Alguien dijo una vez...
Monkey D. Luffy
Digamos que hay un pedazo de carne. Los piratas tendrían un banquete y se lo comerían, pero los héroes lo compartirían con otras personas. ¡Yo quiero toda la carne!
[Común] [C-Pasado] Una deuda de sangre
Muzen Kibutsuji
Raiden
Muzen se encamina tranquilamente por las calles junto a ella sonriendo levemente al escuchar las cosas que la joven mencionaba, principalmente por el hecho de que era una mujer "justa" que jamás hablo sobre que tenía interés de pagar sino al contrario estaba más que dispuesta asumir la persecución que los había hecho conocerse algo que para el albino carecía totalmente de sentido, suspiro levemente escuchándola sin decir más nada ya que al parecer tenía gustos masoquistas la jovencita, ya que tendría gente detrás de ella siempre que no pagara, no todos eran tan generosos como el albino, aunque por que intentar engañar a alguien Muzen tampoco lo era la diferencia erradico en que el jefe de esa isla cometido la tontería de mandar alguien más contra aquella chica despertando cierta discrepancia en el joven.

-Diez minutos antes no me hubiera molestado reclamar tu cabeza, aunque vales algo en el mercado ya que solamente por la recompensa que están pagando no valdría mi esfuerzo el tener que llevarme tu linda cabeza hasta los pies del que tanto te odia.

Cuando la joven extendió hacia el cartel de se busca lo tomaría más bien como cortesía y le echaría una ojeada quizás lo conocía y todo pero no le sonó muy conocido así que solamente se quedó con aquella imagen mental por si le pudiera encontrar en sus recorridos, ya que llevaba conociendo el blue en búsqueda de trabajo y como hasta el momento había dejado ver, él era bastante bueno en lo que se refería armar combates y luchar contra aquellos idiotas que tenían problemas de dinero, en su gran mayoría eran esos y algunos que debían pagar alguna generosa suma por seguir funcionando, de esa forma el había conocido a Teresa la mujer que estaba en ese momento sirviendo para todos al ver entrar a Muzen acompañado de una joven, ella había sido objetivo de una de las extorsione del joven por lo tanto aun seguía estando enojada con él, pero se acercó a ellos y miro a la joven,

-Que desean...

Luego aquella expresión de molestia se le paso a la joven, viendo que no había malas intenciones en el albino, que se empezaba a ganar una fama no muy buena, pero se la ganaba, la joven quería asesinar a alguien y parecía tener talento para poder disparar algo que le pudiera ser útil, durante una temporada.

-Tengo algunos trabajos que hacer y un cañón me puede venir muy bien, eso sin lugar a dudas... una buena jarra de cerveza negra por favor.

Diría con una leve sonrisa esperando saber si la joven estaba dispuesta a cooperar, ya que le habían dado un par de trabajos que serían más sencillos y menos arriesgados si fueran hechos a la distancia, pero nada aseguraba que no fuera a desaparecer en cuanto le diera la espalda o le terminara disparando, no siendo eso ultimo lo mejor que podría pasar es que saliera huyendo y así como la encontró una vez lo volvería hacer, pero la segunda Muzen no solía ser muy generoso.
#11
Anissa Marr
Nissa
La taberna no parecía tener ningún distintivo que la hiciera resaltar de otros lugares a los que había visitado, que a decir verdad no eran muchos. Aunque probablemente eso se debía a que toda esa zona de la isla carecía de los recursos suficientes como para hacer de una simple visita a la taberna una experiencia memorable. –Yo pediré una cerveza, nada más.- le respondí a la tabernera que parecía conocer al peliblanco de algún otro lado. A decir verdad solo una cerveza sería lo máximo que podría costear en mi situación y al parecer eso no cambiaría en un buen tiempo ya que había ofrecido mis servicios a Muzen a cambio de que no me hiciera daño.

-No tengo problema en acabar con cualquier objetivo que apuntes, mientras estemos en común acuerdo de que una vez que ordenes que apunte a alguien mi dedo estará a una fracción de segundo de accionar el gatillo y no habrá vuelta atrás.- mencioné mientras cruzaba mis piernas y descansaba uno de mis codos sobre la mesa. –También he de avisarte de que no apunto a niños, o en su defecto a padres acompañados de estos. Así que ya sabrás tú el cómo acomodas las piezas en el tablero si una de estas condiciones se cumple en uno de tus trabajos.- continué mientras comenzaba a jugar con mi cabello mientras seguía con la mirada a la tabernera.

