Alguien dijo una vez...
Donquixote Doflamingo
¿Los piratas son malos? ¿Los marines son los buenos? ¡Estos términos han cambiado siempre a lo largo de la historia! ¡Los niños que nunca han visto la paz y los niños que nunca han visto la guerra tienen valores diferentes! ¡Los que están en la cima determinan lo que está bien y lo que está mal! ¡Este lugar es un terreno neutral! ¿Dicen que la Justicia prevalecerá? ¡Por supuesto que lo hará! ¡Gane quién gane esta guerra se convertirá en la Justicia!
[Aventura] [A-T3]El típico episodio de la playa...
Percival Höllenstern
-
14 del verano del 724

La playa de Kilombo, aunque sencilla y modesta, alberga una serie de figuras que parecen talladas en un lienzo de contrastes. La atmósfera luminosa del día vacacional suaviza los bordes ásperos de la arena oscura y el oleaje pausado, pero la presencia de ciertos individuos dota a este rincón de una extraña tensión.

Cerca de la orilla, destacando entre los demás, se encuentra un hombre con el cabello blanco y gesto desenfadado. Su piel es algo pálida, como si no hubiera visto mucho sol a lo largo de su vida, o tal vez porque ha pasado demasiado tiempo en las sombras. Su rostro refleja una estructura ósea equilibrada, con pómulos bien definidos y una mandíbula marcada, que contrastan con su apariencia enigmática. Sus ojos, de un rojizo intenso, parecen estar siempre en un estado de observación, absortos en detalles que los demás no perciben. Está vestido de manera sencilla, con ropa práctica para el clima costero, pero hay algo en su porte que sugiere que este hombre, aunque en apariencia relajada, está siempre preparado para algo más.

A su lado, corretea un chiquillo de pelo negro, de longitud medio-larga, que cae de manera desordenada alrededor de su rostro. Su cuerpo es pequeño y ágil en comparación, claramente acostumbrado a moverse con rapidez y ligereza. Los ojos oscuros del arrebatador niño brillan con curiosidad, reflejando la energía de la juventud mientras juega con las olas que lamen la costa. Aunque su ropa está algo gastada, el joven no parece prestar atención a ello, enfocado en sus propios juegos y en la compañía del hombre adulto que lo acompaña. Entre ellos hay una dinámica peculiar, como si compartieran algo más que la simple casualidad de estar juntos en la playa ese día, un momento en el que las armas y las disputas parecían alejarse...

Más allá de ellos, un barco pequeño se precipitaba contra la costa, encallándose en la arena, y la figura de una bellísima mujer lucha contra el destino de su embarcación con visible frustración. El viento arrastra sus cabellos dorados en todas direcciones, creando un halo brillante alrededor de su cabeza, reflejando la luz del sol que golpea con fuerza. Su rostro, de facciones delicadas y piel ligeramente bronceada por el devenir de un viaje incierto, se frunce con cada movimiento en falso que hace el timón del barco encallado. A pesar de sus esfuerzos por maniobrarlo, el casco está profundamente hundido en la arena, y cada ola que se estrella contra la nave parece reafirmar su derrota. A pesar de la situación, su belleza resulta casi etérea, como si estuviera fuera de lugar en un escenario tan caótico.

Mientras tanto, en la distancia, un hombre camina solo por la orilla. Su paso es firme pero tranquilo, y los trazos equilibrados de su uniforme revelan que no es un simple turista disfrutando de un día libre. Este es Goku, un agente del Gobierno Mundial, con la mente ocupada en una misión que lo consume por completo. Su expresión es severa, los ojos entrecerrados bajo el sol mientras observa el horizonte con una intensidad que parece traspasar el paisaje frente a él. Sus pensamientos están lejos de las risas y las voces que resuenan a su alrededor. Con cada paso que da, las huellas en la arena parecen representar el peso de su responsabilidad: capturar a un prominente pirata de cabello blanco. 

