¿Sabías que…?
... Eiichiro Oda empezó la serie con la idea de terminarla en 5 años, pero se dio cuenta de que en esos 5 años que la trama ni siquiera llegaba al 50%.
[Evento] ¿Qué pasara...?
Norfeo
El Poeta Insomne
[Imagen: f484c84c96d1258efd45b586e7dda74a.jpg]


En medio de un pantano oscuro y húmedo, lleno de setas que parecían muy apetecibles a la vista, un pequeño grupo de seres comenzó a deambular por allí marchando con precisión y ritmo como trabajadores asiáticos entrando a su oficina. Los pequeños iban siguiendo las indicaciones de un mapa para guiarse entre la espesa niebla que formaba el valle fúngico, buscando cierto lugar en concreto. Una vez alcanzaron su destino revisaron que los puntos de referencia coincidieran con el mapa. Entonces uno de ellos se saco su casco de trabajador y de su interior saco una especie de semilla, que otro le quito rapidamente y lanzo hacia el agujero que entre tres habían hecho, para que los dos últimos la enterraran, pero no pareció pasar nada...

Y de repente, la tierra se sacudió por todo el bosque, mientras los seres se alejaban de allí corriendo, para dar lugar al nacimiento de una planta gigantesca, una versión colosal de la Venus atrapamoscas. En el corazón de esta planta, donde normalmente se encontraría su trampa, brota una pequeña fuente de agua clara. Esta agua proviene de la nada y muestra un patrón irisado de colores en su interior, acumulándose en una cavidad natural a la planta. Cuando el agua se había depositado completamente uno de ellos aparecería con un cartel que clavaria al suelo al lado de la fuente, para luego proseguir a volver con sus compañeros que descansaban todos sobre una seta gigante cercana en el borde de la misma, desayunando. Y el cartel que dejo decía:

Su eminencia el majestuoso e idílico  Norfeo el Magno,
decreta que cualquier ofrenda que se realice en su nombre será altamente recompensada,
mas su gracia no caerá sobre los soñadores que no dediquen sus plegarias al Poeta Insomne.

El tormento caerá sobre los impuros,
que se tornarán anacoretas en su camino de penitencia y vergüenza,
tras su caída del heroico camino que deambulan.


OFF
#1
Atlas
Nowhere
Personaje
Desde luego, no tenía pérdida. Me encontrase donde me encontrase, sólo tenía que hallar un hueco entre las setas para, mirando hacia las alturas, identificar a la perfección la gigantesca planta que se había convertido en mi destino. Podría decir que era raro el modo en que había surgido, pero en un lugar donde todo era extraño, lo realmente inaudito era encontrar algo normal. Así que se podría decir que me sorprendió pero al mismo tiempo no lo hizo... No sé si se entiende el concepto.

—¿Y no tendría más sentido que en medio de un bosque de setas apareciese una seta aún más grande? —me pregunté en voz baja, no pudiendo reprimir una sonrisa pícara ante mi estúpido comentario, lanzado por mí y para mí.

En cualquier caso, poco a poco iba recortando distancias con mi objetivo. Conforme me había ido acercando había podido comprobar cómo los animales que previamente se encontraban en la zona, asustados, habían huido despavoridos. La primera vez que había escuchado el ruido de los mismos al alejarse a toda velocidad me había alarmado, quedándome quieto y en guardia en espera de que algún potencial enemigo pudiese aparecer. No obstante, al comprobar que los ruidos sólo procedían de bestias acobardadas, no había tardado en dejar de prestarles atención y simplemente me hacía a un lado para que pudiesen correr hacia un lugar seguro.

¿Pero había un lugar seguro? A decir verdad, lo dudaba profundamente. Aquel misterioso entorno parecía comportarse como la granja de hormigas de  algún niño especialmente aburrido, seguramente con una imaginación abrumadora y tiempo más que de sobra para poner en práctica sus ideas. El hecho de ser una hormiguita no me molestaba demasiado, pero que me mareasen de esa forma —además, peligrosa— ya resultaba algo más desagradable.

