Hay rumores sobre…
... que en cierta isla del East Blue, hubo hasta hace poco tiempo un reino muy prospero y poderoso, pero que desapareció de la faz de la tierra en apenas un día.
35 años y ni un día mas.
Tofun
El Largo
El gigante pareció relajarse, desinflándose ligeramente, aunque seguía clavando sus ojos en mí. Aun así, su tamaño y la comparación entre mi cuerpo y su gran rostro me hacían sentir algo acorralado. Al menos el hecho de que guardara su enorme arma era una buena señal; mis palabras estaban calmando a la bestia. ¿Quién lo diría? ¿Será que tengo talento para ser profeta de la paz? Nah, había hecho demasiadas tonterías en mi vida como para creerlo.

Finalmente, el truco de la cerveza funcionó. Nunca fallaba. Claro, ahora el problema era pensar cómo iba a generar la cantidad suficiente para llenar ese estómago. ¿Cuánto podría orinar este tipo? Me vino la absurda imagen de ser lanzado al horizonte por un chorro gigante, así que sacudí la cabeza para volver al presente. El gigante parecía dispuesto a seguirme; incluso me llamó "pequeño amigo". Claro, cuando uno aprende un idioma nuevo, sueles llamar "amigo" a todo hijo de vecino, pero al menos era un avance. Me dijo que le costaba hablar nuestra lengua, pero que entendía lo que decía. Sonreí, rascándome la cabeza, preguntándome qué habrá interpretado de todas mis palabras anteriores.

¡Oh! Perdón, solo intentaba que me entendieras. — Le respondí, intentando hablar de forma clara y directa. Al parecer, había accedido a moverse a un lugar más tranquilo. Temía la marina, y con el caos que habíamos armado, no era para menos.

— ¡Bien! Entonces, sígueme, vamos en esa dirección. — Señalé con mis diminutos dedos y comencé a saltar de tejado en tejado, manteniéndome a la altura de su cabeza. Cuando noté que los edificios empezaban a escasear, le pregunté:

¿Puedo subirme a tu hombro? — Y si respondía algo que sonara a "sí", "síhf", "aaa", o cualquier sonido aprobatorio, aprovecharía la oportunidad para subirme.

Durante el trayecto, le hice algunas preguntas para conocer más sobre él: de dónde venía, qué lo había traído aquí, cómo llevaba lo de ser tan grande, quién era y quién quería ser. Por mi parte, fui sincero. Siempre he creído que la mejor forma de conectar con alguien es siendo abierto. Le conté que, hace muchos años, pertenecí a un grupo que luchaba contra la injusticia social. En una de nuestras misiones me atraparon, y terminé encarcelado durante 35 largos años. ¡Hoy era mi primer día en libertad! Mi antigua banda me había recibido bien, incluso me compensaron por los años que pasé tras las rejas. Además, mencioné algo sobre un ejército revolucionario en el que estaban involucrados, pero no le di mucha importancia en ese momento.



Pronto dejamos atrás la ciudad y el paisaje se transformó en colinas verdes que bordeaban los acantilados. Había banquitos, arbustos, árboles... Mucho más agradable que la cárcel de hierro y cemento que había dejado atrás. Llegamos a un claro junto al acantilado, con vistas al horizonte. Le señalé el suelo, invitándolo a sentarse.

Como te estaba diciendo... ¡Me comí el pulpo vivo! ¿Qué iba a hacer? ¡Era mi única opción! — Exclamé, exagerando la parte final de una historia que, francamente, estaba bastante embellecida por mi estado etílico y los recuerdos borrosos después de tantos años tras las rejas. Suspiré, mirando el vasto océano.

