Alguien dijo una vez...
Iro
Luego os escribo que ahora no os puedo escribir.
[Autonarrada] [A -T2] [Autonarrada] Otro poder
Juuken
Juuken
Dia 40 de Primavera del año 721

La gran vara pasó cortando el viento por delante de mi cabeza. El jaleo se acrecentaba cada vez más y el agotamiento iba haciendo mella. Mi oponente volvía a lanzar una embestida tras otra mientras sonreía sarcásticamente ante mis pobres y torpes movimientos. Claramente se hallaba en una ámplia superioridad y se mofaba de ella delante de todos sus hombres. Finalmente uno de esos golpes me dió directamente en el estómago, lanzándome hacia detrás con una gran fuerza.

Mi espalda golpeó contra la dura madera del palo mayor de la embarcación, delante de mí su imponente figura estaba triunfante una vez más. El jaleo de la tripulación alrededor, vitoreando con gran fuerza a su capitán, cada vez era menor, cada día que pasaba parecían desarrollar cierta preferencia a que lograse hacer algo más contra él. Pero Tom era demasiado hábil para mi triste nivel de poder. Mandó a todos a callar y a volver a sus tareas, tras lo cual me tendió su mano para levantarme.

Enormemente dolorido tomé su mano y me alcé. Por fortuna el dolor ya era un viejo conocido, no me sorprendía su visita cada vez que entrenaba con Tom. Lo raro habría sido que no hiciera su aparición. Tom era un tipo inmensamente fornido, su fuerza no era comparable con la mía, ni de lejos podría llegar a serlo, por más que dijese que la fuerza no lo era todo. Pero cuando golpeé con mi cuerpo en la madera, esta crujió con un sonido bastante feo para tratarse de una parte fundamental de la embarcación, cosa que me llamó bastante la atención de primeras. Eso era algo contra lo que no podía competir.

Me ayudó a levantarme y nos fuimos a sentarnos alrededor de un barril. Marin ya estaba allí, esperándonos con unas bebidas. A mi siempre me daba lo mismo, era como agua, pero tenía algo que siempre me calmaba los dolores al poco tiempo. Ella se encargaba de atender siempre a los heridos y sabía cómo paliar los dolores de los enfermos, por ello sabía que hacer para aliviar mi dolor. Nunca pensé que podría llegar a ser una verdadera opción la de atenuar esos dolores. La vida podría haber sido muy diferente con ella a mi lado, cuando estaba encerrado junto a Juuni.

-Cada vez vas mejor, pero no consigues esquivarme nunca -comentó Tom inquisitivo-. Llevamos una semana, no es mucho tiempo, pero te cuesta acostumbrarte. Solo me evades cuando me relajo.
-Más bien cuando te sorprendo -bromeé.

Durante estos últimos días parecía haber desarrollado una especie de confianza con ellos dos, la suficiente para bromear de alguna forma con ellos. Era algo que nunca había hecho y, aunque no terminaba de comprenderlo del todo, Juuni lo hacía cada dos por tres. Comencé a sentir que le debía a ella mi vida, o al menos la parte de mi personalidad que todavía desea vivir y continuar hacia adelante. Honrarla era todo cuanto me importaba. Pero eso era algo que jamás saldría de mis labios.

-Muy gracioso -dijo Tom mientras su mujer se reía por lo bajo-. Pero hablo en serio. Parece que tu fuerte no es el esquive.
-Tienes que dejarle tiempo, querido -intervino Marin-. Tú tampoco aprendiste a defenderte tan rápido. Además tú nunca esquivas a nadie.
-¿Con este cuerpo? Es más fácil bloquearlos y utilizar su fuerza contra ellos que esquivarlos. Además de ser más práctico.
-Pues enséñale a combatir como tú -sentenció ella con un tono de voz algo molesta.

Tom se quedó pensando, dubitativo. Durante unos instantes era como si me atravesara con su mirada. Sus ojos se posaban con rudeza sobre mí, pero sentía que su atención estaba desviada, como si estuviera pensando en otra cosa no relacionada.

-De hecho es en lo que pensaba -sentenció él.
-¿A qué te refieres?
-Recuerda el primer día. Lo que hizo.
-¡Vamos Tom! ¿Otra vez con eso?
-Su tono de voz pasó de la intriga a la indignación.
-Piénsalo. Sin buscarlo casi le parte cuatro costillas a Will. Debe aprender a controlarlo.

Me sentía un simple espectador en una discusión que dependía completamente de mí. Estaba claro que hablaban de aquella vez donde mi brazo se quedó cubierto por algún tipo de sustancia cristalina que no era capaz de reconocer. No podía tampoco reproducirlo. Aquella vez no se ni como ni por qué fui capaz de hacer aquello, ni siquiera estoy seguro de que fuera cosa mía, sin embargo ellos decían que era producto de una sustancia llamada "Akuma no mi", algo que al parecer otorgaba poderes y habilidades sobrehumanas a su consumidor. Por desgracia sentí en ese momento, que no sabía que podía considerarse normal, y qué podía ser sobrehumano.

-Pero -comencé a hablar, dubitativo-, ni siquiera sé como hacer eso. ¿Y si no fué cosa mía?
-Creeme Juuken -saltó Marin sin darle tiempo a Tom a responder-. Ese poder está latente en tí, solamente debes aprender a liberarlo por ti mismo.
-¿Pero cómo voy a hacerlo?
-No somos expertos, pero seguro encontramos una forma.


