Alguien dijo una vez...
Monkey D. Luffy
Digamos que hay un pedazo de carne. Los piratas tendrían un banquete y se lo comerían, pero los héroes lo compartirían con otras personas. ¡Yo quiero toda la carne!
[Autonarrada] Sincronía Oceánica
Qazan
Qazan
Luego de aquella aventura en Momobami, pusimos rumbo a un lugar conocido como Demontooth, en menos de dos días llegaríamos a aquella nueva isla y con ello un nuevo lugar que explorar y tener nuevas aventuras. Sin embargo, algo me reconcomía tras la aventura por la montaña maldita. Me estaba costando aprender a dominar el estilo acuático tan característico de nuestra raza y aquel problema conllevó a que no pudiese ser tan útil para mis compañeros de piratería como me hubiese gustado serlo. -Necesito ir más allá, solo con esto no podré proteger a estos cabezas huecas-. Dije en la cubierta de nuestro barco, La Malagueña. Aunque al final del día, todos habíamos escapado de Momobami ilesos, lo cierto es que en el último momento todo se torció y se armó una batalla campal de cuidado. Tuvimos mucha suerte de que el objetivo de otros piratas no fuese si no capturar a Muzen Kibutsuji, un pirata bastante conocido aquí en el East Blue que no fue capaz de ver la trampa de otros piratas hasta que fue demasiado tarde para él.       

Varias horas después de partir de Momobami, seguía dándole vueltas a mi forma de combatir. Antes de los sucesos en la cueva de la isla, Juuken y yo habíamos tenido un combate muy interesante en la cubierta del barco el cual ya me dejó ver mis problemas a la hora de combatir, tanto los filos como los ataques a distancia se me atragantaban de tal manera que prácticamente era una marioneta gigante de entrenamiento. Necesitaba encontrar alguna manera de cubrir esas carencias pues, aunque cuerpo a cuerpo fuese casi imbatible, en la distancia media y larga me limitaba a ser un pedazo grande de carne.

La Malagueña seguía su rumbo hacía DemonTooth mientras yo estaba tumbado en la cubierta de popa, allí, tumbado y con la vista clavada en el cielo, trataba de encontrar alguna manera de empujar mi Karate Gyojin a nuevas cotas. “La idea la tengo… Pero ¿Qué puedo hacer?”. Pensaba mientras veía las nubes pasar lentas pero audaces. Traté entonces de recordar aquellas conversaciones con Fugu, mi padre adoptivo. Durante el tiempo que estuvimos viviendo juntos antes de que me reclutasen los Piratas del Peliblanco, Fugu se encargó de darme los conocimientos necesarios para poder sobrevivir en este mundo, ya que yo había perdido la memoria. A día de hoy aún no he conseguido recordar mi verdadero nombre pero lo que sí está claro es que gracias al pez globo ahora podía defenderme. Intentaba hacer memoria de aquellos días en los que Fugu, paliza tras paliza, se esforzaba por enseñarme los entresijos del Karate Gyojin y, si bien había aprendido todo lo que trató de enseñarme, me daba cuenta de que solo esos conocimientos no serían suficientes de ahora en adelante.                                   

Piensa piensa… Algo tuvo que decirme que pueda ayudarme ahora… él era un hombre muy sabio, dudo mucho que no tuviese esto en cuenta de cara al futuro. Por más vueltas que le daba era incapaz de encontrar alguna pista oculta entre sus enseñanzas. siempre decía que cuando supiese que hacer, el mar me daría las respuestas… Me levanté del suelo con calma para apoyarme sobre la barandilla y asomarme a mirar el mar. - Muy bonita la frase pero no es como si el mar fuese a hablarme-. Dije con tono irónico y melancólico. Pegado a la barandilla y sin dejar de mirar al mar bajé por las escaleras hasta llegar a la cubierta donde hacía ya varios días nos habíamos enfrentado el pelinegro y yo.     

Apoyado contra la barandilla miraba el mar así como veía los peces pasando tan cerca que casi podía pescarlos con la mano. “Estáis agusto eh”. Pensé mientras me fijaba en los coletazos que daban para poder seguir el rumbo y ritmo del barco. “Tal vez…”. No tenía una pista clara que seguir más allá que mi pura intuición y aquella frase que repetía con tanto ahínco. Por mi cabeza pasó la posibilidad de que simplemente fuese una filosofada de las suyas, por otro lado tampoco tenía nada que perder ni nada mejor que hacer hasta llegar a nuestro nuevo destino en Demontooth. - En un rato vuelvo chicos-. Les dije a mis compañeros de piratería mientras apoyaba una pierna en la barandilla cogiendo impulso para lanzarme de cabeza a zambullirme en el mar. Antes de saltar, me até una soga al tobillo, no íbamos excesivamente rápido pero por si me despistaba, no tenía ganas de ponerme a buscar a estos alelados por todo el East Blue.                       

