Lobo Jackson
Moonwalker
11-11-2024, 03:59 AM
(Última modificación: 11-11-2024, 04:19 AM por Lobo Jackson.)
Bitácora del Oficial Lobo Jackson
Fecha: Día 4X de Verano del año 724
A medio camino entre Oykot y Loguetown
Sumergidos en las profundidades del East Blue, la tripulación del "The Peace" y yo continuamos nuestro viaje en dirección a Loguetown, en busca de nuevos territorios para la causa del Ejército Revolucionario. El silencio abisal nos rodea, sólo roto por el traqueteo del motor que impulsa el submarino siempre hacia adelante. Todo sea dicho, el corazón de la nave sabe marcar un ritmo constante que resuena entre estas paredes de metal, creando dulces tonos metálicos que recuerdan a un xilófono de colosales magnitudes.
Por desgracia, la acústica de este navío resulta frustrante para un músico como yo, que disfruta de trepidantes conciertos y espectáculos sin igual. Pero me temo que parte de nuestra ventaja bajo el agua es la discreción, un lujo que no podemos perder por mis ansias musicales. Al fin y al cabo, soy el superior al mando de la tripulación.
El grupo se mantiene siempre obediente y parece disfrutar del viaje. La novedad de estar bajo el agua, en lugar de por encima, todavía supera los pormenores del aislamiento y la falta de luz solar. El sonido del oleaje, las gaviotas, los aparejos y las velas al viento ha sido sustituido por el zumbido de la maquinaria y el pitido del sónar. Aunque de vez en cuando creemos sentir el movimiento de algún enorme a nuestro alrededor.
Los leviatanes, reyes del mar, no son ajenos a estas aguas. Más de una vez ha surgido en las conversaciones, creando cierto aire de ansiedad que me he visto en la obligación de cortar de forma inmediata. La presteza en atajar este tipo de miedos es vital para mantener la moral alta y los objetivos claros. Si cualquier bicho gigantesco trata de atraparnos, es mejor no saberlo.
Hablando de la tripulación. Me siento maravillado por la habilidad de nuestra navegante y timonel, la bella camarada Hato. Ya había observado su habilidad el día en el que nos conocimos, durante nuestro primer trabajo conjunto en Oykot durante el secuestro de un navío que poseía un misterioso cargamento. Ágil y con decisión sacó aquel barco de puerto hacia el alta mar, ayudada por los tripulantes supervivientes que no habían sucumbido a la espada de aquel sanguinario pirata llamado Kael.
Ahora, la misma mujer nos guía bajo las oscuras aguas sin perder el rumbo. Tanto los mapas como la lectura de los instrumentos son un misterio para mí, pero siento que mi fé está depositada en buenas manos.
Sobre todo porque este submarino fue construido por uno de nuestros tripulantes: Rocket. El mapache ha demostrado una espectacular inteligencia y un despliegue sin igual de su capacidad como ingeniero, creando una nave capaz de soportar la presión de las aguas circundantes sin convertirse en una lata de cola aplastada, reducida a una pequeña porción de lo que era.
No hay día que no me pasee por los estrechos pasillos del "The Peace" sin quedarme embobado viendo las tuberías, botones, luces y colores de cada compartimento. Con una flotilla de estos submarinos podríamos cambiar las tornas en la guerra contra el Gobierno Mundial. Recomendaré al camarada Rocket para futuros encargos entro de la Armada.
Junto a nosotros dos viajan dos caras nuevas: Alistair Morgan y John Joestar. Tuve el placer de conocer al primero en los preparativos de la misión de liberación del Reino de Oykot, aunque llamarlo reino es incorrecto, puesto que gracias a nuestros esfuerzos ahora disfruta de una nueva democracia. Pero, regresando a Alistair, demostró una gran habilidad en combate al acudir a la ayuda de nuestro equipo en su hora más aciaga, atacando desde el aire y creando la distracción perfecta para que los balleneros y revolucionarios pudieran tomar la ventaja en el campo de batalla.
En cuanto a John, el nuevo recluta apareció un día con el rostro lleno de alegría. Un joven motivado en cuyos ojos brilla la llama de la Revolución, alguien de quien espero grandes cosas en el futuro próximo y cuya carrera observaré atentamente.
Ahora, todo cuanto queda es esperar a que el viaje siga su curso sin problemas. Pronto alcanzaremos la costa de Loguetown y daremos paso a las primeras misiones de reconocimiento. Por suerte, Rocket ha estado antes en la isla y se ha ofrecido a guiarnos por sus calles. Al parecer, el mapache ya se ha ganado cierta fama al haber prendido en llamas un barco de la Marina, así que estoy seguro de que tendrá contactos con los que podremos intercambiar información.
