Hay rumores sobre…
... una plaga de ratas infectadas por un extraño virus en el Refugio de Goat.
[Aventura] [T1] [Autonarrada] Caridad y Redención
Lionhart D. Cadmus
El Tigre Blanco
~  Caridad y Redención ~


~ Isla Kilombo - Pueblo de Rostock.
~ Verano del año 724.

Era un cálido día de verano en el pueblo de Rostock. El sol brillaba intensamente, y el aire estaba lleno de conversaciones animadas. En la plaza central, la caridad local, junto con un grupo de marines, organizaba un evento para repartir comida a las familias necesitadas. El joven Lionhart D. Cadmus, de 17 años, había decidido dedicar su tiempo a esta noble causa. 

En un puesto armado por la Marina, frente a una multitud, Cadmus se movía entregando bolsas de comida a los habitantes del pueblo. Cada pequeña de agradecimiento que recibía -e incluso cuando no- lo llenaba de satisfacción. Para él, este era uno de los aspectos más valiosos de la vida: el poder hacer el bien y ayudar a los demás. Disfrutaba especialmente trabajar al lado de los marines, que si bien no sentía realmente el llamado a ser uno de ellos, le recordaba a la compañía de su abuelo.

Mientras repartía una bolsa de comida a una anciana, Cadmus notó una figura pequeña y rápida que se deslizaba entre la multitud. Un niño, apenas de once años -el cual le recordaba cuando Cadmus tenía 11 años-, había aprovechado el bullicio para robar una bolsa de comida. Con rapidez y discreción, Cadmus se acercó al niño, interceptándolo antes de que pudiera escapar.

—Ey, espera un momento —dijo Cadmus con una voz firme pero amable. El niño se detuvo, sus ojos grandes y asustados.

—Lo siento, señor. No quería… es que no tengo nada para comer —respondió el niño, agachando la cabeza.

Cadmus se agachó para estar a la altura del niño y le sonrió suavemente.

Robar está mal —dijo Cadmus—

El niño levantó la vista, sorprendido por la reacción de Cadmus.

A veces, cuando las cosas están difíciles, hacemos cosas de las que no estamos orgullosos. Pero siempre hay una manera de hacer las cosas bien. Quiero que devuelvas esa bolsa —continuó Cadmus—, y en lugar de robar, quiero que me ayudes a repartir comida a los demás. Una acción buena para compensar una mala. ¿Qué te parece?

El niño asintió, devolviendo la bolsa de comida. A partir de ese momento, el pequeño ladrón se unió a Cadmus en la distribución de alimentos. A medida que el día avanzaba, el niño entendería lo que Cadmus se referiría.

Cadmus observaría al niño y notaría cómo su actitud cambiaría gradualmente. Al principio, el niño estaba tímido y avergonzado, pero con el tiempo, comenzó a sentirse orgulloso de su contribución. Una lección sobre la importancia de hacer lo correcto.

El evento de caridad continuó sin contratiempos. Los marines trabajaban codo a codo con los voluntarios, asegurándose de que cada familia recibiera lo que necesitaba. Cadmus aprovechó cada oportunidad para charlar con los marines, intercambiando historias y aprendiendo más sobre la vida en la Marina.

A medida que el sol comenzaba a ponerse, las actividades en la plaza se desaceleraron. La mayoría de las familias habían recibido su comida, y los voluntarios empezaban a recoger las mesas y limpiar el área. El niño que había intentado robar más temprano se acercó a Cadmus, con una expresión seria en su rostro.

Gracias por darme una segunda oportunidad —dijo el niño, con una sonrisa sincera—. Aprendí mucho hoy, y quiero seguir ayudando a los demás.

Todos merecen una oportunidad para hacer lo correcto —respondió Cadmus, dándole una palmadita en la espalda—. Sigue haciendo el bien, y siempre encontrarás personas dispuestas a ayudarte.

Con esa lección en mente, el niño se despidió y se fue. 

