¿Sabías que…?
... existe una isla en el East Blue donde el Sherif es la ley.
[Autonarrada] [Autonarrada] Cobro de Deudas
Anko
Médica Despiadada
Noche del 24 de verano del 724

En una taberna local del Pueblo de Rostock, se podía ver un ambiente agradable, lleno de música divertida y personas disfrutando de sus bebidas alcohólicas, charlando entre ellos y pasando un buen rato. El dueño del local, quien también era el bar ténder, se encontraba detrás de la barra, con su mirada en uno de los vasos de cristal mientras usaba un trapo húmedo para limpiarlo y dejarlo listo para su uso. Parecía que nadie podía interrumpir aquella divertida noche en la taberna hasta que las puertas de madera se abrieron de par, dejando ver en el marco de la puerta a un hombre alto, pero delgado, con un arma de fuego enfundada en su cinturón.

Su mirada era fría y afilada, con un rostro de pocos amigos y una profunda cicatriz en su mejilla derecha. Su cabello oscuro y en puntas caía sobre su frente, dándole un aspecto algo desalineado. Todos los presentes giraron sus ojos para mirar a aquel hombre que solo se mantenía mirando de mala forma a todos ahí, pero quien más parecía nervioso era el dueño del local, quien tragó saliva y se preparó mentalmente para recibirlo. El tipo dejó cerrar la puerta y caminó por la zona libre de mesas hasta llegar a la barra, no tomó asiento, simplemente llevó si mano derecha hasta su cinturón y desenfundó aquella pistola para apuntarle al dueño de la taberna.

— No me has pagado el derecho de piso… Ya te di bastante tiempo y no cumpliste… —. Habló en un tono frío, sin intenciones de ceder o entregar otra oportunidad. El bar ténder asintió con la cabeza de forma nerviosa antes de justificarse. — Lo sé, pero entiéndeme, aún no eh reunido el dinero que me estás pidiendo, son muchos berries y no puedo darte todo el dinero ganado, sí lo hago me iré a la quiebra… —. — A la tumba te vas a ir sí no me pagas en este instante… —. Dijo el tipo de forma despiadada, sin ninguna pizca de benevolencia. Pero mientras eso sucedía, a sus espaldas, todos estaban mirando, con un leve temor en sus cuerpos que les impedía abandonar el local, no sabían sí aquel tipo reaccionaría de mala forma al verlos moverse.

Pero muy valientemente, uno de los civiles cercanos a las puertas de madera se levantó de forma brusca de su silla y corrió para salir de la taberna, el hombre escuchó esto y se giró levemente para apuntar y jalar el gatillo de su arma, soltando una bala que afortunadamente no alcanzó al tipo que intentaba huir, al ver que no pudo entregarle la bala, simplemente decidió no tomarlo importancia y seguir con su asunto del cobro con el bar ténder. El disparo resonó en todo el lugar y en zonas aledañas, alertando a la gente del problema dentro de la taberna, por otro lado, el tipo que había logrado escapar corrió lo más rápido que pudo hasta la base G-23 de la Marina, pero el destino le sonrió y no tuvo que recorrer todos esos metros, pues en el camino se topó con la Suboficial Uguisu, quien se encontraba camino al pueblo por el fin de sus labores.

— ¡Suboficial Uguisu! ¡Necesitamos su ayuda! —. Gritó el hombre entre jadeos y cansancio, Anko ya había terminado ese día con su turno en la base, pero sí tenía que abordarlas de nuevo tras el final de la jornada, lo haría sin dudarlo. — ¿Cuál es el problema? —. Habló con su tono tranquilo ya característico de ella mientras sostenía su cigarro con sus labios. — ¡Hay un tipo en la taberna cercana a la entrada del pueblo! ¡Está exigiendo un supuesto cobro, amenazando al bar ténder con un arma de fuego! —. La peli marrón le dio una calada a su cigarro y expulsó el humo por la otra parte de sus labios, sin abrirlos demasiado, pues su cigarro podría caerse al suelo. — Voy enseguida… —. Y con eso último, la joven tomó cartera hacía la taberna.

Anko corrió lo más rápido que pudo para evitar que la situación se agravara y llegara en un mal momento, pero su velocidad era eficaz y le permitió meter su presencia en la misma taberna que el hombre describió. Abrió la puerta de golpe e ingresó al lugar, esto hizo que el bandido se girara y le apuntara con su pistola directamente al corazón. — Sabía que ni debía dejar escapar al tipo ese… Ya metió a la Marina en esto, Suboficial Uguisu… —. El actuar de Anko dentro del pueblo ya le había generado una reputación, siendo aquella captura en el muelle la que la hizo aparecer en los periódicos locales y que la gente pudiera reconocerla. — Matarte me ayudaría a ser más temido por aquí… —. Dijo el bandido sin ningún reparo, no era alguien bondadoso y siempre estaría dispuesto a hacer cualquier cosa para ser más temido y escalar en las jerarquías criminales.

— Eso te haría ganar un Wanted sobre tú cabeza —. — ¡Claro! Un buen Wanted le haría pensar dos veces a entrometidos como tú el ponerse en frente de mí —. Anko no respondió ante su no tan obvio intento de provocación, ella siguió con su temple relajado, fumando su cigarro sin mover sus manos de su cintura. Esto hizo que la molestia del bandido escalara y una vena en su frente se hinchó. — ¡No seas tan arrogante, jovencita! —. Gritó antes de jalar el gatillo de su pistola, los ojos de Anko se abrieron sorprendidos mientras su cuerpo reaccionaba y se apartaba del trayecto de la bala, logrando esquivarla completamente. El bandido apretó los dientes de rabia, en ese momento, se dio cuenta que no era rival para ella.

Con una destreza envidiable, la Suboficial colocó su mano derecha en la empuñadura de una de sus Katanas, mientras su mano derecha sostenía con firmeza la funda y se lanzaba contra él a una velocidad casi imperceptible para alguien común, finalizando su movimiento con un desenvaine ascendente sobre el cuerpo del bandido que lo hizo gritar de dolor al sentir su carne abdominal siendo cortada por el mortal filo de Anko. Su mano soltó la pistola y esta cayó al suelo con un ruido contundente al golpear contra el suelo de madera, su espalda se azotó contra la barra y su sangre empezó a salir de su herida, el dolor era tal que no pudo ponerse de pie nuevamente, mirando con recelo como la marine sacudía su Katana y la volvía a colocar en su funda.

— Estás detenido… Ni tú, ni nadie aquí puede cobrar un derecho de piso A NADIE… Tus heridas serán atendidas en la enfermería de la base y pasarás un buen tiempo encerrado… —. Habló con un tono autoritario que hizo estremecer levemente al hombre. Tras ello, Anko se ofreció a limpiar el desorden de su corta pelea una vez entregara al bandido en la base G-23, el bar ténder le agradeció por su rápida atención y prometió darle una bebida que correría a cuenta de la casa cuando volviera a visitar la taberna.
#1
Moderadora Perona
Ghost Princess
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#2


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