Hay rumores sobre…
... una plaga de ratas infectadas por un extraño virus en el Refugio de Goat.
[Autonarrada] [A-T2] El Hijo del Jefe
Son Goku D. Namek
Dr. Goku
En la isla de Organ, lugar del que aun no leo sobre ambientación ni nada, llegó una de esas palomas del gobierno. Ahora, cualquiera pensaría que traía una carta seria, algo del tipo “misión ultrasecreta” o “asesina a tal sujeto,” pero no. A Goku ya no le extrañaba nada de esto, la misión no era algo de lo que el se familiarice y, cada vez que el ave aparecía, terminaba dándole un mojón blanco en el hombro. Como si la paloma tuviera algún asunto personal con él.

Goku miró hacia arriba con el ceño fruncido, aguantando el impulso de lanzarle un Rankyaku al ave. Al final, respiró hondo, se limpió con su mano (o al menos lo intentó), y desdobló la carta con la mano que no estaba “sucia.” Para su sorpresa, no era otra de esas misiones de “busca y mata,” como él las llamaba. ¿Un trabajo de guardaespaldas? ¡Eso era nuevo! Se imaginó de inmediato protegiendo a un tipo serio, alto, quizás con bigote y una bolsa de dinero... Pero en cuanto llegó al lugar y vio al protegido, Goku casi se da media vuelta.

El “paquete” era un chico llamado Uub, un flacucho con moicano, algo así como un rebelde sin causa que no llegaba a la altura de un crio, apenas y le llegaba al pecho con mohicano y todo. Era de esos chavales que si te miran mal es solo porque todavía no saben cómo mirarte bien. Y para colmo, resultaba que Uub venía de una familia con más dinero que sentido común. Habían trabajado con la Marina solo para mantener al chico a salvo de los secuestradores, quienes, dicho sea de paso, parecían haberse obsesionado con el niño como si fuera la última Coca-Cola en el desierto. El único problema era que el joven Uub, además de ser un blanco (ojo, porque blanco no es, guiño guiño, es negro), también tenía el hobby de escaparse de los guardaespaldas como si fuera deporte olímpico.

Para colmo, los piratas a cargo de intentar secuestrarlo, los mismos que parecían tener menos creatividad que un plato de arroz blanco, habían hecho pública su intención. Así de descarados eran. Cada día intentaban algo diferente, y Goku ya estaba empezando a pensar que lo hacían más por deporte que por ambición. Hasta la misma Marina tenía problemas lidiando con estos piratas “sin nombre” y el chico escurridizo. Si no fuera porque el tal Uub sabía defenderse con algo de habilidad, ya se lo habrían llevado hace rato.

Goku, siendo el tipo dedicado que era, decidió tomarse la misión en serio. Pero claro, antes de eso, el chico intentó zafarse de él con el típico “me escabullo cuando no estás mirando.” Y Goku, que ya le llevaba un par de decenios de experiencia en el arte de “te quedas donde mis ojos te vean,” lo dejó pasar solo para luego aparecer de la nada, como un fantasma. Cada vez que Uub intentaba zafarse, ahí estaba Goku, tan pegado como el arroz en la olla. Con paciencia de santo, Goku soportó las pataletas del muchacho.

Ya pasado el medio día de trabajo, después de ver no uno ni dos, sino varios intentos de secuestro tan malos que ni en un circo de pueblo aceptarían, Goku no pudo más y decidió hablar con el chico. - Oye, niño, ¿y no sería más fácil si los matas de una vez? - le dijo, casi con tono de sugerencia amistosa. Uub, que para entonces ya estaba resignado a no poder librarse de él, se le quedó mirando, confundido - ¿Yo? ¿Cargarme a ellos? ¡Pero si no tengo ni un arma! - dijo, mostrándole sus manos vacías como prueba.

Fue entonces cuando Goku, con una sonrisa que cualquiera hubiera confundido con algún truco en la manga, levantó el dedo índice. Como si ese dedo tuviera la respuesta a la vida misma - Agh… mira, niño, no necesitas un arma. Solo necesitas levantar un dedo, así como este. Endurécelo, ponle un poco de Haki, si puedes, y luego… ¡zas! Lo usas para atravesar la cabeza de tus enemigos como si fuera un pincho. Es tan fácil que hasta un niño como tu podría hacerlo, si le pones empeño.

Lo increíble no fue tanto la explicación, sino que Uub lo miró y, en lugar de soltar una risa o mirarlo con escepticismo, simplemente lo intentó. El chico tenía talento y, tras solo un intento o dos, logró asimilar la técnica del Shigan, como le llamaban oficialmente a esta técnica tan mal explicada por Goku pero tan bien recibida por Uub. Sin perder un segundo, se enfocaron en los piratas que seguían intentando secuestrarlo, y esta vez, con el dedo extendido como si fuera un arma letal, Uub y Goku iban lanzando estocadas como si estuvieran solo haciendo un juego de niños, sin oposición ni resistencia.

Cada pirata que se les acercaba terminaba más rápido en el suelo que borracho con sueño, y Goku no podía ocultar su sonrisa de orgullo. Al final del día, se habían deshecho de tantos piratas que aquello parecía más una limpieza de primavera que una pelea en serio. Por supuesto, todos esos piratas, en un giro misterioso de los acontecimientos, jamás aparecieron en los registros oficiales. Fue como si nunca hubieran existido, un caso de “pirata fantasma,” como decían en los registros oficiales, que hablaba de todo menos de la realidad.

Uub, que había empezado el día odiando la idea de tener a Goku pegado a su sombra, terminó el día mirando su dedo índice con una mezcla de respeto y asombro. Claro, no lo decía, pero se notaba que ahora, además de entender cómo cuidarse mejor, había ganado un poco de admiración hacia su particular guardaespaldas. Goku, por su parte, se sentía satisfecho, otro día, otro trabajo, y al menos esta vez había dejado a alguien un poco más capacitado.

A medida que regresaban, Goku le dio un último consejo - Ahora recuerda, niño, si alguna vez tienes que atravesar a alguien, hazlo rápido y busca los puntos vitales, como los ojos, los oídos, el corazón o la espina dorsal, porque si no los rematas con ese golpe, al menos los dejaras con problemas más graves, ¡ah! Y recuerda, siempre asegúrate de que no sea a uno de los tuyos, porque luego se enojan, no lo entiendo pero temen que si les golpeas el corazón o el cerebro les pase algo malo - Y así, mientras el sol se ponía en la isla de Organ, Uub había aprendido una valiosa lección (y, más importante, una técnica brutalmente efectiva), y Goku, bueno, se fue directo a buscar algo de comer, porque después de tantas emociones, ya le estaba empezando a rugir el estómago, sin embargo, aunque el trabajo ya estaba completo, cada día que paso en Organ y no tuvo nada que hacer durante la tarde, iba a visitar a Uub para pelear y entrenar un rato con el niño, convirtiéndose en una especie de alumno de sus locas y extrañas enseñanzas, el Gobierno había ganado un prometedor agente nuevo en esta isla gracias a Goku.
#1
Moderadora Perona
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#2


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