¿Sabías que…?
... este sabías qué no tiene ningún contenido y solo busca despistar al usuario.
Cuando te pique... ¡Rasca! [Libre]
Jim
Hmpf
Día 1, Verano. 724

Ciudad de Kuhulu, Sabana Sur, Isla de Cozia.


Contexto para el lector
Jim se ha criado en una isla del East junto a una familia de suricatos, siempre observó a los humanos indígenas de su tribu pero nunca había interactuado. Hace poco, entro en contacto contrabandistas que habían parado en su isla, acabo siendo estafado y obteniendo una deuda absurda de 3Millones. Como no la puede pagar lo han citado para un trabajo el día 5 en la isla de Cozia, aún faltan 4 días para ello y tiene tiempo libre.

Jim no tiene ropa, solo una pequeña mochila a modo de carcaj donde guarda sus flechas y un arco en su hombro. Huele a salitre, hierba y tierra. Nunca ha estado en un pueblo, no sabe casi nada de la sociedad.


Uhhg... Qué gustillo… — El picor de mis nalgas desaparecía poco a poco al restregarme contra la farola, llevaba ya más de 5 minutos repitiendo el gesto. De pronto noté un juicio ajeno en forma de mirada, los dos ojos azabaches de mi supervisor se posaron sobre mí como el trasero de un elefante. Me puse firme en el acto y crucé las manos como hacían los humanos cuando querían aparentar formalidad. ¿Tan raro es que uno se rasque cuando le pica? Se acercó a mi con tres largas y rápidas zancadas.

Bicho. En 4 días tienes que presentarte aquí. Hasta entonces te buscas la vida. Y más te vale aparecer si quieres que tú cabeza continúe pegada al cuerpo.

Pasé saliba. Aún no entendía muy bien las metáforas, solía entender las cosas como lo que son, sin lectura entrelíneas. En este caso si la entendí pues el sujeto hizo un gesto con la mano para acompañar su explicación. En el pasado ya había visto a animales decapitos por depredación o causas naturales. — Una vez vi a un armadillo sin cabeza. — El hombre se quedó ligeramente descolocado. — Que si, que si, que vengo. — Y así finalizó nuestro encuentro, el hombre se perdió en un callejón y yo me quedé en la entrada de la ciudad. Nunca había estado en una, todo aquello era nuevo para mí, solo conocía a los animales de mi isla natal. Todo por explotar, todo por descubrir, un mundo de posibilidades, asique decidí acercarme de nuevo a la farola y comenzar a restregar el pandero. — Uhhg… Qué gustillo… — Susurré con cara de placer.
#1


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