-También has de saber que aunque trabaje para ti no voy a permitir que me trates como la mierda, no seré la mitad de fuerte que tú pero estoy segura de que al menos un tiro podré acertarte si la situación lo requiere, y como lo dije anteriormente; tengo muy buena puntería.- le advertí, esta vez volteando a verle directamente para que entendiera que hablaba en serio. Después de eso acosté mi rifle sobre mis piernas de manera lenta, por si no había quedado claro que hablaba en serio. –Habiendo dicho eso, no tendrás que preocuparte porque te dispare en la espalda o cuando vayas a dormir. Prefiero acabar con mis objetivos cuando no son capaces de verme o siquiera saber que existo, así que no tomaré placer en acabar con quien, a pesar de haberlo hecho por beneficio propio, me ayudó a quitarme un enemigo de encima.- finalicé justo cuando la tabernera colocó las bebidas que habíamos pedido en nuestra mesa. Apenas el tarro de cerveza tocó la mesa lo tomé para darle un pequeño trago, para degustar la calidad del alcohol que servían ahí.
#12
Muzen Kibutsuji
Raiden
Para el albino aquello era de lo más curioso que la joven estaba hablando en ese momento sobre el hecho de prácticamente cuales eran sus requisitos para poder ser parte del trato que estaban teniendo, ya que la joven al parecer tenía una serie de reglas y normativas que ella no rompería para que ambos pudieran trabajar juntos algo que no le molestaba del todo a Muzen ya que se trataba de una cosa sencilla y normas sencillas no solía meterse mucho con niños por lo tanto solamente en ese momento se alzó de hombros levemente sonriendo levemente ya que para él no existía ningún tipo de problema para luego tomar de su bebida y degustarla por un momento cuando finalmente suspiro escuchando las palabras de la joven sobre el otro tema.

-No tengo problema sobre tus exóticos gustos a la hora de disparar, no creo que nos encontremos con algo relacionado con ese tema, lo que me gustaría saber es conocer que tan buena eres con tus armas, claramente que no te pediré que le dispares ahora mismo a alguien, pero creo que tengo una idea.
 
Menciono con una leve sonrisa, mientras señalaba un juego de arrojar dados, seguramente ella tuviera el talento para destacar en aquel juego. Tomando su propia bebida se encamino hacia la zona de juegos, había dos hombres jugando en una de las dianas y la otra en cambio se encontraba vacía en ese momento, estaba demás decir que a ambos se quedaron mirando buscando ver que podría pasar, con el rubio y su compañera sonrió levemente acariciando su mentón.

-No te preocupes por eso, no soy de andar queriendo humillar a la gente que está conmigo menos aun provocarlos, por eso no tienes que temer después de todo te consideraría más bien un equipo más que una lacaya, aunque me gustan los lacayos de vez en cuando pero no suelen ser de mucha confianza, que te parece un juego con nuestros amigos de aquí al lado, ya que ellos parecen estar bien curiosos por tus habilidades.
 
Podrían estarlo también por las habilidades del albino, pero estas no serían comparables a los de la joven, de eso el muchacho de cabellera blanca tenía problema en reconocer, recordando lo que ella menciono no dudo en reírse levemente.

-Digamos que tenga mis dudas, ya que no cuplas tu palabra una vez, me hace querer dudar sobre tus verdaderas intenciones, pero por ahora digamos que cree en ti, gáname unos miles de barrios, haciéndole creer a estos tipos que eres mala, para luego que puedan terminar perdiendo su fortuna.
#13
Anissa Marr
Nissa
Parecía que el peliblanco y yo no tendríamos mucho conflicto a la hora de elegir a quien iría apuntado mi rifle, sentí un pequeño alivio al saber que no existiría siquiera la intención de asesinar a un infante o cometer un homicidio en presencia de uno. Era una situación desafortunada cuando algo así sucedía, pero desgraciadamente era más común de lo que uno esperaba; desafortunadamente ya había estado en presencia de uno de esos sucesos y no era una imagen sencilla de olvidar, sin importar que tanto se intentase.

