Alguien dijo una vez...
Bon Clay
Incluso en las profundidades del infierno.. la semilla de la amistad florece.. dejando volar pétalos sobre las olas del mar como si fueran recuerdos.. Y algún día volverá a florecer.. ¡Okama Way!
[Diario] [T2 Autonarrada] Bandidos Pluma Negra
Lionhart D. Cadmus
Tigre Blanco de la Marina
~ Bandidos Pluma Negra ~

Isla Kilombo
~ Día 20, Verano del año 724.

Lionhart D. Cadmus caminaba por el bullicioso pueblo de Rostock, en la Isla Kilombo. Los habitantes murmuraban con preocupación, intercambiando miradas ansiosas cada vez que alguien mencionaba a la pandilla que había estado aterrorizando la zona. Los Pluma Negra se habían ganado su infame reputación al robar gallinas de las granjas locales, pero lo que parecía un simple robo de ganado se había convertido en un problema mayor. El sustento de muchas familias dependía de esas aves, y la persistencia de los bandidos comenzaba a sembrar el caos entre los aldeanos.

La misión de Cadmus era clara: encontrar a la pandilla, detener sus fechorías y devolver las gallinas a sus legítimos dueños. Sin embargo, sabía que no sería fácil. A lo largo de las últimas semanas, Los Pluma Negra habían burlado a las autoridades locales y se rumoraba que se escondían en las cuevas costeras del norte, una zona traicionera, llena de acantilados y bosques.

Con paso decidido, Cadmus se dirigió hacia el cuartel donde se reuniría con otros marinos. Sabía que la clave para derrotar a los Pluma Negra era recopilar información precisa sobre sus movimientos. Tras hablar con varios granjeros afectados, descubrió que los robos siempre ocurrían de noche, justo antes del amanecer. Los bandidos se movían con rapidez, dejando atrás únicamente plumas negras como símbolo de su dominio. La mayoría de los aldeanos habían visto sombras moverse hacia la costa tras los robos, lo que reforzaba la teoría de las cuevas.

Esa misma noche, acompañado por un pequeño grupo de marinos, Cadmus partió hacia la costa norte. Los bosques de la isla eran suficientemente densos. Los sonidos de la vida salvaje resonaban en el aire, pero Cadmus se mantenía alerta, consciente de que no solo los animales representaban una amenaza en esa zona.

Estamos cerca. Diría uno de los marinos, señalando un sendero apenas visible entre el follaje. Los informes habían mencionado la entrada a una red de cuevas cerca de los acantilados, y ahora, después de una buena caminata, Cadmus podía escuchar el choque del agua contra las rocas en la distancia.

La costa rocosa era impresionante, con acantilados que caían abruptamente al mar. Las cuevas estaban parcialmente ocultas por la vegetación, pero el equipo avanzó con cautela, sabiendo que los centinelas de Los Pluma Negra podrían estar vigilando. Cadmus tomó la delantera, moviéndose en silencio a través de la oscuridad. El sonido constante de las aguas ayudaba a enmascarar sus movimientos, pero también hacía difícil oír cualquier señal de los bandidos.

Finalmente, divisaron a dos centinelas cerca de la entrada principal de la cueva, charlando despreocupadamente. Cadmus dio la señal a sus compañeros, y en cuestión de segundos, los marinos neutralizaron a los guardias sin alertar al resto. Con la entrada asegurada, el grupo se adentró en las cavernas.

El interior de las cuevas, iluminado únicamente por las antorchas que los bandidos habían colocado en las paredes. El sonido de las gallinas se escuchaba a lo lejos, KAKAKAKAKA, lo que indicaba que estaban cerca de su objetivo. Sin embargo, antes de llegar al lugar donde los animales estaban retenidos, los marinos se encontraron con un grupo de bandidos que vigilaba la zona principal de las cuevas. KAKAKAKAKAKAKA.

Cadmus, al frente del grupo, lanzó una mirada a sus compañeros. Sabía que un enfrentamiento era inevitable. Con un gesto rápido cargó hacia los bandidos. El choque fue inmediato. Los Pluma Negra, aunque sorprendidos por la emboscada, no se rendirían fácilmente. Blandiendo espadas y porras, se enfrentaron a los marinos con una ferocidad inesperada.

En medio de la batalla, Cadmus sintió una corriente de energía fluir por su cuerpo. Desde que había consumido la fruta de Byakko, su cuerpo era capaz de cambiar y volverse más poderoso, aunque todavía le faltaba mucho para dominar sus habilidades. Aprovechando ese poder, hibridaría en forma de tigre y lanzaría una ráfaga de viento que derribaría a varios de los bandidos. Los bandidos no sabían qué los había golpeado, y antes de que pudieran reaccionar, los marinos ya habían tomado el control de la situación.

Con el camino despejado, Cadmus y los suyos avanzaron hasta la cámara donde Los Pluma Negra retenían a las gallinas. El lugar estaba lleno de jaulas, y las aves cacareaban nerviosas. Sin embargo, el verdadero líder de la banda, conocido como Cuervo, estaba allí, esperándolos.

Sabía que vendrían, pero no creí que lo hicieran tan rápido. Dijo Cuervo, con una sonrisa burlona.

Cuervo era un hombre alto y delgado, con una mirada astuta. Blandía una espada curva, y su postura dejaba claro que no tenía intención de rendirse. Cadmus se preparó para el enfrentamiento final. Cuervo cargó hacia él, moviéndose con rapidez y precisión, pero Cadmus, confiado en su fuerza recién adquirida, desvió los ataques con facilidad.

La batalla fue intensa, pero breve. Utilizando su habilidad para manipular el viento, Cadmus desarmó a Cuervo, enviando su espada volando por los aires. Con un último golpe, derribó al líder de Los Pluma Negra, poniendo fin a su reinado de terror en las granjas de Kilombo.

Con la banda derrotada y las gallinas liberadas, Cadmus y los marinos se aseguraron de llevar a los prisioneros de vuelta al pueblo. Los aldeanos, aliviados y agradecidos, celebraron la victoria, sabiendo que su sustento estaba a salvo una vez más.

Mientras los marinos descansaban tras la misión, Cadmus podía relajarse más. Aunque había sido una misión relativamente simple, habría tenido que liderar a compañeros marines como Suboficial, y así mejorando la confianza más y más dentro de su nuevo cargo y responsabilidad.
#1


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