Este es un hombre de estatura media, de complexión robusta, y forzado a la fuerza a portar un uniforme negro en esta ocasión, aunque el sol y la arena parecen opacar ligeramente su resplandor. Sus cabellos oscuros, arremolinados y ordenados, contrastan con la poca seriedad de su expresión. En sus manos, lleva un pequeño dossier acerca de los perpetradores del caos de cierto bar, un recordatorio de su objetivo. Sin embargo, va descalzo, pisando la arena con una deliberación controlada, y en su rostro se dibuja una determinación férrea pese a su gesto animoso. Está convencido de que el pirata que busca se encuentra en algún lugar cercano.  Su cola ondea con cierto ritmo mientras su mente dilucida acerca de cierta experiencia cercana a la muerte que tuvo.

En la distancia, el sol comienza a ascender más fuertemente, proyectando sombras más largas sobre la playa y sobre aquellos que la ocupan. El bullicio del puerto se mezcla con el sonido del mar, y la brisa marina continúa acariciando la totalidad de las figuras que, aunque separadas por la distancia física, parecen formar parte de una trama oculta que el destino teje en silencio. El hombre de cabello blanco observa el horizonte con una calma extraña, el chiquillo a su lado sigue saltando entre las olas, y la mujer en el barco sigue luchando contra las corrientes. Y mientras tanto, el agente de cabellos alborotados, avanza, cada vez más cerca de la verdad que busca, mientras sus pensamientos giran en torno a un nombre y un rostro que aún no ha visto.


OFF
#1
Juuken
Juuken
Personaje


Al fin un día de tranquilidad. Lance y yo habiamos decidido salir a dar una vuelta y relajarnos. El resto de la tripulación habían salido juntos, no sabía dónde estaban, pero resultaba en cierto modo satisfactorio ver que se acababan llevando bien. Éramos, ciertamente,nun grupo de lo más variopinto.

En primer lugar, un gyojin bastante grande. Cuando le conocí fue el primero de su especie que había visto nunca. Nuestro encuentro fue bastante fortuito, y no fue ahí cuando comenzamos a viajar juntos, sino que fue más adelante que nuestros caminos volvieron a cruzarse, fue entonces cuando conoció a Lance y acabamos todos navegando juntos. Al principio pensé que todos los gyojin eran igual, todos serían similares a Qazan, al fin y al cabo entre humanos hay varias diferencias, pero todos tenemos rasgos mas o menos similares, por lo que he visto hasta ahora. Sigo sin ser el mayor experto en cultura del mundo, aunque voy aprendiendo poco a poco.

Después me di cuenta de que no todos eran iguales, de hecho, de uno a otro prácticamente parecía que fueran una raza diferente. La prueba para mi fue conocer aquella chica medusa, al principio pensé que era un sombrero lo que tenía, y me costó mucho relacionar que se trataba de la misma raza que Qazan y solo me di cuenta bastante tarde como para reaccionar al respecto.

Luego teníamos a Shiro. Ese tipo que le encantaba tanto comer que acabó haciéndose cocinero me parecía maravilloso, la verdad. Solo alguien con un gran apetito y gusto por la comida como él podría ser capaz de ser bastante exigente para ir mejorando sus comidas. Y hasta ahora no había día que no sintiera que se superase, aunque seguramente yo sería el peor crítico que pudiera haber. Todo me encantaba. No podía ser de otra forma, durante al menos trece años de mi vida no sabía que la comida podía llegar a tener algún tipo de sabor. El día que Lance y yo conocimos a Shiro participamos en un concurso de comida, aquello fue espectacular, pero después me tiré unos días con malestar de estómago. No era la primera vez que me dolía asi, ni la que más fuerte me dolió, pero prefiero no volver a pasar por eso. Resultó ser una persona muy agradable.

Y por último estaba Gretta, aquella jabalí descomunal. No pude evitar soltar una risa con un deje de ironía. Era curioso, conocí a Gretta de una forma muy extraña y peculiar, al igual que me pasó con el gyojin, no conocía su raza hasta que la ví a ella, y no supe comprender que era en realidad. La risa fue provocada por recordar que, erróneamente, la llamé gorila. Ni siquiera a dia de hoy sabía lo que era un gorila, pero fue algo que me contó Tom en su día, y que me hizo malinterpretar unas palabras de Qazan. Ese día casi tengo un serio problema con un animal que solo con su peso ya podría acabar conmigo si me cayese encima. Por fortuna al final aquello quedó en un malentendido, y hasta me pareció simpática la jabalí. Aunque debo reconocer que no llegué a comprender muchas de lad cosas que dijo.

