Alguien dijo una vez...
Iro
Luego os escribo que ahora no os puedo escribir.
[Diario] Azul y Magenta: Amarga promesa
Jun Gunslinger
Nagaredama
Otoño, día 13 - 722


Jun se encontraba ajustando con meticulosa dedicación las últimas tuercas de un nuevo artefacto en el que había estado trabajando durante toda la semana. La habitación ubicada en el altillo de la casa, que era dormitorio y a la vez un pequeño y caótico taller lleno de herramientas y piezas esparcidas por doquier, se iluminaba lo justo y necesario con la luz tenue de una lámpara de aceite.

Un ruido casi imperceptible y la aparición de una sombra en la ventana sacaron de concentración a la joven inventora. De reojo, sin alarmarse demasiado, Jun observó. El pestillo se destrabó con su particular sonido, y las bisagras chillaron anunciando la llegada de la visita; Sin pedir permiso, Juri Han ingresó al cuarto, como habitualmente lo hacía.

¿Qué hay? —preguntó la peliazul, con tono casual, regresando sin preocupación la mirada a su artefacto. Estaba muy acostumbrada a ese tipo de interrupciones pór parte de su amiga.

Juri se deslizó hasta la mesa de trabajo, con sus siempre artísticos y graciles movimientos, e inspeccionó con ojos y manos algunas de las pertenencias de su amiga, desde engranajes hasta llamativos frascos de cristal con líquidos de colores vibrantes y polvos finos, cada uno con su etiqueta escrita a mano. Finalmente, sus dedos curiosos se posaron sobre un pequeño destornillador que recientemente Jun había estado utilizando.

Bueno, hay algo que tengo que decirte —respondió, manipulando entre sus dedos la herramienta.

Te escucho —la peliazul no apartaba los ojos de su trabajo, pero sí prestaba el oído.

¿Esto que es? —preguntó, sosteniendo ahora, en su otra mano, un extraño artefacto de forma esférica.

Una bomba —La voz de Jun se oía tranquila, como si estuviera describiendo un objeto inofensivo y cotidiano.

Ah —Juri enseñó los dientes con una sonrisa nerviosa, y dejó con cuidado el pequeño objeto exactamente donde estaba. No quería provocar un accidente.

¿Y? ¿Qué pasó?

La de cabello oscuro suspiró, lo que le dio a entender a su amiga que había algo que le aquejaba. Los tablones de madera del suelo crujieron, indicando que sus pies descalzos se dirigían hacia la cama, la cual estaba ubicada a espaldas de la Hafugyo.

¿Podes dejar eso un segundo? —le pidió. 

Jun giró en su silla, sin soltar el artefacto, dando un rapido vistazo a la joven, que estaba sentada en el borde de la cama. Notó la seriedad en su rostro, y eso un poco la alertó.

¿Qué hiciste ahora? —No podía si no pensar que Juri había metido la pata en alguna travesura, como siempre, y necesitaba su ayuda para resolver. Pero no era eso. Ojalá solo hubiese sido eso. 

Nada. Quiero hablar con vos.

Finalmente Jun accedió, sintiendo el peso de la situación, y se quitó las gafas protectoras y dejó todos los objetos sobre la mesa. Se levantó de su asiento para corresponder a su amiga, que la invitaba a ubicarse a su lado dando algunas palmaditas sobre el mullido colchón, y se dejó caer a su lado.

Bueno, dale, ¿qué pasó? —La expresión en la de ojos amatista revelaba un atisbo de intriga y preocupación.

Me voy —soltó Juri, sin más.

¿Qué? —Jun se quedó congelada, inmóvil, sin poder procesar de inmediato la magnitud de la noticia. No es que no entendiera el concepto, pero, ¿por qué la frase era "me voy" y no "nos vamos"?

Sí. Hablé con Hermes. La tripulación zarpa mañana, al amanecer.

La confirmación le cayó como un baldazo de agua fría. Las cejas azules se curvaron, mostrando en el ceño de la Hafugyo la confusión. Su mente había empezado a trabajar a a toda velocidad, tratando de comprender de que manera encajaba ella en todo eso.

