Hay rumores sobre…
... una plaga de ratas infectadas por un extraño virus en el Refugio de Goat.
[Aventura] [T2] No es mi problema (parte 2)
King Kazma
Shiromimi
Lo que vino a continuación sólo podía calificarse como un abuso. Los dos minks eran como unos adultos luchando contra recién nacidos. A King el tema de abusar de alguien de esa forma le tocaba de cerca. Siempre había vivido a la sombra de unos abusones que se creían con derecho a tratarlo como les diera la gana. Probablemente a esas alturas de la vida sería capaz de darles una paliza a todos ellos a la vez sin siquiera arrugarse el chaleco, y se lo tendrían bien merecido. Pero no iba a volver a su pueblo a machacar a esa gentuza, no iba a darles la satisfacción de verle perder el control. En cambio, aquellos bandidos de Dawn… bueno, se metieron con el mink que no debían.

Llovían las patadas, puñetazos y espadazos. Su puño todavía incandescente debía estar haciéndoles pasar un mal rato a los que lograban acercarse lo suficiente a él como para atacarle cuerpo a cuerpo. King no era tan bueno y compasivo como Alexander. Sus golpes rompían huesos y quemaban la carne sin miedo a matar. Ellos habían decidido llevar esa vida, debían estar preparados para que alguien acabara con ellos en cualquier momento, y ese momento había llegado. Las espadas no llegaban a acercar en sus objetivos mientras que los puños y patadas del conejo arrasaban con cada persona que se encontraban. No le daba ninguna satisfacción pelear contra gente tan débil, pero su objetivo no era divertirse, era vengarse y robarles todo el dinero que tuvieran ahorrado con la extorsión a los pueblerinos.

Finalmente el último de ellos cayó. Si no se había enfrentado a King y había tratado de huir, entonces Alexander seguro que se encargaba de dejarle un recordatorio de por vida de que a los lobos les gusta jugar con sus presas. – Parece que están todos. Veamos el botín que nos han dejado y larguémonos de este lugar tan apestoso. – Dijo, sacudiendo las manos rápidamente para librarlas de toda la sangre que pudiera. Aquellos guantes habían cumplido bien su función.

Datos


Resumen
#21
Alexander Bathory
Doc
Aquello no era una pelea, era un cacería en que King y yo éramos los cazadores mientras que cada bandido eran nuestras presas cada ataque era preciso calculado buscando las bandidos que huían del infierno abrazador que King estaba desatando con la ferocidad de su ataque, pude mirar como un grupo de bandidos se había intentado abalanzar en mi contra en un intento desesperado de poder generar una brecha para escapar de aquel infierno –débiles- dije con calma alzando mi brazo derecho con firmeza antes de golpear con fuerza el aire frente a mí con mi escudo

Hasshoken Ogi Shinku Nami
HAS501
HASSHOKEN
Ofensiva Activa
Tier 5
30/9/2024
55
Costo de Energía
3
Enfriamiento
El usuario ejecuta un rápido y poderoso golpe hacia delante que busca expandir todo lo posible la propagación de las ondas creando un pulso que se expandirá en forma de cono de 90 grados desde el usuario hacia delante en una distancia de 20 metros, a pesar de no ser un golpe muy dañino al tratarse de una onda de vibración atravesará cualquier obstaculo física que se encuentre dañando de forma interna a sus víctimas.
Golpe Básico + [FUEx3,2] de [Daño Contundente]


Al momento que mi puño se retrajo aquel grupo de bandido se detuvieron en seco antes de que los primero tres hombres al frente del grupo colapsaran al suelo escupiendo algo de sangre dejando a los demás sorprendidos sin entender el que había ocurrido –si planean venir en grupo no tengo porque contenerme como hasta ahora- dije mostrando todos mis colmillos en una sonrisa claramente predatoria a lo cual el resto de hombres empezó a retroceder claramente asustados sin comprender aun lo que había pasado lo siguiente que paso fue un espectáculo de violencia, no importaba como trataran de bloquear mi Hasshoken lograba perforar sus armaduras y su carne destrozándoles desde adentro, mis oídos detectaban a todos los que trataran de esconderse al hacer el menor sonido en todo sentido, estaba seguro que la única forma de describirlo era como aquellas leyendas de hombres lobos siendo monstruos indetenibles devorando todo a su paso
 