De un salto me zambullí en el mar quedando sumergido. Allí abajo traté de buscar la solución al problema que tenía actualmente entre manos. Y es que si bien estaba en mi elemento, siempre había tenido la sensación de no estar totalmente cómodo en el agua, a fin de cuentas apenas había empezado a descubrir los entresijos de mi raza. Fugu siempre decía que la calma y la paciencia eran una virtud, que las mejores ideas venían en los momentos más inesperados. Relajé todo mi cuerpo y me dejé llevar por la velocidad de la Malagueña, la cual tiraba de mi tobillo gentilmente.                       

Cerré los ojos y simplemente me limité a respirar profundamente mientras era arrastrado por el fondo marino. Peces de todas las especies y colores imaginables se colocaban a mis lados casi como siguiéndome mientras les daba la energía, casi parecían querer acompañarme en aquel camino de pensamiento y reflexión. La solución estaba claro que pasaba por dominar todavía más el Karate Gyojin… Sin embargo nada de lo ya escrito sobre nuestro arte me ofrecía una solución a los problemas que me habían surgido en anteriores combates. “¿Acaso no hay nada que pueda hacer?”. Pensaba mientras repasaba mentalmente todas las enseñanzas sobre este arte marcial que había aprendido de manos de todo un experto como lo era Fugu.                     

-¡¡Claro, ese es el problema!!-. Luego de unas cuantas horas siendo arrastrado y meditando, dí con la verdadera raíz de todo este quebradero de cabeza. -¡Como he sido tan tonto de no darme cuenta antes!-. Me repetía constantemente una vez había dado con la solución a los problemas que me acaecían. El Karate Gyojin era un arte marcial enfocado en los combates cuerpo a cuerpo mientras recurrimos a la manipulación del agua, pero ¿Qué pasaba con los combates a distancia? ¿Por qué no existía una sola técnica para estas situaciones? Sencillo, no existían porque a partir de dominar la base del Karate Gyojin, ahora era trabajo mío desarrollar mis propias técnicas para cubrir mis carencias.

De pronto pude notar como el agua del mar se adentraba en mi piel. Una sensación nueva me invadía. ¿Estaba siendo aceptado por el mar? Hasta ahora no había tenido este sentimiento cuando me sumergía en el agua. La madre naturaleza estaba aceptando mi ignorancia e insensatez a la vez que me estaba brindando una pista sobre cómo podría enfocar estas nuevas técnicas. Sentir el agua recorriendo mi cuerpo fue la pista que necesitaba para entender de verdad qué era la manipulación del agua. -Gracias madre. Te devolveré toda tu gloria-. Le dije al mar y a la madre naturaleza  mostrando la más sincera de las gratitudes.                     

Luego de aquella experiencia tan reveladora, por fin entendí lo que Fugu quería decir. Tenía que abrazar mi naturaleza, dejarme inundar por lo que soy, un Gyojin con el deber de restaurar la gloria del océano y sus mares. Habiendo entendido el nuevo camino a seguir, agarré la soga que tenía en el tobillo y comencé a tirar de ella para acercarme al barco y volver a cubierta.                 

Ya con las ideas claras y la mente despejada, volví a dirigirme a la cubierta de popa, le tenía especial aprecio a aquella parte del barco ya que era de las más tranquilas. - Hora de retomar los básicos hasta que sea capaz de desplazar mi propia agua corporal-. Dije para mi mismo mientras separaba las piernas y me ponía en guardia lanzando puñetazos al aire entrenando mi Karate Gyojin y  teniendo muy claro el tipo de técnicas que necesitaba desarrollar. La sensación de haber sido aceptado por el mar era indescriptible, podía sentir cada molécula de agua en mi cuerpo y aquella era la gran pista que necesitaba.       

Todos los seres vivos están formados en su gran mayoría por agua, ¿Qué pasaría si fuese capaz de golpear ese agua? ¿Qué ocurriría si pudiese alterar esa circulación natural? Además, era hora de comenzar a utilizar el propio agua natural como una extensión más de mi cuerpo. Entrenando las bases del Karate Gyojin con Fugu, descubrí que podía generar cierta cantidad de agua y manipularla levemente. Aquello sin duda debía tratar de añadirlo a mi repertorio de técnicas, sobre todo porque últimamente me estaba viendo envuelto con herejes de la naturaleza, consumidores de esas frutas malditas que les dan poderes especiales. No solo enemigos si no también mis aliados habían recurrido a estas cosas del diablo que les otorgaban unos poderes descomunales. - Os enseñaré que no existe nada más poderoso que la naturaleza-. Dije mientras seguía con mi entrenamiento en la popa de la Malagueña.           

Antes de darme cuenta ya había caído la noche, un cielo precioso estrellado que podía divisar mientras seguía lanzando puños al aire. El suelo totalmente encharcado por mi sudor luego de horas sin parar de entrenar, poco a poco notaba como mis esfuerzos iban dando frutos, conocía cada vez mejor mi cuerpo y mis capacidades, sin embargo, tenía que seguir dándolo todo para alcanzar el siguiente nivel, subir un escalón más en la cadena alimenticia, ser el depredador definitivo del East Blue.
#1
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Condoriano
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