Alguien dijo una vez...
Rizzo, el Bardo
No es que cante mal, es que no saben escuchar.
[Común] [C - Pasado] El exorcismo de Drake Longspan
Gavyn Peregrino
Rose/Ícaro
Una de mis cejas se elevó ante su risa, me alegraba poder traerle algo de diversión, unos momentos antes parecía haberse comido un limón por la primera broma que hice acerca de exorcizarlo, supuse que intentar desinflar mi ego era su manera de reparar el suyo de alguna forma. Lo dejé pasar, disfrutando de la risa profunda del hombre, sonaba áspera como las rocas que podían cubrir su cuerpo con facilidad practicada, supuse que la demostración de hace varias horas en la taberna llevaría bastante tiempo de entrenamiento, al menos en lo que respecta a sus habilidades. Esbocé una sonrisa ladina antes de levantar los hombros mientras mis alas me mantenían en el aire frente a él antes de dejarme caer suavemente para tocar el suelo, de todas formas no tenía motivos para continuar en el aire, no hasta que tuviera que subir al techo. Mis ojos dorados se deslizaron hacia los rojos del hombre de brazos largos.

. – Bueno, quizás ese era mi plan y no te estaba tomando el pelo realmente. A pesar de “jugar con las expectativas” todavía tengo una vena empática que me permite ayudar a la gente.

La inclinación hacia adelante me sorprendió, no porque se estuviera acercando, sino porque debía reclinarse un buen trecho, sabía a dónde quería ir con sus palabras, con sus movimientos. Apreté las alas contra mi espalda entrecerrando los ojos ante el teatro del azabache que se volvía menos risueño lentamente a medida que hablaba. Sus palabras eran… Realmente molestas. Tocaban una fibra sensible, que me hicieron mirarlo con irritación palpable, esponjé las plumas, logrando que las alas se vieran más grandes al estar semi-plegadas. Mis dedos relajados pronto se convirtieron en un puño apretado, sin embargo, tan rápido como lo hice, igual de rápido lo deshice, sin deseos de que notase sus logros.

. – Supongo que lo mismo podría decirse de ti, sin duda tu perspectiva es… Única. Particularmente la que tienes de ti mismo.

Cuando lo vi acercarse al muro sabía que comenzaría a escalar, por lo que no perdí el tiempo para agitar las alas suavemente, siguiéndole el paso mientras subía, observando y escuchando a las pocas personas que rondaban las calles, el murmullo era distinguible, no había ninguna voz más cercana y sería bastante obvio si alguien entraba al callejón, solo tenía tres opciones, hacerlo por los laterales o por arriba. Decidí subir, ignorando su charla de autosuficiencia y decepción social, para verificar que nadie hubiese llegado hasta allí, así que ascendí rápidamente batiendo mis alas, me asomé por el borde del edificio, sin encontrar intrusos o, mejor dicho, personas entrometidas que de pronto decidieron meter sus narices donde no les incumbía. Terminé de subir, sentándome en el borde del techumbre y deslicé mis ojos hacia abajo contemplando atentamente la forma en que escalaba antes de decir.

. – Sino te callas y detienes las quejas probablemente descubran que un tipo de unos 3 metros está trepando por las paredes como un mono ruidoso. –Rodé los ojos, sintiendo que se me iban a pegar a la parte posterior del cráneo– Así que deja de perder el tiempo en darme sermones de utilidad mientras miras al piso y sube de una vez.

Me puse de pie de un salto, sin alejarme del borde, me sorprendió que intentase mirar hacia abajo, después de todo siempre me encontraba en el aire y, cuando estaba en tierra, me resultaba complejo no abandonar el suelo. Sin intención de ayudar en su ardua tarea de llegar hasta la cima, dejé una mano en el bolsillo de la chaqueta de vuelo y otra laxa, despreocupado. Me aparté algunos pasos para dejar que apoye las manos para apalancar el movimiento de subida, dirigí mis ojos ámbar hacia las entradas de los callejones, notando dos siluetas recortadas por la luz, las voces se hacían notorias a medida que se adentraban, pero no les di tiempo a mirar hacia arriba cuando sujeté la camiseta de tirantes que llevaba el carpintero y tiré de ella con la fuerza de la que disponía para moverlo aunque sea un ápice para que se agache mientras me llevaba un dedo a los labios en señal de silencio. Esperaba que se moviera

Me puse de cuclillas para acercarme al borde nuevamente, encontrando a los dos hombres que se estaban adentrando en el callejón, podía verlos bien, eran dos uniformados de la marina que parecían estar cumpliendo con su patrullaje.

