¿Sabías que…?
... Eiichiro Oda empezó la serie con la idea de terminarla en 5 años, pero se dio cuenta de que en esos 5 años que la trama ni siquiera llegaba al 50%.
[D - Pasado] Nuevos horizontes.
Juuken
Juuken
Día 28 de Primavera del año 721

Un suave movimiento mecía mi cuerpo mientras recuperaba la compostura y la conciencia. Esto era nuevo, normalmente todo cuanto sentía era la humedad de la habitación, probablemente era otro efecto de aquellas malditas inyecciones. Sentía un mareo tremendo, ni siquiera quería abrir los ojos, además escuchaba el sonido del mar más fuerte que nunca.

Había tenido un sueño muy extraño, tal vez un deseo de que todo acabase, de detener esta tortura que me acecha día si y día también. Por un momento había sentido libertad, una carga realmente pesada se había esfumado de mi mente hasta que ese sueño desapareció. Por desgracia ni en sueños todo resulta tan alegre. Ella ya no estaba, pero otra voz me había prometido que todo iba a estar bien, otra figura, otra imagen distinta que jamás recordaba haber visto. Ojalá aquello hubiera sido real.

-Mira Tom. Parece que está despierto. -Como si mi mente hubiera querido volver a escuchar esa voz que me había transmitido calma en sueños, esta volvió a sonar en mi mente.
-Esperemos que así sea, y que esté bien. -Otra voz más grave resonó junto a la de aquella mujer.

Comprendí la realidad por un instante, no eran voces que sonaran en mi cabeza, sino que había alguien más allí. Abrí los ojos y lo que vi no era nada que hubiera visto antes. Una sala completamente hecha de madera que se mecía completamente, me sobresalté, todo aquello era nuevo. Me incorporé como pude, aunque me dolía todo el cuerpo.

Aquellas dos personas de mi sueño estaban delante de mí, ese hombre, un tipo grandullón que parecía en alerta con las manos extendidas hacia mí, la mujer parecía algo más asustada. Me levanté de ese camastro, pero tuve que apoyarme un poco en él para no caerme, seguía sin tener equilibrio. ¿Que me habían hecho estos dos ahora?

Tal vez aquello significaba que no había sido ningún sueño, pero si eso era así qué diablos sería lo que ha ocurrido. Observé a mi alrededor, paredes ocupadas por distintos objetos cubrían toda la sala, un baúl en la zona izquierda y una mesa con instrumental muy similar al que a veces traían y utilizaban junto a las inyecciones, parecía que me habían trasladado de zona, y era algo completamente distinto.

-Tranquilo muchacho, ahora estás a salvo, ya ha pasado todo. -La voz de aquél tipo sonaba bastante calmada, probablemente tenía miedo de mi reacción.

Obviamente tan solo quería que bajara la guardia, todo parecía tener sentido, siempre llegaba el momento que algunos desaparecen, otros morían pero aunque a todos se les dejaba de ver, no siempre se confirmaba alguna muerte. Por unos instantes un atisbo de esperanza se dibujó en mi rostro y aclaró mi mente, una nueva posibilidad de que pudiera volver a verla. ¿Y si a ella también la trasladaron? Miré fijamente a aquellos dos tipos.

-No tienes de qué preocuparte. ¿Vale? -El hombre grandullón comenzaba a avanzar lentamente hacia mí.- Todo ha terminado muchacho.

Lamentablemente la única salida estaba detrás de ellos. En una mesa a mi izquierda había instrumentales que parecían estar afilados. Todavía sentía ese mareo, pero debía salir de ese cuarto, necesitaba encontrarla, y no les iba a dejar seguir haciéndome sufrir. Gracias a ella había abierto los ojos, ni podía ni quería permitirles continuar con todo esto. Debía luchar por sobrevivir, aunque eso me costase la vida, pero habría luchado por mi vida y por mi libertad. Quería honrarla costase lo que costase.

