Umibozu
El Naufragio
26-09-2024, 03:45 PM
3 de verano del año 724 a las 11:43,
Proximidades del Baratie,
East Blue.
Proximidades del Baratie,
East Blue.
Hacía apenas un par de días que había llegado al East Blue. Debía reconocer que agradecía la presencia de corrientes marinas y el movimiento en la masa acuática. También estaba mucho más tranquilo sabiendo que allí, en el East Blue, yo estaba en la cúspide de la cadena alimentaria y no aparecería en cualquier momento un coloso marino que me triplicaba en tamaño dispuesto a engullirme de un solo bocado sin apenas inmutarse. No estaba exento de peligros, ni muchísimo menos, pero al menos no sentía la espada de Damocles continuamente sobre mi cabeza. El agua parecía más azul, quizás a causa de que, a pesar de la gran columna de agua, el mar era menos profundo que el mortífero Calm Belt.
La mañana era agradable y no parecía haber ningún barco cercano a la vista. Salí a la superficie y dejé mi colosal cuerpo flotando boca arriba, saqué la pipa de hueso de ave que tenía en uno de los recovecos de mi cuerpo, un puñado de alga seca y comencé a fumar plácidamente dejando que el plácido abrazo solar me calentara. Sentía el humo inundar los pulmones, llenarlo y después salir en una, no tan pequeña, nube de humo. Las olas me mecían suavemente haciendo que mis orejas entraran y salieran constantemente del seno marino, provocando un cambio de intensidad en el sonido ambiental. Aquello sí que era vida. Me esforcé en alejar de mi mente los recuerdos de mi cautiverio. Las imágenes pasaron fugazmente por la cabeza, hasta perderse en el más profundo del olvido recurrente. Me abandoné al capricho marino, dejando que él me condujera dónde tuviera a bien. No tenía lugar concreto al que ir y tan bueno era un destino, como cualquier otro en mi búsqueda. Guardé la pipa y me hundí hasta el fondo marino para tomar más algas, pues ya me quedaban pocas. En el fondo, una extraña concha que no había visto nunca llamó la atención, así que la tomé para verla con más detalle después. Busqué el tipo de alga que más me gustaba fumar, era una especie de alga parda, tomé un buen puñado y me la llevé de nuevo a la superficie para que fuera secando. Volví a encender la pipa, aunque en esta ocasión lo hice manteniéndome a flote con los pies. En la manipulación de la concha, la presioné accidentalmente ¡y salieron unas extrañas nubes! - ¡Por las ancas de mi tía-lurk! - volví a presionar y salieron un par más de esas extrañas nubes. Apenas medirían poco más de un metro y parecían tener consistencia suficiente para mantener algo en su interior o encima. Estuve un rato más absorto en la inspección, cuando vi a lo lejos un barco enorme y, alrededor suyo, otro montón más. Me hundí de nuevo en busca de otra concha como la que tenía. No lejos de allí y a medio camino de dónde estaba el gigantesco barco, encontré restos de lo que a todas luces era otro barco, mucho más modesto, hundido. Quizás algún temporal, quizás alguna banda pirata, el motivo lo ignoraba y, sinceramente, me traía sin cuidado. Curioseé por los restos en busca de alguna concha, pero tan solo encontré una pequeña suma de dinero - Menos es nada-lurk.
El barco de mayor tamaño era un restaurante y a juzgar por la cantidad de clientela debía ser un buen restaurante. Tenía incluso un pequeño puerto en el que amarrar los barcos visitantes. Desde el fondo realicé una inspección, pues no quería ser visto si podía evitarlo. Las cercanías del Baratie, pues así se llamaba el barco tal y como indicaba el gran cartel, bullían de actividad y vida, no solo en la superficie, sino también bajo ella. La cantidad de peces y seres que se daban cita allí para aprovechar los desperdicios, accidentales u ocasionales, que caían era descomunal - Con tantos humanos igual alguno ha podido ver u oir algo acerca de Timsy-lurk - pensé. Todavía recordaba el asombro de mis captores al verme, quizás un Gyojin, aunque fuera en miniatura, también tuviera un impacto entre los humanos y alguno podría comentarlo. Ascendí hasta la superficie, pero sin llegar a salir. Quería escuchar desde debajo del agua, sin embargo no vi un pequeño bote amarrado, el cual golpeé con la espalda. Caprichoso era el mar y sus corrientes inescrutables, que aquel bote era uno de los pocos que su dueño estaba en la embarcación. No tardó en dar la voz de alarma. Todos los humanos corrieron a mirar a la bestia marina, lo que me obligó a tener que salir de allí apresuradamente. En mi huída, la mañana había sido tranquila y lo último que me apetecía era destrozarla con altercado con los humanos, golpeé varios de los barcos allí presentes, haciendo que de varios de ellos cayeran objetos y comida. Desgraciadamente, esa mañana no escuché nada, pero una vez me alejé lo suficiente y no volvía a estar en compañía de mi completa soledad, pude seguir disfrutando de mi pipa, tabaco de algas y esa extraña concha que lanzaba bolas.