Allí nos encontrábamos. Los dos primeros sujetos que empezaron a viajar juntos, el origen de todo ese grupo. Aquella vez, Lance me encontró, comenzamos a viajar juntos. No se por qué accedí realmente, no quería tener cercanía con nadie, pero este hombre me hizo confiar cuando parecía algo imposible. Y me sentía gratamente agradecido de que haya podido crear esa sensación en mí. Ahora estábamos en aquella playa. Me encontraba en la orilla, me gustaba sentir el tacto del mar en mis pies, y en las piernas. Me había quitado el calzado y arremangado los camales del pantalón. Pero cada vez que llegaba una ola muy fuerte me echaba hacia atrás, de algún modo temía que me arrastrase la corriente.

El mar me llamaba, me gustaba encontrarme en alta mar, donde era yo quien llevaba y guiaba mi propio rumbo, o al menos esperaba serlo no muy tarde. Había paz, la calma que mecía con suavidad el casco del barco, permitiéndote relajarte. Sentir la brisa en el rostro, saber que hay nuevos horizontes más allá, nuevos lugares que descubrir, nuevas aventuras que vivir. Y debía decir, que me gustaba vivir eso con Lance. En cierto modo sentía gran cercanía a él. Me sentía cómodo y seguro a su lado. Eso me transmitía paz. No sabía por qué, pero sentía que era gracias a él que podía confiar en la gente que me rodeaba.

Mirando al horizonte, hacia el mar, comprobé algo que me llamó la atención. Sin perder de vista aquella pequeña embarcación fui a la orilla a volver a ponerme ese calzado. Me quité la tierra de los pies y volví a calzarme. Miré a Lance un momento y volví a mirar hacia aquel barco. Una figura ondeando unos cabellos, que hasta se me antojaron brillantes como el sol, asomaba por encima. Se le veía apurada mientras la embarcación encallaba con fuerza en la arena.

-¿Y eso? -dije mirando a Lance un momento- Alomejor necesita ayuda, vamos a ver, Lance.

Comencé a avanzar, convencido que el peliblanco, a quien ahora llamaba capitán, me seguía de cerca. Mire aquella mujer directamente. Tenía una cara realmente agradable, buscaba su mirada de vuelta, tratando comprender si pediría ayuda o no. Por si acaso yo me acercaría y le preguntaría directamente, acompañado por mi capitán. Se me hacia extraño llamarle así, por lo general sólo tenían ese apelativo aquellos que dirigían una embarcación, y nosotros todavía no teníamos ninguna.

Quien si tenia una era esa mujer, aunque había que resaltar el hecho de que si estaba sola, como parecía, era un milagro que hubiera logrado llegar ella sola hasta la costa. Llevar un barco, por pequeño que sea, puede ser una tarea imposible para una sola persona. No creo que fuera tan loca esa mujer, debía de haber alguien más a bordo, con lo cual no necesitaría ayuda. A menos que a sus compañeros les haya ocurrido algo en el viaje, lo cual ya si que tendría sentido.

Llegamos a estar prácticamente delante de la embarcación, y sin titubear ni un instante le pregunté.

-Hola. ¿Estás bien? ¿Necesitas ayuda?

DATOS
#2
Suzuka D. Hanami
Dragón Floreciente
Llevar el timón de un barco no era tan difícil una vez estabas en alta mar sin obstáculo, sin otros barcos al lado, sin muelles que atravesar. Que no afirmamos, ni desmentimos que la chica hubiera atravesado un muelle con el barco cuando zarpo, para nada. Aunque lo cierto es que una vez todo alrededor era agua era muy difícil orientarse hacia algún lugar, todo se veía igual - A ver el sol esta allí... Y dada la hora, eso debe ser el este... Por lo tanto... Iré en contra a la dirección del sol para que no me de en los ojos, evidentemente, si total islas en el mundo hay muchas, tarde o temprano aparecerá alguna - Esa había sido una muy ingenia percepción del mapa mundial y de la navegación.