Ay... Lo que tiene la vida, ¿eh? — Dije, casi filosofando. — ¿Te imaginas vivir en un mundo justo? Libres... Solo preocupándonos por disfrutar de los buenos momentos y apoyar a los amigos en los malos. Así es como me gustaría vivir. — Hice una pausa para que Ragnir pudiera compartir sus pensamientos.
Entonces continué, más serio esta vez:
Tengo algo rondando la cabeza desde que vi a mi antigua banda. Están metidos en un movimiento revolucionario, algo mucho más serio que lo que hacíamos en mis tiempos. Quieren cambiar el mundo. Hacer a la gente libre y crear un mundo justo. Me han invitado y ya han empezado a susurrarme algo sobre la Isla de Oykot. ¿Has estado alguna vez? — Le pregunté mientras hacía nuevamente mi truco de la cerveza, esta vez más por ganas de beber que por impresionar al gigante. Levanté la vista hacia él y añadí. — ¿Tienes algún recipiente? ¿El casco, quizás? — No se me ocurría nada mejor, porque sinceramente, ¿quién lleva una jarra del tamaño de un barril encima?

Imaginé el gigantesco casco lleno de cerveza y sonreí, porque si aquello no funcionaba para calmar a Ragnir, al menos podríamos terminar la noche con un buen brindis. Y si no, bueno, al menos moriría borracho.
#11
Ragnheidr Grosdttir
The Storm
Por alguna razón Tofun le hacía gracia a Rag. Era tan pequeño, pero tan poco inofensivo, esa mezcla le generaba curiosidad y por qué negarlo, muchas ganas de enfrentarle en un combate. La emoción se medía proporcionalmente a la confusión que le generaba un buen rival, en este caso la relación confusión/emoción iban tan ligadas de la mano que quizás buscar un encuentro físico sería desaprovechar la oportunidad de conocerlo más. Además, aquel pequeño era el personaje más variopinto que se topó desde que llegó a la isla Kilombo. Los humanos le cansaban un poco. Arreglado el tema del idioma, Tofun comenzaría a correr por los tejados, avisando al rubio de que le siguiera los pasos. De las pocas ventajas que tenía ser un mastodonte; casi siempre tenía buena vista para ver lo que fuera.

Ragnheidr era un hombre amigable, generalmente. No le costaba mucho abrirse a los demás, ni tampoco aceptar acercamientos que de normal requerían tiempo. Golpeó su propio hombro mientras daba buenas zancadas, respondiendo afirmativamente a lo que pedía el hombre. Se le subió al hombro derecho. Buscando no molestar mucho, Rag se apartó el cabello detrás de su oreja. Fue en el camino hacia ... Algún lado, cuando Tofun se explayó. Contándole parte de sus aventuras, motivos por los que había estado en prisión y más importante ... ¡Hoy había salido en libertad! Estaba repleto de aventuras que contar, eso le encantaba al gran vikingo, que por lo general era él quién solía contar sus travesías debido a que había cruzado medio mundo para llegar a parar donde estaba. Además, el cuento de los gigantes llamaba mucho la atención por aquellos lares, donde consideraban a los seres más imponentes de la historia, un cuento de hadas. ¿Te imaginas pasar un día de relacionarte con tus maestros, tus cercanos, a tener que hablar de ellos para explicar que existen, que no son historias para niños? Aquel choque de realidad por suerte no tardó en pasarla el Bucanner.

Por otro lado nuestro querido protagonista soltaría también la información que se corresponde a cuando alguien te da la suya. Explicándole la travesía que pasó, el porqué de su fe (aunque este tema muy de puntillas). Por qué se encontraba en Kilombo, la muerte de su mejor amigo hace unos días ... Y su incapacidad de poder abandonar la maldita isla de ninguna de las maneras. Al rato, ambos llegaron a las afueras, allí se podía respirar aire fresco, que es lo primero que Rag haría, aspirando sin freno, hasta poder expulsarlo con fuerza. — Al fin naturrralessa. — Se dejó caer al suelo, antes de dejar a Rompetomentas a su costado. Con ella le era complicado algunos movimientos.

Mostró una amplia sonrisa ante la historia del pulpo, aunque no la entendiera del todo.

