Hay rumores sobre…
... que existe una isla del East Blue donde una tribu rinde culto a un volcán.
[Aventura] [T4] ¿Alcohólicos anónimos? ¡Trae hielos!
Octojin
El terror blanco
El eco de tus palabras parece detener el tiempo en la sala. La fuerza y sinceridad con la que hablas calan hondo en cada uno de los presentes, y puedes ver cómo sus rostros, antes tensos y desesperados, empiezan a relajarse, asimilando cada palabra. O quizá ha sido la mala hostia de tu golpe. No le has dado a uno de los presentes de milagro, pero no parece guardarte rencor. Yo tampoco lo haría, la verdad, porque igual me comía una hostia que se podría evitar.

Alguno de los tipos incluso parece pensativo, como si tus palabras fueran las primeras en mucho tiempo que de verdad les invitan a reflexionar sobre el control de su vida. Es casi como si un peso invisible cayera de los hombros de muchos, y, por un momento, todos en el grupo parecen transformados, cautivados por la posibilidad de elegir un camino diferente.

Observas a Quenpin, que ha bajado la cabeza, mantiene los hombros encogidos, y quizá sientas una mezcla de pena y camaradería por el pobre diablo, como tú mismo lo has llamado. Pero justo cuando crees sentir que has logrado marcar una diferencia, algo te hace dudar. ¿No falta uno de los hombres que estaba en el círculo antes? Quizá contaste mal, no sé. O puede que esté por ahí tirado.

Sigues el rumbo hacia donde se encuentran las botellas, guiando por la puerta de atrás a esos tres tipos que buscan lo que es suyo. Los hombres te siguen, murmurando con una mezcla de incredulidad y respeto por el discurso que acabas de dar. Atraviesas el umbral de la puerta, bajas unas escaleras empinadas y, tras abrir una pesada puerta al final del pasillo, encuentras el almacén de alcohol.

Allí está el tipo que se escapó durante tu arenga. Pues igual sí que sabes contar. Su postura es tambaleante, y al verlo, no puedes evitar soltar una exclamación. Dos botellas vacías de vino descansan a su lado, y él, borracho como una cuba en tan solo dos minutos, sonríe de forma despatarrada y medio inconsciente. Apenas se tiene en pie, pero sus ojos tienen el brillo inconfundible de alguien que ha encontrado su “felicidad” en la botella. Te llega el olor a ese manjar rojizo que es el vino. Ufff, ¿no te apetece un poco? Yo creo que te vendría bien. Ah, no, perdona, que lo estás intentando dejar. Lo siento, muy desconsiderado por mi parte. Quizá... ¿No hueles eso? Sí, eso es más apropiado. El tipo borracho se acaba de mear encima. Os llega un olor a orín que probablemente camufle el vino. Así mucho mejor.

Tus ojos recorren las estanterías repletas de botellas, cada una con etiquetas que te traen memorias de otros tiempos: ron, whisky, vino, sake... Cada frasco parece llamarte, como si las botellas fueran viejas amigas esperando para contar historias contigo de nuevo. La tentación es palpable, y tus dedos incluso se tensan un poco, como si en cualquier momento fueran a moverse solos hacia una de las botellas por inercia. Sientes la tentación escalando por tus pensamientos, y aunque intentas mantenerte firme, la lucha interna se vuelve más intensa al ver la abundancia de alcohol al alcance de la mano.

Mientras los hombres trajeados observan el desparrame del tipo que se ha bebido ya dos botellas, te das cuenta de que tienes una decisión importante que tomar. Puedes unirte a la fiesta, dejarte llevar y sumergirte de nuevo en el abrazo de esos sabores que tanto extrañas o ayudar a los hombres a subir las botellas. Aunque... ¿Será buena idea pasar las botellas cerca de aquella gente que se está rehabilitando? No lo sé.

