¿Sabías que…?
... el famoso anime One Piece, del año 1999, está basado en el también famoso manga One Piece. Otra curiosidad es que el autor de ambas obras es Eiichiro Oda.
[Común] Comercio
John Joestar
Jojo
Mientras Rocket habia ido a por el submarino para su posterior reparación, me sonó el den den mushi, un mensaje recordatorio para quedar con una revolucionario que me habia hecho un pedido, un galeón de lo mejorcito, gracias al cielo que pude traerlo por mensajeria privada y urgente, aunque me habia salido por un ojo de la cara, pero la recompensa posterior iba a valer la pena totalmente.
El galeón era de madera de roble, de roble mundial, una madera muy especial, es costosa y dificil de trabajar, pero eficiente. No obstante, iba con un aire de nerviosismo, ¿Y si no era quien decia ser?, tenia una foto dada por Lobo, pero todo podia ser, aunque si tenia que liarme a golpes, lo haria sin ningún problema, pero no era algo que me apeteciera en ese momento, al menos no en este momento, el frio y los otros problemas que tenia encima eran más que suficientes.
Decidí darme una vuelta volando, extendí las alas y las agité varias veces para calentarlas un poco antes de despegar, el viento empezó a alzarse, poderoso, imparable y fresco. Flexioné las rodillas levemente, los tobillos se prepararon para la salida, ensanché la espalda y salté hacia el cielo, el viento me dió de golpe en la cara, los ojos me lloraron levemente, estaba bastante acostumbrado a ello, pero siempre me caia alguna pequeña lagrimilla. Las nubes eran extremadamente húmedas, tuve que encender mis llamas más fuerte de lo normal, el frió allí arriba era peor que abajo, los vientos eran mucho más potentes y parecia que siempre iba a llover, la humedad era terrible, y el aire estaba cargado. Miré por todos los frentes, pude ver diferentes barcos,y mucha gente yendo y viniendo, atisbé a un par de personas dirigiendose al lugar de quedada, quizá fuera mi objetivo, hagamos esto rapido.
#1
Airgid Vanaidiam
Metalhead
El puerto de Skjoldheim era un paisaje de invierno esculpido en hielo y madera. El viento frío arrastraba copos de nieve desde las montañas y los depositaba sobre los muelles, donde los barcos atracados crujían suavemente bajo la presión de las olas. Airgid caminaba con bastante calma y tranquilidad, como si disfrutara de aquel paseo, dejando un rastro de huellas en la escarcha que cubría la madera del muelle. Su abrigo de piel gris lograba cubrir bastante bien la mordida del aire helado de la isla, estaba claro que había sido una buena elección, sobre todo teniendo en cuenta lo poco acostumbrada que estaba a este tipo de temperaturas.

Había llegado temprano, y aunque eso solía ser una costumbre en ella, en esta ocasión se debía a la impaciencia. El motivo de la reunión era demasiado importante como para tomárselo con calma. Un nuevo barco, un galeón hecho a medida, diseñado por un hombre al que nunca había visto en persona, pero del que había oído hablar en múltiples ocasiones: John Joestar. Un revolucionario como ella que se había unido a la tripulación de Lobo, Rocket, Alistair y demás, después de los acontecimientos del Baratie. Lo cierto es que a Airgid le daba un poco de pena haber encontrado un sustituto para La Alboreda, el barco que Tofun heredó de Gertrudis y que puso a disposición del escuadrón. Pero estaba claro que las aguas del North Blue eran incluso más peligrosas que las del East, y que necesitarían de una mejorada y reforzada embarcación para surcarlas. Skjoldheim había sido un refugio, un lugar seguro en medio del caos, pero no era el destino final.

Desde donde estaba, podía ver los enormes barcos vikingos alineados en el puerto, sus proas talladas con formas de bestias míticas. Los habitantes de la isla se encontraban trabajando, con eficacia y disciplina, descargando mercancías y revisando velas para la navegación. Airgid se apoyó en una baranda cubierta de nieve y dejó escapar un suspiro, observando el horizonte. La mañana era gris, con el cielo cubierto de nubes densas que anunciaban una posible nevada más tarde. Se ajustó las correas del cinturón, asegurando las herramientas y los pequeños dispositivos mecánicos que siempre llevaba consigo, como si fueran una extensión de su propio cuerpo. También, cómo no, llevaba su bolsita con el dinero necesario para la compra. Resultaba incluso extraño ir tan poco cargada aquella mañana, sin la mayoría de su equipo y también sin sus hijos, que se encontraban con Ragnheidr paseando por la aldea. A saber qué locuras estarían haciendo.

