacia el puerto. Sin pensarlo dos veces, saltó sobre la fachada de una tienda cercana, utilizando el impulso para lanzarse a una velocidad vertiginosa en dirección a un callejón perpendicular. La fría madrugada le envolvía como un manto protector, dándole una ventaja sobre sus perseguidores en los oscuros recovecos de la ciudad. Su mente trabajaba a mil por hora, analizando cada paso, cada marca que había dejado en los callejones, esas encriptadas señales que solo él comprendía y que le garantizaban múltiples rutas de escape.

Los marinos, persistentes, comenzaban a ganar terreno. Ubben, consciente de que no podría mantener esa ventaja por mucho tiempo, decidió utilizar uno de sus trucos. Sacó un par de senbon de una funda oculta en sus bolsillos. Estas no eran agujas comunes, sino un tipo especial unido por un resistente hilo metálico, diseñado para situaciones como esta, donde un enfrentamiento cuerpo a cuerpo era inevitable. Sin detenerse, lanzó los senbon con precisión hacia las paredes laterales del callejón, creando una trampa improvisada. No era una gran estrategia, pero bastaba con que uno de los reclutas tropezara con el hilo metálico para ganar algo de tiempo.

La estrategia del peliblanco era simple... utilizar cualquier medio a su disposición para sobrevivir. No importaba cuán poco ortodoxos o bajos fueran esos medios; lo único que importaba era cumplir con su trabajo y ganarse la venia del temido drogadicto mink que regía el bajo mundo de Rostock. Durante la persecución, uno de los reclutas, sin prestar la debida atención, tropezó con el cable metálico y cayó al suelo, enredándose en el proceso. Ubben no pudo evitar soltar una carcajada mientras continuaba su huida, doblando en cada callejón marcado con la sutil ola que solo él reconocía. A medida que avanzaba, el peliblanco derribó un par de barriles, que rodaron hacia los soldados, haciendo que tropezaran y cayeran. Con cada maniobra, el grupo que le perseguía se reducía, hasta que solo quedaron cuatro hombres tras él. Pero Ubben también estaba cada vez más cerca de su objetivo, el muelle. -Veamos qué hacen con esto- murmuró para sí mismo al divisar un gato comiendo sobre un barril. Sin ningún respeto por el animal, lo tomó por el pescuezo y lo lanzó hacia la cara de uno de los marines. El tipo demostró reflejos rápidos, pero un gato asustado es un torbellino incontrolable. Apenas lo atrapó, el felino comenzó a arañarle y patalear, forzando al marine a bajar el ritmo mientras intentaba liberarse de su furioso felino. Con esto, solo tres hombres seguían en la persecución, y el último callejón estaba a la vuelta de la esquina.

El bribón de ojos dorados no dejó de pensar en su próxima jugada. Al llegar a la esquina, se detuvo en seco al observar un par de basureros metálicos. Con una rapidez sorprendente, tomó las tapas de los basureros y se volteó hacia los marinos que ya desenfundaban sus espadas, anticipando un enfrentamiento. Pero nunca vieron venir la extraña táctica de Ubben. Golpeó las tapas entre sí, creando un sonido rítmico, antes de dar un fuerte golpe entre ellas. El sonido del impacto fue brutal, les detuvo la ráfaga sonora que ocupó casi todo el ancho del callejón. El soldado raso gritó de dolor mientras se sujetaba los oídos, y los otros dos hombres hicieron lo mismo, dejando caer sus sables.

Sin perder tiempo, el peliblanco lanzó las maltrechas tapas hacia los dos reclutas, golpeándoles en la cabeza y derribándolos al suelo. Con solo un hombre aún en pie, Ubben retomó su escape, dirigiéndose raudo hacia el puerto. Para su fortuna, un barco estaba zarpando del muelle más próximo, mientras otro permanecía anclado. Además, a esas horas, el muelle estaba casi desierto, salvo por un anciano medio borracho. -El que zarpa es demasiado obvio... Usémoslo a nuestro favor- se dijo mientras se dirigía al barco detenido. Antes de abordar, se acercó al viejo borracho, metiéndole un fajo de 20,000 Berries en el bolsillo de su maltrecha chaqueta. -Dile a los marinos que escapé en ese barco, y te daré otros 20,000- le indicó en un tono conspirador, señalando el barco que recién zarpaba.

Luego de aquella jugarreta, se coló en la cubierta vacía del bergantín anclado y se adentró en lo que esperaba fuera una cocina o un espacio común. Pero se equivocó. El lugar era un largo pasillo que conducía a la sala del capitán, donde este discutía acaloradamente con un Solarian sobre el salario del navegador. En la esquina del pasillo, un trapeador abandonado llamó su atención. Sin perder la compostura, Ubben colgó su tricornio en una lámpara de aceite apagada y comenzó a trapear, disimulando su presencia a bordo.