Después de un tiempo me encontraba arrastrando al último bandido que había encontrando por el suelo mientras mi garra se aferraba a su rostro haciendo que el criminal luchara en un intento desesperado por zafarse de mi agarre –deja de luchar!- ordene antes de lanzarle a los pies de King antes de recalcarle –Parece que es el último, no planeo asesinar a nadie- pero tenía otros planes –tu!- dije con firmeza al bandido que había arrastrado -empieza a atar a todos tus compañeros, los llevaremos al pueblo como prisioneros, si hay alguien que no pueda caminar amárrenlo de piernas y manos como un cerco recién casado para que lo puedan cargar- una vez estuviera todo listo me aseguraría de escoltarles al pueblo pero más importante haría que todos los miembros de aquellos bandidos que no hubieran muero por los ataques de King se disculparan con la hija del posadero al igual que con el mismo –ahora que lo pienso tengo que preguntarle a la chica de la posada su nombre, creo que jamás lo hice- dije riendo un poco ante aquel descuido 

-te encargo de vigilarles King, iré por la joven y tenka- dije corriendo un poco hacia el bosque en que la chica deberia de haberse encontrado escondida al encontrarle le ofreceria mi mano con caballerosidad -señorita la situacion ya esta controlada, ademas me disculpo por mi falta de modales- en ese instante hice una ligera reverencia a la dama -Soy Alexander Bathory, un simple doctor puedo tener el honor de saber su nombre- dije con calma mostrando una faceta totalmente distinta a la bestia que habia mostrado con aquellos bandidos, mi conducta era la de un caballero en aquel momento -le pedire que me acompañe y se mantenga cerca para poder protegerla mientras escoltamos a los bandidos de vuelta a la villa como nuestros prisioneros-

Resumen
#22
Silver D. Syxel
-
El campamento de los bandidos quedó envuelto en un caos absoluto. Entre las llamas titilantes de la fogata y los ecos de gritos y choques de armas, la batalla se resolvía con una rapidez y contundencia abrumadoras. Los minks no eran simples adversarios; eran depredadores letales en un territorio que, aunque ajeno, habían hecho suyo con cada golpe, garra y decisión.

King, con sus puños incandescentes, era como un horno andante que convertía en cenizas cualquier intento de resistencia. Cada puñetazo y patada ardiente destrozaba la moral de los bandidos restantes, quienes, ya debilitados y asustados, apenas podían coordinar un ataque eficaz. Los pocos que se atrevieron a enfrentarse a él sintieron la carne chamuscarse y los huesos quebrarse bajo la fuerza implacable del conejo. Sus gritos de rabia se transformaron rápidamente en súplicas o intentos de huida.

Por otro lado, Alexander avanzaba con precisión calculada, cada movimiento suyo era una lección de brutalidad contenida. Donde King se encargaba de arrasar, el mink lobo cazaba con método. Los bandidos que intentaban escapar del infierno que el conejo desataba se encontraban con su presencia imponente, una figura que encarnaba la ferocidad del depredador alfa. Las ondas de choque de sus golpes atravesaban defensas y armaduras como si fueran meras hojas secas, derribando a cualquiera que tuviera la mala fortuna de cruzarse en su camino. Sus garras aseguraban que ninguno escapara de la lección que habían venido a impartir.

En un rincón del bosque, Tenka permanecía junto a la joven rescatada, manteniéndola oculta y protegida de todo el caos. Aunque no podía regresar para unirse al combate, su papel había sido vital para asegurar la seguridad de la rehén. El mink zorro, invisible pero presente, cumplió con su cometido antes de desvanecerse en la espesura, dejando la tarea de rematar la misión a sus compañeros.

Finalmente, el último bandido fue reducido. King y Alexander, con el campo despejado, se encargaron de evaluar los daños. Mientras King aseguraba que el botín de los bandidos fuera recopilado, Alexander, con un gesto firme, arrastró al último hombre en pie y le ordenó reunir y atar a sus compañeros aún vivos. Entre quejidos y miradas de odio mal disimuladas, los bandidos fueron sometidos, y el campamento quedó desmantelado.

La hija del posadero, guiada de vuelta por Alexander, observó con una mezcla de alivio y asombro cómo los minks manejaban la situación. Aunque asustada por la violencia desatada, no pudo más que agradecerles su valentía. Los bandidos, bajo la atenta mirada de Alexander, ofrecieron disculpas forzadas al llegar al pueblo. Con la misión cumplida y la joven rescatada sana y salva, los minks se prepararon para partir. Habían dejado una lección inolvidable para los bandidos y los habitantes del bosque: no era prudente subestimar a los cazadores en su territorio natural.
#23


Salto de foro:


Usuarios navegando en este tema: 1 invitado(s)