En fin, al ver el desastre que ha causado Quenpin con su robo y el estado del hombre que se ha lanzado sin freno a las botellas, probablemente te preguntes si realmente quieres ser parte de ese caos… o si ese día, por primera vez, prefieres resistir.

¿Será esta la primera vez que de verdad eliges un camino diferente, en lugar de dejarte llevar por el pasado? Ánimo tío, todos somos Tofun.
#11
Tofun
El Largo
Tofun permaneció firme, con la mandíbula apretada y el sudor empezando a resbalar por su frente, mientras observaba al tipo tirado en el suelo, inconsciente tras beber como si el tiempo no existiera. A su alrededor, el almacén estaba colmado de botellas, cada una prometiendo una evasión rápida, ese dulce escapismo que él conocía demasiado bien. Su cuerpo empezó a reaccionar antes de que pudiera siquiera pensarlo. La boca se le hacía agua, y una arcada que le revolvió el estómago le recordó el tiempo que llevaba sin probar una gota. Pero no era el momento de flaquear.

Cerró los ojos y se obligó a respirar profundo, tratando de evocar el verdadero motivo por el que había venido hasta aquí. A su mente llegaron imágenes de esos amigos que había perdido en tabernas como esta, de los rostros jóvenes que se apagaban rápido, consumidos por el vicio. Su propia vida había dado demasiadas vueltas por caminos oscuros; ahora, aunque fuera solo esta vez, quería hacer las cosas bien. Entreabrió los ojos y dirigió su mirada a las estanterías, tratando de ver en esas botellas solo el objeto frío que realmente eran, y no el deseo que aún despertaban en él. Sintió sus manos temblar, como si cualquier instante fueran a estirarse por voluntad propia hacia una de ellas, y apretó los puños con fuerza. En ese instante recordó una técnica que Los Piezas le habían enseñado, clavé mis dedos en varias partes del cuerpo para tratar de asimilar los efectos de la abstinencia.

The Vaccinum
JIY601
JIYUUMURA KEMPO
Utilidad activa
Tier 6
17/10/2024
60
Costo de Energía
3
Enfriamiento
El usuario adquirió conocimientos de acupuntura y aprendió los puntos de presión del cuerpo. Con lo cual puede presionar con sus dedos y estimular dichos puntos para forzar al cuerpo a no sufrir los percances o padecer temporalmente los Efectos sufridos por otras técnicas. Ignorando temporalmente efectos de Fractura , [Quemadura], [Hemorragia], [Veneno] y [Entumecimiento] , durante 3 Turnos.
Ignora durante 3 turnos efectos [Fractura], [Quemadura], [Hemorragia], [Veneno] y [Entumecimiento]


“No caeré aquí”, pensó. Aun así, su cuerpo parecía ir por otro camino. Su respiración se hacía cada vez más pesada, se dobló ligeramente, apoyando una mano en la puerta, respirando hondo y, con esfuerzo, sin quitar la mirada del suelo, visualizó de nuevo esa meta que lo había traído hasta este maldito sótano. Era tan fácil volver a caer… Pero no estaba aquí para ceder, no esta vez. Se enderezó, aún algo mareado, y miró al tipo inconsciente en el suelo. "Déjalo dormir la mona", se dijo. "Ya despertará cuando su cuerpo lo aguante." Esa escena era una advertencia viva de por qué estaba aquí, de por qué no podía dar un paso en falso.

Con la respiración más controlada, dirigió su atención a las cajas de botellas, y con un último vistazo para asegurarse de que el pobre tipo dormía a pierna suelta, alzó la primera caja con esfuerzo. La tentación seguía presente; cada paso que daba era un desafío. Pero al llegar al pie de las escaleras, la solución se le ocurrió casi como una iluminación: encontraría una salida trasera para evitar a los otros exalcohólicos del grupo. No permitiría que el esfuerzo de unos pocos minutos de valentía cayera en vano y arrastrara a otros a la tentación.