El evento de caridad había terminado, pero por insignificante que fuese, sería un acto positivo en esa isla. Cuando estaría a punto de irse, uno de los marines con los que había estado trabajando se acercó a él. Era el mismo marine mayor que había hablado con él antes.

Lionhart—dijo el marine—, has demostrado un gran corazón hoy. ¿Has considerado unirte a la Marina? Podrías hacer mucho bien con nosotros.

Cadmus se detuvo y reflexionó por un momento. Las palabras del marine resonaron en su mente, y una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro.

Lo pensaré —respondió Cadmus—. Podría ser una buena idea. Gracias.

El marine asintió, dándole una palmada en el hombro antes de marcharse. Cadmus continuó su camino, sabiendo que cualquier camino que eligiera, siempre llevaría consigo el espíritu de justicia y bondad que su abuelo le había enseñado. 

---

Al día siguiente del evento de caridad, Lionhart D. Cadmus despertó con una mezcla de emoción y nerviosismo. Las palabras del marine resonarían en su mente, y aunque no estaba completamente convencido de su decisión, sabía que debía explorar esta posibilidad.

El sol brillaba intensamente mientras Cadmus caminaba hacia la estación de la Marina cercana a la base G-23. El aire estaba lleno de la energía de la mañana, y el joven se sintió revitalizado mientras avanzaba por las calles del pueblo de Rostock. A pesar de sus dudas, la determinación de honrar el legado de su abuelo lo impulsaba hacia adelante. Finalmente, llegó a la estación de la Marina. Cadmus respiró hondo, tratando de calmar sus nervios. A medida que se acercaba a la puerta, podía sentir el peso de la responsabilidad sobre sus hombros.

En la entrada, un soldado raso vigilaba con atención. Cadmus se acercó y se paró firmemente frente a él. El soldado, al notar su presencia, levantó la vista y lo miró con curiosidad.

Buenos días —dijo Cadmus—. Mi nombre es Lionhart D. Cadmus. He decidido alistarme a la Marina.

El soldado raso lo observó por un momento, evaluando al joven que tenía delante. Luego, asintió con una sonrisa.

Buenos días —respondió el soldado—. Sígueme. Te llevaré a hablar con el oficial de reclutamiento.

Cadmus siguió al soldado raso a través de los pasillos de la estación. Llegaron a una oficina donde un oficial de reclutamiento estaba revisando algunos documentos. El soldado raso hizo una señal a Cadmus para que entrara.

Oficial Soppu, este joven desea alistarse a la Marina.

El oficial Brown levantó la vista de sus papeles y sonrió al ver a Cadmus.

Lionhart, ¿eh? —dijo el oficial, poniéndose de pie y extendiendo la mano—. Bienvenido. Es un placer conocerte. ¿Acaso eres familiar del Oficial Lionhart D. Saifer? Fue un gran hombre y un excelente marine.

Cadmus estrechó la mano del oficial, sorprendido ante la mención de su abuelo.

Sí, señor. Soy su nieto.

La Marina necesita personas con un fuerte sentido de justicia y una voluntad de ayudar a los demás, tal cual como fue tu abuelo, un gran hombre y un excelente marino.

Cadmus sintió un orgullo indescriptible al escuchar al oficial hablar tan bien de su abuelo. Un calor reconfortante llenó su pecho, a pesar de sus dudas iniciales, no daría marcha atrás. Su decisión estaba clara: se alistaría en la Marina.

— Estoy listo para comenzar —dijo Cadmus, con más convicción en su voz.

Muy bien, Cadmus. Vamos a empezar con el papeleo y los exámenes necesarios. Si todo sale bien, después de eso, te asignaremos a un escuadrón de entrenamiento. Será un honor alistar al nieto de un viejo compañero y amigo.
#1
Moderador Bon Clay
OKAMA WAY
AVENTURA COMPLETADA CON ÉXITO


Al user por una se le entrega:
  • Experiencia: De 264 a 294[+30]
  • Nikas: De 4 a 5 [+1]
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#2


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