. – ¿Qué decías acerca de bromear? –Murmuré, lo suficientemente alto como para que él me escuche– No sabía que eras artista, ya sabes, exponiéndose al peligro con tal de conseguir inspiración, aunque sea del paisaje. Pero debí suponerlo, con el teatro que montaste en la taberna, tienes todo un talento.

Me aparté rápidamente, evitando ponerme completamente de pie ante de llegar casi al centro del edificio, mirándolo con diversión y mordacidad. Incliné la cabeza para indicar el siguiente edificio que era tan elevado como en el que estábamos.

. – Después del siguiente edificio está la taberna. Es mucho más baja, una parte de la edificación la cubre por un lateral. –Describí, acercándome con cautela hacia la orilla opuesta.

Bajé la mirada al siguiente callejón, vacío. No era lo suficientemente tarde como para que aparecieran borrachos en los callejones y los marines estaban recorriendo el que dejamos atrás. Saltar de una construcción a otra fue bastante sencillo, sólo necesitaba el impulso de las alas y ya estaba al otro lado.

. – ¿Puedes pasar hasta aquí? –Pregunté en voz baja, sin poder evitar arquear una ceja burlona– ¿O es demasiado para ti?
#11
Drake Longspan
[...]
Drake Longspan alzó la vista desde la mitad de la pared, mientras sus largos brazos y piernas se estiraban para encontrar las grietas en la piedra, como si fuesen un segundo par de extremidades. Aunque las palabras de Gavyn Peregrino se arrastraban por el aire como cuchillos afilados, él se limitó a bufar. Aquel joven alado, con su arrogancia y su manera de moverse en el aire como si el mundo terrenal no fuera más que un inconveniente menor, era irritante de una forma que él no había experimentado en mucho tiempo. Sin embargo, el tono mordaz y la facilidad con la que el solarian de ojos amarillos lo dejaba fuera de balance lo hacían sentirse… entretenido. Al menos, en cierta medida.

El roce áspero de la piedra bajo sus manos se sentía reconfortante, tangible. En contraste, Gavyn Peregrino flotaba, alejándose de las incomodidades del suelo, como si su presencia fuese más etérea. El humano de brazos largos, sin embargo, era un hombre de tierra, de lo sólido, como la roca y la madera, de lo que se puede sentir bajo los pies. Subir una pared no era más que otra forma de reafirmar su conexión con el mundo físico.

Gavyn, por otro lado, parecía deleitarse en su propia ligereza, tanto física como emocionalmente. Drake soltó una risa baja, más para sí mismo que para su compañera de misión. Ella era como un pájaro que se burlaba desde las alturas, pero al fin y al cabo, él sabía que tarde o temprano tendría que volver a posarse en tierra firme. Y ahí es donde él siempre brillaba.

Mientras Gavyn se posaba en la parte superior del muro, sus ojos dorados lanzaban miradas que alternaban entre la vigilancia y la burla. Era su manera de ser, y Drake parecía saberlo en parte. No obstante, cuando ella lo llamó un "mono ruidoso" mientras escalaba, no pudo evitar una carcajada áspera.

¿Mono ruidoso? — repitió entre risas mientras seguía subiendo — ¡Oi, yo prefiero "gorila imponente", capullo!

Drake Longspan continuaba trepando con una facilidad que, a pesar de su tamaño, casi parecía natural. Sus manos y pies buscaban puntos de apoyo con precisión, aunque su mente aún procesaba la irritante serenidad de Gavyn. Si el estaba intentando hacer que se sintiera más torpe o menos hábil, tenía que admitir que lo estaba logrando.

Finalmente, llegó a la parte superior del muro y se impulsó hacia arriba, justo a tiempo para ver cómo Gavyn lo tiraba hacia abajo de su camiseta de tirantes. Sus ojos rojos se encontraron con los suyos dorados, y él apenas tuvo tiempo de fruncir el ceño antes de que ella le hiciera un gesto de silencio. La gravedad de la situación lo golpeó de inmediato.

