Hay rumores sobre…
... una isla que aparece y desaparece en el horizonte, muchos la han intentado buscar atraídos por rumores y mitos sobre riquezas ocultas en ella, pero nunca nadie ha estado en ella, o ha vuelto para contarlo...
Tema cerrado 
[Aventura] [A-Presente] Ojo por ojo [T1]
Airgid Vanaidiam
Metalhead
Día 13 de Primavera del año 724

Corrían las tres de la madrugada cuando Airgid acababa de quedarse dormida sobre la cama. Llevaba toda la noche trabajando en lo que iba a ser una moto, llevaba días, semanas diseñando los planos, las piezas, el mecanismo, el cableado. Incluso contaría con una pierna izquierda metálica para balancear el peso y el soporte de la moto. Pero era... demasiado complejo, un verdadero quebradero de cabeza que traía a Airgid por el camino de la amargura literalmente. Así que dejó su mesa y sus cosas tiradas por todos lados y se tiró sobre la cama, exhausta, cansada, hecha una mierda. Llevaba un día duro y había caído tan rendida que ni si quiera se dio cuenta de que se había dejado la puerta del garaje sin cerrar. Mierda.

Una hora más tarde, unos extraños ruidos metálicos y secos la despertaron. — Eh... ¿qué? — Enseguida se dio cuenta de que algo andaba mal. La luz de la luna golpeó su cara, y eso no era normal, no si la puerta estaba cerrada. — ¡Mierda, corred! — Eran un grupo de tres, eran jóvenes, parecían hombres, pero estaban demasiado ocultos y la casa demasiado oscura como para poder ver mucho más. Airgid trató de ser rápida, había dejado el bastón cerca de su cama a conciencia por si ocurría cualquier cosa. Solo tenía que levantarse, caminar un poco y encontraría su metralleta escondida en el baño. Siempre había pensado que era un buen lugar donde guardar el arma, que si pasaba lo que fuera podría encerrarse allí, armarse, y salir a tiro limpio. Pero ahora se arrepintió de no haberla dejado debajo de la cama, por ejemplo. — ¡QUIETOS AHÍ, COME MIERDAS! — Airgid no se echantaba ante nada, ni ante nadie, por muy lisiada que estuviera. Usó el bastón para ponerse en pie, dos de los tíos salieron corriendo, pero el tercero agarró también el bastón, el punto de apoyo de Airgid, y de un fuerte empujón se lo quitó de entre los dedos. La mujer cayó sobre la cama de forma abrupta, golpeándose la espalda contra la pared, y el tío se fue corriendo con el bastón en la mano, asegurándose de que no sería capaz de seguirles. — ¡Ja ja ja, jódete! — Se largaron, riendo y burlándose de ella, con las manos llenas, por supuesto. — Me cago en la puta hostia, ¡coño! ¡OS VOY A PILLAR, SO PULGOSOS! — Chilló, maldijo y se desahogó, desatando el caos entre gritos. — ¡Cállate! ¡Que estamos durmiendo! — Le respondían los vecinos. Qué amables, joder, a una le roban y encima la mandan a callar. — ¡Ráscame el coño! — Respondió ella. Y antes de calentarse aún más, se levantó, a la pata coja -qué remedio- y cerró la puerta de su casa/garaje/estudio/tienda. Echó la llave y dio un par de saltitos para encender la luz del techo, observando el desastre que habían hecho con sus cosas... la verdad es que tampoco había mucha diferencia a como estaba antes. Airgid era un caos, sí. De entre la chatarra, se habían llevado un par de medio inventos que había construído, quizás por los materiales, eran de buena calidad. Aparte de eso, no... espera. El escondite del dinero. La rubia di un par de saltos más, la casa tampoco es que fuera muy grande, y buscó debajo del fregadero. Estaba escondido entre las tuberías, una buena bolsa marrón con todos sus ahorros. Era una mierda, sí, pero era suyo y... no estaba. — ¡Joder! — Le dio un puñetazo al armarito del fregadero, atravesando la madera, dejando un boquete alrededor de su brazo. Otra cosa más que arreglar.