Me lancé a la mesa y cogí lo que parecía ser un pequeño cuchillo afilado. El hombre volvió hacia atrás, extendiendo aún más las manos, ella se escondió detrás de él, pero no quisieron salir de la sala. Parecían dispuestos a todo por llegar hasta mí. No sabían que ya no tenía miedo de gente como ellos, y que no les iba a permitir hacerme nada más.

-Chico por favor, escúchanos. No necesitas eso para nada. -La sala se tambaleó con algo de fuerza. ¿Qué lugar era ese? No sabía que podían hacer eso, aunque tal vez fuera mi mente que estaba desequilibrada, pues no les ví a ellos tambalearse por el movimiento. Esa última inyección me había hecho algo.
-Vamos, suelta eso, por favor. -La mujer volvió a hablar, con una voz dulce que me hizo bajar un poco la guardia, en cierto modo me recordaba a ella.

Pero no iba a dejarme engañar, todos eran iguales, lo único que quieren es continuar experimentando conmigo, seguir poniéndome inyecciones. Y no iba a permitírselo.

-Apartad. -Les ordené, apenas me salía la voz pero parecía que lo habían entendido, ella se hizo a un lado y él la siguió, no antes de que ella le tirase del brazo.- No os voy a dejar. Si queréis seguir experimentando conmigo, tendréis que matarme.

La mujer se puso cabizbaja, el hombre relajó sus brazos y su semblante se tornó oscuro, parecía como si hubieran perdido las ganas de seguir, incluso parecían dispuestos a dejarme ir, debía aprovechar que parecían asustados de mí, debía aprovecharme de ese momento que parecían más débiles y frágiles, necesitaba encontrarla a ella, y seguro estaba en este lugar también.

-¿Dónde está ella?

Los dos se quedaron mirándome sin decir nada.

-¿Quien? -preguntó ella aparentemente intrigada.
-Dónde está Juuni. Se que la tenéis por aquí.

Los dos se miraron entre ellos, obviamente sabían algo, su expresión había cambiado, debían de saber quién era ella.

-Dime chico. -Dijo ella con el rostro algo ensombrecido y la voz temblorosa.- Esa tal Juuni, ¿es una chica con el pelo rojo?

Me quedé mirando a la mujer, por eso me recordaba a ella, ambas tenían el pelo del mismo color, aunque el de Juuni era un poco más oscuro que el de esa mujer. Simplemente asentí sin decir nada más, tal vez estaban dispuestos a colaborar. Sin embargo algo que no me esperaba para nada, la mujer parecía haber perdido las fuerzas, cayó al suelo de rodillas y con las manos en la cabeza. El hombre se lanzó rápidamente a sujetar y ayudarla, también le decía algo pero no era el momento de ponerse a escuchar, tampoco me interesaba.

Ahora tenía el camino libre, ellos el en suelo, la puerta libre. No lo dudé un solo instante y me lancé hacia ella. Conforme la puerta se abrió, la imagen que pude ver ante mí me dejó más intrigado. Toda la superficie enorme de madera tambaleante, hacia adelante un enorme pilar que ascendía muy alto, miré hacia arriba y pude ver el cielo como hacía mucho que no contemplaba. Aunque tampoco había tiempo para deleitarse con ello.

No estaba solo en aquél amplio lugar al aire libre. Varias personas se quedaron mirándome conforme salí de allí. Perdí el equilibrio y me tambaleé hacia la izquierda, no llegué a caer al suelo, pues por suerte había una superficie de madera que me ayudó a sujetarme, pero se me cayó aquel instrumento afilado que tenía por el otro lado de esa estructura que me sujetó.

Cuando miré hacia ese lugar para tratar de recuperarlo casi me da un vuelco el corazón, me quedé completamente bloqueado y tan solo pude dar un par de pasos hacia atrás. Un nuevo temor comenzó a abrazarme, no me estaba volviendo loco, no tenía un desequilibrio en la cabeza, es que estábamos en una gran superficie de madera, en medio de lo que parecía una inmensa balsa de agua. Habíamos ido más allá de la estructura en la que estuve durante tanto tiempo, habíamos salido al mar. ¿Por qué ahora? ¿Por qué yo?