Poco sé sobre esta ciudad salvo por su valor estratégico en la posición que tiene como referente hacia el Grand Line. Se dice que la Marina tiene una de sus bases más poderosas en esta isla, motivo de más para adentrarnos con calma y medir nuestros pasos, buscando siempre la máxima discreción para no llamar la atención antes de desvelar nuestras verdaderas intenciones. Utilizaremos el mismo modus operandi que aplicamos en Oykot y, con suerte, saldrá tan bien como en Oykot.
Lo único que lamento es el haberme separado del resto de nuestros camaradas, sobre todo del pequeño héroe que sucumbió a las heridas de un combate desigual cuya memoria quedará siempre recordada en la nueva taberna, que lleva su nombre. Es curioso lo difícil que se vuelve dejar atrás un lugar donde tan sólo se pasan unos días, ¡pero qué días! Días en los que se conoce gente nueva, camaradas revolucionarios con las mismas ganas de luchar contra la tiranía como uno mismo.
Pensar en El Largo me hace pensar, de manera indirecta, en el único camarada de esta tripulación que se ha separado de nosotros de manera temporal. El camarada más dedicado, al menos en intenciones, que he tenido el placer de conocer: Lemon Stone. Si bien sus métodos siempre han resultado poco ortodoxos, quizá hasta alocados, es difícil negar lo efectivos e importantes que han sido durante la revuelta de Oykot y la lucha contra Los Galácticos del Baratie. Me pregunto dónde estará ahora... A pesar de la máscara que cubre su rostro, recuerdo captar algo en su lenguaje corporal, y sobre todo en su mirada, que me hizo sospechar que la muerte de El Largo le había afectado más de lo normal.
Tal vez ese fue el motivo por el que decidió seguir su propio camino. Una peregrinación hacia la base revolucionaria en [censurado], algo que seguramente ayude a afirmar sus convicciones en nuestra lucha común por un futuro mejor.
También echaré de menos los dulces cánticos de nuestra camarada, la sirena Asradi, quien supo ganarse los corazones de los habitantes de Oykot gracias a su estelar aparición y a la adopción de un... ¿Bacalao? ¿Mero? Quizás fuera un salmón... Un pescado, vamos. Un símbolo inesperado de la Libertad que ahora disfrutan los habitantes bajo el gobierno de Karina, la recién elegida alcaldesa. Esperemos que su mano férrea sea ejemplo de cómo gobernar, siempre con el respeto y la bondad por delante.
Y cómo olvidar a la pareja de la Revolución: Airgid Vanaidiam y Ragnheidr Grosdttir. La mujer demostró una determinación sin par al ser capaz de moverse con tan solo una pierna, utilizando sus curiosos poderes magnéticos para inclinar la balanza a favor de la Revolución durante la batalla por Oykot. Y Ragn, ese gigantesco vikingo más fuerte que treinta leones apiñados bajo una gabardina. Todavía recuerdo las historias sobre su épica lucha contra el general de la Reina, un relato que se extendió como incendio desbocado entre los ciudadanos de la isla, comentando la descomunal fuerza de un hombre capaz de convertirse en una nube de gas. A eso se le llama ser imprevisible.
Mi mente también recuerda de manera fugaz la presencia de un revolucionario cuya imagen parece escapar a mi memoria. Sé que su nombre es Percival, de eso no tengo duda, pero casi no tuve la oportunidad de hablar con él. Quizá nuestros destinos se crucen en futuras misiones y pueda conocerle más a fondo. Su carácter me transmitió frialdad, incluso sospecha, pero no dudo de su fuerza ni de su decisión. Nadie es un santo en el Ejército Revolucionario, pero todos tiene la oportunidad de luchar por un mundo mejor.
Y por un mundo mejor lucha el ser más aterrador y a la vez interesante que he tenido el placer de conocer. O al menos, desde que conocí a aquel enorme gyojin tiburón llamado Octojin, ¿qué habrá sido de él? Todavía le debo un enorme almuerzo por el favor que me hizo en el Baratie, hace ya tanto tiempo... Pero regresando a nuestro camarada, se trata de un wotan cuyo nombre me resulta imposible pronunciar. Un ser abisal que infunde miedo con su mera presencia, pero cuya fuerza fue catalizador de la victoria durante la revuelta. Sin él, la presa no habría caído y el plan de distracción habría sido en vano. Un enorme monstruo que se ganó a pulso el apodo con el que lo conocen en Oykot: "El naufragio".
Todo cuanto queda es confiar en que el mar sea bondadoso con nosotros durante la travesía. Mis oídos están alerta, listos para captar el más mínimo susurro entre las aguas. En cuanto escuche la sinfonía de las corrientes perfecta, ascenderemos y navegaremos hacia la superficie para respirar aire fresco y preparar nuestro próximo espectáculo. Pero por ahora… seguimos aquí, inmersos en la melodía de la profundidad.
