Hay rumores sobre…
... que una banda pirata vegana, y otra de maestros pizzeros están enfrentados en el East Blue.
[Diario] YM001: Buen amanecer, mal desayuno
Yuya Mirokuji
Handsome Hunter
23 de Otoño del 723

Era el día de mi vigesimoséptimo cumpleaños y la luz del Sol incidiendo en mi rostro a través de una ventana cuyas cortinas, persianas o contraventanas no se habían cerrado, me despertó. Y me despertó un poco antes de lo que solía levantarme. Normalmente me quedaría durmiendo como una hora más o así, para darle tiempo a esa bola luminosa del cielo a alzarse por completo. No por respeto a Nika o algo así, es que nadie debería tener que ver mi apuesto cuerpo bajo una luz tan… Vale, es pereza. «Amanecer» sonaba cansada y aburridamente temprano, pero «mañana» ya sonaba mejor, comprendía una extensión de tiempo del día mucho más amplia. No es lo mismo «levantarse de madrugada» que «levantarse por la mañana», uno implicaba madrugar, el otro simplemente levantarse. Son esos pequeños matices los que importan cuando quieres justificar la pereza. ¿O acaso miento? No, no lo hago, porque la pereza es injustificable, la pereza es lo que es, existe por sí misma para dar por culo a quien la padece y a los demás a su alrededor.

Pero me estoy desviando del tema. Porque todavía no he comentado que me desperté rodeado de tres mujeres desnudas, ¿no? No, no lo hice. Yo también estaba desnudo, claro, una mujer en cada brazo y la tercera encima de mí, todo muy erótico-festivo. Me saltaré los detalles escabrosos por el bien de la inocencia de quien pueda estar leyendo esto, pero baste decir que esas mujeres no estaban en la misma cama que yo porque tuvieran frío por la noche. Una vez ya vestidos todos, las chicas se despidieron de mí con un beso en la mejilla y guiños mientras salían por la puerta. Antes de abandonar la estancia fui al lavabo y me lavé la cara con un poco de agua. Había que quitarse las marcas de pintalabios para poder ir por la calle al fin y al cabo.

Ya con el carmín completamente retirado de mi rostro, salí de la habitación de la posada para dirigirme directamente a la taberna de la misma. Siempre hay que desayunar para mantener una dieta balanceada y, con ello un cuerpo de escándalo como el mío. Un zumo y una pieza de fruta eran fundamentales en mi día a día para comenzar con el pie derecho. La camarera me sirvió ambas cosas de buen grado y de paso le añadió un papel con su número de Den-Den Mushi como guarnición, ante lo cual sonreí mientras le mostraba cómo lo guardaba en mi cartera. Debería decir que tengo dos carteras. Una con dinero para pagar cosas y otra llena de papeles similares, tremendamente abultada. Pero tenía un orden, una forma de organizar las cosas. Cuando tengo un rato libre, me pongo a ello, añadiendo separadores y notas en cada papel que indiquen a qué chica pertenece cada número. Con los ligues no se juega.

Pero la logística carteril no es importante. Lo importante en esta entrada de diario es saber y poner en contexto cómo pasé de tener en mis manos una manzana completamente normal a una con espirales por todas partes y que sabía igual que comerse un cadáver en avanzado estado de putrefacción sazonado con ceniza y azufre. La respuesta a todo radicaba en un tipo muy nervioso que estaba sentado a la barra, mirando a todos lados mientras sostenía un pequeño cofre como si alguien fuera a intentar robárselo en cualquier momento. Debía tener ahí una pequeña fortuna para guardarlo con tanto celo, o al menos eso es lo que yo pensaba en ese momento. Apuré el zumo de un trago y pillé mi manzana para ir comiéndola por el camino. Tuve la mala pata de tropezar con el individuo nervioso, que se levantaba en ese momento. El choque hizo que tanto mi manzana como su cofre se nos fueran de las manos y acabaran en el suelo. El azar de ese suceso provocó lo siguiente en perfecto orden causal: El cofre se abrió, revelando su contenido al suelo, que era el único espectador que tenía desde aquella posición. Luego dicho contenido salió rodando por el suelo al tiempo que mi manzana, todavía intacta, rodaba también, pero para entrar en el cofre que estaba vacío. ¿El resumen? El tipo misterioso se apuró a recoger su cofre y salir pitando de allí como alma que lleva el diablo. Ni un adiós ni un lo siento ni nada. Desde luego hay gente maleducada en el mundo.

Mirando como estaba a la puerta que el otro había dejado abierta, recogí mi manzana del suelo sin ver que ahora tenía un patrón en espiral por todas partes e incluso había cambiado de color. De hecho ahora era multicolor a franjas, pero simplemente le di un mordisco mientras miraba la puerta y pensaba en que había gente muy rara en el mundo. Claro que mi primer impulso fue el de escupir lo que me había metido en la boca, pero habría estado feo delante de la chica que me lo había servido, así que conteniendo las lágrimas debido al sabor espantoso (en serio, una sola palabra no es suficiente para catalogar ese sabor), me tragué aquel trozo de fruta. Fue entonces cuando bajé a verla, a ver si estaba podrida por dentro o algo. Pero no, simplemente era otra cosa completamente distinta a la que había pillado de mi mesa. Y era… Según las descripciones famosas en todo el mundo, aquello era una Akuma no Mi. Imaginad mi sorpresa al darme cuenta. En serio, imaginadla. Porque la sorpresa no tuvo nada que ver con el intercambio involuntario, sino con el hecho de haber mordido una de esas frutas del diablo. Estaréis pensando que simplemente no quería obtener ningún poder mágico, que quería conservar mi habilidad para nadar y esas cosas… Pues no. Esas cosas tenían un valor de mercado extremadamente elevado y acababa de estropearla… Había perdido un mínimo de cien millones y la capacidad de nadar. Era un día triste para la humanidad. Bueno, para mí, pero es que podía haber subastado esa pequeña maravilla y sacarle mucho jugo…
#1
Moderador Kinemon
Moderador Freelance
Que mal trago... ¡Te prometo que en Wano tenemos frutas con mucho mejor sabor!

Akuma no mi, ¡Ya colocada en tu ficha!
#2


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