Hay rumores sobre…
... una bestia enorme y terrible atemoriza a cualquier infeliz que se acerque a la Isla Momobami.
[Diario] YM002: Magia callejera
Yuya Mirokuji
Handsome Hunter
24 de Otoño del 723

Para todos los que estéis siguiendo mis intrépidas aventuras, ya sabréis que el día anterior a este, fue un día fatídico para mí. El veintitrés de Otoño del año setecientos veintitrés perdí la capacidad de nadar y un negocio de lo más jugoso que tenía entre manos. No, no me amputaron las piernas, y lo que tenía en la mano era una manzana pero… Las manzanas son jugosas, y existe el zumo de manzana que también se llama jugo, y resultó ser una fruta del diablo, que se venden muuuy bien. ¿Lo vas pillando? Puede que me merezca lo que me pasó por este chiste… Pero el caso es que las frutas del diablo dan un poder a quien las consume. Yo esperaba que fuera un poder así molón, de esos con los que puedes presumir ante todo el mundo y decir que eres la única persona en el mundo que puede hacer esto o lo otro. ¿Adivináis? ¡Eso fue exactamente lo que ocurrió!
Por algún motivo que desconozco sabía más o menos lo que hacer. Hay quien piensa que aplanar cosas y hacer que parezcan hechas de tela no es un poder impresionante, pero esa gente es la que se va midiendo la po… el miembro viril con cualquiera que pase, los que se quedan impresionados con una bola de fuego que devora una ciudad a su paso (ok, eso también es impresionante). Pero tenía su encanto hacer trucos de prestidigitación sencillísimos. El día siguiente, es decir, el día en el que transcurren los hechos de esta entrada de diario, encontré a un grupo de niños que estaban desanimados. Por supuesto, me acerqué a ellos con la intención de animarlos, ya que no podía haber en el mundo algo como un niño triste. Ni siquiera me molesté en preguntarles el motivo de sus caras largas, solamente me senté en un banco frente a ellos, desenfundé mi katana y dejé que la admirasen e incluso la tocasen. ¡Espera! Que no soy un pervertido, hablo de una katana de verdad, uno de ellos incluso se hizo un pequeño corte que tuve que tapar con una tirita. Ese corte era importante, ya que así además de rígida ellos pudieron ver que estaba afilada y era peligrosa. Pero yo la alcé con la punta hacia abajo y fui metiéndola en mi boca, simulando que la tragaba y pasaba el filo por la garganta hasta que el mango llegó a la boca. Por supuesto, la katana sólo estaba enrollada en mi boca, sin posibilidad de hacerme ningún daño. Luego la saqué lentamente y la fui devolviendo a su estado original.

Para ellos yo me tragué una katana entera, no tenían ni idea de cómo lo había hecho si cuando la examinaron no encontraron trampa ni cartón. ¿Acaso la ilusión de unos niños no merecía mucho más la pena y era más impresionante que una bola de fuego que arrasa todo a su paso? Después de eso convertí monedas en confeti y me guardé el banco en el que estaba sentado en el bolsillo. Seguía sin saber por qué esos niños estaban deprimidos al principio, pero ahora ya no lo estaban, incluso cuando protestaron porque dije que me tenía que ir, ya no estaban tristes.
#1


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