Hay rumores sobre…
... una bestia enorme y terrible atemoriza a cualquier infeliz que se acerque a la Isla Momobami.
[Común] [C - Pasado] Tiempo atrás, en Villa Syrup...
Timsy
Timsy
Unos dos años antes del presente…


El Astro Rey brillaba poderoso sobre un cielo completamente despejado. Aquel día ni siquiera las omnipresentes y quasi todo poderosas nubes se atrevían a aplacar su furia. Sus rayos refulgían con intensidad y rebotaban en todas y cada una de las calvas que osaban salir al exterior sin más protección que la osadía y la bravura de la persona. Por las calles de Villa Syrup la gente paseaba tranquila. Era fin de semana y la mayoría de los trabajadores disfrutaban de su más que merecido descanso, pero no todos gozaban de tal suerte. Taberneros, mercaderes, marineros y otros tantos oficios por necesidades de sus oficios y profesiones debían trabajar tanto o más incluso que durante el resto de la semana o simplemente algunos otros debían terminar a tiempo algún pedido atrasado. Fuera como fuere, un calvo bajito con barba y malos humos paseaba refunfuñando y tratando de malas formas a todo aquel con el que se cruzaba y no tenía a bien rendirle pleitesía - ¡Por las ancas de mi tía! ¡Menudo subnormal! - pensé.

Despreocupado y por la sombra, recorría las calles de la isla. Aquel lugar brindaba bastantes oportunidades para alguien sin demasiados recursos. La población local solía tener suficientes recursos para no echar de menos unos cuantos berries por aquí, o al menos no necesitarlos de manera vital si se percataban, o podían permitirse el lujo de pagar por algún trabajo de poca importancia. Así era como sobrevivía por  aquellos lares. También aprovechaba mis particularidades para ayudar en los astilleros si había que inspeccionar algún barco ya botado al mar o llevaba un recado por aquí y otro por allá. Tampoco desperdiciaba la oportunidad de conseguir comida o techo por pura caridad. Más de uno, y de dos, se sorprendía a ver a alguien de mi especie por allí. Era habitual encontrar algún dedo señalándome e incluso escuchar “feo”, “horrendo” o un “¿qué coño es eso?”, pero para ser sincero con el mundo, no me importaba.

-¡Nenúfares nepalíes, sí que arrea hoy el Sol! - exclamé secándome el sudo de la frente con el antebtazo derecho. Empezaba a tener sed, así que pronto debía debatirme y resolver el dilema de si acudir a alguna taberna a hidratar la garganta o irme directamente al mar a refrescarme. Las ventajas de una, eran los incovenientes de la otra. Dificil elección. O quizás no. Puse rumbo al mar, dónde podría encontrar sombra, refresco y alimento para cuando me diera hambre. El mar era una fuente inagotable de recursos que conseguir sin pagar berrie alguno para alguien como yo. Así pues, la decisión estaba tomada y mis pasos ya me llevaban rumbo a la playa.
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