Hay rumores sobre…
... que en una isla del East Blue puedes asistir a una función cirquense.
[Autonarrada T1] Manifestando la Voluntad del Alma.
Byron
Que me lo otorguen
Verano Día 18 del 724

El sonido del acero chocando uno contra otro resonaba por todos los rincones del acantilado en el que se encontraba el Faro de Rostock. Las olas del mar chocando contra aquellas rocas intimidantes adornaban sutilmente estos metálicos sonidos, brindando el sol mañanero la iluminación necesaria para aquella escena. Byron protagonizaba el siguiente movimiento, elevando su espada con su brazo derecho hasta casi tocar con el mango su frente, y apuntando con la punta de su fiel acero al que le hacía frente, Kael T. Draven, aunque en el pasado hubiese tenido sus diferencias con aquel hombre, el propósito de aquel combate era uno totalmente diferente a lo que cualquiera podría esperar.

Con firmeza, sujetaba su afilado aliado, y en cuanto sintió la abertura en la defensa del hombre del parche, con unos ojos que reflejaban su concentración, se abalanzó sobre él, para intentar asestar una estocada en el pecho de su contrincante. Su hoja lo atravesó, y su brazo también, prácticamente la mitad de su delgado cuerpo pasó tras él, quedándose totalmente atrapado en un viscoso pantano humano. Se mantuvo preso unos instantes, hasta que Kael hizo ceder su lodo, para que el joven espadachín cayese exhausto de rodillas a la verde pradera. Jadeó un poco en aquella posición, llegando a apoyar hasta sus brazos, con su cuerpo empapado en sudor, las gotas eran claramente visibles, recorriendo su frente y rostro como si hubiese metido la cabeza dentro de un barreño con agua.

- ¡Joder! ¡Pensaba que lo tenía! Estaba totalmente concentrado en aquel golpe, casi siento de nuevo ese pequeño chispazo en los dedos, pero se ha apagado en cuando mi espada te atravesó! - Dijo lamentándose y arrancando unos cuantos tallos de hierba con su mano debido a la frustración.

Un objeto fue lanzado a su cabeza, que al golpearla cayó frente a sus ojos, un odre de agua. Se lo había lanzado Drake Longspan, que también había asistido aquel entrenamiento improvisado, surgido del encontronazo que tuvieron los otros dos presentes en aquel entrenamiento. En un momento tenso, y antes de que Kael accediese a viajar con ellos como tripulante, la conversación se volvió violenta y agresiva, ante la imposibilidad del muchacho para tocar a su lodoso enemigo, algo surgió en él, algo que los presentes categorizaron como el poder de la voluntad, el haki, que doblegaba el poder de las frutas del diablo. Tras formalizar la nueva tripulación, surgió la idea de entrenar aquel poder, y perfeccionarlo, hasta tal punto de hacerlo a voluntad.

- No te preocupes desplumado, aunque si no puedes lograr esto, todo aquello que me contaste del destino era una farsa.- Dijo Drake desde la lejanía, sentado en una gran roca del paisaje. Tenía una curiosa forma de animar a su capitán.

- No te preocupes, tarde o temprano lo conseguirás, ya has demostrado poder hacerlo, solo es cuestión de tiempo.- Comentó Kael con su comentario, aliviando la burla de Drake, tenía todas las papeletas para convertirse en el padre de la tripulación, quien iba a decirlo teniendo en cuenta en las circunstancias que se conocieron.

- ¡Aaaaaaahhhh...!- Gimió Byron haciendo oídos sordos de su gigante compañero. - El problema es... Que no entiendo este poder, lo noto ahí, en las puntas de los dedos cuando voy a lanzarme, es raro, pero incluso noto la densidad del aura salir por mis ojos... Pero en el momento de pasarlo a la hoja, desaparece, ese chispazo final se esfuma.- Dijo mirando sus manos, abriendo y cerrándolas, como si intentase volver a conseguir esa sensación.

Cabizbajo, y bajo la atenta mirada de sus camaradas, cogió el odre que Drake le había lanzado, y dio un profundo trago, el ansia era tal que podían verse gotas de agua derramarse por la comisura de sus labios. Ni siquiera la bendición del sol le ayudaba en aquel momento a superar la barrera que tenía frente a su espíritu. Se quedó pensativo durante unos instantes, con los ojos cerrados, intentando sentir el fluir de aquel poder por sus articulaciones, y por un momento, vislumbró algo tenue, como si su misma voluntad lo hablase, volvía a sentir esa sensación en la punta de sus dedos, y sin esperarlo, tocando el índice con el pulgar, sintió aquel calambre, y cuando los volvió abrir, su espíritu parecía manifestarse en la yema de aquellos dos dedos, como si emanase una pequeña aura de bruma violácea.