Me giré, había varios de aquellos tipos que se acercaban a mí, iban armados, aunque sus sables estaban en sus cinturas, se acercaban con las manos vacías, diciendo cosas como aquél grandullón. Uno se aproximó demasiado, intentando sujetarme, todo convencido.

-¡Quita!

Le lancé un golpe con mi mano derecha, estaba comenzando a entrar en pánico, no sabía dónde estaba, no sabía quiénes eran aquellos tipos, ni mucho menos cómo había llegado hasta allí. No tenía problema en luchar contra ellos, pero serían demasiados para estar desarmado.

El hombre al que golpeó salió un metro hacia atrás, se llevó las manos al estómago donde le pegué y cayó estremeciéndose de dolor al suelo. Se comenzó a escuchar un murmullo y todos comenzaban a retroceder, el grandullón salió de la sala y se quedó mirándome, frunció el ceño y comenzó a avanzar hacia mí. No entendía que ocurría, hasta que miré mi brazo, ese con el que había golpeado a ese pobre desgraciado que se estremecía en el suelo.

Algo cubría mi brazo, algún tipo de cristal estaba alrededor. ¿Qué diantres era esa cosa y cómo había llegado ahí? Asustado por lo repentino de la situación di unos pasos atrás, pero tropecé y caí justo al mismo lugar que había arrojado involuntariamente aquél artilugio afilado que tan bien me habría venido hacía poco. Caí inevitablemente al mar.

Las frías aguas me dejaron durante un instante sin poder reaccionar por la impresión repentina. Tras ese instante traté de salir a flote, pues me estaba hundiendo lentamente. Era incapaz de ascender, sentía el cuerpo terriblemente pesado, las fuerzas me abandonaban, sentía que perdería la conciencia en breve. Parecía que ahí iba a acabar todo, pero tampoco me arrepentía, prefería acabar en el fondo del mar antes que continuar siendo presa de aquellos experimentos.

Dejé de forcejear contra una corriente imposible, una tarea fuera del alcance para mí, si sentía algo de deseo por salir de allí, era solamente por ella. Le había prometido a Juuni que viviría por ella, quería hacerlo. Unas imperceptibles lágrimas comenzaron a salir de mis ojos, esta vez presa de los remordimientos de ser incapaz de cumplir mi promesa, le había vuelto a fallar, no podía volver a reunirme con ella, si es que estaba en esa estructura que se alejaba cada vez más y más.

Tan solo unas palabras resonaban en mi mente una y otra, y otra vez. “Lo siento, Juuni”.

Algo tiró de mí, mi brazo era arrastrado hacia arriba a la vez que sentía que las pocas fuerzas que todavía había en mí, me abandonaban irremediablemente.

Volví a recobrar las fuerzas y a poder respirar, estaba tumbado boca arriba, me eché a un lado y agua comenzó a salir de mis pulmones con un fortísimo ataque de tos que me dejó sin fuerzas nuevamente, ya tenía todo el cuerpo dolorido y aquello había sido la gota que colmaba el vaso.

-Hey chico. ¿Estás bien?

La voz de ese hombre volvía a sonar, me había sacado del agua y parecía algo enfadado, pero también lo veía algo preocupado. No entendía el contexto, no entendía por qué actuaba así ese hombre, pero por un instante me transmitió algo de confianza. Alcé la mirada y pude ver de nuevo a la mujer, se arrodilló a mi lado y se acercó mucho a mí, quería apartarme, pero tampoco me quedaban energías.

Sus manos me rodearon y me sujetaron por la espalda y la cabeza, apretándome contra su cuerpo, me dio un abrazo que me dejó completamente paralizado, solo una persona me había abrazado de esa forma antes. Lágrimas volvieron a brotar de mis ojos, esta vez de forma más visible. Le devolví el abrazo, volvía a sentir una cálida y realmente agradable sensación, no quería separarme, era igual que cuando Juuni me abrazó, se sentía muy similar. Sentí no querer desprenderme de esa agradable sensación.