Aunque el tiempo paso, ya hacia un par de días que "requiso" ese barco con la autorización de unos antiguos dueños que se quedaron babeando en el muelle viendo como su barco se iba contra el otro muelle. Uno de los pequeños beneficios de ser una dama encantadora al fin y al cabo. La joven se pregunto si le habrían denunciado o algo una vez se hubieran dado cuenta de la idiotez que acababan de hacer. Aunque tal vez no lo hacían solo instigados por la vergüenza de haberle dado a una encantadora dama que les había encandilado algo como un barco entero. No obstante ese seria un problema para la Hanami del futuro.

La Hanami del presente se encontraba en una situación mucho más peculiar, no sabia como pero había encontrado tierra, era como si la isla hubiera aparecido tras dar un par de volantazos con el timón y la isla hubiera estado todo ese tiempo oculta tras la ola de la derecha. Ella aprendió que para que el barco zarpara había de levantar el ancla y soltar las velas, así que si ahora quería aparcar el barco en el puerto el proceso seria el contrario... Pero en que orden? Si tiraba el ancla pronto se quedaría lejos, si plegaba las velas no sabia como irían las corrientes para llevar el barco y en cualquiera de los dos casos tenia que soltar el timón - Quien iba a decir que una sola persona no podía llevar un barco...

Y mientras pensaba la corriente ya iba haciendo lo suyo, las velas se hinchaban con el viento y el navío ponía un rumbo veloz hacia la cosa, aunque muy lejos del puerto. Pero la chica solo mantenía sus manos en el timón sopesando que hacer mientras el horizonte se hacia cada vez más grande y próximo a ella. Hasta que llego un punto en el que timón no respondía, noto como el barco se sacudía contra la arena y ella tomo la decisión de agacharse, ponerse las manos en la cabeza y esperar a la sacudida final del barco quedando varado en la playa, rodando por la cubierta unos momentos la joven por el impacto, pero parecía haber ido todo bien. No había chocado con nada más que no fuera la propia playa.

La oni igualmente revisaría desde el barco, rodeando el perímetro de la cubierta que no se hubiera llevado el barco a nada o nadie por delante. Hasta que vio que una pareja se acercaba preguntándole si estaba todo bien. Hanami se apoyaría en la barandilla del barco con ambos brazos dejándose caer un poco sobre ellos exhausta por la situación - Yo si la verdad, pero no me avisaron cuando me dieron el barco que una sola persona no podía llevarlo - No es que omita que no tiene ni idea de navegación y orientarse, es que genuinamente no sabe lo mal que se le da - Así que ahora mi barco esta aquí atascado en la playa... 

Como tampoco sabia bien que hacer la chica se dejo caer de la cubierta a la arena cerca de los dos jóvenes, haciendo saltar un poco de arena con la caída - Achus - Le saldría sin querer al aspirar un poco de arena - Disculpad, soy Suzuka D. Hanami y este es mi barco que me dijeron que se llamaba... A ver... Ah si. To'Shulo - Diría con una amable y energía sonrisa - Por cierto... ¿Dónde se supone que estamos?
#3
Son Goku D. Namek
Dr. Goku
Su viaje en aquel extravagante taxi había resultado bastante fructífero. No hubo sacudidas ni contratiempos que lo impidieran llegar a tiempo para su nueva misión. Ahora, su objetivo era un hombre de cabello blanco cuyo nombre, por el momento, desconocía. Goku esperaba que esta misión estuviera mejor informada que otras anteriores, ya que siempre había tenido problemas con la logística. La verdad, no servía para ello. Si al menos le hubieran dado una foto y un nombre claro, habría sido mucho más sencillo. Incluso si otro miembro del Cipher Pol simplemente le dijera "A ese, a ese es al que tienes que matar", seguro que Goku habría sido mucho más eficaz.