Los ojos de muchacho observaron aquel evento atentamente, resplandeciendo con el reflejo mañanero del sol, reflejando su sincera felicidad en aquel momento. No lo festejó, simplemente se dejó empapar de ese sentimiento, de esa extraña calma que transmitía su espíritu en sus dedos, disfrutando de ellos, como si aquel diminuto espectáculo de luces violetas, fuese su pequeño placer personal, atesorando esa simple y llana sensación de satisfacción. Y así pues, como inesperadamente surgió, la luz de su espíritu se apagó.

- Vaya, eso fue fácil, quizás... Mmmm, estaba corriendo antes de poder caminar. Kael, esta ronda lo intentaré con las manos desnudas, dejaré la espada por ahora... Primero tengo que ser capad de manifestarlo a voluntad.

- Entonces yo también dejaré las arm…- Dijo ya casi desajustando el cinturón en el que mantenía amarrada su espada y funda.

- ¡No, Kael! Gracias, pero no… creo que me vendrá mejor tener miedo, sentir el peligro para mejorar más rápido. - Interrumpió con una mirada decidida, haciéndole entender que no iba a aceptar ningún tipo de negativa por su parte.

- En fin, haz lo que dice, Kael Este inútil no va a entrar en razón por mucho que lo intentes, el enano es terco como una mula… Con suerte se lleva un tajo en la cara y baja un poco sus delirios de grandeza rohahahaha. - Comentó Drake entre risas.

Byron volvió a mirar a Kael, totalmente decidido y asintiendo firmemente, transmitiendo su entusiasmo con sus ojos violetas. Con un pequeño suspiro, aceptó la petición del intenso muchacho, haciendo un gesto con la mano para ponerse manos a la obra.

Se levantó, manteniéndose erguido sobre la verde hierba de aquel alto acantilado, inspiró y expiró el aire puro de aquel natural paraje, varias veces, de forma profunda, dejando que sus pulmones se llenasen del oxígeno necesario, entrando con esto en un estado de concentración y relajación. Chocó ambas palmas, sintiendo de nuevo aquel calambre que recorría cada una de sus falanges, y desprendiendo por sus manos una ligera aura morada, casi translúcida, que ondeaba de forma irregular y con pequeños “apagones”, pues aún era un novato en aquella tarea. Con una mirada carente de algún sentimiento, más que transmitir la plena conexión entre mente y cuerpo, observó a su camarada listo para comenzar.

Como si de una batalla real se tratase, su compañero del parche y cabello largo y oscuro, expulsó su lodo por la zona, dejando a su alrededor, 5 metros cubiertos de esta sustancia a su alrededor. De esta, comenzaron a emerger, distintos tentáculos, o raíces, de lodo, que se lanzaron a por el Solarian buscando distintos puntos por donde golpearlo, deslizándose velozmente de forma sinuosa hacia él. Se colocó con sus manos desnudas que desprendían ese tenue fulgor, esperando el momento justo de atacar, esta vez no se lo tragaría, no atravesaría el lodo con sus ofensivas, agarraría uno de esos látigos de lodo demostrando en un movimiento, su destreza, y sobre todo la fuerte voluntad que cargaba su alma.

Golpeó la pradera de un fuerte pisotón en cuanto los tentáculos llegaron, para aguantar mejor la postura, y con un rápido movimiento, apartó el primero de un rápido revés, y con la otra mano, agarró el siguiente lodo que se deslizaba con velocidad a su cuello. Lo había tocado, aquel barro era sólido cuando él lo tocaba con aquella aura. El resto de tentáculos se unieron mientras avanzaban hacia él, convirtiéndose en uno mucho más grande y grueso, Byron, confiado por su hazaña, y con la dopamina y la excitación por las nubes, esperó el siguiente golpe.

Soltó la creación de lodo que había agarrado, y uniendo ambas manos cargadas de su espíritu, paró su avance por unos segundos. La sensación en sus manos era la de estar parando un tronco de madera, nada similar a un líquido, sonrió soportando el golpe, retrocediendo cada vez más, por algún iluso motivo se veía capaz de conseguirlo. Por lo menos hasta que tras unos rápidos tintineos, aquel poder desapareció de sus manos, y la ola de barro se lo llevó por delante, engulléndolo sin piedad, y arrastrándolo varios metros por aquel verde paisaje.