A unos metros por debajo de ellos, dos marines avanzaban lentamente por el callejón, sus voces se alzaban en conversación casual, sin sospechar que dos individuos observaban desde lo alto. Drake se mantuvo en cuclillas, encorvando su imponente figura de tres metros mientras sus músculos tensos se preparaban para cualquier eventualidad. El silencio entre ambos era denso, solo interrumpido por el zumbido lejano de las antorchas y las botas de los marines al chocar con los adoquines.

La situación le exigía prudencia.

No obstante, cuando el hombre ave mencionó el "talento teatral" que supuestamente había demostrado en la taberna, la mandíbula de Drake se tensó un poco. Esa escena, donde había demostrado su habilidad para manipular la roca, había sido más una advertencia para que no lo subestimaran, pero Gavyn lo convertía en un chiste personal. Drake se mordió el labio inferior, conteniendo una respuesta que podría comprometer su posición.

Tienes razón — murmuró al fin, en tono bajo pero cargado de ironía — Exponerme al peligro por inspiración es justamente lo que me levanta cada mañana. Pero...¿Sabes qué? Al menos no tengo que volar como una cometa para sentirme útil.

Los marines seguían su camino, ajenos a la conversación en las alturas. Drake aprovechó el momento de calma para observar el siguiente edificio que Gavyn señalaba. Era más bajo, pero lo suficientemente alejado como para que la caída pudiera ser dolorosa si no lo hacía bien. Mientras Gavyn saltaba con un simple aleteo de sus alas, Drake entrecerró los ojos, viendo cómo el joven caía con ligereza al otro lado, aterrizando sin esfuerzo. Su rostro se volvió de nuevo hacia él, esa ceja burlona levantada, esperando una respuesta.

¿Demasiado para mí?

Sabía que aquella persona lo estaba provocando. Podría haber usado su habilidad para manipular la roca y formar un puente, pero aquello le resultaba demasiado fácil. Y no estaba dispuesto a darle a Gavyn el placer de pensar que él, el grandote de tres metros, no podía dar un salto.

Se puso en pie, sacudiéndose los restos de polvo de las manos, y retrocedió unos pasos para tomar impulso. Gavyn observaba desde el otro lado, con esos ojos dorados llenos de diversión expectante. El carpintero corrió hacia el borde y se lanzó al vacío.

Durante un breve segundo, la caída libre lo hizo sentir algo parecido a la libertad que Gavyn disfrutaba. Sin embargo, al contrario que el, unas alas no lo sostenían.

Drake Longspan sintió la gravedad tirando de él con fuerza, y cuando sus pies tocaron el suelo del siguiente edificio, el impacto fue sonoro. Se dobló un poco por la rodilla, absorbiendo el golpe, y se inclinó hacia adelante para mantener el equilibrio.

¿Ves? No todo lo que vuela necesita alas.

No pudo evitar lanzar una mirada de desafío hacia Gavyn, sus ojos rubíes reflejaban la luz tenue de la noche mientras estiraba los músculos.

Venga, sigamos adelante. Todavía queda un largo trecho hasta la taberna, y ya tuve suficiente teatro por hoy.
#12
Gavyn Peregrino
Rose/Ícaro
Una de mis cejas se alzó cuando escuché la carcajada que emitió, hasta ahora parecía propenso a las burlas o las bromas, pero se había mostrado especialmente ofendido, por lo que escuchar que se reía abiertamente era una hazaña, aunque obviamente necesitaba insultarme, claro que no me había quedado atrás al llamarlo “Mono ruidoso” pero eso es lo que parecía mientras escalaba la pared como si fuese un primate. Solté un resoplido al pensar que se llamaría a sí mismo “gorila imponente”, aunque podía imaginarlo claramente, más aún con esa mata de cabello rebelde que le decoraba la cabeza: Un Drake cubierto de pelo, como quien tiene síndrome del hombre lobo, o del hombre mono en su caso, haciendo un puchero para mostrar sus colmillos muy humanos mientras se golpea el los pectorales con ambos puños, o uno solo, repitiendo un “¡Uh, uh, uh!”. No podía faltar la pose imponente en esa imagen, por supuesto.