Fecha: Día 4X de Verano del año 724
A medio camino entre Oykot y Loguetown
Sumergidos en las profundidades del East Blue, la tripulación del "The Peace" y yo continuamos nuestro viaje en dirección a Loguetown, en busca de nuevos territorios para la causa del Ejército Revolucionario. El silencio abisal nos rodea, sólo roto por el traqueteo del motor que impulsa el submarino siempre hacia adelante. Todo sea dicho, el corazón de la nave sabe marcar un ritmo constante que resuena entre estas paredes de metal, creando dulces tonos metálicos que recuerdan a un xilófono de colosales magnitudes.
Por desgracia, la acústica de este navío resulta frustrante para un músico como yo, que disfruta de trepidantes conciertos y espectáculos sin igual. Pero me temo que parte de nuestra ventaja bajo el agua es la discreción, un lujo que no podemos perder por mis ansias musicales. Al fin y al cabo, soy el superior al mando de la tripulación.
El grupo se mantiene siempre obediente y parece disfrutar del viaje. La novedad de estar bajo el agua, en lugar de por encima, todavía supera los pormenores del aislamiento y la falta de luz solar. El sonido del oleaje, las gaviotas, los aparejos y las velas al viento ha sido sustituido por el zumbido de la maquinaria y el pitido del sónar. Aunque de vez en cuando creemos sentir el movimiento de algún enorme a nuestro alrededor.
Los leviatanes, reyes del mar, no son ajenos a estas aguas. Más de una vez ha surgido en las conversaciones, creando cierto aire de ansiedad que me he visto en la obligación de cortar de forma inmediata. La presteza en atajar este tipo de miedos es vital para mantener la moral alta y los objetivos claros. Si cualquier bicho gigantesco trata de atraparnos, es mejor no saberlo.
Hablando de la tripulación. Me siento maravillado por la habilidad de nuestra navegante y timonel, la bella camarada Hato. Ya había observado su habilidad el día en el que nos conocimos, durante nuestro primer trabajo conjunto en Oykot durante el secuestro de un navío que poseía un misterioso cargamento. Ágil y con decisión sacó aquel barco de puerto hacia el alta mar, ayudada por los tripulantes supervivientes que no habían sucumbido a la espada de aquel sanguinario pirata llamado Kael.
Ahora, la misma mujer nos guía bajo las oscuras aguas sin perder el rumbo. Tanto los mapas como la lectura de los instrumentos son un misterio para mí, pero siento que mi fé está depositada en buenas manos.
Sobre todo porque este submarino fue construido por uno de nuestros tripulantes: Rocket. El mapache ha demostrado una espectacular inteligencia y un despliegue sin igual de su capacidad como ingeniero, creando una nave capaz de soportar la presión de las aguas circundantes sin convertirse en una lata de cola aplastada, reducida a una pequeña porción de lo que era.
No hay día que no me pasee por los estrechos pasillos del "The Peace" sin quedarme embobado viendo las tuberías, botones, luces y colores de cada compartimento. Con una flotilla de estos submarinos podríamos cambiar las tornas en la guerra contra el Gobierno Mundial. Recomendaré al camarada Rocket para futuros encargos entro de la Armada.
Junto a nosotros dos viajan dos caras nuevas: Alistair Morgan y John Joestar. Tuve el placer de conocer al primero en los preparativos de la misión de liberación del Reino de Oykot, aunque llamarlo reino es incorrecto, puesto que gracias a nuestros esfuerzos ahora disfruta de una nueva democracia. Pero, regresando a Alistair, demostró una gran habilidad en combate al acudir a la ayuda de nuestro equipo en su hora más aciaga, atacando desde el aire y creando la distracción perfecta para que los balleneros y revolucionarios pudieran tomar la ventaja en el campo de batalla.
En cuanto a John, el nuevo recluta apareció un día con el rostro lleno de alegría. Un joven motivado en cuyos ojos brilla la llama de la Revolución, alguien de quien espero grandes cosas en el futuro próximo y cuya carrera observaré atentamente.
Ahora, todo cuanto queda es esperar a que el viaje siga su curso sin problemas. Pronto alcanzaremos la costa de Loguetown y daremos paso a las primeras misiones de reconocimiento. Por suerte, Rocket ha estado antes en la isla y se ha ofrecido a guiarnos por sus calles. Al parecer, el mapache ya se ha ganado cierta fama al haber prendido en llamas un barco de la Marina, así que estoy seguro de que tendrá contactos con los que podremos intercambiar información.