En cualquier caso, no fui del todo consciente de las dimensiones del vegetal hasta que estuve a escasos metros de él. Era mucho más grande que cualquiera que hubiese visto antes. ¿Cómo demonios había podido crecer semejante espécimen de la nada, en un abrir y cerrar de ojos?

Me aproximé al agua acumulada y leí el cartel que alguien había puesto allí a saber cuándo. ¿Norfeo el Magno? ¿Era él el niño caprichoso responsable de todo lo que estaba aconteciendo en la ciénaga? No estaría mal tenerlo delante para poder decirle un par de cosas, como que enviar a un tipo desconocido a lanzarme acertijos en cadena no era algo divertido, pero dudaba mucho que le pudiese ver así como así.

Fuera como fuese, allí se mencionaba algo sobre una ofrenda, y si sabía que había algo que había conservado su relevancia en todo momento era la canica que llevaba en mi bolsita. No lo dudé, me aproximé al agua y la lancé al interior. ¿Una plegaria? No sabía muy bien cómo se hacía eso, pero di dos palmadas e incliné la cabeza en señal de respeto. ¿Valdría con eso para satisfacer a Norfeo?
#2
Takahiro
La saeta verde
Personaje


—Sooy un tontattaaa…, y aquí en el bosque soooy feliiiz —canturriaba el peliverde, mientras continuaba saltando de una seta a la otra con sumo cuidado, tratando de apoyar su pierna buena antes de la que tenía herida.

Para bien —o tal vez para mal— ya se había acostumbrado al dolor, lo que hacía un largo rato era una punzada casi insoportable, en ese preciso momento parecía un simple pinchazo que no iba a más. Seguía saltando cuando, de pronto, unos seres emergieron de la nada. Eran como personitas amarillas, cabezonas y bastante cucas.

—Definitivamente ya no sé si esto es real o no —comentó en voz alta para sí mismo, dejando de saltar con los ojos completamente abiertos. Una cosa era haberse encontrado a un ser completamente blanco con aspecto de monstruo, pero otra era eso. Si había imaginado alguna vez un cielo o un infierno, definitivamente, así no era.

Dejó de saltar muy lentamente, casi de forma progresiva, tratando de recuperar la compostura hasta encontrarse de nuevo quieto en sobre el suelo. Entonces, como si el mundo se fuera a acabar en ese momento, el suelo de aquel lugar comenzó a temblar con fuerza, y de la nada emergió una planta gigantesca. El marine no entendía de herbología, ya que como mucho ahogó unas lentejas de niño en clase de ciencias, pero no era normal que una planta de esa envergadura creciera tan rápido.

Apenas se veía con la niebla, pero quería observarla de cerca. Volvió a usar su mejor recurso para ir hacia el centro de la ciénaga, donde estaba la planta, y comenzó a saltar de seta en seta para llegar más rápido. A medida que reducía la distancia con la planta, observó que en lugar de una flor tenía una especie de fuente que vertía agua, echando chorros de distinta tonalidad.

«Empiezo a creer fuertemente que esto es fruto de las drogas», se dijo a sí mismo. Sería lógico que todo aquello fuera una alucinación y que más pronto que tarde despertara junto a sus compañeros en algún lugar de Loguetown o, en su defecto, en la enfermería del cuartel general del G-31.

Los hombrecillos estaban todos sobre una seta, haciendo ruidos extraños e inentendibles, como si hablasen su propio idioma inventado. Por un momento, el peliverde quiso acercarse y hablar con ellos, pero no quería que le vieran como una amenaza, así que prefirió dejar de saltar y situarse frente a la planta, justo donde había una especie de laguna. Al lado, un carte y junto a él, Atlas.

—Atlas, ¿eres tú? —le preguntó—. ¿O acaso esto soñando? 

Trataría de ponerse al día lo antes posible con su compañero, para luego leer el cartel.

—¿Norfeo? —musitó, frunciendo el entrecejo con duda—. ¿Quién diantres es Norfeo? ¿Y qué es una anacoreta?

Takahiro leyó el cartel un par de veces y sólo le quedó claro una cosa: quería una ofrenda, pero, ¿qué podía ofrecerle? Sus ropas estaban rasgadas y sucias, su katana era su único método de defensa, y sus bolsillos estaban completamente vacíos. Fue entonces, cuando se acordó de las canicas y de la cancioncilla que vino a su cabeza cuando estaba en la ciudadela.