-No te preocupes, todo va a estar bien, ya no tienes que preocuparte de nada muchacho. Todo ha acabado, ya no estás en ese horrible lugar, y ya no volverás allí.

Al cabo de unos minutos volví a sentir calma, mis sentimientos se apaciguaron, mi corazón volvió a sentir tranquilidad y relajación. La solté y junto a ella y el hombre grandullón que me había sacado del mar volvimos a entrar en aquella sala donde me había despertado. Resultaron ser buenas personas, y yo que tan solo había pensado cómo podía deshacerme de ellos. En estos momentos lo sentía por ese hombre que había golpeado.

Sentado de nuevo en la cama donde me desperté, me quedé mirando mi brazo, estaba en estado completamente normal. El hombre se percató de aquello y se acercó despacio, se quedó con la mano extendida hacia mi brazo, sin tocarla y mirándome fijamente, como pidiéndome permiso. Aunque no estaba completamente confiado le extendí el brazo y él comenzó a examinarlo.

-Ya he visto alguna vez algún caso similar. -Comenzó a palpar el brazo y la piel, a apretar un poco.- Ahora está en su estado normal, pero podrías llegar a controlarlo.
-¿Controlarlo? -Dije intrigado todavía sin saber a qué se refería. Él simplemente asintió y prosiguió.
-Lo que te ha pasado antes, sumado a tu incapacidad para nadar, debe tratarse del efecto de una akuma no mi. -Esas palabras no significaban nada para mí, no tenía ni idea de lo que hablaba.- ¿Has comido algún fruto extraño últimamente?
-No sé, siempre nos daban lo mismo para comer.

La mujer que había salido un momento volvió portando una bandeja, me la tendió al lado, en ella había un plato con una pieza sólida de color entre rosado y marrón, también había un vaso con agua. Se me quedó mirando directamente, no entendía qué era eso.

-Vamos, cómete eso, recuperarás fuerzas.

¿Eso era comida? Nunca había visto nada similar, ni siquiera tenía aspecto de comida. Lo cogí directamente con las manos, no sabía ni que era, le dí un bocado mientras mis dos acompañantes adultos se quedaban mirándome, algo divertidos por algo que no comprendía.

En cuanto di el primer bocado ocurrió algo que jamás habría imaginado, tuve una sensación extraña, como si mi boca se hubiera hinchado y mi lengua estuviera disfrutando el mejor momento de su vida, era algo que no sabía exactamente cómo describir, no tenía palabras, pero mi gesto debió de decirlo todo, pues los dos que tenía delante se empezaron a reir al verme. Simplemente quería más, era la mejor sensación que jamás había experimentado con algo que se comiese.

-¿Qué es esto? -Pregunté torpemente con la boca llena. Entre risas ella me respondió.
-Solo es un trozo de carne. ¿Tan bueno te está?
-¿Qué es carne?

La risa se esfumó por un instante y volvieron a mirarse, en condiciones normales pensarían que tan solo era una broma.

-¿No sabes que es? ¿Qué habéis comido todo este tiempo?
-Lo de siempre, era como una crema blanda, no se que tenía, pero era suficiente.

Durante un rato estuve comiendo algunas cosas realmente deliciosas que experimentaron gratificantes experiencias en mi lengua y en mi paladar, como jamás habría pensado que podría experimentar. Así que esto era la verdadera comida, lo bueno. Al cabo de un rato estaba completamente exhausto de comer, no pensaba que pudiera llegar a sentirme así y que resultase tan gratificante.

Al cabo de un rato ella volvió a hablar conmigo. Parecía muy interesada en mí, pero no se me ocurría por qué podría ser todo aquello.

-Me llamo Marin, él es mi marido Tom. ¿Cómo te llamas? Preferiría no estar llamándote siempre chico.
-Soy Jikken Juusan. -Los dos se quedaron mirando unos instantes entre ellos, hasta que volvieron a mirarme y él respondió.
-Ese no es un nombre apropiado muchacho. -Su mujer le dio un codazo y le cortó.
-Lo que Tom quiere decir, es que ahora puedes elegir tu propio nombre, uno más bonito, uno que te guste más
-¿Elegir mi nombre?