Tofun volvió a reflexionar sobre lo que Rag podía considerar perfectamente "buenas costumbres". — Tiene labia. Y las palabras que usa contienen razón. — Pensó mientras le observaba hablando sobre la humilde idea de compartir con amigos y que la justicia fuera ... Paradógicamente, justa. — Assí es como Rragnheidrrr vive. — Contestó con la sonrisa en el rostro todavía. Era cierto, él era honesto con su forma de vivir, pero no era fácil, para poder llevar una vida de esa manera, la gente debería pasar muchos procesos de aprendizaje que no iban a pasar. — No serrr fásssil. Parrra llegarrr a penssamiento como el tuyo, norrrma generrral, tenerrr que pasarrr momento difisssil. — Se sinceró. Él creía en el valor del dolor, del sufrimiento, de lo que te enseñaba. Tofun contestó con ideas todavía más ... Revolucionarias que las anteriores. Hablaba de locuras como cambiar el mundo.

En el momento en el que le vio juguetear con la bebida, se sacó instintivamente el casco, depositándolo encima del césped. — Cambiarrr mundo. — Dejó en el aire. — ¡Jiajiajiajiajia! Compañerrros tuyoss, estarrr locoss de rremate. — Pronunció sonriente. Desde luego cambiar el mundo era una meta muy grande, pero empezar por un pequeño lugar ... — No estarrr en isssla que menssionas. — Contestó seco, viendo como se llenaba el casco de bebida. Era la mejor habilidad de akuma que jamás tuvo la oportunidad de contemplar, qué majestuoso ahorro de dinero.
#12
Tofun
El Largo
El gigante parecía haber cambiado su actitud. Dicen que la música amansa a las fieras, pero… ¿y la cerveza? ¡Ay, la cerveza! Accedió a llevarme en su hombro, y una sonrisa de orgullo se dibujó en mi rostro. El mundo se veía diferente desde allí arriba, en el hombro de aquel tipo. Saludé a la gente a lo lejos sin estar siquiera seguro de si me miraban, solo quería aprovechar mi posición y hacerme el chulo.

Le compartí mi historia a Ragnir, y pareció disfrutarla. Esta vez, mi sonrisa fue más tranquila, más emotiva. Que valorase mis vivencias me afectaba de una manera diferente. Él hizo lo propio, y yo escuché con atención su historia. Venía de una tierra muy lejana, una tierra de gigantes de la que fue expulsado por su propia fe. ¡Esa era una historia mejor que la mía! ¿Su fruta? ¡Una locura, joder! En lo personal, prefería la mía, pero si se trataba de un combate a muerte… Bueno, también. El concepto de morir borracho no me disgustaba. Luego me habló de Mich y su duro desenlace. — Lo lamento mucho, también sé lo que es perder a alguien. — Añadí en el momento oportuno.

La conversación continuó y finalmente llegamos a la explanada verde frente al acantilado. Nuestra manera de ver el mundo parecía coincidir bastante; a pesar de la barrera del idioma, logramos comunicarnos. — No serrr fásssil. Parrra llegarrr a penssamiento como el tuyo, norrrmal, tenerrr que pasarrr momento difisssil. — Las palabras de Ragnir atravesaron las capas de mi personalidad, esas que había creado para protegerme, y llegaron al núcleo que las había originado. Mi necesidad de estar borracho y desinhibido, mi humor, la tendencia a exagerar mis historias para sentirme bien y hacer sentir bien a los demás, mi manera de enfurruñarme con tonterías... todo ocultaba traumas dolorosos. Traumas que había aprendido a sobrellevar a mi manera para salir adelante. Ver cómo el gigante había dado en el clavo, relacionando aquellos hechos con el sufrimiento, hizo que algo hiciera "click". — Bien dicho. — El nudo en mi garganta dificultaba que continuase. — A veces uno… ¡Hip! Aparenta estar alegre, bromea… — Comencé a rellenar el casco del titán con cerveza, sin querer revelar que podía crear más tipos de alcohol. ¡Iba a flipar! — Pero estar privado de tu libertad durante 35 años… Con la impotencia de saber que es una condena injusta… Joder. — Tuve que contener las lágrimas; era la primera vez que hablaba de esto con alguien. — ¡Ostia! ¡Hip! — La cerveza casi se desbordaba del casco; había aumentado la velocidad de producción al dejarme llevar por mis sentimientos.