«¿Y si…?»

Metió la mano en la bolsa que tenía atada a la cintura, agarro las tres canicas que tenía con fuerza y se dispuso a echarlas en el lago. Tuvo dudas durante un breve instante, mas no estaba seguro de que aquello fuera lo que tenía que hacer. Sin embargo, respiró hondo y las lanzó al centro del lago. Luego, hizo memoria tratando de recordar una de tantas plegarias que Masao recitaba en algunas ocasiones. No era capaz de recitar una en su totalidad, pero sí podía hacer una pequeña amalgama, alterando su contenido:

—Gracias, Norfeo, por este nuevo día que me permites comenzar. Por favor, protégeme y guíame en todo lo que tengo que hacer. Pésame, Norfeo, y me arrepiento de todo corazón si te he ofendido en el día de hoy. Imploro tu perdón, si ese ha sido el caso —hizo una breve pausa—. Mi alma canta a tu grandeza. ¡Mi alma canta a nuestra salvación, y que nos ayudes a salir de aquí!
#3
Kael
El Fantasma del Mar
Personaje


Kael se encontraba en el corazón del bosque, con la majestuosa Venus atrapamoscas alzándose ante él como un titán de verdor y vida. El aire estaba impregnado de humedad y el canto distante de criaturas ocultas resonaba en la penumbra del pantano. Elevando su vista hacia la colosal planta, no pudo evitar que una mezcla de emociones lo invadiera; el asombro se entrelazaba con la angustia ante las decisiones que habían llevado a este momento. Allí, en el centro de todo, se erguía la gran Venus atrapamosca.

Mientras el agua cristalina brotaba del corazón de la Venus atrapamoscas, Kael sintió un impulso irresistible. Se plantó firme, sus zapatos hundiéndose en el barro fresco que se hacía uno con el propio círculo de barro que él traía consigo mismo, y alzó su voz al ecosistema vibrante que lo rodeaba. Las palabras comenzaron a fluir, un canto de alabanza que buscaba atravesar la niebla y llegar a las entrañas del bosque.

¡Oh, Norfeo el Magno! —gritó, dejando que la reverberación de su voz se deslizara entre las ramas y hojas, resonando con el dolor y la lucha que habían compartido todos aquellos que habían cruzado su camino—. Te adoramos, espíritu de la creación, de la gloria y del desasosiego. En tu esencia hemos encontrado la chispa que enciende nuestros corazones cansados, y nos levantamos ante ti, despojados de todo temor y dudas.

Las palabras danzaban en el aire como si estuvieran imbuidas de magia. Kael podía sentir cómo la atmósfera a su alrededor se espesaba con significado, cada sílaba convirtiéndose en un hilo que tejía una conexión trascendental entre él y la planta monumental. La luz del agua irisada pareció brillar con más intensidad, como si la propia Venus atrapamoscas escuchara sus súplicas.

-Te imploro, estimado Norfeo -continuó, su voz resonando con fervor-. Guíanos en este viaje colmado de penurias y recompensas. No permitas que caigamos en el tormento de la inacción, que el peso de la desesperanza no abrume nuestros corazones. Aquellos que han caído en el camino de la impureza, ellos tienen mucho que aprender. ¡Mira cómo nos hemos enfrentado a nuestro destino, a cada adversidad! ¡Mira cómo nos hemos rehusado a doblegarnos!

La niebla, antes espesa y sombría, parecía bailar ante su invocación, un signo del favor de Norfeo, un eco de vida que respondía a la devoción de Kael. En ese instante, el mundo a su alrededor cobraba color y forma, cada susurro de viento se convertía en un canto ancestral que estrechaba el vínculo con las verdades individuales y colectivas que sustentaban la vida en el bosque.

-Los soñadores no serán olvidados, pues estamos aquí para elevar nuestras voces en alabanza y lucha. ¡Que nuestras ofrendas sean el testimonio de nuestro compromiso con esta existencia! Caminar sin miedo, levantando cada tropiezo en la sed de lo más grande, lo sublime, lo eterno.