Pero, en fin, eso no importaba ahora. Estar de nuevo cerca del mar provocaba en él ciertos recuerdos y nostalgias. Pensaba en su viejo amigo, su preciado colega Piccolo, quien seguía desaparecido. No recordaba bien su rostro, pero los buenos momentos que pasaron juntos aún los tenía muy presentes. Fueron cinco días intensos de camaradería, y aunque habían sido pocos, para Goku valían mucho. También recordó aquella enorme bestia marina que enfrentaron juntos, y vagamente tenía en mente a un hombre extraño, mitad lobo, y a una persona que, por su apariencia, parecía... algo revolucionaria.

Después de una noche de descanso, Goku caminaba descalzo por la playa, habiéndose olvidado del calzado en el hostal. Vestido con su característico traje negro, paseaba despreocupadamente, observando a todas las personas a su alrededor. Sin embargo, su rostro cambió de repente, y su andar se tornó más rígido. El peso en su expresión revelaba algo más que el típico Goku relajado. Había una misión, y cuando se le daba una orden directa, Goku no era alguien que la ignorara; todo su ser, su concentración, podía ser temible.

Su caminar lo llevó hasta un barco atracado en la distancia. A lo lejos, pudo ver a unas personas en él. Un joven de cabello negro se acercaba para hablar con una mujer imponente, de curvas llamativas, mientras un joven de cabello blanco y piel pálida se encontraba cerca. Goku, con su mirada fija, reconoció a su objetivo. Apresuró el paso, tensando cada músculo de su cuerpo. Cada movimiento era preciso; sus músculos se contraían y flexionaban con la tensión propia de alguien que se dirigía hacia un propósito inminente.

Cuando llegó al pie del barco, lo suficientemente cerca como para que la mujer, quien parecía estar en medio de una conversación amistosa con aquellos dos, pudiera oírlo, Goku, con el rostro serio y una voz más grave de lo habitual, se dirigió a ella.

Hey, tú, la del barco - le dijo, apretando cada fibra de su cuerpo - Dime, ese barco... - miró de reojo al resto de los presentes y luego volvió a enfocarse en ella. Su objetivo estaba ahí, tan cerca... - Dime, ¿ese barco tiene un baño? - preguntó con firmeza - Estoy que me cago.

En ese momento, Goku se había olvidado por completo de su misión de asesinato. La necesidad urgente de ir al baño había eclipsado todo pensamiento, su mente ahora enfocada únicamente en el resultado de haber ingerido un gigantesco trozo de carne y varios kilos de arroz antes de salir a caminar.

resumen
#4
Lance Turner
Shirogami
Personaje

Un día más, era afortunado por sentir la brisa marítima en mi rostro. El viento acariciaba cada facción de mi rostro, moviendo también mis cabellos en el mismo sentido del que me peinaba. Andaba concentrado en esos momentos, en plena desconexión, observando el vaivén de las olas yendo a morir a la orilla. El horizonte parecía extenderse sin fin, y el sol bañando sus aguas provocaba una imagen hermosa y luminosa que contrastaba por completo con la que hace no muchos años era mi visión pesimista de la vida.
- Parece que todo depende del enfoque ¿Eh? – Pensé sacando a la luz una pequeña sonrisa.

A medida que iba pensando en aquellos oscuros tiempos del pasado, jugaba un poco con la arena que había entre mis pies, dejando que se deslizase entre mis dedos, o creando pequeños agujeros con el talón de mi pie. Era una sensación sumamente agradable, y en cierto modo, me ayudaba a disipar mis ideas.

Pensaba comenzar a hablar con Juuken cuando me percaté de algo, mis ojos se desviaron hacia una embarcación encallada a lo lejos. Una mujer intentaba controlar la situación, claramente con bastante frustración. La mujer captaba la atención de cualquiera, había algo magnético en ella, como si hubiese nacido para ser admirada por todos. Su cabello, bicolor de platino y esmeralda, contrastaba con la luz del sol, mientras parecían bailar entre lo que parecían unos cuernos. Estos, de color negro, lejos de ser algo que asustase, era un detalle más que ensalzaba su belleza.
- ¿Quién es esta mujer? – Me pregunté a mi mismo entre mis pensamientos. Lejos de lo llamativa que era, no parecía peligrosa, pero desde luego llevaba consigo un barco de grandes dimensiones.

