Irina Volkov
Witch Eye
11-11-2024, 09:28 PM
(Última modificación: 11-11-2024, 09:34 PM por Irina Volkov.)
40 de verano, año 724
La lluvia caía sobre Logue Town con fuerza esa noche, cubriendo las calles en un manto oscuro y resbaladizo. Bajo una capa negra y anónima, Irina caminaba entre los estrechos callejones que llevaban hacia la taberna acordada, cuidando cada movimiento y cada sombra. Esta misión en particular requería precisión y discreción, aquella joven desconocida llevaba consigo un papel con información vital y ella necesitaba obtenerlo sin levantar sospechas. En un mundo donde las traiciones se compraban al mejor postor, la información era un recurso tan preciado como el oro. Finalmente, llegó a su destino, una taberna apartada de las zonas concurridas, una estructura de madera desgastada y ventanas empañadas. Se llamaba “La casa Gris” un lugar frecuentado por contrabandistas, piratas y mercaderes oscuros de Logue Town, lo suficientemente ruidoso como para ocultar cualquier conversación clandestina. El aire en el interior estaba cargado de tabaco y ron, mezclado con murmullos, risas y maldiciones. Irina entró, su capa negra goteando sobre el suelo de madera, y tomó asiento en una mesa en una esquina oscura, desde donde tenía una vista completa del lugar. La joven que traía el papel debía reconocerla por su capa y la posición en que estaría. Irina se quedó en silencio, observando a través de la penumbra, mientras fingía sumergirse en una bebida que no planeaba probar.
Con la paciencia de un depredador, esperó, dejando que su mirada analizara a cada cliente que entraba. Sabía que la información que estaba por obtener era esencial para identificar las rutas de abastecimiento de los piratas y sus puntos de encuentro. No era una simple transacción, era el primer paso para desmoronar la red de contacto de su enemigo desde dentro. Después de unos minutos, la puerta se abrió de nuevo. Una figura encapuchada, algo más delgada y de baja estatura, entró con un paso rápido y vacilante. A pesar de la capucha que ocultaba su rostro, Irina pudo percibir que la persona bajo ella era joven, y un destello de curiosidad pasó por sus ojos cuando la chica echó un vistazo a la taberna y la localizó en la penumbra. Irina no reaccionó de inmediato, permitiendo que la joven se acercara. La chica avanzó hacia ella, y cuando estuvo lo suficientemente cerca, Irina pudo ver un destello de nerviosismo en sus ojos verdes. La joven deslizó una mirada rápida a su alrededor, asegurándose de que nadie estuviera prestando atención, antes de sentarse frente a ella.
—¿Eres tú la que pidió la información? —Susurró, su voz apenas un murmullo. Irina asintió, manteniendo su mirada fría y serena. La joven no tenía por qué saber más de ella, ni quién era realmente, ni el propósito de esa transacción. Solo necesitaba entregarle el papel y marcharse. —¿Tienes lo que te pedí? —Preguntó Irina en un tono bajo y controlado, inclinándose levemente hacia adelante. La joven asintió y sacó de su capa un trozo de papel arrugado, cuidando de que nadie alrededor pudiera ver lo que hacía. A medida que lo sacaba, Irina notó el temblor en sus manos, una señal de que esta tarea no era habitual para ella. Posiblemente, la chica no era una traficante experimentada, sino alguien que había caído en las garras del mercado de la información debido a las circunstancias. —Aquí tienes. Lo que querías… rutas y puntos de reunión. Es… todo lo que conseguí ... Aunque la información importante te la dará mi compañera ... Cuando llegue. —Murmuró, empujando el papel sobre la mesa con rapidez y nerviosismo. Irina tomó el papel, observándolo durante un segundo antes de deslizarlo bajo su capa. No había necesidad de leerlo ahora, eso lo haría en un lugar más seguro. Mientras lo guardaba, levantó la mirada y fijó sus ojos perturbadores en la joven, quien apenas le sostenía la mirada, como si presintiera algo que no alcanzaba a comprender del todo.
—No sabía que vendríais dos. No me importa esperar ... — La realidad es que estaba nerviosa, alterada. Bueno nerviosa no ... Era, impaciencia sí, eso era. Los dedos tocaban la madera sin freno, mientras miraba de forma fija y directa a la chica. Era un caramelito, hablaba como una niña, ¿que edad tendría? Irina podría, literalmente, comersela si se ponía la cosa tonta. Esperó algunos minutos más, manteniendo una expresión impasible mientras observaba la taberna y a los bebedores envueltos en sus conversaciones, antes de terminar su bebida y levantarse para marcharse. Cuando abandonó “El Puerto Gris”, la noche estaba en su punto más oscuro y la lluvia continuaba cayendo con fuerza. El papel en su poder no solo contenía rutas y puntos de reunión, era la llave para acceder al núcleo de la resistencia. Pero ya no podía esperar más ... — Dios mío, odio la lluvia. ¿Donde está Daryl? siempre hace lo que quiere. Maldito perro ... — Ceró el puño de la rabia contenida. Tenía ganas de golpear algo. De golpear a Daryl.