Con sus últimas palabras, el eco se disolvió en el aire, pero el canto de Kael resonó en su interior, un legado que perduraba. La Venus atrapamoscas, un símbolo de la lucha y la esperanza, brillaba más que nunca. En el fervor de su devoción, el bosque cobraba vida, y con cada latido, Kael reafirmaba su camino en la búsqueda de la verdad y la grandeza, bajo el favor de Norfeo el Magno.

Vió a Atlas de nuevo, más adelante, frente al cartel. El lodo al rededor de mí, ese mismo lodo que llevaba acompañándome desde que vi al hombre coyote volvió a llamarme. -Si..., creo que servirá de ofrenda -Dije para mí mismo acordándome a Atlas con la mano en la empuñadura de mi arma y prepararme para desenvainar cuando estuviera a rango de él.

Inventario


Estadisticas de Kael
#4
Ray
Ray
Personaje

Poco a poco se iba acercando. Su vuelo, recto y sin desviarse lo más mínimo pero totalmente silencioso gracias a sus habilidades como ninja, le estaba permitiendo llegar hasta las proximidades de aquella colosal planta sin sobresaltos. Había perdido de vista antes de empezar su camino a Takahiro, pero suponía que se encontraría de nuevo con él cuando llegara a su destino.

Era realmente curioso aquel lugar. Primero una zona volcánica, yerma y muerta, con unas temperaturas prácticamente insoportables. Después aquella zona, llena de la niebla más densa que se había encontrado y poblada de unas setas elásticas que permitían saltar enormes distancias y aterrizar sin consecuencias. Y ahora aquel temblor que se había seguido de la aparición de la gigantesca planta que parecía llamarle, casi pidiendo que acudiera hacia ella al disiparse la niebla justo en su dirección. Cada vez estaba más convencido de que todo aquello era un sueño, nopodía ser de otra forma.

Cuando se estaba acercando sintió algo. De forma súbita se vio forzado a detener su vuelo y doblarse sobre sí mismo, pues un intenso dolor punzante inundó su abdomen. Los intensos pinchazos resultaban casi insoportables, tanto que se vio forzado a aterrizar en la orilla de un pequeño lago que parecía rodear la planta. Tirado en el suelo, retorciéndose de dolor pero mordiéndose al mismo tiempo la lengua para no emitir ni un grito, poco a poco fue sintiendo una de las más imperiosas necesidades que pueden acuciar a un ser humano.

Miró a su alrededor, desesperado. Allí, como era de esperar, no había retretes. Qué fino se había vuelto en tan poco tiempo. Apenas llevaba unas semanas como marine y ya se le habían olvidado sus años viviendo en la calle, cuando cualquier esquina apartada de la vista era un lugar adecuado para hacer sus necesidades y las hojas de un periódico que encontrase en el suelo eran el utensilio de limpieza ideal.

Tenía que improvisar, pues no iba a ser capaz de aguantar más de unos segundos. La niebla, aún lo suficientemente densa como para dificultar la visión, le confería cierta privacidad, y no se veía a nadie en los alrededores. Además tenía sus antenas para detectar si alguien se acercaba mientras estaba en faena.

Así que se bajó los pantalones hasta los tobillos y se acuclilló hacia la orilla. No tuvo siquiera que poner de su parte, todo salió solo en apenas diez segundos, cayendo hacia las profundidades de aquel pequeño lago. Se movió unos pasos hacia su izquierda y se limpió con el agua hasta que su trasero hubo quedado impoluto, para acto seguido ponerse en pie y subirse los pantalones. Tras esto continuó rodeando el lago hasta que pudo ver dos figuras muy conocidas.

- ¡Chicos! ¿Qué tal? - Saludó a sus amigos Atlas y Takahiro.

Mientras se dirigía hacia ellos no pudo evitar fijarse en un cartel situado a su lado. Hablaba sobre un tal Norfeo, que parecía ser el responsable de todo lo que estaba sucediendo, y mencionaba que se recompensaría a quien le hiciese una ofrenda a través de aquel lago.