Aun así, no pude evitar sentir un leve impulso de ayudar. Había una época en la que hubiera ignorado por completo la situación, en la que su vida se centraba únicamente en él mismo y en sus propios intereses, pero esa época había quedado atrás, o al menos eso intentaba decirse a sí mismo.
- Parece que alguien necesita una mano - Comenté en voz baja, como si la situación no fuera más que una distracción momentánea.
- Capitán, ¿Le ayudamos o no? - Preguntó Juuken, mostrando una vez más su inocente bondad.

Me levanté, cogiendo mis zapatos para llevarlos conmigo, y cruzando los brazos sobre mi pecho me tomé unos segundos de reflexión antes de contestar. Luego, con un suspiro que mezclaba resignación y aceptación, asentí.
- Sí, vamos a echarle una mano. Pero mantente alerta, no sabemos quién es ni qué está haciendo aquí. – Le contesté con claras intenciones de que no pecase de imprudente.

Con esa advertencia en mente, avancé hacia el barco, tras Juuken, quien había tomado la delantera, quizá más llevado por la curiosidad que por su instinto de ayudarla. A medida que nos acercábamos, la mujer en la embarcación parecía estar luchando cada vez más con el barco encallado. Su cuerpo, aunque delgado y ágil, mostraba signos de agotamiento mientras intentaba maniobrar la pesada estructura de madera que parecía decidida a resistir sus esfuerzos.

No pude evitar mostrar una leve sonrisa. No porque disfrutara del sufrimiento ajeno, sino porque había algo en esa escena que le resultaba familiar. Recordé las primeras veces que había intentado hacerme con el control de mi propia vida, los innumerables errores, y los fracasos que habían moldeado al hombre que era hoy. Había luchado tanto tiempo contra corrientes que le superaban en fuerza y tamaño, solo para darme cuenta de que a veces lo mejor que uno podía hacer era dejarse llevar.
- ¿Necesitas ayuda? - Preguntó Juuken, con un tono de voz amable.

La mujer levantó la cabeza, claramente sorprendida por nuestra aparición. Sus ojos se encontraron con los nuestros, y por un breve momento, sentí que estaba viendo algo más allá de lo evidente, algo que no podía definir con palabras.

Juuken empezó a interactuar con la chica, y decidí mantenerme algo más al margen mientras entablaban conversación entre ellos. Pude ver como los rasgos de aquella joven eran delicados, pero con una fuerza sutil en ellos, quizá heredado de su raza. Una mezcla que sugería una elegancia natural, pero también mostraba una gran determinación en sus ojos que no podía ignorar. Aquella primera impresión me llevó a pensar que la joven no era solo una figura hermosa a la deriva, sino alguien con propósito, aunque oculto tras su apariencia serena. Había una leve sonrisa en sus labios, pero no era la sonrisa despreocupada de alguien que estaba disfrutando de un día de playa. Era algo más. Reflexionando sobre ello, me di cuenta entonces de que, aunque mi primer impulso había sido acercarme a ayudar, la curiosidad por quién era esa joven y qué la había llevado a ese lugar era realmente lo que me inquietaba más de lo que esperaba.

La joven bajó del barco, saltando hasta tierra firme, o más bien, arena, presentándose ante nosotros.
- Disculpad, soy Suzuka D. Hanami y este es mi barco que me dijeron que se llamaba... A ver... Ah si. To'Shulo – Dijo con un tono de voz bastante dulce. - Por cierto... ¿Dónde se supone que estamos?

Le mostré la mejor sonrisa posible para caerle en gracia y me acerqué un poco a Juuken para presentarle también a él.
- Mi nombre es Lance Turner, y este chico es Juuken. – Miré a mi alrededor fingiendo estar dudoso antes de responder – Pues esto es el pueblo de Rostock, en isla Kilombo. ¿Era aquí a donde querías llegar?
#5


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