Afuera del barco:

El soldado raso no tardó en recuperarse del dolor de oídos que le había causado el ataque improvisado del bribón. Pero ese tiempo perdido fue suficiente para que Ubben se refugiara y preparara un pequeño plan de contingencia. Menos de un minuto después de que el peliblanco se escondiera en el barco anclado, el soldado raso llegó al muelle, mirando a su alrededor con desconfianza. -¿Viste a un tipo de esta altura, con chaqueta negra y tricornio?- preguntó al anciano con voz inquisitiva, aunque manteniendo cierto respeto hacia el ebrio. El borracho, con un gesto despreocupado, señaló el barco que ya se alejaba. -Se subió en ese barco. Lo vi pasar corriendo y subirse a bordo.- El marine, frustrado, refunfuñó mientras sacaba un den den mushi y ordenaba que impidieran que ese barco consiguiese zarpar de Rostock. Luego, se volteó y se alejó del puerto, molesto por haber perdido al delincuente.

De vuelta en el barco:

Después de disimular un rato con el trapeador, el solarian salió de la sala del capitán, quien, todavía enfadado, lo siguió sin prestar atención al peliblanco. Ubben, aprovechando la oportunidad, se deslizó dentro de la sala, soltando el trapeador y tomando su tricornio en cuanto el capitán se alejó. Era su momento de explorar y ver si encontraba algo de valor. Y entonces lo vio: un modesto cofre, de no más de un metro de ancho y medio metro de alto. Se acercó con confianza para abrirlo, pero estaba cerrado con llave. -Eso será un problema para el Ubben del futuro...- pensó con una sonrisa.

Ubben tomó el modesto cofre entre sus manos, mientras su mente ya pensaba en el siguiente paso de su plan. Se acercó a la ventana de la oficina del capitán, abriéndola con cuidado para evitar cualquier ruido que pudiera alertar a quienes se encontraban a bordo. El bribón de ojos dorados y blancos cabellos se detuvo un momento, cerrando la ventana tras de sí, asegurándose de no dejar ningún rastro visible de su osadía. Dirigió su mirada hacia el vasto mar que se extendía ante él, su escape definitivo. 

Una sonrisa se dibujó en sus labios mientras sus dedos jugueteaban con el tricornio que descansaba sobre su cabeza. Con un tono ligero, casi burlón, murmuró para sí mismo –Espero que no tenga muchas cosas que se dañen con el agua– En ese lugar no debería tener demasiada profundidad como para poder recuperarlo facilmente. Lanzó el cofre, viendo cómo desaparecía con un leve chapoteo. Sin dudarlo un segundo más, ajustó su tricornio, se lanzó tras su recién defenestrado botín. Un pequeño robo para el ladrón, y un gran escape para el bribón. Al salir del agua mojado y cargando el cofre, entregó al viejo borracho sus 20mil berris extras y se perdió nuevamente en los oscuros callejones de Rostock.


Constricción Furtiva
SPL201
ESPECIALISTA
Físico
Tier 2
1
Enfriamiento
Especialista II - 5 Destreza - 5 Agilidad
Mediante unos hilos o cuerdas a gusto del usuario, este se abalanzará contra su adversario como si quisiera golpearle. Pero en vez de eso, trazara una finta rodeándolo mientras esparce los hilos a su alrededor, contrayendolos de golpe para que se junten y enreden sobre la víctima. Con ello, lograría atrapar entre una y dos extremidades a su elección dejándolas [Parálisis parcial] por 1 Turno.

Utilizada durante el escape a modo de trampa improvisada.

Todo es un Arma
PIC301
PíCARO
Ofensiva
Tier 3
33
Costo de Energía
2
Enfriamiento
Pícaro II - 15 Destreza
Cualquier arma e incluso objeto es un buen proyectil que lanzar para el usuario, con un poco de técnica y siempre que el objeto pueda causar un mínimo de daño se logran golpes bastante certeros que pueden alcanzar hasta los 16 metros de distancia y con un aumento de +5 [Destreza].
Golpe Básico Arma + [DESx2] de Daño según el arma que se use

Utilizada durante el escape para arrojar un gato a un marino, buscando detener su avance.

Corcheas Estridentes
MUS301
MúSICO
Sónico
Tier 3
34
Costo de Energía
2
Enfriamiento
Músico I - 15 Destreza
El usuario tocara algún instrumento de forma agresiva e intensa liberando una rafaga de sonido estridente que dañara a todo el que se encuentre delante del usuario cubriendo 3 metros de ancho y extendiéndose hasta 15 metros de distancia. Los afectados por este ataque sufrirán [Sordera].
Golpe Básico Arma + [DESx1,9] de [Daño sónico]

Utilizada durante el escape con dos tapas de basurero, dejando temporalmente sordo a sus persecutores y aprovechando la sorpresa del ataque para tomar distancia y terminar de escapar.

Energia: 176 / 243