El joven palideció, el tono de su piel haciendo juego por una vez con el de sus cabellos, al darse cuenta de lo que había hecho sin querer. ¿Habría enfadado a ese tal Norfeo? Esperaba que no se hubiera tomado muy a pecho lo que acababa de suceder, y así lo proyectó en su mente. Si tan poderoso era, seguramente podría leerla y saber que no había tenido mala intención.

- Lo siento si mi involuntaria ofrenda te ha ofendido, Norfeo, pero ya no puedo retirarla. Espero que sepas que no había malicia en ella y que no era mi intención mancillarte. Una parte de mi está ahora contigo para siempre.

Resumen
#5
Kael
El Fantasma del Mar
Me sentí atrapado entre la furia de sus emociones y un nuevo destello de claridad que brotaba en su mente como el agua cristalina de la Venus atrapamoscas. Al levantar la vista, no solo vio la grandeza de la planta, sino también las simetrías ocultas en su caos, los ciclos que la vida representaba y las decisiones que delineaban un camino ante él. ¿Era realmente necesario atacar a Atlas? La respuesta comenzó a filtrarse por su conciencia como un susurro reverberante, insistente en su simplicidad: no.

La lucha no tenía que ser física, ni él, ni Atlas, tenían que caer en esa trampa. El deseo de eliminar una amenaza, de arrojarse de nuevo en el ciclo de violencia, ya no le parecía válido. En su lugar, algo más profundo y poderoso se ofrecía como alternativa: el sacrificio.

Cita:
cualquier ofrenda que se realice en su nombre será altamente recompensada

- Cualquier... ofrenda... -Dije para mí mismo-

El sacrificio había sido aclamado por siglos como una forma elevada de conexión con lo divino, una entrega que permitía la transformación de uno mismo y de los demás.

Pasé al lado de Atlas, con una separación de un par de metros, y sin dirigirle la palabra a él o al otro individuo que se encontraba ahí (Takahiro) ni a otro más que había llegado me arrodillé, me mojé la cara, parte del brazo y prácticamente todo mi cuerpo lanzándome agua con la mano, como si fuera parte de un bautizo extraño.

Miré hacia arriba mirando alrededor y en cuanto comprendí el camino, un nuevo fuego iluminó su corazón y le llenó de energía renovada. Las setas a su alrededor comenzaron a rebosar, listas para ser el trampolín que lo llevaría a sus nuevos propósitos.

Con cada pulso de mi ser, me dispuse a dar el salto, por como había saltado Atlas en dos o tres altos llegaría a la cima. Una explosión de adrenalina me rodeó mientras seguía brincando entre las setas, sintiendo la humedad del aire y el eco de sus propios pensamientos resonando a su alrededor. En ese frenesí, una idea se apoderó de mi mente: era un deseo ineludible de asumir la responsabilidad de su destino, de su vida y de las vidas que lo rodeaban.

En el ascenso, podía sentir la energía del entorno concentrándose en mi interior, una conexión profunda con la planta, con el agua que brotaba y con el eco vibrante de la naturaleza. A cada salto, me sentía más ligero, más libre de ataduras, aunque el peligro que representaba toda esta situación no había desaparecido, había cambiado de forma.

Finalmente, al alcanzar una altura considerable sobre los 42 metros, llegué al borde de la cara de la Venus atrapamoscas. Una ola de temor se mezclaba con la expectativa en mi pecho. Miré hacia el interior de la boca de la planta, abierta de par en par esperando a su presa, como si brotasen del interior de la planta murmullos llamándome, llamándome a unirse a su esencia.  

Desenvainé ligeramente mi espada sin sacarla de la funda, me hice un pequeño corte en el brazo, un corte que en un minuto mi cuerpo ya habría taponado pero que me permitía sangrar unas gotas de sangre y volví a guardar la espada. Cuando sentí el roce del líquido caliente sobre mi brazo comencé a caminar al interior de la boca de la planta, dejando un rastro en la planta de mi sangre mezclada con el agua de la base del corazón de la planta. Una claridad indescriptible me llenó el alma: lo que iba a hacer no solo le afectaría a él, sino a todos los que se habían visto atrapados en este ciclo de conflicto y odio. Una vez llegué al propio centro de la boca, me senté.