La mañana era agradable y no parecía haber ningún barco cercano a la vista. Salí a la superficie y dejé mi colosal cuerpo flotando boca arriba, saqué la pipa de hueso de ave que tenía en uno de los recovecos de mi cuerpo, un puñado de alga seca y comencé a fumar plácidamente dejando que el plácido abrazo solar me calentara. Sentía el humo inundar los pulmones, llenarlo y después salir en una, no tan pequeña, nube de humo. Las olas me mecían suavemente haciendo que mis orejas entraran y salieran constantemente del seno marino, provocando un cambio de intensidad en el sonido ambiental. Aquello sí que era vida. Me esforcé en alejar de mi mente los recuerdos de mi cautiverio. Las imágenes pasaron fugazmente por la cabeza, hasta perderse en el más profundo del olvido recurrente. Me abandoné al capricho marino, dejando que él me condujera dónde tuviera a bien. No tenía lugar concreto al que ir y tan bueno era un destino, como cualquier otro en mi búsqueda. Guardé la pipa y me hundí hasta el fondo marino para tomar más algas, pues ya me quedaban pocas. En el fondo, una extraña concha que no había visto nunca llamó la atención, así que la tomé para verla con más detalle después. Busqué el tipo de alga que más me gustaba fumar, era una especie de alga parda, tomé un buen puñado y me la llevé de nuevo a la superficie para que fuera secando. Volví a encender la pipa, aunque en esta ocasión lo hice manteniéndome a flote con los pies. En la manipulación de la concha, la presioné accidentalmente ¡y salieron unas extrañas nubes! - ¡Por las ancas de mi tía-lurk! - volví a presionar y salieron un par más de esas extrañas nubes. Apenas medirían poco más de un metro y parecían tener consistencia suficiente para mantener algo en su interior o encima. Estuve un rato más absorto en la inspección, cuando vi a lo lejos un barco enorme y, alrededor suyo, otro montón más. Me hundí de nuevo en busca de otra concha como la que tenía. No lejos de allí y a medio camino de dónde estaba el gigantesco barco, encontré restos de lo que a todas luces era otro barco, mucho más modesto, hundido. Quizás algún temporal, quizás alguna banda pirata, el motivo lo ignoraba y, sinceramente, me traía sin cuidado. Curioseé por los restos en busca de alguna concha, pero tan solo encontré una pequeña suma de dinero - Menos es nada-lurk.
El barco de mayor tamaño era un restaurante y a juzgar por la cantidad de clientela debía ser un buen restaurante. Tenía incluso un pequeño puerto en el que amarrar los barcos visitantes. Desde el fondo realicé una inspección, pues no quería ser visto si podía evitarlo. Las cercanías del Baratie, pues así se llamaba el barco tal y como indicaba el gran cartel, bullían de actividad y vida, no solo en la superficie, sino también bajo ella. La cantidad de peces y seres que se daban cita allí para aprovechar los desperdicios, accidentales u ocasionales, que caían era descomunal - Con tantos humanos igual alguno ha podido ver u oir algo acerca de Timsy-lurk - pensé. Todavía recordaba el asombro de mis captores al verme, quizás un Gyojin, aunque fuera en miniatura, también tuviera un impacto entre los humanos y alguno podría comentarlo. Ascendí hasta la superficie, pero sin llegar a salir. Quería escuchar desde debajo del agua, sin embargo no vi un pequeño bote amarrado, el cual golpeé con la espalda. Caprichoso era el mar y sus corrientes inescrutables, que aquel bote era uno de los pocos que su dueño estaba en la embarcación. No tardó en dar la voz de alarma. Todos los humanos corrieron a mirar a la bestia marina, lo que me obligó a tener que salir de allí apresuradamente. En mi huída, la mañana había sido tranquila y lo último que me apetecía era destrozarla con altercado con los humanos, golpeé varios de los barcos allí presentes, haciendo que de varios de ellos cayeran objetos y comida. Desgraciadamente, esa mañana no escuché nada, pero una vez me alejé lo suficiente y no volvía a estar en compañía de mi completa soledad, pude seguir disfrutando de mi pipa, tabaco de algas y esa extraña concha que lanzaba bolas.