Tom era una persona bastante ruda, pero aun con ese aspecto de tipo duro resultaba ser alguien con un gran corazón en su interior. Genuinamente quería ayudarme, o esa era la impresión que daba en todo momento. Era muy duro, pero como sentía que debía ser una persona para poder escalar y volverse más fuerte. No dudaba demasiado en vapulearme si lo consideraba necesario. Pero después no tardaba en venir a ayudarme.

Al poco tiempo Tom se marchó para continuar con sus labores en el barco. Como capitán debía tener ciertas responsabilidades que, en ocasiones, le hacían meterse en su camarote durante largas horas. Me quedé a solas con Marin, quien se quedó mirándome fijamente, con una sonrisa. Ya no me sentía incómodo con ella mirándome de esa forma, pero tampoco me sentía del todo bien. No estaba acostumbrado a que me trataran de esa forma. Tan amable.

-Juuken. ¿Qué pasó aquél día que te encontramos? -Preguntó Marin con cierta intriga y melancolía en su voz.- ¿Cómo llegaste a esa zona sobre los escombros tú solo?

Me quedé mirándome las manos, sin decir nada, sin mostrar expresión alguna. Pensativo. Durante días había tratado de recordar esos mismos sucesos, pero tan solo recordaba despertarme allí. Había estado rodeado de aquellos hombres, poco era lo que recordaba.

-No estoy seguro -dije finalmente, con un hilo de voz-, me tenían sujeto, había varios a mi alrededor. Me pusieron una inyección, el dolor fue tal que perdí la conciencia. Cuando abrí los ojos de nuevo, estaba allí. Donde me encontrasteis. No recuerdo nada más.

A diferencia de otras ocasiones, Marin no parecía escandalizada. Se quedó durante un rato pensativa, mirando hacia un lado y hacia el otro, pero todo el rato con esa expresión de incertidumbre en el rostro. Finalmente respiró hondo y se quedó mirándome fijamente a los ojos.

-Lo siento, Juuken. De verdad -había pesar en sus palabras-. Con esas inyecciones, probablemente preparaban vuestros cuerpos para experimentar un dolor tan alto que los experimentos no acabasen con vuestras vidas. Creo que, de alguna forma, extrajeron el poder de una akuma no mi para intentar hacerla llegar a vuestros cuerpos. Querían meter diversas habilidades en un mismo cuerpo, o una habilidad en varios cuerpos. Posiblemente tratan de formar algún tipo de fuerza hostil. ¿Pero contra quién?

No terminaba de comprender esa explicación, pero tenía sentido que nos preparasen para el dolor. Aquella última inyección había ardido por todo mi cuerpo como si el mismo fuego fuese lo que recorriera mis venas. Pero no sabía de qué me podía servir esa información. No sabría qué hacer con ella.

-Juuken. No sé cómo, pero tú y yo averiguaremos cómo sacar ese poder a relucir. -Posó su mano en mi pecho, extendida- Ese poder es parte de tí ahora. Si pudiera ser lo que te ayudó a sobrevivir aquel día, debes aprender a controlarlo. Debes seguir viviendo, Juuken.

Tal vez tenía razón. Pero no sabía cómo podía controlar eso. Hasta hacia poco más de dos semanas ni siquiera sabía que algo así pudiera ser parte de mi. Desde que golpeé al pobre Will, que se tiró un par de días en la enfermería, incluso fue sorpresivo para mí, en ese momento caí al mar y me di cuenta que era completamente incapaz de salir a flote. Si en ese momento Tom no me hubiera sacado de allí, todo habría acabado para mi.

Marín se levantó y me invitó a acompañarla. Cuanto más conocía y veía a Marin, más me recordaba a ella. No cabía duda de que Juuni era parte de esa familia, no había duda alguna de que era su hija. Me levanté también y fui a seguir a Marin. Parecía que todo aquello no había hecho más que comenzar.

-¡Tierra a la vista!

Una voz gritó desde lo alto del palo mayor mientras avanzábamos, lo que hizo que Marin cambiase su trayectoria. También la seguí. Subimos unas escaleras y nos posamos sobre el castillo de popa, al lado del timón. Ella sacó un artilugio bastante curioso que se extendía bastante en longitud, después se lo llevó a un ojo y comenzó a mirar hacia el horizonte. Sonrió y celebró, alegando que por fin estábamos llegando a puerto.

Me lo tendió a mí, no sabía ni cómo se utilizaba ni por qué, pero simplemente la imité. Lo dirigí al horizonte, donde ella había estado apuntando con ese artefacto y lo llevé a uno de mis ojos, cerrando el otro. Una imagen algo difusa llegó a mi. De alguna forma, ese objeto acercaba las imágenes más lejanas. Mi cara de sorpresa debió ser bastante expresiva, pues de pronto pude escuchar la risa de Marin, al quitarme el artilugio del ojo vi que parecía muy divertida mirándome.

Una nueva tierra llegaba, la primera vez que vería un lugar que no fuera aquellas cuatro paredes empedradas. Unos nuevos horizontes se asomaban. Una nueva vida, más cómoda. Más agradable. Con más vida.
#1


Salto de foro:


Usuarios navegando en este tema: 1 invitado(s)