-Oh gran Norfeo el Magno, he aquí su sacrificio. Un humilde siervo purificado por sus aguas, entrego todo lo que tengo y todo lo que soy a su gran obra. Y si he de morir por sus designios, que así sea.

La angustia, el conflicto y el deseo de venganza se desvanecieron en medio de la boca de la planta, esperando a que esta reaccionara, dejando una tranquilizadora sensación de plenitud y propósito. Allí, en la sacra quietud, supo que pase lo que pase para él, había tomado la decisión correcta. Había renegado de la violencia hasta ese momento, se había demostrado a sí mismo que podía escapar de lo que una vez fué, y de lo que en parte seguía siendo. Pero mientras tuviera fuerzas, mantendría a raya a ese monstruo.

Resumen del Turno


Inventario y Resumen de estado


Personaje
#6
King Kazma
Shiromimi
Personaje


El primer salto que dio desde aquella seta en la que había estado intentando dormir le sorprendió. Había alcanzado una distancia muy superior a lo que solía conseguir, y mucho menos con la fuerza que había aplicado para un salto simple a la siguiente seta. Debido a esto, cayó al suelo porque no había podido calcular el sitio donde aterrizaría. Sus cálculos completamente desajustados lo enviaron a una zona que no podía ver desde su anterior posición. Se esperaba un buen trompazo, tal vez esguinzarse un tobillo o incluso romper algún hueso, pero se llevó otra sorpresa. Esta vez era una sorpresa más agradable, pues el suelo parecía haber absorbido todo el impacto de su caída, dejándolo a él intacto. El suelo era blando parecía capaz de amortiguar cualquier golpe que uno se fuera a dar en una caída.

Eso le permitía avanzar mucho más rápido sin miedo a caerse, por lo que volvió a subirse a una seta de un salto y reanudó su viaje. Esperaba que pronto llegara al límite de aquel lugar tan extraño y se disipara un poco la niebla. Pero antes de que pudiera salir, a un lado la niebla se hizo menos densa y permitió ver una planta gigante que crecía en la lejanía. Se detuvo en una de las setas para observar la nueva habitante de la zona. Aparecer allí sin más, una tormenta que salía de la nada, un bosque de setas y suelo elástico… Y ahora eso. Estaba claro que alguien estaba jugando con él, o con ellos, si las personas que había visto eran reales y no producto de la retorcida imaginación del que movía los hilos allí. Conocía sus sueños, aunque escasos, nunca eran tan nítidos, y sus pesadillas poco tenían que ver con lo que sucedía allí. Tenía que ser obra de alguien.

Pues iba a fastidiarle los planes al tipo ese que ni se atrevía a dar la cara. Cambió su rumbo y se dirigió directamente hacia la planta carnívora a toda velocidad a saltos entre las setas. Era gigantesca, más que los árboles centenarios… Pero tenía que llegar al tallo, ignorando a todas las personas que se encontraban allí cerca. Una vez allí presionaría sus manos contra él y activaría el poder de su Akuma no Mi al máximo de potencia. Quemaría la planta y jodería todo el plan que tuviera el tipo que lo retenía en un mundo tan raro.

Datos
#7
Lobo Jackson
Moonwalker
Surcaba los cielos como un lobo volador, propulsado por aquella seta que le había catapultado hacia la venus gigante. Lengua afuera, disfrutaba del viento contra su cara sin más pensamientos que el de alcanzar el gigantesco vegetal. ¿Qué habría sido de aquellos a los que había dejado atrás? Ah, ¿qué importaba? Probablemente le seguirían.

La neblina se disipaba más y más hasta que al fin pudo divisar el tallo de la venus gigante, y cerca de ella, un puñado de bultos amarillos que se movían como pequeñas boyas marítimas. Boyas que cada vez se veían más próximas al comenzar su descenso, que Lobo Jackson consiguió frenar con la fuerza de sus brazos al agarrarse al sombrero de un hongo que atrapó de pasada. Éste absorbió su energía cinética como un resorte que descendía al suelo hasta que las puntas de los pies del mink tocaron la blanda superficie del bosque, momento en el que soltó la seta y esta regresó violentamente a su posición inicial.

