Alguien dijo una vez...
Bon Clay
Incluso en las profundidades del infierno.. la semilla de la amistad florece.. dejando volar pétalos sobre las olas del mar como si fueran recuerdos.. Y algún día volverá a florecer.. ¡Okama Way!
[Autonarrada] [Aut-T1] Bajo las Reglas de Rostock
Mayura Pavone
El Pavo Real del Oceano
Día diecisiete del  verano del año setecientos veinticuatro.

El segundo día de verano en Kilombo había llegado con la promesa de respuestas y, con suerte, soluciones para la precaria situación financiera de Mayura. Tras su caótica llegada y su curioso encuentro con Sowon el día anterior, el elegante pirata se despertó decidido a entender cómo funcionaba el comercio y los encargos en la aldea para intentar recuperar parte de su riqueza perdida. Sabía que no podía darse el lujo de seguir a la deriva por mucho tiempo y que el poco dinero que había conseguido el día anterior apenas le daba para subsistir unos días. El Pavo Real del Océano siempre debía estar preparado, ya fuera para una buena oportunidad de negocios o para enfrentar los retos que la vida pirata le lanzara.
 
El sol de la mañana aún no estaba en su punto más alto cuando Mayura, con su acostumbrada túnica cuidadosamente ajustada y su actitud despreocupada, decidió recorrer el mercado central de Kilombo. Se había informado lo suficiente durante su primer día para saber que en la plaza principal se congregaban no solo los vendedores ambulantes, sino también aquellos que buscaban contratar a otros para trabajos específicos. "Perfecto", pensó, "Un escenario donde los necesitados cruzan caminos con los oportunistas". Su meta estaba clara: aprender cómo conseguir encargos que le permitieran, al menos, asegurar el sustento para los próximos días y así eventualmente ir consiguiendo los recursos necesarios para continuar con su aventura.
 
Al caminar por las calles empedradas de la aldea, sus ojos grises no dejaron de analizar cada detalle, cada rostro, cada palabra intercambiada entre los comerciantes y clientes. A pesar de su necesidad de fondos, Mayura no se apresuraba. Prefería observar, calcular y estudiar el terreno antes de actuar. Aprender a cómo se movía el dinero en un lugar nuevo era una habilidad que había perfeccionado durante sus años como antiguo noble y actual pirata, y Kilombo no sería la excepción.
 
Finalmente, se acercó a una pequeña carpa donde un grupo de hombres discutía con seriedad. A simple vista, parecían comerciantes, pero las arrugas en sus frentes y la intensidad en sus voces le indicaban que había algo más en juego. Mayura, con su tono melódico y su característica sonrisa enigmática, intervino en la conversación. — Caballeros, parece que hay algún tipo de problema. — comentó, manteniendo su postura elegante mientras evaluaba sus reacciones. No tardó en obtener una respuesta.
 
Los bandidos... esos malditos bandidos nos han robado otra vez. — espetó uno de los hombres, visiblemente exasperado. Mayura inclinó levemente la cabeza, fingiendo interés casual, aunque internamente ya estaba tejiendo un plan. — ¿Bandidos, dices? — repitió, dejando que la palabra flotara en el aire por un momento. — Y por casualidad, ¿cuánto pagaría alguien por deshacerse de ellos? — añadió, con ese tono seductor que solía utilizar cuando intentaba obtener información.
 
El comerciante lo miró con desconfianza al principio, pero la desesperación pronto venció a su prudencia. — Si alguien lograra traerlos... vivos o muertos, las autoridades seguramente pagarían bien. — admitió el hombre. — No queremos que sigan robando a los comerciantes, nos están arruinando. — finalizó el desesperado y enojado hombre.
 
Mayura sonrió interiormente. Este era exactamente el tipo de oportunidad que estaba buscando. Si lograba darles una lección a esos bandidos y entregarlos a las autoridades, podría recibir una buena suma y, de paso, mejorar su situación económica. Era un plan arriesgado, sí, pero el Pavo Real del Océano no era alguien que temiera al riesgo. — Entendido, caballeros. — respondió, con un tono más serio ahora. — Si me disculpan, tengo un asunto que atender.
 
Mayura dejó atrás la carpa y, con una sonrisa juguetona en los labios, se dispuso a buscar a esos bandidos. Sabía que no sería una tarea fácil, pero también confiaba en su habilidad para localizar problemas, o más bien, hacer que los problemas lo encontraran a él. Su instinto le decía que estos bandidos no eran más que oportunistas, y que al igual que él, se movían por Kilombo buscando presas fáciles.
 
No tardó demasiado en confirmar sus sospechas. Cerca de los límites del mercado, en una zona más oscura y menos transitada, Mayura notó la presencia de tres hombres que se movían de manera sospechosa. Observó desde una distancia prudente cómo estos bandidos extorsionaban a un par de comerciantes, exigiendo una protección que claramente no merecían en ningún sentido. El Pavo Real del Océano vio su oportunidad, con movimientos elegantes, se acercó lo suficiente para hacer notar su presencia, pero sin parecer una amenaza inmediata, solo otro transeúnte, uno que por su ropaje y prendas podría parecer adinerado.
 
Caballeros, parece que están un poco... perdidos. — dijo con ese tono despreocupado que siempre le acompañaba. Los bandidos, al principio, lo ignoraron, pero cuando se dieron cuenta de que no era solo un transeúnte cualquiera, uno de ellos se adelantó, lanzando una amenaza que Mayura desestimó con una sonrisa. — Creo que este es el fin de su pequeña "aventura". — añadió, antes de que la situación escalara.
 
Lo siguiente fue una coreografía de velocidad y precisión. Mayura, aunque no era un guerrero brutamente fuerte como la oni de gran tamaño que había conocido ayer, sabía cómo moverse con agilidad y sutileza. En cuestión de minutos, había reducido a dos de los bandidos sin mucho esfuerzo, dejándolos incapacitados en el suelo. El tercer hombre intentó huir, pero el elegante pirata le lanzó su pequeño Tanto, interceptándolo en una pierna y derribándolo al suelo que empezaba a manchar de sangre.
 
Con los tres bandidos a su merced, Mayura los ató y los llevó a las autoridades locales, donde recibió una generosa recompensa por su trabajo. Mientras contaba los berries recién ganados, el pirata no pudo evitar sonreír. — Al final del día... siempre hay formas de ganar en este juego. Como adoro esta vida pirata. — se dijo a sí mismo, antes de desaparecer entre las calles de Kilombo, satisfecho con su pequeña victoria del día.
#1
Moderador Yamato
Oden
¡ENCANTADO! ¡AQUÍ ODEN-SAMA! Un pirata justo como a mi me gusta, acabando con bandidos como un pro, por ello...

¡RECOMPENSAS POR T1 ENTREGADAS!
  • Berries: 100.000B + 200.000B -> 300.000B.
  • Experiencia: 404.92 EXP + 20 EXP -> 424.92 EXP.
  • Nikas: 12 + 1 -> 13 NIKAS.
  • Reputación: 25 + 5 Reputación Positiva -> 30 Reputación.
#2


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