Tofun
El Largo
15-10-2024, 08:04 PM
60 de Verano del año 724
Faro de Rostock, Isla Kilombo
El sol comenzaba a ocultarse en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos naranjas y púrpuras que se reflejaban en el mar, creando un espectáculo visual que atraía la atención de cualquiera que se detuviera a admirarlo. Desde lo alto del faro, la vista era impresionante. A los pies de la estructura, las olas rompían con fuerza contra las rocas, mientras el pueblo de Rostock se iluminaba poco a poco con las primeras luces de la noche.
Murray Arganeo se encontraba recostado en el marco de una de las ventanas, con los pies apoyados en el borde. Sostenía un puro entre sus dedos, disfrutando del aroma a tabaco que se mezclaba con la brisa marina. Su mirada se perdía en el horizonte, reflexionando sobre las últimas semanas.
En ese momento, Stan S. Stanman apareció como un torbellino, subiendo las escaleras del faro con una energía desbordante. Su cabello azul eléctrico brillaba bajo la luz del atardecer, y su traje oscuro contrastaba con la calidez del entorno. Se acercó a Murray con un mechero en mano, una sonrisa que ocupaba toda su cara.
— ¡Murray! —gritó Stan, como si estuviera anunciando la llegada de una gran noticia. — ¡Mira lo que traigo!
Sin esperar respuesta, Stan se agachó y encendió el puro de Murray con un mechero decorado como un pez de colores vistosos.
— Este es el nuevo modelo. —dijo Stan, mientras el fuego iluminaba brevemente su rostro.— ¡Perfecto para un hombre como tú!
Murray, exhalando una bocanada de humo, sonrió con un toque de ironía.
— Gracias, Stan. Pero no estoy seguro de que un mechero con forma de pez sea lo que necesita un sargento de la marina.
— ¡Eso es lo que lo hace genial! — replicó Stan, casi sin aliento. — Este mechero no solo enciende puros, también tiene un botón. ¡Con solo presionarlo, puedo activar la alarma de la cárcel!
— ¿En serio? — Murray arqueó una ceja, divertido pero incrédulo. — ¿Así que podemos tener un incendio y una alarma a la vez?
— ¡Exactamente! — dijo Stan, riendo— Imagina la sorpresa de los prisioneros si la alarma suena mientras intentan hacer una escapada. ¡Y tu podrás aprovechar para encenderte otro de esos puros!
Murray se echó a reír, sacudiendo la cabeza.
— Te confieso que estoy un poco sorprendido, Stan. Nunca pensé que te meterías en algo tan... ajeno a tu profesión.
Stan se cruzó de brazos y se puso serio, aunque su mirada estaba repleta de energía.
— ¡Murray, por favor! Vengo de orígenes humildes, pero mis metas son más altas que este faro. No hay límites para lo que puedo lograr. Solo tienes que dejarme hacer lo mío.
— ¿Y eso incluye el diseño de un sistema de seguridad? —Murray arqueó otra ceja. — No me malinterpretes, confío en tu iniciativa, pero esto es un poco diferente a regatear precios de taxi.
— ¡Es un desafío! — respondió Stan, gesticulando como si estuviera presentando una gran oferta. — ¡Y ya sabes que me encantan los desafíos! Además, las prisiones también necesitan un toque de frescura. Piensa en ello como una renovación... ¡un spa para prisioneros!
—¿Un spa? —Murray se rió. — Espero que no empiecen a pedir tratamientos faciales en la cárcel.
— ¡Exacto! Imagina que los piratas veganos salen de la cárcel con la piel más suave y relajada. Eso les hará pensar dos veces antes de volver a asaltar la isla.
Ambos se rieron, disfrutando del momento. El viento soplaba suavemente, llevando consigo el olor a sal del mar.
— De acuerdo, Stan — dijo Murray, mirando el horizonte.— Te daré el beneficio de la duda. Pero recuerda, la seguridad es lo primero.
—¡Y la elegancia, lo segundo! — Stan chasqueó los dedos, su entusiasmo era contagioso.
Mientras el sol se ocultaba completamente, dejando el cielo adornado de estrellas, ambos se quedaron en la cima del faro, disfrutando de la vista y la compañía. La Isla Kilombo se preparaba para un nuevo capítulo, y con Stan al mando de las reformas, sin duda habría muchas sorpresas por venir.