Extendí las alas, moviéndolas suavemente para saber que allí estaban, y lo miré por encima de mi hombro, notando su tono ofendido, lo que había hecho en el bar fue un despliegue de lo más teatral, lo admitía, pero al parecer para él mi comentario era símbolo de insulto. Parpadeé largo y tendido mientras lo observaba, dando media vuelta para que mi costado quedase alineado con su frente, plegué las alas para que fuera posible verlo, mi mirada tenía un deje de reflexión y consideración, todavía me estaba preguntando, en el fondo, si le era posible callarse y pensar, pero por lo que había visto hasta ahora supondría un gran esfuerzo.

. – Tienes razón, me equivoqué… No eres un mono ruidoso, eres un idiota ruidoso. –Metí las manos en los bolsillos con desenfado– Porque no paras a pensar un segundo en lo que te dije, tal vez así logres procesarlo y entenderlo. Te daré una pista y todo, si quieres ¿O puedes resolverlo por cuenta propia?

Una vez en el techo contrario, me aparté del borde, acomodándome por si de repente se le ocurría arrojarse encima de mí y aplastarme con todo el peso de su cuerpo, y toda la molestia que estaba seguro acumulaba poco a poco hacia mí, aunque se trataba de una persona algo contradictoria, considerando que los insultos no parecían amilanar su actitud, para alguien que me veía de forma tan negativa, pecaba de arrogante en más de una ocasión. Me agradaba, ver cómo se desenvolvía en esta situación, la mayoría de las personas reaccionaban de la misma forma que él ante mis comentarios, en múltiples ocasiones me divertía, mientras que en otras acababa metido en peleas verbales o físicas, no era sorprendente realmente. Más bien era esperable.

Las comisuras de mis labios se rizaron hacia arriba mientras seguía sus movimientos de preparación, tendría que hacerlo bien sino quería romperse nada en el camino, considerando su tamaño y peso, era un hombre atlético, eso es seguro, pero tenía el sentimiento de que su orientación no estaba precisamente en la flexibilidad, mucho menos en la flexibilidad y agilidad necesarias para saltar de un techo a otro con tal diferencia de alturas. Pero aún así lo haría y, cuando saltó desde el borde lo supe, era sorprendente ver como alguien de sus dimensiones prácticamente volaba, pero prácticamente no era suficiente para la atracción de la tierra, así que pronto el hombre de brazos largos cayó justo al lado mío, vi su pierna vencerse y apoyó la rodilla para no caer de bruces.

Me reí ligeramente por el obvio desafío, pero me detuve por un momento cuando contemplé el fuego desafiante que brillaba en sus ojos rojos, ojos de un rojo carmesí. Mantuve la compostura con facilidad practicada, elevando las cejas con falsa sorpresa.

. – Eso no fue volar, eso fue caer con estilo. –Negué con la cabeza, comenzando a caminar hacia el siguiente borde– Pero es lindo que quieras impresionarme, sigue así.

Volví a mirarlo por encima de mis alas, guiñándole un ojo antes de continuar mi camino. No tomó mucho tiempo recorrer el trecho entre nosotros y la taberna en la que me había hospedado, no era un mal lugar, quizás algo pequeño, pero contaba con un segundo piso, el techo era cómodo para ver las estrellas. Fruncí el ceño repentinamente, mientras me inclinaba para ver las tejas del techo de la susodicha construcción, quizás depende de la situación la comodidad que brinda el espacio. Si, definitivamente. La mayoría de las luces se encontraban encendidas, y sabía que en el techo no había entrada alguna que llevase a los apartamentos temporales, así que tendríamos que entrar a la antigua.

. – Veamos si recuerdo dónde se hospeda ese desgraciado… –Entrecerré los ojos, divisando la ventana del bribón moreno después de unos segundos– Esa ventana es la de Ubben, necesito sus cosas ¿Crees que puedas encargarte de recuperarlas? La mía está del lado contrario del edificio.

Me mantuve en cuclillas con las alas plegadas, vigilando atentamente el área y a sus actores, algunos eran marines, por lo que obtener las cosas sería complicado, esperaba que estuvieran algo ebrios o tendríamos que huir pronto.

. – Lo digo por tu estatura, eres enorme y no hay un balcón para que te sostengas, así que si crees que no puedes solo, dime y te ayudaré a recuperarlas. –Incliné mi mirada beatífica hacia él– Solo debes encontrar el bolso de cuero y algunas prendas… Sin revisarlas.

La advertencia estaba implícita en mis palabras.
#13


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