Era algo que nunca me había planteado, siempre había sido Jikken Juusan, y siempre lo sería, eso es algo que nunca se desvanecerá de mi mente, y no he tenido ningún otro nombre. Renegar de él sería olvidar todo lo que he pasado, todo lo que me ha hecho estar hoy aquí tal y como soy. No cambiaría por nada esa experiencia, pues por denigrante y terrible que haya sido, Juuni logró que todo fuera mejor. No quería que su recuerdo acabase en un recóndito páramo en lo profundo de mi mente perdida. Ella era lo único por lo que merecía la pena mantener vivo ese recuerdo.

Su imagen y su sonrisa vinieron a mi mente, su calidez, su alegría y su forma de intentar siempre hacerme sentir mejor a pesar de todo lo que ocurría. Jamás llegaré a comprender por qué desarrolló esa predilección conmigo la chica, pero jamás podré llegar a agradecerle lo suficiente, es por ella que sigo en pie, es por ella que mantengo mi mente estable para volver a levantarme al día siguiente sin importar qué pase o quien intente impedirlo. Sus palabras de afecto llegaron a mi recuerdo y sonaron, junto a esa peculiar forma que tenía de llamarme.

-Juuken.
-Bueno, no está mal. ¿Pero no se te ocurre nada mejor?
-¿Tom? Ya está bien hombre. -Ella le recriminó algo que no alcancé a comprender, estaba en su derecho que no le gustase, pero tampoco me parecía para tanto.
-Mujer, solo ha mezclado de mala forma el...
-Da igual, es lo que él quiere, ya está.
-En verdad. Alguien ya me puso ese nombre antes. -Dije al escucharles.

Se quedaron los dos mirándome nuevamente, parece que hay momentos que no saben cómo actuar, aguardaban a que continuase, impacientes, con esa frase, que no la dejara ahí y les diese una explicación.

-Fue Juuni, ella me llamaba así.

Noté que se quedaron mudos. Ellos sabían algo, ella reaccionó cuando le confirmé que tenía el pelo rojo, pero no lograba entender todavía por qué, y ahora volvían a estar cabizbajos.

-Vosotros sabéis dónde está ella

Se miraron y ella se sentó a mi lado, tenía los ojos llorosos, tomó mi mano y comenzó a explicarme, al principio tan solo carraspeó, pues la voz no salió de sus labios, pero después pareció calmarase un poco más, y entonces comenzó a hablar.

-Verás, nosotros conocíamos a Juuni, de hecho su verdadero nombre era Layla, pero dudo que alguna vez ella lo haya sabido. Ella era nuestra hija.

De pronto el corazón me dió un vuelco, eso implicaba que estos dos que ya me habían salvado la vida dos veces eran los padres de Juuni. No podía creer lo que estaba ocurriendo en estos momentos. Me quedé boquiabierto mirando directamente a Marin. Ella continuó.

-Hacía mucho que la buscábamos, teníamos la esperanza de encontrarla, pero me temo que tardamos demasiado. Ya habíamos perdido la esperanza de dar con alguna pista de ella, ya solamente queríamos vengarnos de quienes nos la arrebataron. Y cuando llegamos ya casi estaban todos acabados.

¿Todos acabados? Entonces alguien los mató, en este momento tan solo lamentaba que no hubieran sido ellos, se merecían poder desahogarse contra esos malditos que le habían arrebatado a su hija.

-Queríamos acabar con ellos, -prosiguió el hombre que llamaban Tom- en lugar de eso nos encontramos muchos moribundos, mucho jaleo y el edificio colapsando, y cuando llegamos a la zona, tan solo te encontramos a tí en lo alto de los escombros.

Ella me sujetó un poco más fuerte y se me quedó mirando.

-¿Qué te ocurrió, Juuken? ¿Cómo acabaste allí?

Traté de hacer memoria, todo cuanto recordaba era la ira que tenía por la pérdida de Juuni, recordaba haber estado encerrado durante tanto que perdí la noción del tiempo y los días allí dentro. También recuerdo aquel último pinchazo que sentía hacerme hervir la sangre y que a partir de ahí lo próximo que recuerdo es estar sobre las ruinas.