La conversación siguió, orientándose hacia el concepto de justicia y libertad. — Compañerrros tuyoss, estarrr locoss de rremate. — Reí, un poco más animado. — Ay… si yo te contara, Ragnir. — Miré al horizonte. — No estarrr en isssla que menssionas. — Sin desviar la mirada, di un trago de mi pulgar. — Es una isla cercana. La última vez que estuve allí, la gente era trabajadora, todos se ayudaban mutuamente. ¡Hip! Era una ciudad de pescadores, ¡con los mejores cazadores de ballenas del East Blue! Aunque claro, eso es porque a ti no te dio por esa profesión… ¡Con ese tamaño! — Hice una breve pausa para reírme. — El caso es que la gente que compra y vende, los tipos de negocios, comenzaron a aprovecharse del esfuerzo de los demás. ¡Y sin dar un palo al agua! Ahora controlan la isla y quieren expulsar a la gente honrada de allí. — Añadí algo más de contexto sobre el tema del aceite de ballena y la central hidroeléctrica. Dejé que la charla fluyera de manera natural antes de concluir. — El caso es que me han liado y voy a ayudarles. Sé que cambiar el mundo no es fácil, Ragnir. Pero si nadie pone de su parte porque es difícil, el mundo será cada vez más injusto. ¡Hip! Sin embargo, si todos aportamos algo, podemos ir cambiando la actitud de la gente. Imagínate una ola, una ola que crece y se hace más grande… y cuando más grande es, más sigue creciendo. Una ola que limpie el mundo… — Y dejé que mis últimas palabras se perdieran en la inmensidad del mar.
#13
Ragnheidr Grosdttir
The Storm
El ambiente entre ambos se tornó denso, cargado de una melancolía que cubría la escena y que entendía demasiado bien el rubio. Aunque su expresión permanecía dura, sus ojos reflejaban una empatía oculta, esa que solo se desarrolla después de haber enfrentado demasiadas pérdidas. Rag haría una pausa y bebió con ganas, dejando que la cerveza se deslizara por su garganta, pero sin perder de vista a su compañero, quien aún luchaba por contener sus sentimientos.

Tenía mucho que contar, era un tipo con muchísima experiencia y grandes dolores pasados y como se había narrado con anterioridad, Ragnheidr consideraba el dolor el mejor profesor que existía, uno no podía llevarte a su máximo como ser vivo sin los aprendizajes que da el miedo, el haber perdido algo importante, incluso sentimientos como la frustración, el odio en un punto dado ... Había que pasar por todos, vivirlos de pleno y salir del fango con las lecciones bien aprendidas. De ahí salían los hombres que merecían la pena y los desquiciados mentales que complicaban la de los demás. Ragnheidr lo escuchó en silencio, con los brazos cruzados y la mirada fija en Tofun mientras él hablaba con pasión y su peculiar mezcla de seriedad y humor. La mención de la isla, el conflicto con los comerciantes corruptos y la visión de una ola que limpiaría el mundo resonaban en él más de lo que habría querido admitir. Sus labios se alargaron en una sonrisa aguda, una que desapareció tan rápido como había llegado.

