Alguien dijo una vez...
Donquixote Doflamingo
¿Los piratas son malos? ¿Los marines son los buenos? ¡Estos términos han cambiado siempre a lo largo de la historia! ¡Los niños que nunca han visto la paz y los niños que nunca han visto la guerra tienen valores diferentes! ¡Los que están en la cima determinan lo que está bien y lo que está mal! ¡Este lugar es un terreno neutral! ¿Dicen que la Justicia prevalecerá? ¡Por supuesto que lo hará! ¡Gane quién gane esta guerra se convertirá en la Justicia!
[Autonarrada] [Aut-T2] Bajo los Límites de Rostock
Mayura Pavone
El Pavo Real del Oceano
Mayura Pavone, el Pavo Real del Océano, avanzaba por las calles polvorientas de Kilombo con un paso ligero y un aire de euforia en su semblante. Había sido una jornada larga y llena de desafíos, pero el tercer día en esa isla finalmente le había traído la recompensa que tanto esperaba: por fin tenía suficientes berries en sus manos como para permitirse un trago decente. “Al fin.” pensó, sintiendo una chispa de alegría iluminar su pecho mientras caminaba hacia la taberna más humilde que había observado en sus dos días anteriores.
 
El elegante pirata no era del tipo que entraba a las tabernas buscando únicamente beber. Para él, cada salida representaba un espectáculo, una oportunidad de desplegar su encanto y, con suerte, dejar una huella imborrable en los lugares por los que pasaba. Con sus tres katanas balanceándose en su cadera y su chaqueta turquesa ondeando detrás, se permitió un momento para detenerse frente a la entrada de la taberna y respirar hondo, dejando que los olores mezclados de alcohol, madera vieja y tabaco barato invadieran sus sentidos. — Sí, hoy sería un gran día. — se dijo a sí mismo con una sonrisa relajada antes de empujar las puertas con ambas manos y entrar al establecimiento como si fuera el dueño.
 
Las conversaciones se apagaron a su entrada, como si el mismo aire de la taberna se hubiera detenido en atención. Las miradas que se volvían hacia él oscilaban entre la curiosidad y el fastidio, pero Mayura solo tenía ojos para su propia euforia. Después de tres días, era dueño de la noche por lo que avanzaba con esa gracia natural que parecía un baile en cada movimiento, dejando que el tintineo de las monedas en su bolsillo fuera lo suficientemente audible para atraer la atención de algunos. Sus pasos resonaban en el suelo de madera, y su sonrisa confiada brillaba en su rostro mientras se dirigía al mostrador. Pidió un trago con su habitual tono, mezcla de cortesía y arrogancia.
 
El mejor licor de la casa, querido. — murmuró al tabernero, dejando caer las berries sobre la barra con un ademán despreocupado. El tabernero, un hombre robusto y con cejas tupidas, lo miró con una mezcla de curiosidad y escepticismo antes de inclinarse para servirle una copa. Mayura recibió su bebida con una reverencia ligera y un destello de satisfacción en los ojos, como si aquello fuera el punto culminante de su día. Se giró hacia la sala, dando un sorbo a su licor y observando a los demás clientes con indiferencia; para él, lo importante era disfrutar de este momento por el que había tenido que trabajar tanto tras una serie de eventos desafortunados.
 
Sin embargo, no todos compartían su entusiasmo. Un grupo de hombres, sentados en una esquina de la taberna, lo miraban con rostros serios y ceños fruncidos, evidentemente molestos por su actitud ruidosa y su aire de superioridad. Uno de ellos, un hombre grande y de brazos musculosos, lo observaba fijamente, como si el solo hecho de ver a Mayura disfrutando de su bebida fuera una ofensa personal. Tras intercambiar algunas palabras con sus compañeros, se levantó, caminando hacia él con pasos decididos.
 
Mayura notó la tensión en el aire, pero no se inmutó. En lugar de mostrarse intimidado, alzó su copa hacia el hombre con una sonrisa burlona. — Ah, ¿acaso alguien viene a darme la bienvenida? Qué generosidad la tuya. — dijo, manteniendo su tono melodioso y sarcástico. Sin embargo, el hombre no respondió de inmediato, limitándose a lanzarle una mirada desafiante y a hacer un gesto hacia las katanas que nuestro hermoso pirata llevaba en sus caderas.
 
