Hay rumores sobre…
... que en cierta isla del East Blue, hubo hasta hace poco tiempo un reino muy prospero y poderoso, pero que desapareció de la faz de la tierra en apenas un día.
[Común] Fiesta de fin de curso.
Iris
La bala blanca
La mano de Iris se poso en la mesa cuando Daryl rechazó su gesto de acercarse a él. Se fijó entonces en que no tenía cara de buenos amigos y que parecía querer estar en cualquier lado menos allí. La verdad es que la tensión se podía cortar con un cuchillo y para hacerlo peor Angelo se había encaprichado con ellos, bueno técnicamente de la pelirosa que le acababa de preguntar si eran pareja. No le daba muy buena espina, tenia ojos de desquiciada pero Iris había aprendido a no juzgar un libro por su portada quizás era una persona maravillosa, lo que si estaba claro es que no se parecía en nada a las chavalas con las que su "hermano de la calle" solía coquetear. 

En cambio el tercer miembro de aquel diverso grupo si que le había llamado la atención, de lejos no se había fijado bien pero tenía aún manchas de sangre probablemente de la pelea que les había dado la oportunidad para colarse. Sacándose un pañuelo, de dios sabe donde, y se lo ofreció señalando con la mirada aquellas machas. 

— Por si quieres limpiarte— Dijo con una leve sonrisa. 

«Éramos pocos y pario la abuela» Pensó Iris cuando apareció un tipo con sombrero —¿Qué mierda de etiqueta había en ese casino?— que lo único que había hecho era aumentar la ludopatía de su amigo. Genial. No tenía pinta de que se fueran a separar de aquel grupo así que lo mínimo que podía hacer la peliblanca era aliviar el ambiente que por segundos se iba caldeando. Y que mejor para eso que el alcohol y una buena comida. Iris se separó un poco de aquel grupito hasta que encontró a una camarera que llevaba las bandejas con nerviosismo y miraba hacía todos lados, genial, la nueva. 

—Disculpa, ¿podrías llevar a aquella mesa dos botellas del mejor vino, Whisky y ron que tengas? Ah y un par de botellas de cola. 

—Cla-claro que si señorita— Respondió mientras se apresuraba a sacar un bloc de notas— ¿Algo más?

—Si, unas bravas

—No hay bravas...

¿Cómo? ¿Que había dicho la petarda esa? 

— ¿Tortilla de patatas?— La camarera negó con la cabeza— ¿Rabas? ¿Chocos? ¿Callos? ¿Oreja? ¿Jamón? ¿Canapés...?

La retahíla de platos típicos de bares de Jaya siguió hasta que la chica asintió cuando pronunció aquella ultima palabra. En fin Iris le pidió tres paltos de canapés y se fue diciéndole que le pagaba al salir. Obviamente no lo iba a hacer pero eso no lo tenían que saber sus nuevos compañeros. Cuando llego a la mesa el ambiente se estaba caldeando entre Angelo y el grandullón. 

—Ey, chicos —Comentó metiéndose entre medias de los dos — ¿Por qué no hablamos con el estomago lleno? Ah! mira ahí viene, os invitamos nosotros. 

Justó llego la camarera con todo lo que había pedido y cogiendo un vaso de refresco lo llenó hasta tres cuartos de su capacidad de vino y el resto lo mezcló con cola. Bebiendo de la pajita de su calimocho se sentó en una silla. Iba a ser una noche entretenida.
#11
Irina Volkov
Witch Eye
Cómo estaba evolucionando todo. Daryl aceptó de buen gusto, como el animal en deconstrucción que era, el bofetón. Esa era la mejor ruta. Él conocía a la de ojos infinitos, más de lo que la propia Irina sería capaz de admitir en algún momento. La tirantez de Daryl con el lagarto le hacía gracia, pero le hacía gracia hoy, en ese momento, en cualquier otro habría amarrado bien la correa de su compañero para que no se perdiera en discusiones banales que no tenían un cauce claro. También era cierto que de normal tampoco se mezclaban con marines, por lo general, eso solo traía motivos de peso para que Daryl perdiera de vista el foco que Irina, tan amablemente, ponía delante de este. Alguien debía marcar su camino o se perdería. Qué día más raro. Incluso el comentario de Ares le había parecido verdaderamente un halago, Irina no podía dejar de soltar pequeñas risas taponadas por dos dedos. Casi parecía una muñeca delicada. Una de porcelana.

La contestación de Angelo fue la que la sacó de su burbuja mental. Decía que si uno se aburría, es porque estaba con la gente inadecuada. E Irina estalló en una nueva risotada. — Puede que tengas razón. — Le contestó, mintiendo como una profesional. Cómo decirlo ... Aquel chico (Angelo), lo que representava, el ímpetu, la forma de relacionarse, lo que decía, como si realmente tuviera algo que contar ... Como si realmente él fuera la persona que Irina estaba buscando, ya que todos eran un coñazo. Era increíble la situación. Irina seguía soltando risitas como si realmente estuviera en su salsa, cuando aquello era radicalmente la salsa en la que siempre evitaba bañarse. El inherente desprecio por lo que representaban todos allí, incluso Daryl (estaba en proceso de transformación, al menos) era muy grande, tanto, que jugar a las mentiras le entusiasmaba. Quizás hoy más que nunca por el vino, al que daría otro pequeño sorbito.