Mientras maldecía para sí misma, echó un vistazo al estado general de la casa, y fue entonces cuando se fijó en un papelito que había caído en el suelo. Lo tomó, pues no lo reconocía de nada. No era un papel, era un parche, el símbolo de calavera cutre con un cuchillo. No sabía a qué cojones pertenecía ese logo, pero era una pista, ¿no? Bien, ya sabía por dónde empezar. La venganza se serviría en plato frío. No es que le hubieran robado demasiadas cosas, pero era ya una cuestión de orgullo. Entrar en su casa, robarle el bastón, reírse de ella... ¡y un coño si iba a dejar que se salieran con la suya!

Al día siguiente...

Total, que me tienes que ayudar a encontrar a esos so cabrones. — Airgid se zampaba una hamburguesa doble funky total deluxe con extra de salsa y picante mientras le contaba a su colega lo sucedido la noche anterior. — A ver, trae pa'ca. — La muchacha le tendió el parche a Thanael para que le echase un ojo. Thanael era un tipo grande, imponente, musculoso, de piel morena y frondoso afro, con los brazos llenos de tatuajes. Podía parecer intimidante, pero en el fondo era un bonachón, y amigo de Airgid desde que eran unos críos. De hecho, era uno de los pocos amigos de la infancia que le quedaban en la isla, la mayoría se habían ido con los años. El hombre reconoció su símbolo al instante. — Sí, son de una banda de tres al cuarto que está liándola últimamente. He oído que son un poco cabrones. — Respondió con bastante tranquilidad, una tranquilidad que chocaba con la energía de Airgid. — ¡Sí, te lo acabo de decir yo! No sabrás dónde se esconden o algo, ¿no? — Airi ya llevaba mitad de la hamburguesa comida, al igual que su compañero. Aunque la rubia se había dedicado a robarle patatas fritas que entraban con el menú. — Mmm... — Pensó mientras masticaba. — Creo que puedo averiguarlo, dame algo de tiempo. — Los ojos de la mujer se iluminaron, y esbozó una sonrisilla. Aunque sin abrir la boca, que estaba masticando. Tragó, y entonces. — ¡Gracias! Sí, sí, perfecto. Espero que vengas conmigo cuando vaya a vengarse de esos mamones. — A ver, ella sola quizás podría, pero con Thanael tenía mucha más ventaja. — Pos claro. — Respondió él, y ambos chocaron los puños, realizando ese saludo especial que inventaron cuando eran pequeños.

Unos días después...

En plena noche, Airgid se dirigía hacia la guarida de los calaveras negras. Thanael había cumplido con su parte, encontrando dicho lugar, y acompañándola también. De hecho, Airgid iba subida sobre sus hombros. Lo cual llamaría la atención si no fuera bastante entrada la madrugada y no hubiera mucha gente que pudiera fijarse en los dos. Sobre sus manos cargaba con su metralleta, dispuesta a no andarse con chiquitas.

Y cuando llegaron, pillaron a los ladrones por sorpresa. Los tiros resonaron, los casquillos de bala volaban por todos lados, acompañados de puñetazos y golpes físicos ejecutador por Thanael. Eran más que los que fueron a robar a su casa, algunos salieron heridos sin haber cometido crimen alguno contra Airgid, pero eso no le importaba a la rubia. Murieron tres miembros de la banda, y heridos todos los demás, un total de seis. La joven bajó de los hombros de su colega para entrar al refugio, lleno de agujeros de bala y con los muebles destrozados, y buscó recuperar sus objetos perdidos, sobre todo el dinero que tanto le había costado ahorrar. No solo lo encontró todo, si no que además aprovechó la ocasión para vengarse y robar un poco de más. Quién roba a un ladrón... Los dichos siempre tenían razón. Se largaron de ahí todo lo rápido que Thanael era capaz de correr, los disparos habían llamado la atención de las autoridades y convenía desaparecer en la noche una vez más.

Seguramente aquel grupo acabaría buscando venganza, seguramente Airgid se vería envuelta en una espiral de odio, como ocurría siempre con ese sentimiento tan horrible y asqueroso. Pero le daba igual, estaba preparada para cualquier cosa. Si dejó a algunos de ellos vivos fue solo para que pudieran transmitir su mensaje, "no volveréis a tocarle el coño a la rubia tullida".
#1
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#2
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