Día 21 de Primavera del año 714
¿Cuánto llevaba sin comer? El dolor de sus tripas, la debilidad que sentía a cada paso… "¿Mamá, lo estoy haciendo bien?"
Llevaba meses vagando de un sitio a otro. No le resultó extraño en ningún momento el desprecio de la gente cuando pasaba, que la echasen de algún lugar ni siquiera los gritos. ¡De hecho en todo aquel tiempo no la habían golpeado ni una sola vez! Pero no entendía nada. Era todo tan extraño y aún seguía sintiendo miedo... ¿Por qué había desconocidos que le daban a veces comida y la miraban con una expresión que le recordaba a su madre? En cambio a veces se cruzaba con gente corriendo de un lado para otro sin que nadie se lo ordenase...
"Keiko, se feliz, se libre". Aquellas palabras eran lo último que le había dicho. Seguía sin saber qué significaban, qué tenía que hacer... Solo sabía que tenía hambre y que en cualquier momento podía desmayarse. "Vamos, consigue algo de comida". No era momento de pensar... tal vez no entendiese nada, tal vez nunca llegase a hacerlo o puede que sí, pero si no hacía algo todo se acabaría, y no podría hacer lo que quiera que fuese que su madre le había pedido con lágrimas en los ojos y con una dulce sonrisa mientras la escondía dentro de una caja.
Sus ojos buscaron entre la multitud del muelle. Había un niño, con una bolsa... ¡de la que asomaba comida! Su lengua seca relamió sus quebradizos labios. ¿Iba a comer? ¿Podría quitarle algo de la bolsa a ese niño? Sin duda sería más fácil que a un adulto.
Con todo el sigilo que pudo, pero intentando no parecer sospechosa, comenzó a seguirla mientras se aproximaba más a ella. Una pequeña mano desesperada se deslizó dentro de la bolsa de papel, la cuál sonó bruscamente al unísono con sus tripas. Y los ojos de ambas niñas se cruzaron.