La lluvia caía sobre Logue Town con fuerza esa noche, cubriendo las calles en un manto oscuro y resbaladizo. Bajo una capa negra y anónima, Irina caminaba entre los estrechos callejones que llevaban hacia la taberna acordada, cuidando cada movimiento y cada sombra. Esta misión en particular requería precisión y discreción, aquella joven desconocida llevaba consigo un papel con información vital y ella necesitaba obtenerlo sin levantar sospechas. En un mundo donde las traiciones se compraban al mejor postor, la información era un recurso tan preciado como el oro. Finalmente, llegó a su destino, una taberna apartada de las zonas concurridas, una estructura de madera desgastada y ventanas empañadas. Se llamaba “La casa Gris” un lugar frecuentado por contrabandistas, piratas y mercaderes oscuros de Logue Town, lo suficientemente ruidoso como para ocultar cualquier conversación clandestina. El aire en el interior estaba cargado de tabaco y ron, mezclado con murmullos, risas y maldiciones. Irina entró, su capa negra goteando sobre el suelo de madera, y tomó asiento en una mesa en una esquina oscura, desde donde tenía una vista completa del lugar. La joven que traía el papel debía reconocerla por su capa y la posición en que estaría. Irina se quedó en silencio, observando a través de la penumbra, mientras fingía sumergirse en una bebida que no planeaba probar.
Con la paciencia de un depredador, esperó, dejando que su mirada analizara a cada cliente que entraba. Sabía que la información que estaba por obtener era esencial para identificar las rutas de abastecimiento de los piratas y sus puntos de encuentro. No era una simple transacción, era el primer paso para desmoronar la red de contacto de su enemigo desde dentro. Después de unos minutos, la puerta se abrió de nuevo. Una figura encapuchada, algo más delgada y de baja estatura, entró con un paso rápido y vacilante. A pesar de la capucha que ocultaba su rostro, Irina pudo percibir que la persona bajo ella era joven, y un destello de curiosidad pasó por sus ojos cuando la chica echó un vistazo a la taberna y la localizó en la penumbra. Irina no reaccionó de inmediato, permitiendo que la joven se acercara. La chica avanzó hacia ella, y cuando estuvo lo suficientemente cerca, Irina pudo ver un destello de nerviosismo en sus ojos verdes. La joven deslizó una mirada rápida a su alrededor, asegurándose de que nadie estuviera prestando atención, antes de sentarse frente a ella.
—¿Eres tú la que pidió la información? —Susurró, su voz apenas un murmullo. Irina asintió, manteniendo su mirada fría y serena. La joven no tenía por qué saber más de ella, ni quién era realmente, ni el propósito de esa transacción. Solo necesitaba entregarle el papel y marcharse. —¿Tienes lo que te pedí? —Preguntó Irina en un tono bajo y controlado, inclinándose levemente hacia adelante. La joven asintió y sacó de su capa un trozo de papel arrugado, cuidando de que nadie alrededor pudiera ver lo que hacía. A medida que lo sacaba, Irina notó el temblor en sus manos, una señal de que esta tarea no era habitual para ella. Posiblemente, la chica no era una traficante experimentada, sino alguien que había caído en las garras del mercado de la información debido a las circunstancias. —Aquí tienes. Lo que querías… rutas y puntos de reunión. Es… todo lo que conseguí ... Aunque la información importante te la dará mi compañera ... Cuando llegue. —Murmuró, empujando el papel sobre la mesa con rapidez y nerviosismo. Irina tomó el papel, observándolo durante un segundo antes de deslizarlo bajo su capa. No había necesidad de leerlo ahora, eso lo haría en un lugar más seguro. Mientras lo guardaba, levantó la mirada y fijó sus ojos perturbadores en la joven, quien apenas le sostenía la mirada, como si presintiera algo que no alcanzaba a comprender del todo.
—No sabía que vendríais dos. No me importa esperar ... — La realidad es que estaba nerviosa, alterada. Bueno nerviosa no ... Era, impaciencia sí, eso era. Los dedos tocaban la madera sin freno, mientras miraba de forma fija y directa a la chica. Era un caramelito, hablaba como una niña, ¿que edad tendría? Irina podría, literalmente, comersela si se ponía la cosa tonta. Esperó algunos minutos más, manteniendo una expresión impasible mientras observaba la taberna y a los bebedores envueltos en sus conversaciones, antes de terminar su bebida y levantarse para marcharse. Cuando abandonó “El Puerto Gris”, la noche estaba en su punto más oscuro y la lluvia continuaba cayendo con fuerza. El papel en su poder no solo contenía rutas y puntos de reunión, era la llave para acceder al núcleo de la resistencia. Pero ya no podía esperar más ... — Dios mío, odio la lluvia. ¿Donde está Daryl? siempre hace lo que quiere. Maldito perro ... — Ceró el puño de la rabia contenida. Tenía ganas de golpear algo. De golpear a Daryl.