Poco sé sobre esta ciudad salvo por su valor estratégico en la posición que tiene como referente hacia el Grand Line. Se dice que la Marina tiene una de sus bases más poderosas en esta isla, motivo de más para adentrarnos con calma y medir nuestros pasos, buscando siempre la máxima discreción para no llamar la atención antes de desvelar nuestras verdaderas intenciones. Utilizaremos el mismo modus operandi que aplicamos en Oykot y, con suerte, saldrá tan bien como en Oykot.
Lo único que lamento es el haberme separado del resto de nuestros camaradas, sobre todo del pequeño héroe que sucumbió a las heridas de un combate desigual cuya memoria quedará siempre recordada en la nueva taberna, que lleva su nombre. Es curioso lo difícil que se vuelve dejar atrás un lugar donde tan sólo se pasan unos días, ¡pero qué días! Días en los que se conoce gente nueva, camaradas revolucionarios con las mismas ganas de luchar contra la tiranía como uno mismo.
Pensar en El Largo me hace pensar, de manera indirecta, en el único camarada de esta tripulación que se ha separado de nosotros de manera temporal. El camarada más dedicado, al menos en intenciones, que he tenido el placer de conocer: Lemon Stone. Si bien sus métodos siempre han resultado poco ortodoxos, quizá hasta alocados, es difícil negar lo efectivos e importantes que han sido durante la revuelta de Oykot y la lucha contra Los Galácticos del Baratie. Me pregunto dónde estará ahora... A pesar de la máscara que cubre su rostro, recuerdo captar algo en su lenguaje corporal, y sobre todo en su mirada, que me hizo sospechar que la muerte de El Largo le había afectado más de lo normal.
Tal vez ese fue el motivo por el que decidió seguir su propio camino. Una peregrinación hacia la base revolucionaria en [censurado], algo que seguramente ayude a afirmar sus convicciones en nuestra lucha común por un futuro mejor.
También echaré de menos los dulces cánticos de nuestra camarada, la sirena Asradi, quien supo ganarse los corazones de los habitantes de Oykot gracias a su estelar aparición y a la adopción de un... ¿Bacalao? ¿Mero? Quizás fuera un salmón... Un pescado, vamos. Un símbolo inesperado de la Libertad que ahora disfrutan los habitantes bajo el gobierno de Karina, la recién elegida alcaldesa. Esperemos que su mano férrea sea ejemplo de cómo gobernar, siempre con el respeto y la bondad por delante.
Y cómo olvidar a la pareja de la Revolución: Airgid Vanaidiam y Ragnheidr Grosdttir. La mujer demostró una determinación sin par al ser capaz de moverse con tan solo una pierna, utilizando sus curiosos poderes magnéticos para inclinar la balanza a favor de la Revolución durante la batalla por Oykot. Y Ragn, ese gigantesco vikingo más fuerte que treinta leones apiñados bajo una gabardina. Todavía recuerdo las historias sobre su épica lucha contra el general de la Reina, un relato que se extendió como incendio desbocado entre los ciudadanos de la isla, comentando la descomunal fuerza de un hombre capaz de convertirse en una nube de gas. A eso se le llama ser imprevisible.
Mi mente también recuerda de manera fugaz la presencia de un revolucionario cuya imagen parece escapar a mi memoria. Sé que su nombre es Percival, de eso no tengo duda, pero casi no tuve la oportunidad de hablar con él. Quizá nuestros destinos se crucen en futuras misiones y pueda conocerle más a fondo. Su carácter me transmitió frialdad, incluso sospecha, pero no dudo de su fuerza ni de su decisión. Nadie es un santo en el Ejército Revolucionario, pero todos tiene la oportunidad de luchar por un mundo mejor.
Y por un mundo mejor lucha el ser más aterrador y a la vez interesante que he tenido el placer de conocer. O al menos, desde que conocí a aquel enorme gyojin tiburón llamado Octojin, ¿qué habrá sido de él? Todavía le debo un enorme almuerzo por el favor que me hizo en el Baratie, hace ya tanto tiempo... Pero regresando a nuestro camarada, se trata de un wotan cuyo nombre me resulta imposible pronunciar. Un ser abisal que infunde miedo con su mera presencia, pero cuya fuerza fue catalizador de la victoria durante la revuelta. Sin él, la presa no habría caído y el plan de distracción habría sido en vano. Un enorme monstruo que se ganó a pulso el apodo con el que lo conocen en Oykot: "El naufragio".
Todo cuanto queda es confiar en que el mar sea bondadoso con nosotros durante la travesía. Mis oídos están alerta, listos para captar el más mínimo susurro entre las aguas. En cuanto escuche la sinfonía de las corrientes perfecta, ascenderemos y navegaremos hacia la superficie para respirar aire fresco y preparar nuestro próximo espectáculo. Pero por ahora… seguimos aquí, inmersos en la melodía de la profundidad.