Airgid aguardó con paciencia en el puerto, sabiendo que no quedaba mucho para el encuentro.
#2
John Joestar
Jojo
Cuando aterricé sobre el suelo, alcancé a ver una especie de titánide apoyada sobre una barandilla, parecia una mujer de unos...tres metros aproximadamente, quizá más, y con una buena cantidad de masa muscular, algo que, reconozco, me gusta bastante de las mujeres. A medida que me acercaba, pude observar algunos rasgos más, una fuerte melena del color del sol, cuya luz poda reflejar como quisiera, al menos aparentemente, y observé algo raro en sus pantalones, com si una de sus piernas no se correspondiera con la otra, o algo parecido, pero yo no juzgo a la gente por esas memeces, aunque reconozcamos que llama bastante la atención.
Mientras caminaba encendí un cigarrillo, y saqué uno de mis blocks de notas donde tenia apuntado la cuantia y el barco a vender, espero que fuese bien utilizado para destruir a la Marina en la medida de lo posible, no iba a permitir que se usase para viajecitos familiares únicamente, pero tampoco me apetecia ponerme a discutir en este momento, lo importante es lo importante.
Al acercarme más y más pude ir distinguiendo aún más rasgos, una mujer espectacular sin duda, no acostumbro a ver a monumentos de ese calibre, pero supongo que yo no estoy hecho para relaciones, mi vida se ha de basar en la venganza y nada más que eso, al menos hasta que eso estuviera solucionado, aunque siempre habia pensado en tener una vida mejor, lejos de las peleas y los atentados, de la sangre y el fuego, de las pesadillas cada noche por los recuerdos del pasado, tener una mujer, una casa, un trabajo más...común, que no normal, y quien sabe, quizá hijos a los que poder mostrarles y enseñarles a dominar el Hamon, es lo que más ansio, volverme un maestro del Hamon y fundar un dojo de guerreros del Hamon, quien sabe, quizá algún dia. Me acerqué

-Buenas- salude tranquilamente, aunque intentaba que no se notase que me fijaba en ella más de la cuenta -Me llamo John, y soy tu vendedor en el dia de hoy. Tu maravilla está ahi detrás, es el barco más grande del puerto, y está listo para zarpar en cuando deseis, pero ponedle nombre antes de hacerlo, da buena suerte-
#3
Airgid Vanaidiam
Metalhead
Lo último que Airgid se esperaba, es que el constructor de barcos revolucionario con el que iba a reunirse apareciera por el cielo, volando entre las nubes oscuras y gélidas de Skjoldheim. Sí, sí, era él, aunque en la foto que tenía como referencia no se le vieran aquellas grandes alas negras, estaba claro que se trataba de John. Mostró una encantadora sonrisa, marca de la casa, mientras observaba cómo el joven aterrizaba junto a ella. Debía tener más o menos su misma edad, y a pesar de ser algo más bajito que ella, estaba claro que su porte destacaba de entre los demás, pudiendo llegar a resultar incluso intimidante si se lo propusiera realmente. Fuera como fuese, se alegraba de poder conocer en persona a la nueva -para ella- incorporación de El Sindicato. Guardaba un buen recuerdo del resto de la tripulación, una alianza que valoraba desde el fondo de su ser, después de haberse ayudado y acompañado en varias ocasiones en el East Blue.

El peliblanco se encendió un cigarrillo y sacó un pequeño cuaderno, parecía todo un empresario. Airgid, por su parte, hizo un simple gesto nervioso, colocándose los cabellos rubios por detrás de la oreja, tratando de enmascarar las ganas que tenía por conocer el nuevo barco del Escuadrón Ulykke, y la de conocerle a él, claro. No pasó desapercibida la forma en la que John la miraba un poco de más, pero no le molestó, pues lo relacionó más con la sorpresa de encontrarse a una mujer tan alta y fuerte que con la de su sorprendente belleza. Lo cierto es que Airgid no le daba demasiada importancia a ese aspecto de su físico, y solía ignorar la reacción que a veces ocasionaba en los hombres. Tampoco es como que ahora se centrase mucho en eso.

Escuchó con atención las palabras del revolucionario, adquiriendo un brillo especial en los ojos a medida que iba desarrollando la frase. ¿Su barco ya estaba ahí? ¿Dónde? — ¡Yo Airgid! Es un placer, de veras. ¿Dónde-? — Tras presentarse, con entusiasmo y rapidez, se giró para buscar el navío que había mencionado. El más grande del puerto, según había dicho, y no le costó nada encontrarlo. Destacaba entre todos los demás. Airgid no entendía mucho de barcos, pero a simple vista se notaba que se trataba de una embarcación excepcional, solemne, preciosa. — ¿¡Ese!? ¿Te importa si me...? — Dejó la frase a medias, pues no aguantaba las ganas de acercarse corriendo. Su pierna de cyborg resonó en ruidos metálicos con cada paso que daba, hasta llegar finalmente al lado de la nueva joya de la corona.

Lo observó con atención y algo de emoción, no llegó a subirse, no quería dar ese paso sin los demás. Aquel vistazo le bastó. Estaba claro que era todo lo que podían desear, todo lo que les haría falta para recorrer el North Blue, y quién sabe, quizás más allá. Sintió algo de pena por la Alborada, pero... ya pensarían en algo, todos juntos. Se giró de nuevo hacia John, esperando que la siguiera, y sacó la bolsita de dinero de uno de sus bolsillos. Era pequeña, pero pesaba como un jodido muerto, y es que no salía barato algo de tanta calidad. Pero Airgid no era tacaña con el dinero, además de que no era solo suyo. Todos habían colaborado y puesto un poco de su parte para poder financiar una mejora de tal calibre. Y Airgid se alegraba de que aquella cantidad de dinero fuera a parar a unos compañeros de revolución como eran ellos, la verdad, antes que cualquier otro. — Es... increíble, ¿y lo has hecho tú solo? — Dejó salir un silbido de la impresión. — Le pondremos nombre antes de subir, aunque aún tenemos que decidirlo entre todos. — Ensanchó su sonrisa, mostrando aquellos brillantes dientes blancos. — Creo que aquí va todo. — Le dijo, tendiéndole la bolsa con los berries.
#4


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