El muchacho se quedó unos minutos tirado sobre el lodo, dolorido, cubierto su cuerpo de aquella sustancia, y sumergido en ella unos palmos, dejando la mitad de su cuerpo que tocaba el suelo, totalmente cubierta por este. Preocupados se acercaron tanto Drake como Kael, quien retiraba su elemento sin esfuerzo mientras caminaba, cuando estuvieron a su altura, y antes siquiera que pudiesen preguntar sobre su estado, el joven apasionado elevó el brazo y comenzó su alegato sobre cómo funcionaba aquel poder. Claramente era un bueno para nada al no tener ningún oficio, pero todo su talento se guardaba para este tipo de cosas.

- Creo, que lo entiendo, sé cómo funciona. - Dijo volviendo a emanar aquel poder de su mano. - No sé si tiene sentido esta explicación, pero, es como manipular la voluntad de tu alma, tienes que sentir el fluir de esta por tu cuerpo, así como sientes los latidos de tu corazón, es extraño… - Murmuró mirando a su mano que se interponía con el cielo y volvía a ver desvanecerse aquel poder. - Es como un fiuhfiuhfiuh, y luego un ¡chaas! Para activarlo, como un chispazo prendiendo una cerilla… Pero al igual que una de estas puede apagarse, habrá que hacerla más fuerte… Mientras lo tenía activo, sentía la presión del golpe, pero de una forma mucho más liviana, como si llevase unos gruesos guantes que me protegían… Ummm, en fin…- Bajó el brazo, y miró a sus dos compañeros que escuchaban sus palabras extrañados. - ¿Recuperamos fuerzas y luego seguimos? Si Drake puede cargarme sería un detalle, no siento las piernas, me las ha dejado hechas polvo. - Dijo sonriente.

Kael y Drake se miraron y suspiraron para luego reírse, después de esto, Drake cargó el cuerpo del muchacho, echándoselo al hombro, y llevándolo como si de un saco de patatas se tratase, dirigiéndose sin entretenerse a su tierna posada de confianza.

Con la boca llena, ambos carrillos abarrotados de pollo asado, cocinada con mimo en las cocinas de aquel establecimiento. Byron balbuceaba frases explicativas sobre las conclusiones que había sacado, sobre el como dominar aquel poder, exponiendo un nuevo tipo de entrenamiento, ya no basado en activar, pues ya sabía recrear esa sensación de aquella aura fluyendo, sino en potenciarlo y ser capaz de manifestarlo a voluntad en cualquier situación, no dependiendo del azar e intentando conocer sus límites para que aquella fuerza no lo volviese a abandonar sin él esperarlo.

- Entonces, ñam, ñam, cuando volvamos con el entrenamiento, quiero que Drake me lance algunas piedras, ñam, ñam, y tu Kael, ñam ñam, bolas de barro.- Y finalmente tragó el alimento que se encontraba en su boca, para volver a par otro mordisco al muslo de pollo que sostenía en sus manos.

- ¡Cierra el pico cuando tengas comida en la boca! ¡Maldita gallina sin alas! - Le gritó Drake, viendo la intención que tenía Byron de volver a hablar.

Por su comentario, antes de continuar con la charla, terminó aquel jugoso bocado que tenía en sus manos, dejando el hueso limpio. Agarró su jarra con fresca agua, y la terminó de un trago, no permitiendo que la abrumante cantidad de alimento se atorase en su garganta. Una vez acabó, dejó aquel recipiente de madera, y dio un par de palmadas como forma de dar las gracias por la comida.

- Bien, con el estómago lleno, y con las energías recuperadas, es hora de ponerse manos a la obra, necesito perfeccionar esto si quiero conquistar el mundo hie hie hie.- Rio alegremente tras su comentario.

- Hablas de conquistar el mundo como si nada, espero que ese ánimo no desaparezca cuando te des de frente contra un muro.- Dijo Drake, dando golpecitos sobre la mesa de madera en la que se encontraban, casi tirado en esta.

- Aun así, ¿Por qué buscas eso? ¿Quién tendría un objetivo tan poco realizable?- Añadió Kael intentando poner los pies en el suelo en la conversación.

Byron no pudo evitar dedicarles una sonrisa retadora, convencido de que aquel objetivo era posible, y que el destino le brindaría lo necesario para conseguirlo. Según él, estaba escrito, había nacido para ello, y nada de lo que pudiesen decir aquellos dos realistas camaradas podrían hacerle cambiar de idea.