Pero... ¿Cómo? ¿y yo? ¿No vas a llevarme con vos? No podes irte y dejarme acá —cuestionó, impaciente. La idea de separarse de su amiga era simplemente inconcebible para ella.

Juri negó con la cabeza. Su brillante cabello negro acompañando el reiterado movimiento. En su expresión se notaba la tristeza, pero también la decisión. No era debatible.

No puedo hacerlo, Jun. No podes venir. El capitán no lo aceptó.

Jun sintió un nudo apretándose en su estómago, arrebatándole el aire, asfixiándola. Sus ojos rodaron por el cuarto, nerviosos, como si intentaran buscar una solución en alguna parte, pero el caos del taller pareció cerrarse sobre ella, añadiendo una horrible sensación de opresión.

Entonces quedate —resolvió rápido, encogiendo un hombro en un gesto que trataba de ocultar su desesperación, sin embargo lo que sentía por dentro se notaba en el traicionero temblor de su angustioso ruego.

Juri esbozó una sonrisa diminuta, triste, cargada de pena y amargura, y buscó la cercanía con su amiga apoyando una palma abierta sobre su rodilla. Aquel tacto pretendía ser cálido y tranquilizador.

Por favor, Jun, esperame —le pidió, entonando una voz más suave—. Solo voy a echar un ojo allá afuera, para ver que hay. Hermes prometió enseñarme todo lo que necesito, voy a hacerme más fuerte, y allanar el camino para nosotras. Entonces, cuando llegue el día, voy a volver a buscarte y vamos a dejar esta isla las dos juntas, para nunca más regresar.

Jun sintió que el corazón se le rompía en mil pedazos al oír esas palabras. El temor se reflejaba en sus ojos cristalizados, mientras luchaba por contener las lágrimas. Tanto miedo tenía de separarse de ella, que era capaz de resignar sus sueños con tal de permanecer a su lado.

No, Juri, no te vayas —volvió a rogar—. No me importa quedarme para siempre en este lugar, si es con vos. Pero si me dejas sola...

Sus palabras se desvanecieron en un sollozo ahogado. Tembló su mentón, igual que temblaba todo su cuerpo, y sus cejas se curvaron en una expresión de dolor profundo. Quería llorar. La angustia era excesiva, tan grande que sentía que en cualquier momento el pecho le iba a estallar.

Vas a estar bien —aseguró la muchacha, y se pegó más a la peliazul para rodearla con sus brazos y ofrecer consuelo a su desesperación—. Vos sos fuerte, más fuerte que yo. ¿O no? Te prometo que voy a volver, quiero que siempre tengas eso presente. Yo igual voy a pensar en vos todos los días, esa va a ser mi mayor motivación.

Jun ya no pudo contenerse y sus ojos se desbordaron en lágrimas, mas intentó ocultar su dolor y sus sollozos escondiendo el rostro entre el cuello y el hombro de su amiga, aferrándose a su cuerpo con ambas manos porque no quería dejarla ir. Imaginarse lejos de ella se sentía igual que un puñal en el medio del pecho, un dolor punzante que no sabría soportar. ¿Cómo iba a aguantar la distancia, la ausencia, la incertidumbre?

Juri no podría evitar conmoverse, sin embargo, a pesar de su propio sufrimiento, quería mantenerse firme para brindar consuelo a su amiga. La dejó descargarse y llorar un rato en su hombro, mientras la abrazaba con un amor que trascendía las palabras, pero después la despegó de su cuerpo. Con delicadeza le acomodó el cabello, y tomó su rostro entre las manos, buscando conectar sus ojos en las brillantes amatistas para transmitirle calma. Con la yema de los pulgares le secó las lágrimas que surcaban sus mejillas.

Juniper... ¿Sabes que sos lo que más quiero en el mundo? —Le dijo. Jun asintió lentamente. Su mentón y su boca temblaban sin que pudiera controlarlo. Ella también sentía que Juri era su mayor tesoro—. Confiá en mi. El tiempo pasa volando. Cuando menos te lo esperes, voy a estar acá otra vez.
#1


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