Anko
Médica Despiadada
10-08-2024, 08:45 PM
13 de Verano del 724
Isla de Dawn, un lugar totalmente diferente a la selvática DemonTooth; lugar de nacimiento de Anko. La chica de la marina finalmente tuvo la oportunidad de viajar a ese lugar, viendo con sus propios ojos el contraste entre la Isla que había sido su hogar, y la isla que estaba visitando en la actualidad. El destino llevó su presencia a la Villa Fosha, una de las cuatro zonas de la isla. No era un poblado tan diferente a la Villa Shimotsuki, pero tenía su propio encanto que la hacía única en comparación con otras villas similares.
El sol estaba en su punto más alto en el cielo azul, iluminando el camino con sus poderosos rayos de luz. La gente en las calles caminaba con total tranquilidad, haciendo su rutina diaria, algunos entraban y salían de los pequeños locales de la villa, comprando cosas básicas de su despensa pata comenzar con su semana, otros simplemente daban un paseo, nutriendo su piel de vitaminas gracias a los rayos del sol. Y Anko, ella simplemente caminaba por la calle, explorando una villa que, hasta ese momento, solo había escuchado descrita por su padre Koshiro. Las manos de la peli marrón estaban ocultas en los bolsillos de su gabardina, uno en cada lado de su cuerpo, que, acompañando con su altura, le daba un porte intimidante, pero a la vez elegante.
El sonido del tacón de sus botines resonaba levemente en el ambiente al chocar con el suelo de piedra, material con el que estaban construidas las calles de Villa Fosha, algunas personas la miraban y le daban por su lado, otras en cambio, no podían apartar tan fácil su mirada de la chica, un acto que no se podía juzgar, pues su belleza física le daba este “privilegio”, aunque finalmente terminaban por darle por su lado al igual que el primer grupo de personas, tampoco era alguien rara o fuera de este mundo. Una leve sensación de calor inundó el cuerpo de la joven, había que admitir que aquella gabardina causaba esta sensación por la gruesa tela con la que había sido fabricada.
— Sólo debo buscar algún lugar en donde pueda dormir, una posada sería la mejor opción… Así podría dejar mis cosas ahí y salir algo más expuesta, este calor puede volverse insoportable… —. La marine estaba absorta en sus pensamientos sobre aquella sensación de calor leve, claro, prestando atención al camino que tenía por delante, después de todo, no quería hacer el ridículo y chocarse con alguien en el camino, o peor aún, tropezarse con algún bache o pequeño levantamiento que ocasionará su caída. Pero como toda buena meditación siempre puede ser interrumpida por el mínimo disturbio, y la de Anko no sería la excepción.
Algunos gritos circundantes a su posición hicieron que la peli marrón saliera de sus pensamientos, ganándose rápidamente su interés al escuchar que estos gritos solicitaban ayuda de una forma un tanto desesperada. En ese momento, la personalidad justiciera de la chica salió a flote y con los movimientos más ágiles que su cuerpo podía alcanzar, se puso manos a la obra para correr en la misma dirección de los gritos. Unos pocos minutos pasaron cuando la marine arribó al lugar de los hechos, un hombre de mediana edad estaba en el suelo, siendo ayudado por otro grupo pequeño de personas. Anko se acercó y con algo de brusquedad apartó a la gente del grupo para poder acercarse al hombre y averiguar qué había sucedido.
— ¿Se encuentra usted bien? ¿Qué fue lo que sucedió? Soy Anko, una soldado de la marina, puedo ayudar —. El hombre enfocó su mirada en la joven y carraspeó un poco antes de hablar a la vez que era ayudado a ponerse de pie por quienes no fueron alejados por la chica. — Sí, estoy bien, gracias por la preocupación. Verá… un ladrón se acercó a mí y tomó todo mi dinero… no pude hacer nada… Aquel dinero lo iba a usar para alimentar a mi familia… —. La peli marrón pudo notar el tono de dolor y angustia en la voz del pobre sujeto, dolido por haber perdido el dinero que más tarde usaría para llevar algo de comer a su familia.
Los labios de Anko se apretaron levemente el uno sobre el otro, la situación del hombre hizo que ella se sintiera empática con él, no podía dejarlo a la deriva sin ayuda, debía actuar. — Ya veo… No se preocupe, me encargaré de darle captura, se lo prometo. ¿Podría decirme como se veía físicamente? —. El tono de voz de la joven de gafas era tranquilizador, buscando calmar al sujeto y darle esperanza luego de aquella desgracia. — Eh sí, era un tipo algo bajo de estatura, una cabellera negra descuidada y con una cicatriz en su mejilla, como si hubiera sufrido un corte, además, vestía con ropas desgastadas y con algunos agujeros… Es todo lo que vi… —. La marine asintió con la cabeza y se giró para comenzar con su trabajo auto impuesto. — Le voy a rogar que espere aquí, no creo que deba tardar, con el revuelo que armó, no debería haber ido tan lejos —. Sin más dilación, la chica comenzó a caminar por esa misma calle, buscando alguna pista que la condujera al ladrón.