- Hie hie hie, si me alzo entre el resto, sentándome en el trono que gobierna este mundo, seré la persona más libre del planeta, ninguno podrá juzgar o cuestionar mis actos, gozaré de libertad plena para viajar por el mundo y encontrar lo que nadie ha encontrado, sin tener que preocuparme por esquivar las garras de un gobierno corrupto... No tengo mucha idea sobre los poderes que dirigen el cotarro, pero sé que la mayoría de ellos están podridos. - Dijo levantándose del asiento.

- Quizás podrías empezar por algo más bajo, si lo que buscas es libertad, podrías intentar ser Shichibukai.- Comentó Kael mientras también se levantaba de la silla.

- ¿Shichibukai?- Preguntó Byron extrañado.

- Piratas reconocidos que colaboran con el gobierno, y gracias a esto cuentan con privilegios como no ser perseguidos o buscados por la justicia.- Añadió el hombre de brazos enormes, mientras rascaba su cabeza de forma perezoso y seguía a los dos presentes.

- Ummm... Podría ser, podría ser un objetivo hasta que cumpla el principal, supongo que ganaría el reconocimiento necesario para empezar... Y podría fingir trabajar para ellos, aprovecharme del sistema para contar con sus beneficios, a cambio de información de dudosa procedencia.- Masculló dubitativo dirigiéndose poniendo sus pies en la entrada.- Bueno, demasiado complicado como para pensarlo ahora, suena bien, Shichibukai...- Provocó unos segundos de silencio con su espera, pensando fugazmente la idea.- ¡En fin, a volver al entrenamiento!

Las horas habían pasado, y los últimos minutos de tarde iluminaban aquel arduo entrenamiento. Todos en aquella pradera, visiblemente cansados, el cuerpo del muchacho espadachín lleno de magulladuras por cualquier zona que mirases, debido al no interceptar a tiempo los proyectiles que sus dos compañeros le lanzaban. Había mejorado mucho, aún no era perfecto, pero podía manifestar su espíritu en sus manos de forma eficiente, solo fallando cuando las fuerzas lo abandonaban en medio de una colisión con las duras piedras y el veloz fango. Las manos totalmente doloridas por aquel duro cometido, eran las mayores perjudicadas cuando el zagal fallaban, al recibir toda la potencia del impacto en ellas. Con la dura y respiración propia de alguien agotado, el joven se encontraba frente a sus dos examinadores, de pie, con sus manos en guardia, listo para una última ronda.

- ¡Una más y terminaremos por hoy! - Con una voz profunda, decidida, pero cansada.- Otros cinco lanzamientos, y lo daré por dominado.

Lanzaron los cinco proyectiles, dos de lodo y tres de piedra, Byron se concentró inmediatamente al verlos venir. El primero no tardó en llegar, y con un rápido movimiento de su mano izquierda con su espíritu en su palma, desvió la piedra de un manotazo sin sentir apenas el impacto. Otros dos se avecinaban, y con su mano libre hizo un arco, agarrando los pequeños proyectiles con su palma y dedos, y dejándolos caer con disimulo a su costado. En aquel momento, Byron estaba totalmente metido en la zona, sentía que cada movimiento costaba menos de lo necesario, parecía un danzante experimentado con sus movimientos calculados con sumo detalle.

Los dos siguientes se aproximaron, de forma tardía, para buscar la reacción ante diferentes velocidades. Con ambas palmas, las hizo caer el suelo con un súbito golpe, sin aun perder la intensidad de su voluntad en ellas. Había terminado, y aquel poder se desvaneció a voluntad, sacando al joven de su trance, con un gesto de satisfacción en su rostro, sonriendo levemente y cayendo de rodillas al suelo, una vez dejó de forzarse a mantenerse en pie, sus fuerzas lo habían abandonado.

- Hie hie hie hie... Lo conseguí, aún puede mejorarse... Pero lo he conseguido.- Dijo medio jadeando y mirando sus temblorosas manos. - Chicos, gracias, como último favor, podéis acercarme mi espada, quiero probar una última vez.

Así lo hicieron. Byron la agarró por su empuñadura, dando un último profundo suspiro para calmar su cansado cuerpo, y dejó fluir su alma, desde el centro de su pecho, hasta la mano que sostenía su fiel acero. El aura se manifestó, envolviéndola con majestuosidad, tiñéndola ligeramente del color violeta de su espíritu, ondeante, inmaculada. Con sus últimas fuerzas la alzó a los cielos, celebrando su victoria de forma solemne, en silencio, había conseguido vencerse a sí mismo.

DATO
#1
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Sengoku el Buda
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