Resumen
#12
Octojin
El terror blanco
Subes las escaleras con la primera caja, sintiendo el peso no solo en tus brazos, sino en cada fibra de voluntad que te ha llevado a resistir en el almacén. Vas súper mono la verdad, la caja es más grande que tú pero tienes una fuerza increíble. Al llegar al final, justo antes de encaminarte hacia la sala donde el grupo sigue su sesión, te fijas en una puerta a mano derecha. No parece cerrada con llave, así que decides probar suerte y empujarla. La puerta se abre sin resistencia, y te encuentras frente a un callejón estrecho, flanqueado por las paredes de los edificios de la zona. Puedes ver que todos los edificios tienen una puerta trasera, y parece que es la que usan para dejar las basuras, porque hay bastantes contenedores. El aire fresco de la calle te golpea la cara, y sientes una pequeña chispa de alivio en saber que puedes evitar la mirada de los otros, que parecen entretenidos en cualquier otra cosa.

Uno de los hombres que se enfrentaron a Quenpin te sigue y, al ver la situación, asiente y decide quedarse en la puerta trasera, montando guardia para asegurarse de que no se vuelvan a llevar la mercancía. Respiras aliviado y sigues tu tarea, regresando al sótano por el resto de cajas. Deberías realizar ese mismo proceso entre cuatro y cinco veces, y entre viaje y viaje seguramente te preguntes cómo diablos Quenpin había conseguido sacar tantas botellas del almacén sin que nadie lo notara. Probablemente te hayas imaginado al pobre tipo, cargando una caja tras otra, atrapado en su propia red de adicción y culpa. Realmente es una escena triste y perturbadora; quizás la carga de estas cajas es, en cierto modo, una forma de expiar viejos pecados.

Finalmente, tras todos los viajes necesarios, las cajas están todas en su lugar, seguras de nuevo. Los hombres te dan las gracias, y uno de ellos te invita a pasarte por la taberna cuando termines tus “asuntos” en el grupo de rehabilitación. Te agradecen con un par de palmadas en la espalda y se despiden, llevando las cajas hacia el centro de la ciudad.

Al regresar a la sala de reunión, encuentras a Quenpin todavía en el suelo, cabizbajo, y al resto de los presentes sentados de nuevo en sus sillas, hablando entre ellos. Parece que tu arenga ha dado frutos y que, después de un momento de caos, han retomado la calma. Una calma que necesitaban como agua de mayo, la verdad. A medida que te acercas, te das cuenta de que el ambiente ha cambiado: ahora hablan de hobbies y de qué cosas les gustaría hacer para llenar el tiempo que solían dedicar al alcohol. Incluso están planeando alguna que otra salida todos juntos para evitar tentaciones. Supongo que el grupo unido es más útil, ¿no? Las ideas que van soltando van desde deportes y artes marciales hasta actividades menos convencionales como… delincuencia y política, ambos mencionados con una mezcla de risa nerviosa y complicidad. Curioso grupo te ha tocado.

Observas la escena, dudando si unirte o marcharte. Si decides quedarte, sabes que te pedirán que compartas qué te gustaría hacer con el tiempo que normalmente gastarías en beber, e incluso puede que te inciten a unirte a ellos en cualquiera de esas excursiones y grupos que están formando, si es que algún hobby te convence. Pero, por otro lado, la invitación a la taberna también te atrae; los hombres ya están de camino, y al ir cargados con el carro seguro que si sales y corres les encuentras. Quizá podrías ir tras ellos y regresar a un ambiente más familiar, con una buena bebida y la promesa de momentos menos introspectivos. Que por cierto, la buena bebida puede no ser alcohólica, por eso de que te vayas acostumbrando a beber otras cosas.

Si decides seguirles, irán hasta la plaza y entrarán en una taberna a la vieja usanza, de madera y con buenos adornos, con el suelo totalmente lleno de escupitajos y servilletas.
#13
Moderador OppenGarphimer
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Octojin (Narrador)
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#14


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