Pero Muzen no estaba dispuesto a solamente tomar mi palabra como prueba suficiente de mi habilidad como tiradora, no podía culparle a decir verdad ya que había sacrificado la posible recompensa que le dieran por llevar mi cabeza ante su empleador por, lo que de momento, era algo no tangible. Pude ver como una idea se manifestó en los ojos de Muzen mientras se ponía de pie y tomaba su bebida dirigirse a una zona de juegos que estaba implementada en aquél lugar. Lo seguí, tomando solamente mi rifle y colocándolo a mi espalda con una tira de cuero que se aseguraba de mantenerla en posición. Un par de hombres estaban ahí, lanzando dardos a una diana con una destreza escasa, aunque algo de eso podría deberse a que el nivel de alcohol en su sangre era probablemente elevado. -¿Un juego?- respondí volteando a ver a Muzen. Mi madre solía decirme que no era correcto el jugar con la comida, y si tenía que comparar mi habilidad con la de esos hombres pues… digamos que sería mucho más justo el comparar la fuerza de un elefante con un par de recién nacidos. Sabía que podía acertar en el centro con los ojos cerrados y si me concentraba un poco incluso llegaría a acertar en el mismo punto tres veces seguidas. Decirle juego a eso era tenerles mucha esperanza a aquellos hombres.

Pero la idea de Muzen no era que simplemente les derrotara, quería que les estafara haciéndoles creer que no tenía la capacidad para jugar y así sintieran una falsa seguridad para que apostaran su dinero. Una vez que la apuesta fuera hecha tendría que demostrar mis verdaderas habilidades y ganar sin muchas complicaciones; una buenísima idea a decir verdad ya que era ganar dinero fácil aunque sentía que tenía una ligera falla. Si los hombres sentían que se les había estafado cabía la posibilidad que quisieran recuperar su dinero de manera violenta, y aunque parecía que Muzen era lo suficientemente fuerte para acabar con ambos de un solo golpe prefería que todo se resolviera de manera calmada, sin hacer mucho ruido para no atraer más ojos de los necesarios. –Bien, déjamelo a mí. Sígueme la corriente y solo interfiere si te lo pido.- le susurré para que no alcanzaran a escuchar los hombres que estaban a punto de ser estafados.

-Te digo que no hay nada como un buen reto de dardos, mi familia y yo solíamos apostar entre nosotros en los días de descanso de… mi padre.- le dije a Muzen en un tono mimado, asegurándome de usar el volumen suficiente para que ambos hombres se giraran en nuestra dirección. Había dado un golpe directo al captar su atención y meterles en la cabeza la idea de apostar con una sencilla frase. Me acerqué a la diana y tomé los 6 dardos que estaban ahí para después tomar la distancia que estaba marcada en el suelo. Con un par de movimientos torpes fingí que me estaba preparando para tirar el primero mientras de reojo veía como los hombres posaban su mirada en mí. –¡Rayos! Debo estar un poco oxidada.- dije mientras seguía con la actuación al lanzar el primero de los dardos y que este cayera en el número 1; la puntuación más baja. Comencé a hacer nuevamente los movimientos torpes de preparación para lanzar nuevamente aunque esta vez el dardo cayó en el número 20, siendo esta la mayor puntuación sin contar multiplicadores y el acierto al centro. -¡Vez, te lo dije, talento tengo para mantener una vida apostando en este juego!- le dije a Muzen en el mismo tono que use anteriormente solo que esta vez lo combiné con un par de saltos y un movimiento de manos que me hacían ver como una niña mimada. El último lo tiré con seguridad, acertando en la banda más cercana al centro con el número diez, lo que significaba que había sumado 30 puntos. -¡JA! 51 puntos en una ronda, seis rondas similares y ya le habré ganado un juego a cualquiera.- seguí hablando con Muzen solo que en esta ocasión una voz proveniente de esos dos hombres hizo que me girara.

-Veo que tienes talento muchachita, ¿qué te parecería una pequeña partida? Claro, con una apuesta de por medio.- dijo uno de los hombres mientras se limpiaba los restos de cerveza que estaban cayendo de sus labios. –Me encantaría, realmente no tengo mucho dinero con el qué pagar. Así que no se me ocurre cómo podría pagarles.- dije en un tono inocente mientras sacaba el pecho, no de manera seductora, para no ser tan evidente, sino para hacer que esos hombres perdieran el foco por completo. –No te preocupes hermosa, ya encontraremos una manera de arreglarnos.- dijo el hombre mientras se relamía los labios de manera lasciva, dejando entrever sus intenciones de manera muy obvia.