Le había pillado el truco a la elasticidad del bosque fúngico.

Ahora, de pie frente a un puñado de esas boyas, se dio cuenta de que no eran señalizaciones marítimas sino pequeños seres de apenas unos palmos de altura, con un aspecto inofensivo y apariencia amistosa. 

- Qué interesante. - Pensó. - Parecen patatas. -

Decidido a ser abierto y conocer más gente, les saludo.

- ¡Saludos! ¡Vengo en son de paz-gara! ¿Quiénes sois? ¿A dónde vais-gara? - Dijo con amabilidad, al tiempo que realizaba una espectacular pose.

Los diminutos seres se miraron entre sí con extrañeza, algunos murmuraban, otros reían, pero al final todos señalaron hacia la planta gigante y pronunciaron una sola palabra al unísono.

- ¡Banana!

- ¿Banana-gara? ¿La planta es una banana para vosotros? Bueno, ¿por qué no? Vamos a ver de cerca esa "banana-gara" - Contestó con optimismo.

Encabezando aquel extraño grupo, Lobo Jackson y unos diez seres amarillos comenzaron a ir en fila india en dirección a la planta.

Personaje


Inventario
#8
Timsy
Timsy
-¡Vooooooooooolare! ¡Caaaaaaaaaantaré! ¡Wohohoho! – gritaba tras caer de nuevo en otra seta.

La experiencia era un grado y ya le había pillado el punto a eso de volar propulsado por las setas. Tras mi choque contra el lobo, había caído en otra seta, pero esta vez había tenido algo de tiempo a dirigir la trayectoria. Al caer sobre el hongo había tenido la precaución de cambiar ligeramente la dirección para dirigirme hacia el centro del bosque, dónde había salido esa planta colosal. La niebla allí era menos densa, por lo que hasta una tortuga boba o un pez de estos sumamente estúpidos habría adivinado que el bosque de hongos quería que nos dirigiéramos allí. Quizás tan solo se tratara de una trampa, quizás algo ocurriría allí. Como fuera, la curiosidad era mucho más fuerte que la prudencia, así que si allí era dónde ocurriría la acción, allí sería dónde estaría.

De seta a seta y vuelo porque me toca. Caí en una tercera seta, la cual me llevaría hasta casi el lugar exacto en el que estaba la planta. Allí la niebla era mucho menos densa, tanto como que empezaba a poder divisar con más facilidad. Gracias a ello vi que al igual que yo, muchos empezaban a congregarse en el misterioso lugar. La distancia me impedía ver con claridad los detalles, pero parecía ser un grupo mucho más numeroso de lo que habría esperado ver. Sabía que además de mí había un humano y un lobo, pero ¿todos esos habíamos estado allí todo este tiempo? Tampoco era raro que no nos hubiéramos topado, dado que perfectamente nos podríamos haber cruzado y no habernos visto a pesar de estar a unos pocos metros de distancia.

Miré hacia abajo, buscando caer en el suelo y reunirme con el grupo, sin embargo el lugar en el que parecía que iba a caer estaba densamente poblado de setas. ¿tendría suerte y caería en el suelo, a salvo, o por el contrario volvería a ascender nuevamente, rebotado contra otro de aquellas setas?

Caí contra el suelo, sin embargo la inercia ganada durante el trayecto fue demasiada y en lugar de quedarme plantado limpiamente, mi cuerpo continuó su avance, no así los pies. Al menos en un inicio. Comencé a rodar, como los rizomas de posidonia a los caprichos de las corrientes o la pelota de heces empujada por el escarabajo. Una vez más, mi avance estaba fuera de mi control, y así fue como fui a chocarme por la espalda contra lo que parecía ser un conejo que iba a tocar la planta si el animal no lo impedía. Lo bueno es que tan solo unos pocos metros, cinco, me separaban del final del trayecto. Bien fuera contra el conejo, quien posiblemente se derribaría del impacto, bien fuera porque iría de lleno al interior de la colosal planta.

Aclaraciones

Inventario

Aspecto de Timsy


Aclaraciones para King


Personaje


#9


Salto de foro:


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