Sacó fuego para encender el cigarro de la chica que entró en la escena. ¿Sabes cuando ves algo a cámara lenta? ¿Cuando todo lo que has rechazado pasa por delante de tus ojos? Irina cerró los ojos, inspirando, cuando los abrió le agregó una media sonrisa algo tétrica al chico de cabellos verdosos. No podía dejar de pensar en qué coño estaba haciendo allí, con alguien como él, pero el cuerpo le pedía seguir dándole bola, que no acabase. Podía, realmente y sin tonos cómicos de por medio, aprender algo de él. Tenía la actitud de los personajes a los que Irina intentaba imitar alguna vez, a los que les robaba la personalidad para divertirse e intentar aprender, también, por qué hacían lo que hacían. Al sujetarlo por el cuello notó la temperatura a la que estaba. En un lugar cerrado, con chaqueta ... Su cuerpo comenzaba a expulsar cierta humedad. Le estaba abriendo el apetito. Se bajó las gafas, topándose con aquellos mundanos ojos. Pero no estaba intimidado, al revés. Se le escapó otra pequeña sonrisa a la agente gubernamental. El muchacho, la cacelilla en la historia mental de Irina, escapó, saludando a su hermano. Había dicho hermano. Irina siempre acertaba. Desprendían la misma aura. Joder, eso también le hacía gracia, era como volver a tercer grado en la academia o primero de la ESO para un cristiano de bien.

Luego se le medio encara, pero resulta que es una broma. Irina dejó escapar un pequeño mordisco en su labio inferior. Otro hombre, este de aspecto mucho más maduro, barba de un mes, pelo perfectamente peinado hacia un costado, voz masculina, porte de mínimo vice-almirante, se sentó al lado de Irina, justo al contrario de donde estaba Angelo. Ella seguía pensando en las mil formas de invitar de manera no hostil a la gacelilla a un baño, darle un bocado, no sé, algo timidín y continuar con la tarea de hacerle sentir un joven con la sartén por el mango. Pero no. Entre que se levantó y decidió centrarse en otros y el nuevo personaje entró en escena, todo se fue al garete. La sonrisa se le borró de la cara, más cuando la pierna del hombretón chocó con la suya. El tipo, que no tenía insignia ninguna, es decir, era un mero civil, se disculpó de inmediato. — Perdón, señorita. — Iba solo, con un den den mushi en su mano derecha por el que hablaba con su ... No sé, insulsa mujer o algo. Cualquier resquicio de "falsa felicidad" se borró con una exagerada reacción de la Volkov. La mesa se hundió, los platos se destrozaron. Cuando los demás voltearan a ver la situación, verían a Irina sobre el tipo, forcejeando con el mismo. Ella tenía en su boca un chorro de sangre que le llegaba hasta el vestido y el hombre que luchaba contra la mujer en aparente ventaja, no tenía nariz. Se la habían arrancado de cuajo, vete tú a saber quién. — ¡Ayuda! — Alzó la voz la mujer. El hombre, que obviamente estaba extremadamente confuso, soltó una de las manos que estaban sujetando las de Irina y le soltó un tremendo puñetazo. Irina ayudó a la propulsión, acompañando el movimiento y cayendo a un metro de ahí, desvalida en el suelo. — ¡HIJA DE PUTA! — Gritó el tipo sin nariz. En seguida se cubrió la tremenda herida del rostro, pero ya tenía a todo el mundo mirándolo mal. ¿Un hombre tan grande, agrediendo a una jovencita? — Todo es culpa del patriarcado, que los crían así ... — Se escuchó decir detrás de Irina. — ¡Pero qué mierda te has creído! — Vociferó otro en algún lugar del casino.

Daryl ... — Irina estaba sollozando, logrando, por supuesto, soltar lágrimas que bañasen todo su rostro cubierto de sangre. Parecía que estaba a punto de pedirle ayuda, de buscar en su gran amigo, ese brazo que usar como bastón. Era el momento de la complicidad, ¿no? ¡Ahora debía aflorar! — Mátalos a todos. — Le susurró entre todo el jaleo de gente que se estaba apelotonando alrededor de Irina (para ayudarla) y alrededor del tipo (agrediéndolo prácticamente). Obviamente, no buscaba que matase a aquel hombre, no lo necesitaba para eso y si me apuras, para nada, pero la situación le seguía haciendo gracia y le había salido natural. — ¿Estás bien? — Diría una de las voces que se arremolinaron a su alrededor. — Sí, por suerte si. — La teatrera hizo incluso el amago de caerse cuando se estaba levantando. — No ha sido un golpe fácil de encajar. Pero sois muy amables. — Un aluvión de manos la sujetaron. Se sintió una diva durante un segundo. El juguete estrella en mano de la plebe, podía pisarlos, que esas manos seguirían ahí. — Hay hombres ... Que aún creen que pueden hacer lo que quieran con nosotras. ¡Yo digo que hasta aquí! — Bueno bueno, se estaba viniendo arriba.
#12


Salto de foro:


Usuarios navegando en este tema: Angelo, 1 invitado(s)