Tienerrr un buen corrrassón, Tofun. —Respondió con emoción , con su tono grave. — Más de lo que muchoss admitirrr. —Hizo una pausa, mirando hacia el cielo nublado, como si estuviera viendo algo lejano, algo que sólo existía en su memoria. Se quedó prendado un par de segundos. Las nubes dibujaron la cara de su maestro ... Él siempre habría querido que Rag utilizara sus cualidades para hacer algo positivo. Si bien sus diosas muchas veces le pedían otras cosas no tan ... Emocionantes. — Pescadorrres ... — ¡Joder Rag era uno! si tuviera que decir a lo que se ha dedicado los últimos casi diez años, era a pescar y vender ese pescado, eso lo convertía en un pescador profesional de la leche. — ¡Rrragnheidrrr ayudarrr a herrrmanos pesscadorrres! — Se levantó de la emoción. En parte, porque eso supondría poder salir de Kilombo, un objetivo que parecía alejarse cada día más y volverse una tarea francamente complicada, cuando en realidad tendría que ser fácil.
#14
Tofun
El Largo
El sol avanzaba perezoso en el cielo, como si estuviera disfrutando tanto de la conversación como nosotros. Formábamos una extraña pero curiosa pareja: un gigante y un enano caminando juntos. Las horas pasaban sin darnos cuenta, sumergidos en nuestras charlas. Honestamente, jamás hubiera imaginado que tendría tanto en común con Ragnir... si me hubieras preguntado esta mañana, te habría dicho que lo más probable era acabar aplastado bajo uno de sus pies. Y de hecho, casi lo logré cuando, hace unas horas, me estampó de un patadón contra el campanario de Rostock. ¡Pero todo por accidente, claro! A decir verdad, el campanario ha tenido peor suerte que yo.

Ragnir resultó ser un tipo fascinante, lleno de historias. Aunque su tamaño sugiere que podría aplastar a cualquier hombre como a un insecto, lo cierto es que tenía más que ofrecer en su interior. ¡Un pozo de sabiduría, el grandote! Aunque, claro, había ciertos temas que parecían quedar encerrados detrás de una muralla más alta que él. Aun así, hablamos de todo un poco: desde sus experiencias de vida hasta la filosofía de la existencia. Y entre copa y copa, también yo le compartí algunas reflexiones. Le conté cómo fue dejar atrás a mi familia, lo prometedor que me parecía mi sobrino, Guybrush, quien ya debe estar creciendo más rápido que un roble (o al menos espero que no tan rápido como Ragnir).

También le regalé unas cuantas historias de la cárcel, porque, ¿quién no disfruta de un buen cuento de rejas y grilletes? Le hablé de los antiguos miembros de mi banda, de cómo éramos una colección de almas perdidas, y de lo borracho y comprometido que era, incluso cuando no sabía si estaba más comprometido con la bebida o con mis ideales. Creo que lo dejé intrigado con una historia sobre una vez que intenté robarle una jarra a un guardia mientras dormía... y terminé ofreciéndole la jarra de vuelta cuando me despertó.

El atardecer en los acantilados de la Isla Kilombo fue impresionante. Aquel encuentro me supo mejor que cualquier vino de reserva. ¡Curioso, hacía años que no sentía algo así! Y espero que no sea la cura para mi alcoholismo... ¡aún quiero seguir bebiendo, maldita sea!.

Lo más sorprendente fue darme cuenta de que mis palabras habían llegado a Ragnir. Parecía que algo le había calado hondo, como un martillo entrando en roca blanda. Estaba considerando unirse a la aventura en la Isla de Oykot, la revolución y todo eso. Tener a un tipo como él sería una gran ventaja. Le prometí que me pondría en contacto con él pronto para planificarlo todo, y le dije que si confiaba en alguien más, podía traerlo a bordo también. 

Y así fue como domé a una llama usando solo el pelo de mi espalda... — Concluí, terminando una de mis exageradas historias. Llevábamos horas hablando, y aunque ambos estábamos borrachos (o al menos yo lo estaba seguro), sentía que era hora de descansar. Al día siguiente, con las pocas horas de cordura que me quedaban, planeaba comenzar a trazar un plan para liberar Oykot del yugo de los ricos y los tiranos. Pero esta noche... esta noche era para descansar con una sonrisa en mi rostro.
#15


Salto de foro:


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