Oye, pavo real, ¿te crees muy especial o qué? Aquí no necesitamos de gente que venga a hacer ruido solo por tener unas pocas monedas en el bolsillo. Este lugar es para los hombres de verdad, no para los que quieren llamar la atención. — La voz del hombre era grave y cortante, y algunos de los clientes de la taberna comenzaron a prestar atención, anticipando que la situación estaba a punto de escalar. No obstante, Mayura soltó una carcajada, sacudiendo la cabeza con una mezcla de diversión y desprecio. Procedió a dar un paso hacia el hombre, alzando una ceja y manteniendo su porte elegante, incluso desafiando a quien evidentemente tenía intenciones de empezar una pelea.
 
Querido, no necesito “creerme” especial. Lo soy. — Mayura enfatizó cada palabra, como si hablara con un niño insolente. — Y si te incomoda mi presencia, quizás sea porque te falta la clase para entenderla. — Su tono, sarcástico y altanero, hizo que los hombres en la esquina se levantaran de sus asientos, preparándose para respaldar a su compañero, aumentando la tensión del ambiente. En cuestión de segundos, el primer golpe fue lanzado por el extraño, intentó golpear a Mayura en la cara, pero el pirata reaccionó con velocidad, inclinándose hacia atrás y esquivando el puño. Sin dudarlo, desenfundó una de sus katanas y, con un movimiento rápido y calculado, trazó un arco en el aire para dejar clara su habilidad sin herir a nadie. La advertencia, sin embargo, pareció avivar el fuego en los otros hombres, quienes se lanzaron al ataque.
 
El elegante Pavo Real del Océano se movía entre los atacantes como un bailarín en su elemento, sus movimientos precisos y fluidos. Con cada golpe y giro, Mayura convertía el caos en una coreografía que solo él parecía entender, burlándose de sus oponentes con la misma facilidad con la que los derribaba. Lo que siguió fue una explosión de caos: mesas volcadas, sillas destrozadas, botellas cayendo al suelo y clientes apartándose del camino. Mayura se movía con agilidad, bloqueando y esquivando los ataques de los hombres mientras sus propios golpes eran certeros y precisos, siempre utilizando la zona sin filo de su katana para derribarlos con elegancia y fuertes golpes contundentes. El sonido de los gritos y del choque de madera y metal resonaba en la taberna, convirtiendo el lugar en un escenario de lucha que él disfrutaba como si fuera un baile.
 
Finalmente, uno de los hombres cayó sobre una mesa, destrozándola en pedazos, mientras los otros trataban de levantarse del suelo, ligeramente aturdidos. Mayura, sin una sola gota de sudor en el rostro, volvió a envainar su katana con un movimiento fluido y elegante, lanzándoles una última mirada de desdén a sus oponentes caídos. — Lo siento, caballeros. No fue mi intención arruinarles la velada. — Su tono era de una ironía tan fina que resultaba casi hiriente. Sin esperar respuesta, se giró y caminó hacia la salida de la taberna, sabiendo que los marines probablemente estarían en camino tras tanto alboroto. Con una última sonrisa dirigida al tabernero, quien lo miraba entre asombrado y furioso, Mayura hizo una reverencia exagerada.
 
Nos vemos en el próximo acto, caballeros. — Con una inclinación teatral y el eco de su risa resonando en la calle vacía, Mayura desapareció en la noche. En su tercer día en Kilombo, ya había dejado una marca inconfundible.
#1
Moderador Yamato
Oden
¡RECOMPENSAS POR AUTONARRADA T2 ENTREGADAS!
  • Berries: 1.400.000B +  300.000B -> 1.700.000B.
  • Experiencia:  1107.00 EXP + 30 EXP ->  1137.00 EXP.
  • Nikas: 8 + 2 ->  10 NIKAS.
  • Reputación: 105 + 10 Reputación negativa -> 115 Reputación.
#2


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