-No lo sé. Recuerdo que me pusieron una última dosis, y caí incon...
-¿Dosis? ¿Qué dosis?
-Nos pinchaban constantemente y nos inyectaban cosas a todos. Experimentaban con nosotros a saber con qué.

Ella se llevó las manos a la boca, horrorizada por lo que estaba escuchando, se levantó y comenzó a dar vueltas de un lado al otro, Tom se levantó y le sujetó los hombros tratando de calmarla y tranquilizarla. Hablaron algo, en voz baja entre ellos que fuí incapaz de escuchar. Al poco volvió a acercarse a mí.

-Vale. Perdona, Juuken. Creo que ya sé que te pasó, y por qué no lo recuerdas. Estuvimos mucho tiempo siguiendo la pista de aquellos malditos, muchas veces parecía que se escondían tras una cortina de humo, perdíamos su rastro, pero sabíamos por donde volver a localizarlos. Hubo un momento en que logramos encontrar información de ellos, y de lo que hacían. ¿Recuerdas que te dijimos que tu habilidad provenía de una Akuma no mi? Parece que tú no la comiste, sino que te la introdujeron a la fuerza.

No estaba seguro de si terminaba de entender que me estaba diciendo, me habían hablado de ese término, pero no tenía ni idea de qué diantres se trataba, la veía algo nerviosa mientras decía todo eso, mientras tanto, Tom estaba quieto con los brazos cruzados, como un guardián esperando el momento de actuar. Marin prosiguió.

-Ellos experimentaban con la esencia de esas frutas, tratando de conseguir duplicar sus efectos en varios usuarios, utilizaban... -durante unos instantes dudó, como si estuviera buscando las palabras correctas- Os utilizaban a vosotros para esos experimentos, pero no tenían registros de que ocurriese nada parecido, creo que querían hacer una especie de escuadrón especial con diversas habilidades juntas, pero nunca consiguieron nada, al menos que estuviera registrado. El problema es que los compuestos que utilizaban resultaban extremadamente peligrosos e inestables, era más sencillo matar al... A la persona que se lo inyectaban, que otorgarle habilidades.

Volvió a levantarse y a dar una vuelta por la sala, fue hacia una jarra y bebió agua, Tom simplemente observaba la situación, como un guardaespaldas, no decía nada, cruzamos miradas y se hizo un silencio un tanto incómodo.

-Parece que contigo consiguieron algo. -Concluyó ella.- No sé cómo, pero parece que tienes la habilidad de endurecer tu piel de alguna forma. -Soltó una risotada un poco espontánea.- Le has partido al menos dos costillas al pobre Jon, y es de los duros. Debes tener cuidado y aprender a aprovechar y controlar esa habilidad, Juuken.

Había demasiadas cosas que asimilar, un nuevo mundo, unas habilidades sobrehumanas cuya existencia desconocía, algo que se llamaba Akuma no mi que seguía sin terminar de entender que era, pero que parecía ser eso que me ha dado esa habilidad de endurecerme. Demasiadas cosas, un mundo completamente nuevo y demasiado poco tiempo para comprenderlo todo.

No sé qué me puede deparar el futuro, ni cómo debería afrontar cada situación, todo esto es nuevo para mí, el saber que hay mundo más allá de aquellas cuatro paredes empedradas. Se estaba abriendo un mundo completamente nuevo de posibilidades para mí. Sintiendo el viento en mi rostro, en la parte delantera de aquél barco, pues así me dijeron que se llamaba, aguardaba contemplar un nuevo mundo.

-Juuni, ojalá pudieras ver esto.

Con la vista en el horizonte y con una sonrisa en mi rostro no podía aguardar para continuar explorando ese vasto mundo junto a Marin y a Tom, en este momento les debía la vida, y sentía una profunda deuda con toda su familia, tanto con ellos como en su hija Layla, o como yo la conocí, Juuni. Sentía que debía hacer algo para devolverles el favor.
#1


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