Su modo detective se activó y Anko empezó a preguntar a las personas que allí transitaban sobre el ladrón, dando detalles explícitos para poder dar con el de la forma más rápida posible, no teniendo el éxito que ella se esperaba. Los minutos pasaban y el sol cada vez quemaba más y más, pero la enorme voluntad de Anko prevalecía, no se iba a rendir y atraparía a ese sujeto. En su pequeña investigación, una mujer de avanzada edad le indicó que los robos a plena luz del día no eran algo nuevo, pues pocos días atrás habían comenzado y según los testigos, aparentemente era la misma persona quien los ejecutaba, además, pudo obtener una pista que sería de vital importancia para el cumplimiento de la misión. Aquel ladrón sólo les robaba a aquellos que solían verse como personas con dinero, si bien no eran millonarios, si poseían una economía más decente que otras personas.
En ese momento, la mente de Anko maquinó un plan para atraer al sujeto, y era algo tan sencillo como seguir caminando por las zonas más desoladas de las calles de Villa Fosha. La apariencia de la marine dejaba ver que no era alguien precisamente de escasos recursos, por ende, podía ser objetivo del sujeto amante de lo ajeno. La peli marrón suspiró de forma victoriosa, aunque era todavía pronto para cantar victoria, ella sentía que su plan iba a ser efecto. Más tarde, con el sol aún en el cielo, la chica se encontraba caminando por las calles menos concurridas de Villa Fosha, sus ojos estaban atentos al camino y sus sentidos trabajando para evitar ser tomada por sorpresa, porqué sí, aquel tipo de baja estatura ya le había echado el ojo en cuanto empezó a transitar por esa zona. Sin duda, el ladrón estaba armando su propio final.
El sujeto de cabellera oscura observó a la soldado por algunos minutos, inspeccionando su forma de vestir y los objetos que podía llevar encima, llegando a la conclusión de que podría sacarle más dinero de lo que había robado ese día. Y el momento llegó, sabía que tenía que ser muy rápido a la hora de robar, por lo que comenzó una carrera escandalosa hacía la chica de cabellos marrones, generando un ruido delatador por el costado izquierdo de Anko. Su plan había dado frutos y el ladrón estaba por robarla, claro, si no fuera porqué Anko no era la víctima, ahora los papeles se habían invertido. Haciendo uso de sus grandes reflejos (al menos al lado de la forma tan vaga y lenta con la que actuaba el ladrón), la marine pudo girarse en la dirección del tipo y reaccionando de forma veloz, entregó un golpe certero en su rostro, golpe que logró crear una leve desestabilización en el hombre.
— Así que caíste en la trampa… Que pena por ti… Robarle a la gente está mal, muy mal… y más cuando le quieres robar una soldado de la marina… —. El tono de voz de Anko había cambiado, pasando de ser un tono amable y tranquilo a uno frío y atemorizante. El hombre dudó un poco en cuanto escuchó que la joven estaba dentro de las filas de la marina, pero trató de no hacer notar su duda y continuar con su robo. — ¡No me interesa! ¡Entrégame todo lo que tienes! —. Una sutil sonrisa se dibujó en el rostro de la chica mientras se posicionaba levemente de costado, metiendo su mano derecha dentro de la zona cubierta por su gabardina para tomar la empuñadura de la espada que había estado oculta hasta ese momento. El ladrón pudo notar este objeto con su mirada y poco a poco empezaba a sentirse más aterrado y viendo que no lograría salir con libertad de ese encuentro, decidió huir cómo un cobarde.
El ceño de Anko se frunció levemente mientras emprendía carrera detrás de él, no se le iba a escapar ahora que ya lo tenía en su trampa. La persecución duró algunos minutos, Anko corría con toda la velocidad que su cuerpo alcanzaba, al igual que el sujeto de nombre desconocido. Los gritos de Anko indicándole que estaba detenido inundaron el ambiente, y obvio el sujeto los ignoraba. El plan del peli negro consistía en correr y correr hasta que la marine se cansara y así él podía huir con tranquilidad, lo que no tomó en cuenta es que el entrenamiento de la chica estaba a un nivel superior y su estado físico era enormemente mayor. Fue así que el tipo, poco a poco empezó a sentir cansancio, bajando la velocidad con la que sus pies se movían. Jadeos comenzaron a salir de su boca y esto a su vez provocó que su diafragma se inflamara, generando el típico dolor del caballo en su abdomen.
Y finalmente, no pudo más y cayó al suelo, visiblemente cansado por la persecución. Su cuerpo rodó en el suelo sólo para ver que Anko ya le había alcanzado, mirándolo de forma arrogante desde arriba. — Ah… Ah… Eres rápido… pero te faltó… está de más decir esto, pero… estás bajo arresto. Devolverás lo que tomaste hoy… que pena por ti… —. El sujeto no pudo hacer nada, sabía que sus días como persona libre habían terminado. Anko lo levantó con agresividad y lo llevó consigo por todo el camino para entregarlo a las autoridades locales, presentándose como quien era, Anko, una soldado de la marina. El tipo ni si quiera trató de huir, su estado físico era deplorable y posiblemente sería atrapado de nuevo, teniendo que enfrentar más cargos por intentar huir de la justicia una vez capturado.
La peli marrón recuperó el dinero robado por el hombre de la cicatriz y para cuando el cielo se tornaba con un color anaranjado hermoso, la chica ya había devuelto el dinero robado a su dueño, recibiendo los agradecimientos y elogios del hombre. Esto hizo sentir a Anko satisfecha con ella misma, nuevamente había atrapado a un criminal, y si bien no era alguien importante, sabía que su trabajo había ayudado con la mínima a la sociedad. Al menos Villa Fosha ya no tendría que lidiar con el hombre de la cicatriz en mucho tiempo.