El hombre me dio la oportunidad de ser la primera en tirar, e hice apenas 41 puntos acertando en el número 1 y en el 20 dos veces. Los hombres comenzaron a reír, seguros que su victoria estaba mucho más cercana que lejana. Después siguió el hombre haciendo un puntaje de 80, cosa que comenzó a llamar la atención de la gente haciendo que varios se pararan de sus lugares para acercarse a la zona de juegos. –Mira muchachita, esto es lo que causa un verdadero talento para el entretenimiento. ¿Qué te parece si aumentamos la apuesta? El perdedor se volverá propiedad del otro.- dijo, como si quisiera que la presión social me hiciera aceptar su ilegal propuesta. La gente comenzó a emocionarse con tal apuesta, ansiosos en espera de mi respuesta mientras que uno de ellos comenzaba a marcar los puntajes para que todos pudieran observar con claridad quién iba ganando. –Muy bien, acepto. Con la condición de que la subamos aún más. Si tú ganas, yo y mi amigo seremos su propiedad, pero si yo gano tú y tu amigo serán nuestros, sin rechistar.- contesté para después escuchar una ovación de la gente ya que el juego se había vuelto más interesante.

Era mi turno nuevamente, y me acomodé en posición de tiro haciendo números para ver que tanto puntaje necesitaba para terminar en el turno siguiente. 80 era el número mágico para quedar a 180 puntos que fácilmente podría hacer pegándole al 20 multiplicado por 3, 3 veces logrando una hazaña casi imposible para muchos. 80 puntos era lo que necesitaba, y 80 puntos fue lo que logré sin mucho esfuerzo haciendo que el furor de la gente siguiera en avance. –Vaya, parece que ya decidiste despertar, niña. Demasiado tarde, lastimosamente.- dijo el hombre seguro de que se encontraba con una amplia ventaja, imposible de remontar. En esta ocasión tiro 85 puntos, poco más que lo del turno anterior pero no lo suficiente como para si quiera hacerme pelea. –Jajajajaja, ¿Estás lista para servirme de todas formas, preciosura?- siguió con su tono molesto.

El final del juego era inminente, a mi rival le hacían falta 136 puntos y a mí 180, así que esta ronda era seguramente la última. Me coloqué en posición por última vez y me volteé ver a Muzen. –Creo que conseguí un poco más de lo que has pedido.- le dije mientras mantenía mi mirada en él y lanzaba los 3 dardos de manera simultánea golpeando los tres casi en el mismo punto, como si los dardos estuvieran abrazándose. La gente se volvió loca cuando los dardos golpearon en la diana haciendo el puntaje más alto posible en un turno. Los hombres intentaron correr, pero se vieron frenados por la gente que había disfrutado del juego, a pesar de ser un lugar en donde la ley no tenía cabida seguían existiendo algún tipo de retorcido código de moral. Eventualmente los hombres se rindieron y terminaron postrados a nuestros pies, con los bolsillos vacíos y una bolsa de tela en frente en donde habían puesto todo su dinero y pertenencias de valor. –Todo tuyo, compañero.- dije mientras volteaba a ver a Muzen. -¿Satisfecho?- continué mientras me sentaba nuevamente en la mesa para seguir disfrutando de mi bebida.

Ese fue el inicio de mi historia con Muzen, con quien viviría varias aventuras desafortunadas que nos llevaron a unirnos a la tripulación de King en donde encontraría un sentido de la camaradería y una posible familia que podía ayudarme a cumplir mis objetivos sin pedir nada a cambio. No tenía bien en claro quién se había encargado de apartarle de mi lado, pero estaba completamente segura de que no descansaría hasta que los responsables de que perdiéramos a uno de nuestros nakamas pagarían con sangre sin importar si se trataba de una banda pirata, la marina o incluso el mismísimo gobierno mundial. El sonido de la bala saliendo del rifle de Anissa sería lo último que escucharan sus oídos antes de dirigirse al otro mundo.
#14


Salto de foro:


Usuarios navegando en este tema: 2 invitado(s)